Partida Rol por web

Layla miró hacia donde indicaba su compañero. La verdad, no había llegado a intimar con nadie de aquella caravana, para ella todos ellos eran unos desconocidos. Pero al fin y al cabo, unos desconocidos que habían hecho un largo viaje juntos. Miró a su alrededor, estaba todo tan cambiado. Habían pasado años desde que había tenido que salir de aquella ciudad, y quizás los sueños de una niña la habían magnificado tanto que sus recuerdos eran ahora difusos. 

Volvió nuevamente sus grisáceos ojos hacia el joven y asintió con un suave gesto de cabeza. Se recolocó bien la capucha de la capa, intentando como siempre pasar desapercibida. No quería nuevas sorpresas en aquella ciudad. 

- Sí, vayamos... Además, después de estas últimas horas he de reconocer que me muero de sed - . Le dijo dejando entrever media sonrisa en la oscuridad de su capucha. Sujetando con fuerza su pequeña mochila empezó a caminar junto a Zarus en la dirección que él había indicado.

Ya eran tres los que se habían decidido a relajarse, tras un duro trayecto, en compañía de una buena bebida espumosa.

Ethan sabía que, en compañía de un par de bardos, la diversión y el entretenimiento estaban asegurados. Como mínimo escucharía alguna que otra historia interesante sobre algún héroe de aquí o allá. Además, le intrigaba sobremanera el hecho de conocer como Baldr había aprendido la lengua de los lagartos. Dracónico, creía que llamaban a ese lenguaje siseante.

Y con Dimdel, estaba convencido que la diversión era segura. Su semblante agradecido y sonriente, motivaba a estar de buen humor. Y Ethan le hacía falta...

Camino a la taberna que había propuesto Baldr, se toparon con otra más cercana donde se habían presentado. “El erizo borracho”, presentaba su cartelón de madera colgante.

-Y esta otra? Podemos hacer el primer trago en esta y proseguir nuestro descanso en “La pezuna”.

Ethan dudó al escuchar sus palabras, si Baldr tenía cierto interés en dirigirse a aquella taberna y no otra. No discutiría sobre donde beber cerveza. Era lo último que quería, en aquellos momentos. Tan solo pensó que el local más cercano podría ser mejor para poder entablar conversación y conocerse mejor.

El bardo encongió los hombros, lo que le dió un aspecto extraño bajo sus holgadas ropas, como la de una suerte de cigüeña gigantesca, dispuesta a alzar el vuelo.

- Como prefirais, este es un sitio tan bueno como cualquier otro.- dijo a la par del movimiento

Decidís tomar la dirección que tomaron los trobadores, y os dáis cuenta que a unos pocos metros está el mercado, si tomais la dirección al mercado perderíais la oportunidad de seguirles, pero podríais encontrar a alguien que os comprase el anillo.
Tenéis que tomar una decisión sobre dónde dirigiros.

Aquel tumulto de gente sin duda dejo un poco aturdido al joven Lazarus. Nunca había visto un lugar con tanta gente comerciando -Que cosas... y yo que pensé que esto de la venta del anillo sería mas sencillo, pero en medio de tanta gente no sabría ni por donde empezar- Lo que dijo fue mas un pensamiento en voz alta al juzgar por el bajo tono de voz que empleo y que nisiquiera mirara a Layla mientras hablaba. Su rostro mostraba algo de decepción no sabía exactamente que hacer por un lado estaba conseguir dinero y por el otro la posibilidad de encontar a aquellos "musicos" a razón de tener a alguien medio conocido para variar entre tanta personas por completo desconocidas.

Zarus miro a Layla con la esperanza de encontrar un poco mas de determinación en ella que la que él mismo poseía. El relacionarse con desconocidos no era una de sus cualidades mas sobresalientes y eso le hacía dudar en intentar vender aquella joya. Metió su mano en el bolsillo para asegurarse de que allí siguiera a pesar de que sabía de que su ropa era ligera y lograría sentir el menor intento de que alguien hiciese aquello que el hizo con aquel regordete. En sus adentros intentaba calcular como cuanto podría valer esa pieza de joyería.

