Partida Rol por web

    El paladín se sacudía con violencia tratando de romper las condenadas plantas a la vista de que zafarse de las mismas se antojaba casi imposible, por desgracia aquellas ramas parecían se demasiado duras, aunque al menos parte había cedido, haciendo que creyese que esa vía era algo mucho más viable que la de la maña.

Tras un rato de estar forcejeando con aquellas enredaderas, y justo antes de caer derrotado por la imposibilidad de librarse de ese abrazo vegetal, Thörgus sacó fuerzas de no sabe donde para, en un último intento, poder librarse de ellas y caer al suelo de rodillas visiblemente cansado y molesto con aquellos hierbajos.

Quedando Thörgus libre Morís se abalanzó sobre el apresado Socar y, puñal en mano, trató de cortar las enredaderas sobre su cuerpo para liberarle. Con unos pocos cortes la fuerza del paladín de Héxtor por fin pudo hacer añicos la vegetación que le apretaba y escapar de aquella trampa mortal.

- Wee Jas recibe hoy en sus salones pero vos no habéis sido invitado -dijo en referencia al bardo cuya muerte era inminente ahora que las plantas lo consumían.

Con la ayuda de Moris, Socar pudo escapar de las enredaderas que lo tenían atrapado. Thorgus finalmente pudo escapar solo y su lobo también lo logró. El único que seguía atrapado era Dalabrac que ya había perdido el conocimiento y pocos suspiros de vida le quedaban.

Pero lejos de haberse escapado la enredadera seguía con la intención de atraparles, debían luchar contra ella o huir de allí dejando al gnomo, pues corrían peligro de volver a caer en sus redes.

    El paladín se sacudió el brazo para librarse del contacto de Moris en cuanto logró librarse de las malditas hiedras. La sola idea de que pudiera estar en deuda con el sacerdote de Wee Jas le repugnaba. Pero eso no era todo, al parecer el mediano aún seguía atrapado, para Socar aquello le era indistinto, si aquel insecto moría allí es que no era mejor que una mosca atrapada en la tela de una araña, pero al mismo tiempo el campeón de Hextor era el líder de la expedición y la vida de sus compañeros era también su responsabilidad.

    Su ira se volvió a encender, el tampoco había logrado escapar de la presa por sus propios medios, quizás librar al canijo le sirviera como alguna clase de redención ante su señor y demostraría su valía para comandar a otros. Recortando las distancias sin temor, el forjado comenzó a arrancar los zarcillos que aprisionaban a Dalabrac sin miramientos para recuperar el cuerpo del único que había accedido a seguirlo desde el principio. 

Thorgüs estuvo jadeando unos segundos antes de notar la lengua de Darko por toda la cara, como si el lobo estuviera asegurándose que todo estaba bien.
Thorgüs se incorporó y echó un rápido vistazo a la situación y vio como Socar trataba de liberar al último prisionero de aquellas lianas. Se acercó hacia él, quizá lo mejor ahora mismo era permanecer juntos para evitar más sorpresas.

Cuando encontrarán un lugar seguro para pasar la noche trataría de realizar algún conjuro de sanación para los que estuvieran más débiles, eso incluso podría incluirle a él.

La falta de energías del bardo por vivir le indicaban al karuth que había de reunirse con Wee Jas y aceptar su deshonroso final. Sin embargo el paladín de Hextor se lanzó con ferocidad a salvarle y el enano acudió a auxiliarle. Morís no dejaría de asistir si ese era el deseo de Socar, todavía quedaba mucho por redimir con su tardanza. Puñal en mano volvió a cortar enredaderas.

- Atenderé vuestras heridas de inmediato,-miró a la bestia de Thörgus y se permitió una sonrisa- las tuyas también, peludo compañero

Para cuando quisieron liberar a Dalabrac ya era demasiado tarde. El gnomo había muerto por asfixia por culpa de la enredadera. Pero aquella planta capaz de mover sus lianas a voluntad seguía queriendo atraparles. Era momento de salir corriendo de allí o bien enfrentarse al vegetal para acabar con él para evitar posibles ataques a otros aventureros.

Sin rabia por la muerte de Dalabrac, Morís apretó con sus magras fuerzas la empuñadura de su puñal; ya fuesen a retirarse o a acabar con la enredarera , él seguiría las instrucciones del paladín Socar allá a donde le llevasen. Esa era la entereza que creía que le separaba de aquel gnomo, de sonrisa externa pero sin pasión por vivir, el Karuth daría todo en su ser por prevenir de aquel mediocre destino... A quien estuviera dispuesto a luchar contra él.

    Socar contempló como los restos del gnomo eran arrastrados por la liana, había perdido al primero de sus hombres y no sabía que sentir. Aquella planta lo había atacado, pero matarla era como tratar de vengarse del mar por haber causado un naufragio y en verdad los lazos que unían al paladín con aquel mago se limitaban a ser un subordinado más. Su rabia era algo merecía ser liberada contra un rival más digno, por lo menos uno que pudiera gritar cuando sus huesos fueran quebrados por su maza. Se apartó a un lado y reabrió la marcha indignado por la escena que había acabado de protagonizar.

    -Vayámonos, no merece la pena perder más el tiempo aquí, ya daremos con rivales más dignos cuando alcancemos nuestro objetivo que un matorral.- Si a la vuelta regresaban por aquel lugar, cumpliría su promesa y prendería fuego a aquella maldita planta, pero por ahora no pensaba perder más tiempo en ese lugar.

