Partida Rol por web

Dilyn miraba con suspicacia al hombre.

Sí, ha dicho cuatro. Cuatro extranjeros. O le han dado un golpe muy fuerte, o es que tres de nosotros no somos "extranjeros" y los que parece que tienen algo que ocultar son nuestros propios compañeros.

- ¿Ir a ver a su primo? - Dijo al escuchar a su hermano. - ¿Más gente? ¿Más información? Lo que hace falta es ir a buscar el rastro de esos bandidos antes de que la noche se los trague.

Y tengamos que pasar una noche más de charla, y sobre todo, pagando por ello para que sea en un lugar bajo techo.

-Prefiero tener que preguntar a todo el pueblo si hace falta antes que encontrarme en medio del nido de una harpía, ¿no crees?- interfirió Vand, bastante airado ante la impulsividad de la mujer. Calmó su tono, un poco más conciliador esta vez -Aún así estoy de acuerdo contigo; no podemos esperar mucho más. Deberíamos ir al último lugar donde atacaron y tenderles una trampa de alguna manera...- y con esto último Vand calló, inmerso en sus pensamientos.

No hay motivos para la prisa, cielo, replicó a Dilyn. Todavía quedan horas de luz, y si se nos acaba el día sin progresar, podemos salir mañana al amanecer a peinar el bosque. A menos que sepas cómo encontrar y seguir un rastro

No esperaba que ni siquiera una cazadora experimentada fuera capaz de hacerlo, y aquella mujer parecía más habituada al dar con los morros de otros en la tierra fresca que a pegar la suya.

Y hablando de peinar el bosque, no es mala idea esa, asintió a la propuesta de Vand. Pero no podemos montar una celada si no conocemos sus movimientos. Cuanto menos, añadió, levantando un dedo detrás de otro, ¿dónde han sido los asaltos? ¿A qué horas del día? ¿Cuántos salteadores eran?

Lucrecia dudaba que Alberic supiera mucho más de lo que ya había dicho. Una banda de matones se dedicaba a merodear por los alrededores, asaltando a los incautos y desapareciendo en la foresta. Y si sabía algo más, Namarra y Sanya parecían bastante capaces de estrujarle.

Es posible que yo también pueda ayudar con el problema de tu primo, dijo. Solo será un momento. Podemos acercarnos a verle, mientras termináis de hablar.

Alberic miró a Sanya que parecía observarle detenidamente. Cambió su expresión al sentirse un poco absurdo. No pensaba que la raza os importara. Comunicó observando al variopinto grupo que había llegado hasta allí. No sé de qué os puede ayudar saber que todos eran humanos, o al menos los que atacaron a mi primo. 

Luego miró a Lucrecia que parecía plantear preguntas ligeramente más útiles aunque algunas ya las había respondido. Como dije le atacaron en el camino sureste a Puente Brandon, y obviamente fue de día, nadie en su sano juicio se atrevería a entrar en el bosque de noche, existiendo el nido de la arpía. Y fueron al menos media docena los que le atacaron.

Por último escuchó a Ilmater. Pues sería de agradecer su intervención, pero creo que lo que ahora mismo necesita es descansar. Quizá sea mejor que os acompañe al lugar del asalto, y desde allí quizá podáis encontrar alguna pista que a nosotros se nos haya escapado. A no ser que sigáis teniendo más dudas.

Sanya se mostró satisfecha. Se le daba bien juzgar a la gente y no le pareció que el chico ocultara nada. La enana asintió a sus palabras.

-El hecho de que sean humanos es muy interesante. Si fueran trasgos, por ejemplo, tendriamos que buscarlos en cuevas, si fueran orcos, en las montañas. Al ser humanos, sabemos que, o bien tienen un campamento en alguna parte (apuesto por el bosque) o son de alguna aldea vecina pero entonces alguien los hubiera reconocido ya.

-Bien, normalmente, los campamentos ocultos se situan en algun lugar medio despejado de arboles y no muy lejos del agua. A la vez, estos tipos querrán evitar el nido de la Arpia, asi que, vosotros que conoceis la zona, teniendo en cuenta estos factores... ¿Podriais marcar en un mapa que lugares os parecen los más factibles?