Layla se sentía incómoda entre tanta gente. Se arrebujó en su capa y siguió los pasos de Zarus. Caminaba despacio, observando a las personas que iba caminando a toda prisa. Casi todos se dirigían al mercado, con la intención de vender o comprar algún que otro producto.

Se detuvo un momento llamando la atención del joven. 

- ¿A dónde vas? - Le preguntó enarcando una de sus perfiladas cejas. - ¿No querrás meterte allí, verdad? - Inquirió señalando el mercado que a aquellas horas se encontraba atestado de gente. Layla empezaba a sentir los nervios apretándole en el estómago. Además, temía de que si no hablaban con las personas correctas, el asunto del anillo les traería graves problemas. Acababa de regresar y lo único que deseaba era encontrar a su hermano...

La cuestión no era a toda luz sencilla y Zarus una vez notó la incomodidad de Layla ante la presencia masiva del personal cercano recapitulo sobre todo lo que había observado en aquella joven:

-Hasta ahora se ha esforzado mucho por no ser reconocida, ademas se puso algo nerviosa cuando aquel señor de la caravana iba a mencionar algo sobre ella... Ante tantas personas debe sentirse amenazada de que alguien de con su identidad. No tengo idea de que sea lo que esconde, pero no puedo dejarla a su suerte-

Aun con algo de indecisión Zarus solo acierta en decir: -Tienes razón, sería una locura intentar algo con tantas personas dando vueltas por hay. Sigamos hacia la taberna, aunque solo sea para quemar algo de tiempo mientras el comercio se calma- Ya teniendo u poco mas clara sus ideas, pregunta de forma inocente y amable el rumbo adecuado para llegar a la taberna.

Una sonrisa empezó a dibujarse en los suaves labios de Layla, pero tan sólo fue un conato, enseguida desapareció todo rastro y sus labios volvieron a apretarse en un gesto que mostraba determinación. Asintió con un movimiento de cabeza y siguió al lado de Zarus, dejando que fuera él, quién se encargara, de encontrar la posada donde habían ido el resto de viajeros de la caravana. 

Layla deseaba con todo su corazón ir a ver la que un día fue su casa. Sabía que sería duro, pero ansiaba volver a ver sus muros, el jardín donde tantas veces había jugado junto a su hermano y aquel pequeño estanque en el que le gustaba meter los pies mientras los pequeños peces le mordisqueaban los dedos. La joven suspiró y apartó aquellos pensamientos de su mente. Esto tan sólo haría que se sintiera débil y vulnerable. No, no podía permitirlo.

Finalmente Zarus consiguió la información que necesitaban y empezaron a encaminarse hacia la posada. - ¿Dónde te han dicho que se encuentra? - Le preguntó Layla al joven mientras se detenía un momento en un cruce de calles.

Tanto Zarus como Layla parecieron estar de acuerdo en esperar a una hora más prudente para intentar lo de la venta del anillo. Zarus se apresuro a obtener la dirección de la Taberna más cercana pensando que en ella encontraría tanto el manco como al otro músico, a pesar de que aun mantenía cierta desconfianza hacia el primero de ellos.

Los jóvenes, no tardaron en ponerse en marcha hacia allá. Layla tenía una apariencia un poco más relajada, al menos eso fue lo que pensó por algunos segundos Zarus. Aquel joven aun sentía sea extraña incertidumbre que aunque le hacía dudar estar cerca de ella, al mismo tiempo era lo que le atraía, claro que se esforzaba porque ella no supiera ni lo uno ni lo otro. Aunque lo de su atracción hacia ella debió hacerse obvio desde que se conocieron, no quería hacer de ello algo que la incomodara, además no es que él fuera muy bueno en aquellas cosas relacionadas con el amor y la conquista. Fuera como fuera pensaba que no era el momento para intentar nada, ella estaba confiando en que él para que la ayudara a encontrar a alguien, pasaría por aprovechado si intentara conquistarla en estas circunstancias y eso no era digno de una persona con sus principios. Él se había comprometido a ayudarla sin esperar la mas mínima recompensa, al menos eso era lo que empezaba a decirse una y otra vez para convencerse de que era lo correcto y que no habría mayor recompensa que ver a aquella chica sonreír, que por cierto daba la impresión de que no fuese muy habitual en ella.

