Partida Rol por web

Filos se adentró en la sala para intentar buscar algo, pero al pasar activó también la trampa que había allí y para colmo de males no encontró absolutamente nada. Tan solo su cuerpo magullado y herido. 

Entendía lo que le decía Cástor aunque no eran buenas noticias para el cachorro.

- Ya has oído, pequeño. Tendrás que quedarte ahí metido si no quieres que te pase nada malo.- Del resto de cosas pensó que sería mejor no opinar. Era taxidermista y como tal se dedicaba al honorable arte de inmortalizar la muerte. Efectivamente de ahí había sacado sus conocimientos para sanar a los demás, pero no iba a explicar, pues la gente tenía muchos prejuicios ante algo así, con qué cuerpos había practicado.

Cuando Filos volvió a internarse en la pequeña habitación cargada de magia, Huesos se sorprendió de que la trampa volviera a activarse.

- ¿Estás bien?- Preguntó interesado por el estado físico de Filos. Lastimosamente su zurrón no era lo suficientemente grande para meter a su otro compañero dentro. Todavía les quedaba camino por delante y explorar la grieta que habían dejado atrás.

Me cago en todo!- exclamo Filos. Pensaba que la trampa ya se habia descargado! Mejor salgamos de aqui.

El guerrero asomo la cabeza al  exterior para comprobar que no venia nadie.

-Yo me olvidaria de la grieta y acabaria de registrar las estancias de los trasgos.

Cástor arrugó el gesto en una mezcla de dolor empático e ira por aquel descuido cuando vio como se activaba de nuevo la trampa. Reprimió una pequeña maldición, y asintió vigorosamente.

-¡Por todos los dioses, dejemos este lugar tranquilo antes de que nos mate a todos!-exclamó, calmándose un poco a los pocos segundos-ni los trasgos ni el osgo consiguieron hacernos nada, y ahora esta tontería nos está diezmando... Si queréis continuar con los aposentos, adelante, pero con los ojos bien abiertos. Aunque seguramente cualquiera que pudiera estar delante ya nos esté esperando.

Filos asintió ante sus compañeros y siguió avanzando por el pasillo, con Tantor en su hombro, oteando con total atención e busca de indicios de enemigos o trampas ocultas con el mangual y el escudo en las manos.

-Sigamos. A ver si podemos dejar todo limpio antes de retirarnos. Ojos y oidos abiertos.

Ramase, es decir Huesos, miró a Filos con una ceja casi inexistente levantada.

- ¿Seguro? Yo puedo continuar.- Cástor parecía también dispuesto a seguir, así que volvio a embrazar con fuerza lanza y escudo.

-Vamos-dijo Cástor asintiendo levemente, con resolución en la voz. Debían acabar con aquel asunto, marcharse ahora y volver luego invitaría a que los enemigos pidieran refuerzos, se repartieran de nuevo por las zonas ya exploradas, o hicieran algo con los potenciales presos que eran los aldeanos desaparecidos. Puede que ya estuvieran muertos, desde luego, pero la esperanza era lo último que se perdía. 

El pasillo continuaba recto durante varios metros hasta que llegaron a un punto donde aparecía una nueva puerta. Esta vez era robusta y de doble hoja. Aquella sala parecía ser un lugar muy importante dentro de la cueva en la que se hallaban. Aún así, el pasillo continuaba adentrándose más y más en el interior de la mazmorra.

Filos colocó el oido en la gruesa puerta para ver si detectaba algo en su interior e hizo señas  al resto para que lo imitaran. No le gustaba un pelo dejar aquella puerta sin explorar y seguir adentrándose en aquella condenada cueva interminable. Esos condenados trasgos debían llevar años alli para haber excavado y construido tanto en la tierra.

Cástor asintió quedamente a los gestos de Filos, y contuvo el aliento mientras procuraba agudizar el oído. Mientras escuchaba a la espera de dar con algún sonido, se preguntó cuanto más mediría aquel lugar. Probablemente, no por última vez en lo que les restaba de día. Esperaba sinceramente que no quedara mucho, pues empezaba a notar el cansancio y sin duda todos necesitarían dormir en breve. Pero no deberían descuidarse en aquel lugar, ni permitirse alejarse demasiado. 

Antes de hacer lo que le indicaba Filos, Ramase hurgó en su oído con el meñique de uña larga y de aspecto desagradable. Aquella puerta parecía a dar a un sitio importante. ¿Estaría bien guardada?

La habitación está en silencio, no parece que escuches nada.

La habitación está en silencio, no parece que escuches nada.

La habitación está en silencio, no parece que escuches nada.

Ramase encogió de hombros. No escuchaba nada y miró a sus compañeros con una expresión interrogante en su huesudo rostro.

Filos negó con la cabeza. 

-Nada. ¿Entramos o pasamos de largo? Tiene pinta de importante. No me extrañaría que estuviera protegida con alguna trampa, como la habitación de los zombis. ¿Os parece bien si seguimos explorando todo lo que no implique abrir puertas y luego volvamos?

- ¡Merfff!- ladró la fiera asomándose de nuevo y subiéndose al hombro de Huesos- Ió pluedo conktinuarrr -repitió de las palabras formuladas anteriormente, mientras sus garras apretaban la armadura de la hombrera y sus músculos se tensaban bajo sus escamas, lista para abalanzarse sobre la primera criatura que apareciese tras esa puerta.

- Empiezo a tener mis dudas sobre lo grande que pueda ser esto. Yo votaría por entrar en esta sala. Las puertas parecen buenas y, si despejamos su interior, puede que pudiéramos usarlo para atrincherarnos, en caso de necesitarlo para descansar.  Yo podría pasar el primero. Soy más resistente de lo que parezco y tú...bueno, mírate.- El reptil de su zurrón se asomó de nuevo hasta trepar a su hombro. Era escalofriante sentir sus garras, incluso por encima de la armadura.