-La verdad es que ya tengo ganas de ver el lugar del ataque. ¿Quién sabe? Quizás encontremos alguna pista interesante. 

Sonrío con la actitud maternalista de Namarra, en realidad se estaba preocupando mucho por el herido, también con los comentarios de su hermana, siempre dispuesta a entrar en acción, aunque él prefería actuar con cierta prudencia.

-Dejemos que Ilmater nos guíe y decida cuando debemos encontrar a esos malhechores. No tengas prisa Dilyn, caerán bajo la justicia de nuestro dios.

Tras eso siguió escuchando el resto de preguntas y las respuestas de Alberic. Sonrió y asintió con la cabeza.

-Si no necesita atenciones urgentes el descanso es lo que mejor le vendrá, tienes razón Alberic. Sois muy generosos anteponiendo vuestro bienestar personal, Ilmater os recompensará, así como castigará a ese grupo de malnacidos. Por mi parte no hay más preguntas, podemos ir a ver el lugar del asalto. -Después, satisfecho con los apuntes de Sanya quiso añadir otra cosa.- Sanya tiene mucha razón y tener unos puntos donde mirar nos será útil. Ya que estamos marcaremos también en el mapa los lugares donde se han producido los asaltos, quizás podamos establecer un patrón o una ruta o resulten estar entorno a una misma zona que acorte nuestra búsqueda.

Lucrecia suspiró suavemente. Ya lo tenía claro; querían ayuda con los ladrones, y estaban dispuestos a pagar por ella, pero los asuntos personales los resolvían entre ellos. Demasiado reservados para su gusto, pero no iba a enemistarse con ellos antes del trabajo.

Quizás, reconoció, encogiéndose de hombros.

Quizás, realmente, sirviera de algo acercarse al lugar del ataque. Al menos, podemos sentarnos allí todo el día a ver si vuelven. Aunque dudo que se atrevan a enfrentarse a un grupo de gente armada.

¿Tienes un mapa de la zona en casa? Como si alguien se molestara en dibujar mapas de zonas como esta. O al menos, dibujarnos uno, o darnos indicaciones detalladas. Supongo que ibas a jugar por los alrededores cuando eras un crío.

Namarra acarició el brazo de Alberic para tranquilizarlo. Bueno, y para notar sus músculos también.

-Un mapa nos vendría de perlas, la verdad.

Solo nos pudo explicar que fue atacado en el camino sureste de Puente Brandon. Allí es donde nos dirigimos, era una senda forestal muy poco transitada. Pues estaba dando un rodeo para evitar el nido de la arpía.

El bosque es un lugar peligroso, y aunque hay enemigos contra los que quizá os enfrenteis sin problemas, hay otros de los que será mejor salir huyendo, como por ejemplo la arpía, que esperemos que no se cruce en vuestro camino.

Tras aquella larga conversación, Albedric se detiene en el punto donde su primo le dijo que había ocurrido.

Pues aquí fue. Dijo confiando en que vosotros supierais dar el siguiente paso.

-Bueno, ahora que ya estamos aquí ¿como queremos organizar esta caza y captura? No podemos ir por el bosque como pollos sin cabeza, no vayamos a toparnos con la arpía... o cosas peores.- dijo Vand mientras miraba a su alrededor, sin muchas esperanzas de encontrar algo. Ya era tarde y no tardarían en perder la luz, y si a eso le sumaba que encontrar rastros no era su especialidad, en breves se encontrarían en desventaja. Si consiguiesen avistar el campamento de los ladrones tal vez podrían atacarlos de noche y pillarlos por sorpresa. Por el contrario, también podrían ser ellos los emboscados por los ladrones si no tenían cuidado: no conocían estos lugares y podrían caer en una trampa de un momento para otro.

Sanya miró lo mejor que pudo alrededor, en busca de huellas, gotas de sangre seca o cualquier cosa que le indicara una dirección que seguir pero no tenía mucha fe en ello.