Layla interrumpió el ensimismamiento en el que se encontraba Zarus con aquella pregunta que le hizo. Seguro que lo había notado distraído en el transcurrir de su caminata hacia la taberna y pensaba que estaba perdido. El joven se sintió muy apenado y detuvo su marcha de golpe, se la había pasado pensando en todo el camino cosas relacionadas con ella, lo cierto era que aquellos sentimientos eran tan nuevos para él que empezaba a desconocerse por completo.

-No hay caso- pensó en sus adentros mientras luego de llevar su mirada hacia el suelo y rascar su cabeza con su mano izquierda, responder la pregunta de Layla -Debe ser por aquí… debemos tomar aquella calle y saldremos derecho hacia el “Erizo Borracho”- Zarus espero unos segundos a que ella le reprochara su distracción y luego hizo los ademanes para sugerir retomar la marcha hacia la taberna. Cuando tuvo la oportunidad de sopesar su vergüenza, le pregunto: -¿Confías en aquellos trovadores?... A mi no es que me caiga mucho en gracia aquel que hablo con los Lagartos, es como si le fuesen temido y respetado al mismo tiempo ¿Qué será lo que les habrá dicho?- Su ultima pregunta la lanzo casi que al aire, estando seguro de que solo aquel tipo la podía responder. 

Layla enarcó una ceja cuando Zarus le preguntó si se fiaba de los trovadores que habían viajado con ellos. La verdad, ella no confiaba en nadie. Era de aquellas personas que creía que la confianza te la tenías que ganar. La vida no es que hubiera sido muy fácil para ella, siempre había tenido que sobrevivir por sus propios medios, y hasta la fecha no había conocido a nadie que pudiera llamársele "de confianza".

- No, no confío en ellos... Pero tampoco conocemos a nadie en este lugar - . Le dijo mirando a su alrededor. Todas aquellas caras eran desconocidas...

Suspiró y levantó una mano para colocarse un mechón de pelo, que se había deslizado sobre sus ojos, tras la oreja. - No hizo nada malo. Les dijo que servía a un dragón azul que vivía en los páramos norteños. Eso hizo que se ganara el respeto de aquellos lagartos... Está claro que se inventó esa historia, y aunque no fuera así, no creo que eso nos cause problema alguno - . Layla había estado mirando hacia el suelo mientras hablaba. Volvió la cabeza y le miró por un momento a los ojos haciendo una mueca con los labios. - Aunque la verdad, no sé en qué nos van a poder ayudar... - Terminó diciendo encogiéndose de hombros.

Zarus por poco se estrella con un arbol cuando escucho a Layla referir lo dicho por el bardo manco a los Hombres Lagarto. -¿Que dijo que cosa?- Su rostro de asombro solo duro unos segundos para luego soltar una carcajada -jajaja... que Lagartos tan tontos, ¿Como han podido creer semejante patraña? Pero vaya imaginación la de ese sujeto-

De repente, guardo silencio de forma súbita y contempló a Layla -¿Como le ha hecho para entenderle aquel musico? No había escuchado jamas hablar a nadie en esa lengua y nunca había escuchado hablar de personas que se pudiesen comunicar con criaturas como esas. ¿Acaso ella no es humana?- En los ojos de Zarus se deja ver algo de preocupación y temor, pero luego de cerrar los ojos y volver a abrirlos, aquellas emociones parecieron haber desaparecido de su mirada y ahora sus ojos brillaban de determinación -¡No es momento para dudar!, así no sea humana yo... la ayudare-

La risa de Zarus era contagiosa, y Layla no pudo evitar sonreír ante la explosión de su compañero. La verdad es que a ella también le había sorprendido la facilidad con la que se habían librado de aquellos lagartos. Aunque tampoco se había parado mucho a pensar en aquel incidente. Habían conseguido llegar a la ciudad y eso era lo que a ella le importaba.

