Partida Rol por web

-Debemos avisar en el pueblo... Son demasiadas cosas. No estaría bien que todo este asunto les pillara sin estar advertidos-dijo la muchacha, no muy contenta con la idea de dejar aquellas cosas allí abajo... Aunque fuera, realmente, lo mejor. No estaban en condiciones de plantarles cara.

Lucrecia asintió. Probablemente supondría que se quedarían sin recompensa, pero era justo que les dieran a los aldeanos la opción de huir de sus hogares.

Después, podemos preguntar en las iglesias de Tormentos Cristalinos, propuso, aunque dudaba que los cultos de la ciudad fuesen más generosos de lo que habían sido hasta el momento, y sospechaba que su respuesta seríapedirles que, como aventureros que eran, resolvieran la papeleta.

-No vamos a intentar siquiera el bajar a saquear invisibles? 

Creía que eran monstruos sin mente, replicó Lucrecia. Si pueden pensar y me oyen deambular, no tienen más que levantar la cabeza, darse las manitas y correr hacia mí. O tirar sacos de harina, o derramar algún líquido espeso hacia donde oigan mis pasos...

Echó un último vistazo hacia las escaleras, mirando por encima del hombro. Se mordió el labio inferior y chistó con frustración.

Banda de asaltadores... ¡panda de descerebrados! Ya podíais haberos cortado el cuello antes de llegar. Hubiese sido mucho mejor para todos.

-Tenemos que pagar la taberna. Échamelo a mí. Con uno de mis conjuros puedo moverme muy deprisa para escapar si es necesario y soy muy sigilosa.

Namarra le acababa de recordar algo problemático. Elianne literalmente no contaba con ninguna moneda a su nombre. Habían desaparecido todas y no tenía idea de dónde podrían estar. La preocupación se reflejó en su rostro, pero ella no podía volver invisible a nadie.

—Es cierto... sé que son inteligentes, pero no sé exactamente cuanto. Si Namarra está segura de querer correr el riesgo... ¿Quizá deberíamos dejarla?— dijo poco convencida— ¡Pero no hagas nada tonto! Si no puedes pasar por el pasillo sin alertarlos, no lo intentes. De nada serviría la fortuna que haya ahí si no puedes volver.

Elianne miró a sus compañeros más duchos en la magia. Al final la decisión era de ellos.

Lucrecia se encogió de hombros. Es tu pellejo.

La mediana era pequeña, y seguro que más ágil y silenciosa que ella. Tal vez ella sería capaz de pasar desapercibida donde Lucrecia no lo haría. 

Conoces el mismo conjuro que empleo yo para mantenernos en contacto, ¿verdad? preguntó. 

Namarra se mostró animada porque fueran a confiar en ella.  

-Mensaje, sí. No os preocupeis, al mínimo peligro me vuelvo. Y os puedo mantener informados. Dime cuanto durará la invisibilidad, Lucrecia, por favor.

Sanya le dió un golpecito en la espalda. 

-Yo sé que tú puedes, pequeña! Confío en tí!

Unos trescientos latidos*. Si te mantienes en contacto, te avisaré.

Cuando Namarra estuvo lista, Lucrecia conjuró la ilusión sobre ella, haciéndola desaparecer de la vista de todos.

Nerviosa por el destino de la mediana, la joven retrocedió hasta la pared, y apoyó en ella la espalda. Era eso, o ponerse a caminar en círculos hasta dejar uncerco en el embaldosado.

No le pasó desapercibida a Lucrecia la repentina valentía de la mediana, que hasta ese momento se había demostrado precavida. Elianne había anunciado la pérdida de su oro, y era posible que estuviese mintiendo, o que realmente se le hubiese enganchado la bolsa en algún arbusto. Sin embargo, existía también otra posibilidad: el robo. Los mejores momentos para sustraerle el dinero habían sido la noche y la pelea de la tarde, en el sótano. No creía que hubiese sucedido de noche, pues el ladrón podría haber desvalijado a todos y marcharse con el botín. Así que, ¿tal vez durante la pelea? Sabía que Raellia, Sanya, El Kraken y ella misma no eran los responsables, lo que dejaba solo a dos sospechosos: Zarus y Namarra.

Era un disparo en la oscuridad, y aunque Namarra no se había marchado con el oro de la venta de las armas de los trasgos, las razones para sospechar de la mediana no eran tan escasas como para renunciar a la cautela. Así que, al retroceder hasta la pared, se guardaba las espaldas. Si la pequeña decidía aprovechar la invisibilidad para renunciar al coraje y ser traviesa, se iba a llevar una buena sorpresa.

Zarus acercó su rostro mirando a los ojos a Namarra Al parecer nada se puede hacer para sacarte esa loca idea de la cabeza. le dijo con clara resignación. Te apoyaré si se hace necesario. Tal vez pueda darte algo de tiempo para que escapes si los distraigo.

Lazarus pensaba que lo mejor era tratar de sellar la entrada e ir a buscar a alquilen que pudiera sanar las heridas de quienes estaban mal,pero también entendía la desesperación que producía el no poder avanzar más.

Bien chicos. Mientras Namarra vuelve de su paseo, que tal si encontramos la forma de evitar que esas desagradables criaturas, salgan de aquí? Zarus pensaba que las camas y objetos de tamaño mediano podían ser usadas para bloquear la entrada.

-Ten mucho cuidado, por favor-dijo la muchacha con tono preocupado ante las palabras de la mediana. Sí, puede que necesitaran dinero, pero nunca a costa de la vida de un compañero. 

Sin esperar a nada ni a nadie y aprovechando su velocidad mágica, la pequeña halfling echó a correr para llegar cuanto antes hasta abajo.

—Podríamos intentar bloquear la entrada con piedras... pero creo que sería mejor revisar que no haya otras salidas antes— quizás el mobiliario del templo podría servir de barricada, pero montar una barrera con Namarra dentro sería condenarla, y además el bajar a buscar los muebles en sí sería ya algo peligroso— Si hay una puerta trasera o un pedazo de suelo que se hubiera derrumbado, podrían emboscarnos.

Lo último dicho por Elianne resonó en la cabeza de Lazarus. Tal vez podríamos preguntarle a tu amigo bandido, Lucrencia. Será que sigue a allá afuera? dice llevándose una mano al mentón.

Sanya asintió,  muy animada por la idea.

-Claro! Como no lo hemos pensado antes? Ven, Kraken, vamos a traerlo.

-SÍ, SANYA! EL KRAKEN TE SIGUE Y CHARLA CON EL BANDIDO!

—No creo que haya nadie. Si siguieran ahí nos habrían apuñalado durante la noche. Pero ya que quieren salir, que alguno me acompañe mientras reviso el exterior—

Elianne tenía pensado salir del edificio, y dar una vuelta al perimetro, tratando de encontrar las posibles entradas secundarias

Déjame ayudarte con eso. dijo Lazarus al ver que que Elaine se disponía a revisar el lugar, pera él era casi seguro que debía haber alguna ruta de escape secreta en la guarida de un bandido.