Tras escuchar a Socar Thorgüs respiró aliviado.
Creía que ese grandullón nos haría perder la vida, pero aún queda algo de cordura en esa cabezota.

-Estoy de acuerdo, ahora mismo no podemos hacer frente a lo que quiera que sea eso. Mejor buscar un sitio tranquilo y evaluar la situación.

Mientras Thorgüs decía esto poco a poco iba reculando hacía la salida esperando la señal para salir de allí lo antes posible.

Finalmente el grupo de aventureros tomó la decisión de dejar atrás a Dalabrac y a la enredadera que se lo había comido y continuaron el viaje. Minutos más tarde mientras caminaban lentamente a través de las marismas pudieron ver un grupo de árboles muy característicos. Era posible que alguno de ellos se correspondiese con el que estaban buscando, pero entonces escucharon un intenso zumbido que les rodeaba. 

Moris guardó su puñal y se alejó del bardo sin despedirse, tan jóven y aparentemente lleno de energías había perdido la ilusión por vivir al primer encuentro con el peligro. Puede que las canciones que llevase a los salones de la muerte estuviesen cargadas de una inocencia conmovedora, eso agradaría a su diosa, pero lo más probable es que con el mismo ánimo con el que se había entregado a las enredaderas quedase mudo ante la Dama Carmesí.

- Vuestras heridas son pruebas de vuestro ansia por perseguir vuestro destino, Wee Jas celebra vuestra bravura y, a través de mí, os ofrece bálsamo y sanación -miró de nuevo al cánido compañero y luego al enano-. Decidme Thörgus, ¿tiene nombre vuestro valiente amigo?

Con esto el karuth usó su magia de sanación uno por uno hasta que todos quedasen libres de buena parte de sus dolencias tras el enfrentamiento con las enredaderas.

Dejaron atrás el cadáver de aquel pobre chico, aunque Thorgüs se alegraba de seguir con vida.
Caminaron durante no mucho tiempo antes de encontrarse con una arboleda, la cual estaba escudriñando cuando una pregunta apartó su mente de esta tarea.

Gracias por la sanación eh, uh,.... Thorgüs no era capaz de recordar su nombre si en alguna ocasión lo había oído, así que fueron unos segundos de un silencio tenso tras el que el enano prosiguió.
Se llama Darko dijo orgulloso mientras acariciaba la cabeza del lobo. ¿Y tu nombre?, soy un poco malo con eso de recordar personas y nombres.

Tras terminar la respuesta oyó como algo que parecía un enjambre de abejas, por el ruido, se acercaba hacia ellos. Pero eso fue todo, tras un vistazo rápido a su alrededor no pudo distinguir la fuente del zumbido. Ni siquiera Darko, que movía su cabeza hacia todos los lados tras notar nervioso a Thorgüs pudo aportar nada que sirviera de pista.

   Mientras caminaban por la marisma, el paladín percibió que el clérigo pretendía sanar los daños recibidos en aquella lamentable liza en la que habían perdido al mediano.

   -Aparta, ya tengo suficiente con haber sufrido la deshonra de ser cogido por sorpresa por un arbusto como para andar mendigando la protección de un pusilánime.- El campeón de Hextor sabía que sus palabras habían sido duras, tal vez incluso demasiado, pero seguía dolido en algún modo, el ataque previo se sentía como una de las más terribles humillaciones que había llegado a sufrir en su corta existencia y lo único que le faltaba era reconocer que ahora necesitaba asistencia por ello. Así que se apartó de los otros dos y aceleró el paso hasta llegar a un grupo de árboles singular "¿Serán estos los que buscamos?" 

    De manera inesperada un zumbido empezó a rodear al grupo aumentando de manera progresiva su intensidad, Socar alzó el escudo y una vez más se preparó para el combate.

Ninguno fue capaz de ver llegar lo que les estaba atacando en ese momento, así que a pesar de que lo habían oído se pusieron a mirar por todas partes cuando tres criaturas les atacaron. Parecían ser un cruce entre un mosquito gigante y un murciélago, con el cuerpo peludo, ocho patas articuladas terminadas en pinzas afiladas y una trompa parecida a una aguja.

Las criaturas se lanzaron contra los tres aventureros, Moris fue capaz de esquivar la suya y ésta terminó estampada contra el suelo. Las otras dos se aferraron al cuerpo de Socar y de Thorgus.

Moris era el único que se había librado de que aquella criatura se enganchara a su piel...

    Los insectos hicieron aparición de improviso, pero el paladín estaba decidido a dar buena cuenta de aquellas bestias, lejos de apartarse tras la arremetida inicial, el campeón de Herlox lazó un ataque con su maza contra la criatura esperando zanjar el asunto rápidamente. Además, sentía la necesidad de resarcirse por lo ocurrido momentos antes. Quizás su impulso movido por la ira le había hecho precipitarse, pero no cejaría en su empeño.

Aunque Moris pareció estar bendito cuando aquel monstruo pasó a su lado para acabar estrellándose contra el suelo, tardó demasiado en reaccionar al ataque al que estaban siendo sometidos.

Thorgüs se sorprendió al ver a aquellas criaturas, y aún lo hizo más cuando en un momento tenía una contra su pecho, se quedó mirándola un instante para repasar si conocía algo parecido a eso y como hacerle frente.