De repente, Zarus se quedó en silencio y la miró con una expresión que rayaba entre el temor y la preocupación. ¿Qué le ocurre a éste ahora? Se preguntó la joven extrañada. La sonrisa se borró de su rostro y se detuvo mirándolo fijamente. 

- ¿Hay algún problema? - Le preguntó, aunque parecía que aquella expresión se había borrado de su rostro y ahora la miraba con determinación. 

Zarus parpadea un par de veces una vez Layla lanza su pregunta. -Ehhh-No sabía que decirle. Pensó por un momento que lo mejor sería mentirle, pero los fijos ojos de Layla puestos sobre él lo intimidaron ante cualquier idea de engañarla. -Yo...- giro su cara hacia un lado y luego ya resignado, volvió a mirarla -Es solo que todo en ti me es misterioso y desconocido. Es como si pertenecieras a otro mundo, a uno que nisiquiera alcanzo a imaginar y no puedo negarte que eso me asusta un poco- esta vez su cabeza se inquino hacia el suelo en tono arrepentido -Disculpame, me estoy comportando como un tonto, de hecho... no he dejado de comportarme como un tonto desde que te conocí- en una reacción lenta, sus ojos buscan a los de Layla. Cuando la tuvo de frente un fuerte impulso de besarla se apodero de él. Acerco su rostro un poco al de ella, pero este apenas y fue un amague perceptible, de inmediato se detuvo e intento disimular mirando hacia otro lado, pero su rostro estaba completamente sonrojado y poco pudo hacer por hablar despues de ello.

Siempre le había pasado lo mismo. Intentaba comportarse de forma normal, pero parecía que tenía un halo a su alrededor que asustaba a la gente. Hacía tiempo que no utilizaba sus poderes, sabía que la gente no los entendería, ya había pasado por aquello una vez... Pero, sin darse cuenta, siempre se había comportado con una actitud bastante distante. 

Zarus parecía afectado, la joven no apartó su mirada de la de él. Los ojos de ella estaban teñidos por la tristeza, una tristeza que siempre había tenido en su corazón.

Un suspiro salió de los labios de Layla. Apartó la mirada a la vez que lo hacía su compañero, se sentía incómoda, no sabía qué decirle ni como actuar. Pero temía que si seguía comportándose con frialdad terminaría quedándose sola en aquella gran ciudad.

- Has sido amable conmigo - . Lo dijo bajando la mirada, y como quién no está acostumbrada a ello. - Tu actitud también me es extraña y desconocida, la gente normalmente es desagradable. Pero tú... Tú eres diferente... - Se quedó un momento en silencio, intentando ordenar sus pensamientos. Finalmente levantó la mirada y una triste sonrisa asomó a sus labios. - Además, ahora estamos juntos en el tema del anillo... - Le dijo con un suave guiño de ojos. - Vayamos a esa posada, a ver qué podemos encontrar... -

Zarus pareció relajarse un poco después de que Layla le dirigece algunas palabras. Pensó que estaría molesta y le pediría que se marchara, no tanto por lo que dijo sino por lo que intento hacer, pero para su suerte Layla ni noto aquel impluso desorbitado que se apodero de él hace un momento. En un tímido movimiento, giro su cabeza para mirar parcialmente a Layla, pero al notar que ella tenía su mirada hacia abajo, comprendió que debía dejar de concentrase en si mismo para preocuparse por lo que sentía ella. Por lo que entendió de sus palabras, ella no había tenido una vida fácil, Zarus no conocía a muchas personas que le fueran desagradables, salvo a su padre y uno que otro fulano envidioso, y por eso no podía afirmar con la seguridad con que lo hacia ella, si lo normal era que fueran desagradables las personas.

A Zarus se le hacia difícil entender como alguien podía ser duro con una chica como ella, pero ya era suficiente de hacer cosas que la incomodaran mas, así que preguntarle le pareció innecesario. Se sintió alagado de que ella le considerara diferente y una sonrisa cómplice se dibuja después del comentario del anillo. Responde con su cabeza un si para indicar que esta de acuerdo con seguir rumbo a la posada, aun no se le hacía fácil hablar, mas bien, desconfiaba de encontrar palabras adecuadas para dirigirse a ella.