Partida Rol por web

Todo parecía que iba a ir bien hasta que aquella mujer apareció en la puerta y dió su mensaje.

Thörgus Miró seriamente a la mujer mientras intentaba calmar a Darko, en ese rato tuvo tiempo de escuchar las diferentes propuestas, y cuando Darko estuvo más calmado se dispuso a contestar.

Dirigió su mirada hacia Lis.

-Entiendo tu miedo hacia los lobos tras lo ocurrido. Aun a sabiendas que no era inteligente que Darko esté aquí, ha venido a ayudar como todos los demás. Así que no permitiré que se le encierre como a una bestia en una jaula. Darko no es el problema, no creo que pueda hacer daño a nadie si no se lo ordeno. Tenemos un vínculo demasiado fuerte y no creo que él sea el objetivo de ese Señor del Castillo.

Acarició con ternura a Darko y se giró hacia Moris.

-Es una buena manera para librarte de tu deuda, aunque parece la mejor solución si quitamos la parte donde muero. Creo que con unas cuerdas sería suficiente.

Mientras decidían que hacer con ellos Thörgus empezó a montar un refugio pegado a la muralla por la parte de fuera por si no se llegaba a ningún acuerdo favorable.

El Karuth asintió y sonrió amablemente hacia Thorgus y Erik andtes de dirigir su atención a Lis.

- El compromiso de esta alianza de diez eslabones es fuerte, dadnos la oportunidad de demostrároslo- argumentó plantando las yemas de los dedos sobre su pecho, en gesto de sinceridad-; puede que no estemos de acuerdo en cómo lidiar con los problemas que tengamos por delante pero no nos cabe duda de querer enfrentarlos todos juntos, ya seamos humanos, elfos o enanos, tengamos dos piernas o cuatro patas- contuvo una principio de carcajada ante aquella última frase, no esperaba que le saliese algo gracioso. Tras tomar aire asintió en dirección hacia la mujer, aceptando el recelo que tenía como una respuesta racional a experiencias anteriores-. Sólo os pido que tengáis fe, no sólo en vuestros dioses sino en aquellos de nosotros que estamos aquí para tratar de obrar el fruto de vuestros rezos; si creeís en nosotros no os fallaremos.

Darko se dirigió hacia los pies de Moris, se sentó y puso la cara más enternecedora que pudo (al nivel de El Gato con Botas en Shrek con esos ojos gigantes) y allí se quedó esperando la respuesta de Lis.

Tras el último intento que hizo Moris para convencer de la entrada del canino y el druida*, Kenshi no pudo evitar decirlo. - Y un orco Moris, no te olvides del orco. -

Después esperó la contestación de Lis para saber si todos entrarían o se quedarían fuera. No le gustaba tener que separar a alguien del grupo por simple miedo, pero si aun con todo lo dicho no conseguían que le permitiesen el paso a los dos, no podrían hacer nada.

    Socar inclinó la cabeza como gesto afirmativo a las palabras de Moris en su primera intervención, aprobaba aquella manera de actuación pero al ver que Thorgus prefería no seguirla, cambió de parecer. Observó detenidamente a Lis y, tras ella, de nuevo a los guardias, no le gustaba aquella aldea, eran definitivamente cobardes e incapaces de diferenciar entre aliados y enemigos, por lo que volviéndose al enano, el paladín sentenció.

   -Si es necesario recurrir a las sogas para que podáis acceder al interior de la aldea, estaré dispuesto a hacerme cargo de la vigilancia, pero si se te niega la entrada, quedaré aquí contigo.- No requería de las comodidades de las camas ni de llenar su estomago para reponer fuerzas por lo que prefería aguardar junto al druida y ser testigo de primera mano en el caso de que realmente pudiera ser poseido o estar a su lado en caso de que los necios lo atacaran por temor a la amenaza en la que podría llegar a conversite.

Mi señora, traemos con nosotros armas y conjuros para derribar a los enemigos de su gente. Pero es él, que entiende de las fieras, quien ha de esclarecer el asunto. Dadle al menos un techo bajo el que cobijarse, pidió a la mujer. ¿No acogisteis a una de los suyos no hace mucho? Una elfa llamada Lomenar, que perdió algunos compañeros en la tarea. 

