Partida Rol por web

Gracias señorita Lis - dijo al fin Jukka y se quedo pensativo un momento,

Bien, pues, por que no conocemos el pueblo y luego descansamos en la taberna - propuso Jukka después de que Lis los dejara solos.

Tras asentir a Lis y quedarse con las otras dos chicas, sonrió, azorado. 

– Siento lo de antes, espero no haber molestado – se disculpó, en relación a la gracia que había hecho intentando rebajar la tensión que casi podía cortarse en el ambiente –. Intentaré compensarlo acabando con el sufrimiento que asola este pueblo, os lo prometo miladys. 

Tras una reverencia, miró a los demás y suspiró. 

– No es mala idea conocer el pueblo, aún tenemos un ratito antes de cenar, y no estará de más ver a quienes protegemos – luego bajó el tono, acercándose a sus compañeros –. Por cierto, ¿creéis que seguirán invitándonos a la cena y la habitación? – parecía de veras avergonzado por simplemente insistir, pero lo cierto es que la vida de héroe no daba para mucho, sobre todo cuando eras uno recién destetado, como solía decirse.

 -Muchas gracias-le digo a Lis, imitando a mis compañeros, mientras agacho la cabeza a modo de reverencia-. Voto a favor de echar un ojo por el pueblo. Puede que nos enteremos de algo interesante. Y si no, nunca está de más hacer algo de turismo.

No respondo a Nithael hasta dar un par de vistazos y comprobar que Lis se ha alejado lo suficiente:

-Esperemos que sí- le respondo, igualmente entre susurros- pero quizás hasta que completemos la tarea habrá que apañárselas- cuando ya no veo a Lis recupero el tono-. Aunque también puede ser que en la posada ya sepan de nuestra llegada.

Algo le sucedió a Shi Hou que avisó a sus compañeros de que tenía otros asuntos que resolver y se marchó de allí dejándoles más tranquilos. La mayoría de los habitantes de la Aldea del Loto lo habían mirado con desconfianza, y es probable que su marcha pudiera deberse a ello. En cualquier caso, la aldea era pequeña y de lo más normal. A penas había grandes lujos, ni tampoco grandes tiendas. 

Había unos establos, pero en ellos no había caballos. No había ni rastro de un solo animal por la ciudad. Y todos parecían tener las mismas preocupaciones. Lo que sí que fue sorprendente es que había algunas casas vacías y se sentía poco movimiento.

En cualquier caso, el tiempo había empeorado mucho, la noche había llegado y lo mejor era resguardarse en la taberna. Allí les atendió el propietario del local:

Tomen asiento, en seguida les llevo lo que quieran dice señalando hacia una mesa y esperando que el resto le diga lo que quiere.

Hace un gesto al hombre que está sentado en la barra, dándole a entender que no son conocidos por él

Y decidme... ¿qué os ha traido a la Aldea del Loto?

Buenas noches - saludo Jukka - Soy Jukka y me gustaría tener algo para cenar y beber, hemos venido a ayudaros con el problema que tienen con los animales, pero no creí que fuera tan grabe, no he visto a ningún animal en la aldea, ¿no tienen ni gallinas aquí? - pregunto con sinceridad - ¿o cerdos? y me preguntaba si ¿tampoco salen a cazar? esto es un estado de sitio, ¿cuanto tiempo lleva esta aldea así? - siguió preguntando a su interlocutor .

Suspiró cuando Shi-hou les abandonó, pero no quiso decir nada y simplemente se despidió con amabilidad y buenos deseos al verle partir; no sabía si era por asuntos propios como había dicho, o si se debía a la actitud de los aldeanos, pero por ninguna de esas cosas osó siquiera pensar mal de él. Podía entender que aquél buen hombre – o lo que fuera – sintiera recelo de ayudar a aquella gente que con tanta desconfianza le miraban, y mucho más aún que algo personal le hiciera abandonarles tan precipitadamente. Ambas eran causas justificadas y justas, y al final así era la vida.

Sin embargo ellos no podían dejarse llevar por los mismos senderos que el vanara, y ninguno más lo hizo. Sin perder tiempo visitaron el lugar, se hicieron una idea de lo que allí ocurría – y hasta que punto sufrían esas gentes –, y finalmente acabaron en la taberna. 