Anduyn escuchó con atención las explicaciones mientras acompañaban a Albedric al lugar de los hechos. Cuando llegaron se acercó al hombre y puso una mano sobre su hombro.

-Gracias Albedric, has sido muy amable. No te preocupes, llegaremos al fondo del asunto y haremos que la justicia de Ilmater vuelva a dejar las cosas como estaban antes o incluso mejor.

Tenía motivos para ser optimista, su dios nunca le fallaba y además eran un buen grupo, seguro que encontraban una solución al problema de los vecinos de aquella zona en conflicto.

-Creo que lo primero que tenemos que hacer es buscar por aquí, quizás haya huellas o alguna pista que nos conduzca en alguna dirección, si después comparamos donde se produjeron el resto de asaltos seguro que obtenemos alguna zona a la que poder explorar. Hablaremos con esos rufianes y les ofreceremos una oportunidad para que se arrepientan, devuelvan todo lo robado y compensen a sus víctimas de alguna manera.

De nuevo se internaban en la naturaleza. Una senda forestal poco transitada, decía Alberic. Pero no lo bastante como para que los salteadores la conocieran, lo que quería decir que o bien eran oriundos de la zona —al menos algunos de ellos—, o bien habían hecho un buen trabajo de reconocimiento de los alrededores. Y, de cualquier modo, lo que era importante de aquella información, era que probablemente conocían bien el área. Y algo más, se dijo, unos ladrones no se apostan en "sendas forestales poco transitadas", a menos que sean aficionados a pasar hambre. Debían estar usando la senda para ir de un lugar a otro, discretamente, y se toparon con Trylgorin por casualidad, concluyó.

¿Nos puedes contar algo de esa Arpía? inquirió. El hombre la mencionaba a cada momento. Quizás era solo una leyenda, del tipo que contaban a los niños para que no se adentraran demasiado en la espesura, y se había transmitido sin sentido de generación en generación. Quizás existía realmente, fuera una habitante desde tiempos remotos o una recién llegada, y realmente había una arpía, o varias, en algún lugar del bosque. Lo que Lucrecia no tenía claro es si tanto invocarla se debía a que quería evitarla, o porque en el fondo deseaba que apareciera en cualquier momento. Por si nos la encontramos.

El lugar al que les condujo Alberic no tenía nada de especial. Hierbajos silvestres crecían no solo a ambos lados del camino, sino en su trazado, evidenciando su escaso uso. De seguir así, la naturaleza solo necesitaría un puñado de años para reclamar el sendero. Al menos, eso suponía. Ella sabía más de piedras colocadas unas sobre otras, y barro con olor a orines.

Eso es, asintió. Veamos primero qué podemos aprender aquí. Decidiremos después el siguiente paso. Y si se hace de noche, replicó, echando una mirada hacia el cielo, seguiremos por la mañana. Los ladrones no van a marcharse.

Siguiendo el ejemplo de algunos de sus compañeros. Lucrecia se puso a dar vueltas por la zona, buscando indicios del paso de un grupo de hombres. Las huellas ya debían estar borradas, y si no, pronto se confundirían con las del grupo, pero si como sospechaba, estaban de paso, y su guarida se encontraba fuera de los caminos, en algún punto tenían que haber abandonado la senda, aplastando y cortando matojos para facilitarse el paso.

La verdad es que me gustaría saber más cosas sobre los ladrones. ¿Que clase de armas llevaban? ¿Tenian armaduras, escudos? ¿Alguno vestia ropas extrañas o baston? Y me uno a la pregunta de Lucrecia, esa Arpia... ¿Que se sabe de ella?

Demostrando tener poco interés en el tema de la arpía, Dilyn, ojeó el mapa y después se puso a buscar algún rastro. Entre tanto, a lo que sí prestó atención fue a la pregunta de Namarra (casi la misma que ella había querido hacer pero la habían tachado de ridícula e inútil) y esperó a que el joven contestara.