Efectivamente, Lomenar intentó cumplir la misma misión y también fracasó, y su compañero animal se quedó fuera, en el bosque, en las puertas, o no sabemos dónde. Pero a la Aldea del Loto lleva mucho tiempo sin venir nadie con animales por todo lo que está pasando. El Señor del Castillo mira a través de los animales y también los controla. Ya sabe perfectamente que estáis aquí y no quiero que tenga más pistas sobre el interior de nuestra pequeña aldea. Lo lamento. Dijo sin dar más opciones al tema tras escuchar también las palabras de Erik y los demás. Thorgus puede entrar si se compromete a no convocar ningún animal en el interior, pero el can no.  

-Darko

El lobo se mueve cabizbajo hacia donde esta Thorgüs mientras este se acerca hacia el grupo dejando la construcción de su refugio momentaneamente, al acercarse se dirige a Lis.

-Entiendo su posición en esta situación, y la respeto. Siento no poder acompañar a mis compañeros a su aldea, como comprenderá no pienso dejar a mi compañero pasar la noche en las afueras y menos todavía sabiendo de lo que es capaz ese Señor del Castillo. Hay una pausa de unos segundos en la que el enano se rasca la parte de atrás de la cabeza antes de volver a dirigirse a Lis.

-¿Si no fuera mucha molestia se me podría obsequiar con un par de mantas y algo de comida para pasar la noche aquí?.

Tras eso se dirigió a Socar.

-En tu mano está compañero, ni se me ha negado la entrada ni pienso entrar dejando a Darko solo. Algunos lo entenderéis y otros puede que no, pero es mi decisión. No guardaré ningún rencor al que prefiera dormir en la aldea, por si eso fuera a condicionar alguna decisión.

Tras eso Thorgüs regresó a intentar hacer algo donde cobijarse.

Ya se había hablado lo que se tenía que hablar y tomado decisiones frente a la situación en que se les había puesto. Kalicalwe iba a entrar, había ido allí para obtener una recompensa y no tendría sentido quedarse a las puertas. Además, como dijo Lis, la mascota de Thorgus era desaconsejable en esta misión y se podía volver contra nosotros, no sólo como enemigo, si no como algo aún peor, como espía. No iba a permitir que la misión fracasase por una mascota. Al principio se había sentido culpable pero al oir la advertencia de Lis, la situación había cambiado. Se acercó a Thorgus y le dió tres monedas de plata, el elfo no tenía mucho más será mejor que no nos acompañes, tu compañero pondría en peligro a todos como espía como ha comentado Lis, acepta estas monedas como pago por las molestias de haber venido hasta aquí, lo siento.

Tras ello da media vuelta y se dirige al interior de la Aldea.

¿Acaso habían vaciado de animales el pueblo? ¿Sacrificado a cada gallina, cada cerdo, cada cabeza de ganado? ¿Se habían deshecho de los insectos, que no eran sino animales? Aquello sonaba absurdo para Dagmar. Sin embargo, poco se podía hacer para traer razón a quienes eran presa del miedo. Ella lo había comprobado en sus propias carnes.

Si ese hombre puede observarnos a través de los ojos de los animales, no necesita al lobo de Thorgus para espiarnos, dijo a Kalicalwe, que parecía presa de las mismas dudas que la líder de la villa. No podemos matar a toda avecilla que nos sobrevuele, ni a cada roedor que asome la cabeza entre los matojos.

Hubiese sido gentil quedarse junto al druida fuera de la villa, mas el día siguiente podía ser el último de su vida, y después de su largo encierro, rechazar la comodidad de una verdadera cama era un sacrificio que se negaba a permitirse todavía.

Antes de que Kaliwace diera un par de pasos Thorgüs dio un par de palmadas en el hombro de este para llamar su atención y le volvió a tender las tres monedas

-No necesito ningún pago porque no voy a abandonar a mis compañeros aquí sabiendo que podría ser de ayuda. Y mucho menos voy a irme sin darle su merecido a ese brujo que se cree por encima de la Naturaleza haciendo eso a criaturas indefensas. Si para eso tengo que pasar la noche aquí fuera no veo que eso sea ningún obstáculo para nuestra misión. Al alba volveremos a estar todos juntos en este mismo punto. dijo esto último dándose la vuelta y dirigiéndose hacia Darko.

Al llegar donde estaba el lobo se agachó y con cuidado quitó el collar de Moris del cuello del animal, que movía el hocico para dificultar la maniobra. Quieto, te compraré uno.. Cuando lo tuvo en sus manos se dirigió hacia su compañero y le tendió la mano con el collar.
-No sabemos que puede pasar esta noche, así que esto estará más seguro con su dueño. No quiero que pese sobre mí la perdida de algo tan valioso para alguien.