La sala comunal era un lugar apacible y caldeado gracias a un agradable fuego que ardía en el hogar, alejando el frío de la noche. No había mucha gente pero, a juzgar por los recientes acontemientos que el pueblo pasaba, aquello era lo normal; habría sido extraño encontrarse una fiesta allí dentro, viendo lo que habían visto, y como todas las cosas extrañas, era difícil que ocurrieran. Una vez más la realidad se imponía, y el la aceptaba con naturalidad y alegría, pues era en ese día a día dónde él alzaría como un héroe, imponiéndose sobre los límites que todos marcaban. 

Así, fueron hasta una mesa cerca del calor de las llamas, y sonrió al tabernero cuando, amable y raudo como buen anfitrión, se acercó a ellos, esperando ver que querían a la par que se interesaba por ellos. No estaba muy seguro, pero algo le decía que aquello era más que simple formalismo, lo que era bueno; seguramente habrían despertado la curiosidad de los habitantes de aquella villa, y con el brillo de esta pronto aparecería también el de la esperanza. Sólo esperaba ser suficientemente fuerte para ser merecer tal designio y no defraudarles. 

– Así es – dijo con decisión tras Jukka, dando peso a sus intenciones –. Mañana partiremos al Castillo para hacer frente al mal que os asola, y liberaremos la Aldea del Loto del tormento que sufre – sonrió –. Pero eso será cuando amanezca y el sol pueda guiar nuestro camino, por esta noche, Lis nos ha mandado a recuperar fuerzas y descansar para lo que nos aguarda – esperaba que hacer mención a la mujer cuya llamada habían atendido sirviera para granjearse la confianza, y ya de paso la buena voluntad, del tabernero; si conllevaba una invitación, como les había dicho la sacerdotisa, sería agradecida –. Por mi parte, tomaré cualquier cosa caliente que tenga bien a prepararme, cualquier caldo estará bien – sentenció al fin. 

Un escalofrío recorría mi espalda cada vez que veíamos una casa vacía. Quizás el problema de los animales era peor de lo que a primera vista uno pudiera interpretar. Aunque mi cabeza también sopesa la posibilidad de que el pueblo tampoco tuviese mucha vida antes de los ataques. Al final, suspiré de alivio al entrar en la taberna.

-Yo si tuvieses, igual que mi compañero, algún caldo de verduras o similar, lo agradecería. Y algo de cerveza, por favor- le pido al camarero con una sonrisa. Decido no comentar nada sobre nuestra misión aquí al ver que Jukka y Nithael ya lo han explicado.

Me quedé un poco triste al ver partir a Shi-Hou, ya que parecía bastante agradable y fue el que dio el primer paso para conocernos y juntarnos. Así se lo conté a mis compañeros mientras esperábamos a que nos trajesen algo de cenar.

Efectivamente, dijo el posadero, nos hemos vuelto veganos, dijo entre risas el muchacho. No llevamos mucho tiempo así, solo unas semanas. Y efectivamente no tenemos ningún animal en la aldea, solo podemos comer las plantas que cultivamos o las que a veces salimos a cosechar al bosque, pero siempre lo hacemos entre muchos y tratamos de evitar estar demasiado tiempo, pues salir ahí es peligroso. Dijo con temor a lo que el Señor del Castillo podría hacerles. 

Después les sirvió todo lo que pidieron y asintió. Imaginaba que habríais venido por la petición que enviaba Lis, ¡mens mal! Aunque temo por vuestra seguridad, sois muy pocos. El último grupo que llegó aquí, era más numeroso y nunca más supimos de él. Dijo sin querer meterles el miedo en el cuerpo. Espero que vosotros estéis mejor preparados. 

Cuando terminéis de cenar, podréis acompañarme. De momento voy a ir preparandoos las habitaciones.

Asintió con amabilidad, sin sentirse en absoluto ofendido por el comentario de aviso, y al menos la pequeña broma del joven le hizo sonreír. Era bueno ver que no todos habían sucumbido al miedo y seguían manteniendo la alegría pese a las circunstancias, es lo que había que proteger a toda costa. Era lo único que se podía hacer frente al infortunio. 

Luego, tras esto y un sincero "gracias" cuando les sirvió las humeantes sopas de verduras, se giró hacia Zirnal, que empezó a contarles como se habían conocido el vanara y él; lo cierto es que él también había sentido lástima por su marcha cuando habían hecho tan buenas migas, pero quiso pensar con algo más optimismo. 

– No te preocupes, amigo mío, piénsalo así – sonrió –: ahora tendremos un compañero allá donde quiera que esté, y seguro que tarde o temprano nuestros caminos se cruzarán de nuevo.  

