Partida Rol por web

-Confiad en ella. Incluso sin la invisibilidad ha demostrado ya que se la puede apañar. 

-SI ZARUS BAJA, KRAKEN BAJA.

-Yo... No dejaré que bajéis solos a por ella-dijo la muchacha, con tono decidido-no tenéis luz, y bueno, yo eso puedo arreglarlo... Además, no voy a abandonar a mis compañeros. 

-Que os espereis, coño! Es difícil llevar la cuenta del tiempo del conjuro con vosotros hablando.

Lazarus no era, precisamente, muy paciente, pero si que se contuvo después de escuchar la demandante voz de Sanya. -Pues creo que podría necesitar algo de ayuda, pero si por ti esta bien que todos esperemos así sin mas, pues ya deja de ser cosa mía. Es vuestra compañera, supongo que ya sabrán si tiene la capacidad de regresar o no hasta acá.-

Namarra abrió la puerta rápidamente y tras cruzarla se cerró. El conjuro de invisibilidad se desvaneció en cuanto cruzó el umbral. Por suerte allí no parecía haber nadie.

Justo llegó a lo que parecía ser la cripta del templo. La sala estaba decorada con cinco sarcófagos, todos ellos con las lápidas desplazadas y los féretros abiertos. Su contenido parece haber sido despedazado por alguna bestia y solo queda ropaje roto de los cadáveres que estaban allí enterrados. 

Uno de los féretros tiene una frase grabada:

"Todo honor para el glorioso Disco Solar"

Por suerte para Namarra había dado con un buen botín que también estaba esparcido por el lugar. Entre piedras preciosas, objetos de valor y monedas, todo ascendía a 620 piezas de oro. Además parecía haber también una maza pesada de una calidad y manufactura intachable.  

Tal y como sospechaban, el conjuro de invisiblidad ya debería haber acabado.

Namarra respiró con fuerza al comprobar que el conjuro desaparecía pero sus ojos brillaron al ver el tesoro. La mediana se apresuró en cargar el tesoro y se lanzó un conjuro por si debía salir corriendo. Aún con ello, primero iba a intentar salir sigilosamente. 

-Vale, quizás sí que podríais asomaros a ver si veis algo... -dijo, ahora sí, un poco preocupada.

Ya debería estar de vuelta... anunció Lucrecia. Mi ilusión no da más de sí.

La joven se quedó mirando las escaleras descendentes durante largo tiempo. Si estuviese sola, se largaría de allí sin mirar atrás. Namarra sabía a qué se exponía cuando bajó a ese sótano plagado de monstruos. Por desgracia, no estaba sola, y algunos de sus compañeros no iban a dejar a la mediana a la suerte que ella misma se había buscado.

Antes de que discutamos sobre si debemos bajar a rescatarla o marcharnos, tenemos otra opción, dijo, y suspiró. Todavía puedo hacerme invisible. Bajar y traerla de vuelta, si la encuentro viva. Y si está muerta... No dijo más sobre el particular. Mientras tanto, creo que los demás deberíais volver a Tormentos Cristalinos y a Puente Brandon. Encontrar clérigos que nos acompañen, y conseguir agua bendita para enfrentarnos a esos monstruos.

-LUCRECIA HACE ESO! PEQUEÑA NAMARRA MUY ESCURRIDIZA! EL KRAKEN CREE QUE AÚN VIVA!

-¿Y si no vuelves tú tampoco?-preguntó Raellia, preocupada-¿no es mejor que bajemos varios y huyamos varios si vemos la situación mal?-sugirió, aunque sin demasiada firmeza-una sola persona, incomunicada, podría pasarle... algo-dijo, aunque logró enderezar la frase lo bastante para decir "algo" en vez de "lo que le ha pasado a Namarra". 

Sanya se acercó y le puso la mano en el hombro.
-Baja y trata de localizarla. Si lo haces y esta en problemas, no actues tú sola. Vuelve y bajamos todos.

Lo haré así, dijo, mirando de hito a la enana y la celestial. Si pretendiera jugarme el pellejo, habría sido yo la que hubiera registrado el sótano.

No estaban en condiciones mucho mejores que el día anterior, y seenfrentaban a una amenaza mucho más peligrosa. Bajar supondría, con seguridad, la muerte de varios de ellos. Necesitaban aliados y armas capaces de dañar a esos monstruos si pretendían tener éxito. La única razón por la que se ofrecía a bajar era porque esperaba encontrar a la pobre mediana muerta, poniendo fin, por el momento, a la estúpida empresa.

Además, estaremos en contacto, dijo, lanzando el sencillo sortilegio que permitía transmitir mensajes a distancia.

Con un segundo sortilegio, Lucrecia desapareció de la vista.

Lucrecia volvió a descender las escaleras hacia el sótano, maldiciendo su suerte. Cuando estuvo de nuevo en el sótano, observó con atención los alrededores. No esperaba que la mediana se hubiese adentrado en las puertas de los laterales, pues era del recodo del pasillo de donde venían la mayoría de ladrones. Hacia allí se dirigió, con paso cauteloso.

Elianne se limitó a asentir con la cabeza. Le sonaba mal desearle buena suerte en esas circunstancias.

Cuando Namarra se giró para huir de allí, se dio cuenta que la puerta por donde había tratado de huir se había cerrado y ahora era incapaz de abrirla. Por suerte, la sala era tan grande que tenía una segunda puerta.

Lucrecia descendió por las escaleras para llegar hasta el pasillo que en un principio habían encontrado infestado de enemigos. En el suelo no había ni rastro de ningún cadáver, aunque sí que estaba lleno de sangre y vísceras. Resultado del combate que habían tenido el día anterior.

Lucrecia podría acceder a cinco habitaciones diferentes, la última de todas era la que habían abierto sus enemigos para liberar a las repugnantes criaturas que habían puesto fin a aquel encuentro. El resto de puertas parecían habitaciones del templo.

Y al fondo, el pasillo doblaba noventa grados. Por ahí había sido donde habían ido apareciendo más enemigos.

La invisibilidad no duraría eternamente y tan solo le daría tiempo a revisar a conciencia una de las habitaciones. Pero lo que sí que tenía tiempo era para avanzar por el pasillo y averiguar qué mas salas escondía aquel templo.

Afortunadamente, Lucrecia pudo ver las huellas que había dejado la mediana al pasar por allí. No parecía haberse entretenido en la búsqueda de las habitaciones, si no que había avanzado por el pasillo.

Pasito a pasito, de puntillas, Lucrecia siguió las huellas de Namarra hasta el fondo del pasillo. En el recodo, con cuidado, como si no fuese consciente de que era invisible, se asomó para ver si alguno de los monstruos seguía por la zona.