Partida Rol por web

- ¿Es... es seguro salir ya? pregunta "Soy Sten, Sten Buenavendedora, una comerciante de Borde del túmulo. ¿Vosotros me habéis salvado?

Huesos miró alrededor y vio que el combate había finalizado. Se regodeó unos instantes retorciendo la punta de su lanza en el cuerpo ya inerte del trasgo. Después la sacó y con un golpe secó limpió el filo de sangre. Se quedó vigilando y rebuscando entre los cuerpos de los caídos sin dar demasiada importancia a las palabras de la mediana. El era sólo un viejo cascarrabias, mejor que otro más amable hablara con ella.

Cástor acudió raudo a socorrer a los caídos que aún podían ser salvados, pues aquello era lo más urgente. Aferró con fuerza su símbolo de Pelor mientras se concentraba, pues sin duda alguno de sus otros compañeros podría dar las explicaciones adecuadas a la mediana. Además, siempre tendría tiempo más adelante de corregirles, pero quizás no de salvar las vidas que tenía ante él. 

-Sí, ya es seguro.- dijo Filos. ¿Eres la propietaria de este carro?

Después, se acercó a cada uno de los trasgos y, para asegurarse, les clavó su hacha en la cabeza. Al Filo del Crepúsculo no le gustaban las sorpresas. Después, los registró a fondo.

Más tarde que sus compañeros, pues durante el combate se había mantenido a distancia de ballesta, se reunió el elfo con el resto. Viendo que el clérigo atendía a los heridos con habilidad digna de aplauso y que el resto de sus aguerridos compañeros se aseguraban de que los trasgos no sufrieran antes de abandonar este mundo, se presentó ante la dama superviviente del modo que consideró más pertinente dadas las circunstancias.

— Lady Sten, creo hablar en nombre de todos cuando afirmo que nos alegra sobremanera haber llegado a tiempo y que os halléis sana y salva. Mi nombre es Ardhian, zapatero de profesión y prestidigitador ocasional. ¿Os encontráis bien? ¿Estáis herida?

Por un momento pensó en recuperar los virotes de los cuerpos de los trasgos, pero desechó de inmediato la idea y volvió la mirada hacia el rostro aún preocupado de la mediana antes de que la sangre le provocara náuseas.

Cástor logró sanar a dos de los soldados elfos que a pesar de que sus heridas se vieran cerradas aún se encontraban muy débiles. El resto de los soldados habían perecido durante el encuentro.

Mientras Huesos y Filos saqueaban dos de los cuerpos de los trasgos, Sten contestaba al zapatero, efectivamente, el carromato es mío, vengo de un pueblo cercano, soy mercader y venía con algunas posesiones para abastecer mi tienda. Es un poco raro, porque salí hace un par de semanas y los trasgos nunca antes habían atacado en este camino. Es un lugar seguro. No sé qué ha pasado. Dijo encogiéndose de hombros. Luego miró su carro, ¿seríais tan amables de ayudarme a levantarlo?

Filos guardó todo lo que sacó del cadáver del trasgo para venderlo en Acatilado Verde y repartirlo entre todos. 

-Os ayudaremos encantados a cambio de una recompensa, mi querida amiga.

El comentario de la mediana acerca de lo peculiar que resultaba ver trasgos por la zona llamó la atención de Ardhian. Con ánimo de hallar alguna pista que explicara el motivo, el curioso elfo examinó con la mirada los cuerpos, vestimentas y rastros dejados por los trasgos, tratando de hallar algún sutil indicio que le reportara una explicación convincente con la que zanjar el misterio.

Embarcado como estaba en su cometido, no prestó atención al resto de la conversación, empeñado en dar con una solución a tan desconcertante enigma.

Como un buitre dando cuenta de carroña HUesos iba dejando a un lado todo lo que llevaba el asqueroso trasgo al que había dado muerte. nada que le pudiera servir, eso estaba claro, pero al menos quizá pudiera hacerse con unas monedas a su regreso. Lo único que le hizo levantar la mirada fue la respuesta del gnomo y la contestación de Filos.

Ahí le has dado.- Le había gustado la agilidad mental de Filos pues si el gnomo llevaba cargamento para abastecer su tienda puede que ésta fuera valiosa.

- ¿A dónde se dirige, si puede saberse?- Si se dirigían al mismo sitio podrían escoltar al mercader pr un módico precio y así matar dos pájaros de un tiro. Su mirada se dirigió a la enfermera "Castor". No iba a tardar en saltar y meterse de por medio. A pesar de lo poco que lo conocía se aventuraba a predecir su comportamiento.