Y una vez aclarado aquello, pasó a temas más importantes, o mejor dicho – pues nada era tan importante como la amistad –, más urgentes. 

– Pero hablemos del Castillo. ¿Qué opináis? – preguntó, bajando la voz, a la par que se llevaba una cucharada tras otra a los labios y dejaba que el cálido líquido corriera por su garganta.  

Jukka se alegro un poco con la broma del posadero pero en realidad le molestaba el hecho de que no hubiera carne en el menu. Pensó en el problema mientras les servían la mesa, hizo una mueca antes de tomar el caldo que tenia frente a el, no le apetecía demasiado pero tenia que comer.

Jukka no había conocido lo suficiente al vanara pero escucho como fue que este y Zirnal se conocieron, le pareció extraño que se tuviese que ir así como así y por dentro pensó que ellos deberían irse de ahí también no pintaba bien esa situación.

Creo que esto tiene mala pinta, no me preocupa tanto el castillo, sino mas bien como llegaremos hasta el, tener tantos animales en contra nos pone en desventaja como de habilidad como de numero, los animales conocen el bosque mejor que nadie y sus sentidos son mas agudos, ¿como podremos sortear ese obstáculo entre nosotros y el castillo? - dijo en voz baja en respuesta a Nithael.

Agradezco al tabernero cuando nos trae la cena. Al mencionar el grupo anterior, empiezan a asaltarme algunas dudas. Aunque sé que no lo dice con mala intención, así que intento sonreír un poco.

-Me gusta ese punto de vista- respondo a Nithael- Esperemos que le vaya bien.

Mientras voy tomando el caldo de verduras, atiendo a las palabras de Jukka. Pero por mi mente siguen merodeando pensamientos sobre las muchas advertencias sobre los grupos anteriores.

-Cruzar el bosque sin duda será lo más complicado. No os voy a engañar, me dan muy mala espina las constantes advertencias sobre el anterior grupo- digo en voz baja, compartiendo finalmente mis dudas- Me parece que lo mejor sería tomar la ruta más directa hacia el castillo, pero a la vez andar con mil ojos a cada paso. Si el castillo realmente puede verse desde cualquier punto, probablemente llegaremos en relativamente en poco tiempo. Pasar una noche en el bosque podría ser mortal.

Asintió, terminando su sopa y dejando el plato a un lado, para después recostarse con los brazos en jarras sobre la mesa. Permaneció así durante casi un minuto, el tiempo que tardaron los otros dos en responder a su pregunta y, después, dejar un momento de cordial silencio que utilizaron para pensar en ello. Al final, fue de nuevo él mismo quien rompió aquellas reflexiones, reincorporándose de nuevo y pasando a apoyarse con una rectitud casi marcial en la silla y su respaldo.

– A mi también me preocupa – se encogió de hombros –. Pero todo estará bien, ya veréis – con esas palabras sólo podía haber un gesto suficientemente: la amplia y sincera sonrisa que floreció en su rostro.

Él era así. No es que todo le diera igual, ni que fuera demasiado optimista. Tampoco era un alma confiada ni arrogante que pensaba que podía superar cualquier cosa. No, simple y llanamente, es que no había nada que hacer. Habían ido hasta la aldea, habían dado su palabra y habían prometido liberar a aquella gente de su sufrimiento. Después de todo aquello, no había manera de echarse atrás, y realmente, aunque la hubiera, él no lo habría hecho. Hacía mucho tiempo que había escogido su camino, que había entrenado para un momento como aquél, y cuando llegaba la oportunidad de demostrar su valía, no habría nada que le echara para atrás. El miedo, la desesperanza, los problemas..., no eran más que palabras que aplastar bajo su joven pero férrea determinación. Era el sendero que quería recorrer, y no daría ningún paso atrás aunque el siguiente le llevara a la muerte.

No podía pedirles a los otros que hicieran lo mismo..., pero algo le decía que tampoco iban a salir corriendo de allí.

– Venga – dijo al fin poniéndose en pié, viendo que sus compañeros también acababan –. El posadero quería que le acompañarámos, vamos con él, a ver que puede contarnos – les guiñó un ojo, rió, y bajó el tono –. Y a ver si conseguimos que nos invite esta noche, ja, ja.