Elianne había permanecido todo el rato callada. El ímpetu de sus compañeras le resultaba apabullante incluso a ella misma. Pero era necesario. Habían conseguido una buena cantidad de información, y además ya estaban empezando a rastrear a los criminales. Eran por lo menos tantos bandidos como ellos, y además el bosque parecía ser más peligroso de lo ya de por sí esperable, a causa de una "arpía". El nombre le sonaba conocido de una canción que ahora no recordaba muy bien. Algo de unas mujeres pájaro...

Bueno, poco importaba ahora. Todos se habían puesto a hacer algo, y Elianne se sentía un tanto inutil, siguiendolos como una sombra. Intentó recordar lo que le había enseñado aquel elfo con el que había compartido camino. Se golpeaba el entrecejo con el dedo índice mientras susurraba para si misma

—Vamos Elianne, piensa...¿Qué había dicho ese tipo? Huellas en el barro, marcas en los troncos... eso no va a ser util ahora. Muy obvio... Hm... ¡Ramitas rotas!— concluyó, chasqueando los dedos. Acto seguido, se puso a buscar rastros como malamente pudiera.

Alberic miró con curiosidad a Lucrecia. ¿Qué quieres saber de la arpía? Le preguntó. Es un ser muy poderoso, capaz de engatusar a la gente con su canto y atraerles hasta ella. Una vez que han llegado hasta su nido, allí los devora sin ningún tipo de piedad y sin apenas esforzarse. Alberic se quedó extrañado, pues dudaba de quienes habían contratado. Confiaba en que un grupo como ellos fueran más expertos y supiesen qué era una arpía y cuán peligrosa era. 

Alberic empezaba a ponerse algo nervioso por la cantidad de preguntas que le hacían, era como si quisieran saber muchos datos irrelebantes que no sabía en qué podría ayudarles, aún así no dijo nada y se quedó pensando. Pues no sé, dijo encogiéndose de hombros, vestían de forma normal, y llevaban espadas y cuchillos, y creo que mazas, armas ligeras, supongo. Concluyó dudando de sus palabras. 

Mientras el contratista hablaba, el resto de personas buscaban rastros sin ningún tipo de éxito. No parecía que nadie fuese capaz de encontrar un rastro lo suficientemente fresco como para que les ayudase en sus pesquisas. Pero entonces, Elianne señaló algo que efectivamente podría ser una pista. Quizá ese fuera un buen hilo por donde tirar. Alberic lo miró y asintió, iban por el buen camino, así que tras ver que ya tenían la pista clara por donde empezar, sonrió, les deseó buena suerte y regresó a su casa confiando en el grupo que habían contratado.

Anduyn asentía con la cabeza las palabras de advertencia de Alberic sobre la arpía, eran seres malignos y peligrosos, no le extrañaba que la gente hiciera rodeos para evitar acercarse a la zona en la que habitaba.

-¡Esa arpía es una criatura demoniaca! ¡Por Ilmater que deberíamos destruirla! Esta pobre gente vive atemorizada por su culpa. Creo que cuando resolvamos el asunto de los bandidos deberíamos intentarlo.

Quizás ahora era demasiado pronto para emprender una misión así, apenas se conocían y no sabían como se coordinarían como grupo, pero lo de los bandidos parecía más asequible. Se acercó a Alberic cuando este hizo ademán de despedirse y le dedicó un cálido abrazo.

-Que la gracia y protección de Ilmater vaya contigo amigo. Cuando terminemos pasaremos a veros a tu primo y a ti para asegurarnos que seguís bien. Lleva la bendición de Ilmater.

Bueno ahora debían decidir un plan de acción y sus compañeros, o al menos la mayoría, se había puesto a buscar pistas por la zona. Anduyn se acercó a ellos para ver si habían conseguido algo.

-¿Algún resultado amigos?

Contra todo lo que ella pudiera pensar, fue la misma Elianne quien encontró el rastro a seguir. No podía creerselo, pero realmente todavía recordaba lo aprendido hacía lo que parecía una eternidad.
La joven dio un chiflido para llamar la atención del resto y señaló el suelo removido.
—¡Aquí empieza un rastro!—exclamó—. Es muy posible que sea de los bandidos ¿Vamos a seguirlo?