Cástor frunció levemente el ceño cuando se mencionó lo de la recompensa.

-Por mi parte-dijo, poniéndose en pie y dirigiéndose hacia el carro-me consideraré recompensado con creces si nos contáis qué ocurre en el Acantilado Verde... Pues supongo que es hacia donde os dirigís, ¿no?-preguntó el clérigo, mirando brevemente a la mediana cuando preguntó, dedicando el resto de su atención al carro, pensando en como podrían enderezarlo. Quizás haciendo palanca...

Sten miró sorprendida a Filos, ¿Me estáis pidiendo una recompensa por ayudarme a levantar el carro? Preguntó lanzándole una mirada a Cástor para ver si él le ayudaba de forma altruista. Efectivamente, continuó, me dirijo hacia el Acantilado Verde ¿ustedes también? No sé lo que está pasando, como os he dicho los trasgos viven en una cueva cercana a la aldea, pero convivimos con ellos en paz. No sé lo que ha podido pasar. Dijo encogiéndose de hombros. Pero si me ayudáis, supongo que cuando llegue a mi tienda os podré dar algo a modo de compensación. Les confirmó.

Eso será suficiente - dijo Filos arremangándose. A fin de cuentas os hemos salvado la vida pero no somos avariciosos, ¿Verdad, amigos? Había mucha verdad en aquella frase y pretendía a la vez, rebajar la tensión y hacerla consciente de la suerte que había tenido, para que lo tuviera en cuenta a la hora de compensarlos.

Realmente, la mediana había tenido suerte de encontrarlos a ellos. Otros la hubieran liquidado y se hubieran quedado con sus mercancías como pretendían los trasgos.

Cuando Filos se arremangó, Cástor sintió cierto alivio. No iba a tener que levantar aquello solo. Encontró lo que consideraba un buen punto de agarre para el vehículo, y se agachó, dispuesto a levantar cuando Filos estuviera preparado. Entre ambos, quizás sería más fácil mover aquello. 

Al ver que el equipo se disponía a tratar de enderezar el carro de la mediana, Ardhian se posicionó junto a Castor preparado para empujar todo lo que fuese capaz, pues por pequeño que fuese, pensó, seguiría siendo de ayuda.

Esperó instrucciones para empujar todos al mismo tiempo, tras de lo cual podrían continuar la marcha. Mientras esperaba daba vueltas en la cabeza a esa cueva de trasgos cercana al pueblo que, de pronto, se había tornado tan belicosa. Llegar a entender el motivo de las cosas, de cualquier cosa, podía llegar a convertirse en una obsesión para el pequeño y meticuloso zapatero. 

-Cómo son los comerciantes...panda de desagradecidos y de la Cofradía Del Puño Cerrado todos ellos...- Así murmuraba Huesos mientras se acercaba a los demás para echar una mano con el carro. El gnomo dejaba bien abierto el tipo de recompensa y la posibilidad incluso de que no la hubiera. Al ver que ya era inevitable flexionó las piernas y guió con su áspera voz la operación para colocar el carro en la correcta posición.- Todos a una. ¡Aaaaaaauuuuu!- Una vez levantado de nuevo Huesos siguió conversando con el mercader.

- Y estos elfos, ¿eran...son sus guardaespaldas?

Efectivamente. Dijo Sten contestando a Huesos. Ellos eran mis escoltas, ayudadme también a llevármelos al pueblo. Dijo mientras trataba de arrastrar al más cercano. Hay que llevarlos a la catedral para que los sanen. ¿Podéis ayudarme también a cargar sus cuerpos, por favor? Dijo mientras les veía rapiñar los objetos que llevaban los trasgos consigo, ya que robar a los elfos no estarían bien visto por parte de la mediana. Entonces, ¿me acompañáis hasta el Acantilado Verde? Es allí donde mi dirigía antes del ataque.

Una vez levantado el carro Huesos puso las pertenencia del trasgo al que había matado en él.

- Pongamos todo dentro del carro, ya que vamos todos al mismo sitio. Primero los heridos claro.- El viejo lanzó una fugaz mirada a los cadáveres de los elfos que habían perecido allí como guardaespaldas. Le importaban un comino pero quizá la gnoma quisiera llevarlos consigo también.- Esos elfos muertos...¿quiere cargarlos también? ¿A cuánto está de aquí el pueblo?- No había que ser muy listo para saber que los cadáveres en cuanto cogieran la rigidez de la muerte empezarían a oler. No le desagradaba el dulce olor de la muerte pero pasados unos días podía llevar a ser molesto.