Jukka termino con los alimentos también y luego saco el par de sais que llevaba con el y los coloco sobre la mesa y sin quitar su mano de sus armas les hablo a sus compañeros

Esto es lo único que poseo, creo que necesitaremos algo de equipo- recogió sus armas y las guardo entre sus ropas - por lo menos un par de cuerdas, y un gancho para escalar, tal vez si hablamos con Lis nos pueda ayudar a equiparnos un poco un arco me vendría bien - 

También se puso en pie siguiendo el ejemplo de su nuevo compañero, había algo en el que le daba confianza, paresia poseer gran voluntad, voluntad de guerrero y eso le inspiraba respeto.

Vamos con él, Nithael - le respondió a su compañero

Se me contagia la sonrisa de Nithael y por unos momentos dejo de pensar en el día de mañana. Cuando veo que ambos han acabado de cenar y están a punto de marcharse, apuro mi caldo y me pongo en pie.

-Vamos- digo, siguiendo su ejemplo, mientras me pongo en pie apoyándome en mi bastón-. Por ahora el mejor equipo que yo podría conseguir es un sueño reparador- digo, riéndome un poco-. Aunque las cuerdas serán más útiles para atravesar los muros.

Acabada la cena, los tres se dirigieron al posadero. De nuevo, él mismo se adelantó, sonriente, e hizo una leve inclinación de cabeza a modo de saludo. 

– Una cena espléndida, pese a las dificultades – dijo con amabilidad –. Mi nombre es Nithael, un placer. Estos son Jukka – señaló al hombre moreno con varias cicatrices en la cara, muestra de su experiencia –, y Zirnal – señaló al elfo, que como ya había notado en el viaje, permanecía ligeramente encorvado, como si esperara algo del suelo –. Es un placer poder disfrutar de un poco de relax antes de embarcarnos en un viaje por la justicia y la libertad, ¿verdad?

Una suave risa se escapó de entre sus labios mientras se apoyaba en la barra.

– La verdad es que estamos un poco nerviosos, je, je. No paran de decirnos que si el anterior grupo ha desaparecido sin rastro, que si eran más numerosos, que si vamos a acabar devorados por unos lobos hambrientos en cuanto entremos al bosque... – de nuevo, rió –. Es broma, eso me lo he inventado. Pero a propósito, tal vez tu nos puedas ayudar, seguro que como habitante de la aldea, y además tabernero, sabes muchas cosas. Dinos, ¿qué sabes del Castillo y su señor, del bosque que lo rodea y de los animales que lo pueblan. No las tenemos todas con nosotros, pero seguro que con una ayudita, podemos con lo que sea.

Jukka atiende a las respuestas que busca su compañero Nithael, y luego pregunta al posadero:

- ¿Donde podemos conseguir algo de equipo, necesitamos cuerdas, armas y demás suministros?

Muevo la mano a modo de saludo cuando Nithael me nombra. Asiento conforme explica nuestros nervios y, cuando hace la broma, trato de sonreir y miro a la cara del posadero para ver cómo reacciona. Una vez las preguntas de Jukka y Nithael han sido respondidas, le comento:

-Muchas gracias por todo. Una pregunta más, ¿las habitaciones disponen de algún tipo de escritorio?

El posadero alzó la mirada para contemplar a Nithael. ¿El señor del castillo? Preguntó algo sorprendido. ¿Qué qué sé? Se quedó ligeramente nervioso por la pregunta, el señor del castillo lleva años sin salir de él, jamás he visto su rostro y no recuerdo que mis padres lo vieran. Siempre se ha hablado de él como un ser malvado y peligroso, capaz de controlar todas las criaturas que hay a su alrededor. Pero jamás lo he visto. Solo sé que es mejor no toparse con él y que tiene cierta inquina por este pueblo. Necesitamos a un grupo valiente que logre derrotarlo y confío en que seréis vosotros.

Sobre el bosque, poca cosa, es un lugar excesivamente oscuro, bajo las ramas a penas nacen plantas pues los árboles ocultan toda la luz que pueda llegar al suelo. Llevo mucho tiempo sin pasar por allí. Y no te rías tanto de los lobos, dijo volviendo a mirarle, pues la mayor parte de las criaturas que lo habitan son precisamente eso, lobos. 

Después miró a Jukka, ¿armas y equipo? Podréis pedírsela mañana al amanecer a Meca, ella os dará las provisiones que nos queden. Por último contestó a Zirnal, sí, en las habitaciones hay mesa, cama, silla e incluso baño propio.