Thorgüs se dirigió de nuevo a su refugio improvisado mientras se despedía de los demás.
-Descansad, y si mañana no estoy esperando en las puertas seguramente seguiré durmiendo. Esperemos que no para siempre.

El Karuth se quedó extrañado ante el gesto del enano, algo estaba ocurriendo que no terminaba de comprender pero que le hacía sentir un agradable calor bajo el pecho. Alguien entregado a los demás no estaba hecho a la reciprocidad, mucho menos cuando había oro de por medio.

- Os estoy agradecido, Thorgus- logró articular-; descansad bien, os veremos mañana.

Arreglado el asunto el elfo se frotó las manos y, con una sonrisa de oreja a oreja, se alejó de aquella mala bestia con colmillos que era Darko con alegre trotecillo para encaminarse hacia la posada. Las tripas le rugían cual cañería en mal estado y tenía ganas de ver las caras que ponían el resto cuando tocase llenarse el buche verdulerío variado.

Guardó silencio, sin embargo, pues había todavía combatientes que buscaban sacar adelante sus negociaciones con Lis y no quería interrumpirles con algo que entendían como importante; ya les daría la brasa más tarde con nimiedades.

Barrabás, ajeno a historias de lobos y enanos, ya se encontraba a las puertas de la posada de donde venía aquel olor a plato de patatas medio vacío. Con un mínimo de suerte, su propio plato tal vez llevara una generosa ración de pata de lobo. Tampoco parecía tan mala idea que el druida no viniera a verlo.

    A la vista de los hechos, Socar se reafirmó en la toma de su decisión, el druida parecía un recurso demasiado valioso como para dejarlo expuesto de manera innecesaria al riesgo de un ataque, además que tampoco tenía en muy alta consideración a los miembros de la aldea así como a algunos de sus acompañantes para aquel trabajo.

    -Se perfectamente lo que implica el pasar la noche al raso, enano, además, no te confundas, yo no comparto las debilidades de la carne y creo que el hecho de que puedas facilitarnos el encontrar a nuestro adversario te convierte en un recurso valioso al que no voy a dejar expuesto, me quedaré aquí de guardia.- Su voz estaba muy lejos de reflejar camaradería, la prepotencia del paladín le llevaba a ver a los demás como meras herramientas que usar para alcanzar sus fines y aunque no las encontrase indispensables si que podían serle útiles por lo que velar por el buen estado de las mismas no parecía descabellado.

La respuesta de Lis había sido firme y sabía que por más que intentasen convencerla no podrían conseguir hacerla cambiar de parecer. El miedo se veía en sus ojos aunque intentase parecer sosegada. - No creo que sea buena idea intentar convencerla para que entre el compañero de Thorgus. - Decidió explicar porque lo decía para evitar posibles malos rollos con el resto de compañeros. - Si al final hiciésemos que cambiase de idea, ¿quien se encargaría de convencer al resto de habitantes del poblado?. Porque el miedo hace que la gente se vuelva irracional y ataque a la mínima que se sientan desprotegidos. -

Dejo en el aire su opinión y que cada uno pensase lo que quisiera. Se dirigió a Zila mirando de reojo a Socar. - Ahora entiendo porque no te hacía ilusión compartir con él la empresa. Si no le resultamos de utilidad estaremos más seguros con un par de goblins con cuchillos a nuestras espaldas que con él. -

En cuanto hayamos servido la cena a todos tus compañeros, les daremos alguna ración extra para que os la lleve a ti y a tu compañero. Si decides pasar la noche al raso te daremos un par de mantas sin problema, pero ten cuidado porque cualquier animal que pasa algunas horas por aquí se vuelve hostil. Dijo mirando a Darko. No vas a poder evitarlo, es el influjo que tiene el Señor del Castillo sobre estas tierras.

Cuando Socar dijo que acompañaría a Thorgus, dejó la puerta abierta para que ambos salieran. Después, cerraron las puertas de la Aldea del Loto y acompañó al resto a la posada.

De camino a la posada echaron un vistazo al lugar donde se encontraban. La aldea era pequeña y de lo más normal. A penas había grandes lujos, ni tampoco grandes tiendas. 

Había unos establos, pero en ellos no había caballos. No había ni rastro de un solo animal por la ciudad. Y todos parecían tener las mismas preocupaciones. Lo que sí que fue sorprendente es que había algunas casas vacías y se sentía poco movimiento.

En cualquier caso, el tiempo había empeorado mucho, la noche había llegado y lo mejor era resguardarse en la taberna. Allí les atendió el propietario del local:

Tomen asiento, en seguida les llevo lo que quieran dijo señalando hacia una mesa y esperando que el resto le dijera lo que quería. Parece que Lis y las demás invitan, así que no se corten. ¡Además, vuestro amigo orco nos trajo un par de lobos y por fin hemos podido preparar un guiso de carne de lobo! Es una carne bastante seca y poco jugosa, pero no podemos vivir eternamente de vegetales.

Hizo un gesto al hombre que estaba sentado en la barra dándole a entender que no eran conocidos sino que se trataban de forasteros.

Veo que ya sois un grupo mucho más numeroso, estoy seguro de que esta vez todo saldrá bien.

Kalicalwe, se acomodó en la posada en una mesa que entraran todos, a ser posible, ya había visto anteriormente la aldea y su desolación en lo que a animales se refiere pero aún así no dejaba de escamarle la situación. Gracias posadero, si puede ser yo tomaré zumo de fruta de beber o cerveza, y para comer, aparte de las verduras, me gustaría probar ese manjar de lobo dijo haciéndole un guiño a Barrabás gracias Barrabás por compartir la carne con nosotros. 

Después se dirigió al grupo lo que iba a decir no le gustaba pero era la realidad de lo que pensaba y creyó que debía comunicarlo a los demás Thorgus ha venido hasta aquí con la intención de ayudar pero supone un peligro para la misión, si mañana nos acompaña el señor del castillo podrá espiarnos sin ninguna dificultad, aunque esté mal sugerirlo quería que supierais mi opinión al respecto. Aún así no me opondré a la decisión que se tome.

A Zila le había parecido útil contar con un druida para la misión, tal vez no con sus mascotas. Habia escuchado la conversación a las murallas de la aldea como si la cosa no fuese con ella. No conocía a aquel enano más que de vista y el grupo era numeroso. Además el druida había sido el único que había expresado estar dispuesto a trabajar por menos o incluso gratis. 

Habia asentido a Kenshi cuando hablaban de Socar.

-El descarnado es un engreído- resumió al máximo su opinión.

Se había percatado de cómo el enano había entregado algo que llevaba el lobo al hombre de largos cabellos blancos, y como éste se lo había colgado al cuello. No pudo evitar fijarse, queriendo descifrar el misterio de qué podía ser aquello que lucia el lobo como un hombre, o que ahora lucia el hombre como un animal. 

Ya en la taberna el cuerpo de la chica agradeció el calor, y el olor del guiso, por supuesto. Tomó asiento a la mesa, junto al elfo que la había acompañado desde el principio, y había escuchado cómo Lis invitaba y como añadirían al guiso la carne de lobo que el orco había entregado. 

-Personalmente hubiese preferido carne de conejo,  pero a falta de pan...- y miró a Barrabas para sonreirle levemente en agradecimiento -Tal vez sea nuestra última comida, así que pienso disfrutarla- la Aldea de Loto había sufrido ya varios ataques, tal vez a eso se debiese las casas vacías. La falta de animales no tenía otra explicación, y a sus ojos muy desesperados debían estar para renunciar a sus cerdos, vacas y gallinas. 

- Y bien, ¿qué nos podéis explicar los que ya habíais estado aquí antes?- la participación del druida podría ser valorada mejor si tenían más detalles de a qué se enfrentaban.

Dagmar tomó asiento en la mesa junto a los demás, y asintió conforme traían las viandas. No hacía mucho que habían comido, pero al día siguiente partirían hacia el peligro, desconociendo cuánto tiempo pasarían en el camino, o en lid con ese señor del castillo. En su zurrón tan solo tenía unas piezas de carne ahumada y fruta seca. Podía permitirse disfrutar de una comida de más.

Ya di mi opinión, replicó a Kalicalwe. Palabras que no le impidieron, empero, repetir dicha opinión. Si ese hombre puede ver a través de los ojos de los animales, podrá espiarnos sin necesidad del lobo de Thorgus.

Ni siquiera sabemos si tal idea es cierta, o simple fruto del miedo, añadió esta vez, en voz baja. El miedo era un arma efectiva y eficiente para sojuzgar al enemigo. En una ocasión, uno de los generales para los que había luchado había hecho huir a un ejército que les igualaba en número haciendo que sus efectivos hicieran tanto ruido como si cada uno de ellos fueran tres o cuatro.