Partida Rol por web

Termina la cena y todo parece estar en orden. Las últimas aventuras han quedado atrás y estáis sentados con vuestros compañeros en la sala común de la posada, disfrutando del calor del fuego y el frescor de la cerveza. La charla empieza a derivar, como siempre, hacia leyendas de hazañas pasadas y cuentos de tierras lejanas y, mientras habláis y escucháis, cada uno de vosotros piensa en el día en que otras personas, en un lugar como este, estén narrando vuestra historia.

Al rato os interrumpe un fuerte pícaro mediano. No parece como los medianos más tradicionales, es ligeramente más alto y de rostro enjuto. Bajo un cabello castaño y liso y unos ojos verdes luce una sonrisa perenne. Lleva armadura de cuero y una capa gris de buena hechura. Lo que distingue al mediano es su capa y su pertinaz curiosidad.

- Buenas noches forasteros, mi nombre es Lannet. Se presenta sonriendo. - ¿Qué tal ha ido el día?, ¿habéis encontrado algún trabajo?

A la llegada del mediano, Groland estaba pensando ya en ponerse a hablar de negocios con sus nuevos compañeros, y acordándose de pronto de los dos soldados con los que había hablado, había vuelto su mirada hacia la taberna, buscándolos. Fue de esta manera que no vio venir al intruso, justo por el otro lado, que le pillo por sorpresa.

-¿Hm? -gruñó Groland, girando en redondo su gran cuerpo sobre la silla-. ¿Y con qué derecho, "Lannet", os inmiscuís así en una conversación privada? -Frunció el entrecejo.- Porque si no tenéis una buena respuesta, ya podéis dar media vuelta.

El joven semielfo había decidido pedir del plato del día, como el resto de sus compañeros, consistente en cerdo y patatas asadas, pero apenas había comido carne. No tenía el estómago como para llenarlo, pues un nudo se le había hecho bajo el pecho tras su actuación con Arue. Se sentía terríblemente culpable, y lanzaba tímidas miradas a la joven de cuando en cuando. Sí bebió vino con especias, al que ya estaba acostumbrado, que le despejó la cabeza y le hizo sentirse más dicharachero que de costumbre.

En cuanto el mediano se acercó, se mantuvo en silencio, pues era evidente que no tenía intención de volver a meter la pata con extraños.

Brand no puede evitar una risotada ante las secas palabras de Groland al mediano, pero se apresura a hablar para evitar que el recién venido se ofendiera. No es que creyera que su compañero estaba equivocado en su opinión, pero no merecia la pena ganar enemigos si se podía evitar... al menos no si dichos enemigos vivieran cerca.

-Perdona las palabras de mi amigo Lannet, a sido un día largo y cansado para todos. -dice el hechicero- Aunque he de reconocer que su pregunta tiene merito, ¿porque te interesan las idas y venidas de unos desconocidos? ¿quieres conversación durante la cena o es algún negocio lo que te motiva?

Tras haber compartido lo que sabía, me limité a escuchar al resto. Como la taberna cada vez estaba más llena, puse especial atención en mantenerme bajo mi capa. Aún así, notaba las miradas de Rashaniel, aunque no estaba seguro si era vergüenza, culpa o miedo por la falta de confianza. Bueno, de momento tampoco me importaba, hacia tan sólo unas horas que nos habían presentado, cualquier reacción de ese tipo era comprensible. Pedí como todos el plató del día, aunque hubiese preferido un menú con menos carne, y lo comí en silencio.

A la llegada del mediano, me limité a agachar un poco más la cabeza, para evitar que mi piel fuese visible y escurrí mi mano bajo la mesa para agarrar la empuñadura de mi espada. El mediano no parecía una amenaza, pero no sería la primera vez que alguien así era utilizado cómo distracción.

Rizzen es un tipo frugal, no le gustan las grandes comidas,  aunque considera que comer es una los mejores placeres del mundo. Pero su rostro mostraba quiza el cansancio acumulado del dia. Ademas tenia la extraña sensacion que a medida que se iba la luz del dia, su animo decaia.  No en vano su deidad es la deidad de la luz, del amanecer, del alba. Pero no podia dejarse vencer por el desanimo. Tenian una mision que cumplir y tenia que poner todos sus sentidos en ella. 

Inmserso en sus cavilaciones, la presencia y las palabras de sus compañeros, le sacaron de su ensoñacion. Cogio su jarra de vino y con una largo trago presto toda su atencion al nuevo personaje que acababa de inmiscuirse en sus asuntos..

Algo raro le pasaba al pícaro. Todos le mirásteis estupefactos, viendo que temblaba todo su cuerpo, hasta que la voz se le quebró, como a un chico en pleno crecimiento. Lannet emitió un extraño sonido. Sí, Sí, estaba riendo a carcajadas, divertido por las palabras del guerrero, sin preocuparse por el silencio sepulcral de los demás como reacción a su hilaridad desenfrenada.

- No os pongáis así, bravo caballero. Lo único que pretendo es charlar con gente nueva de cosas nuevas. Uno está cansado de oir simpre lo mismo. Que si el vampiro, que si los merodeadores orcos han asesinado a varios guardias...En fin, si molesto, me marcho con mi cerveza a otra parte. Lannet esperó a que le contestase, realmente tenía bastantes ganas de charlar.

El joven mago casi se atragantó con un trozo de pan duro cuando el mediano mencionó el tema de un vampiro. ¿Vampiros en aquella zona? ¿De verdad? 

- Va-vampiros... ¿has dicho vampiros? - dijo, tragando con dificultad y poniendo ambas manos sobre la mesa - ¿Hay vampiros aqui? ¿No son leyendas?

Sorprendentemente, el muchacho parecía más excitado que asustado, aunque el temblor de sus manos no se distinguía del habitual. Quizás la emoción por lo desconocido habría mostrado una nueva faceta de su carácter.

Groland iba a decir alguna grosería cuando se percató de la reacción de sus compañeros: Brand y Rash, cada uno por sus motivos, parecían interesados en el mediano; la drow se había arrebujado en su capa, aunque el hombretón no habría sabido decir si era por temor a ser reconocida o por franco desinterés; Rizzen y Greinh no habían dado muestras de hostilidad precisamente...

Los mercenarios con los que el guerrero se había movido hasta el momento solían ser, en entornos "gremiales" como cantinas o fuegos de campamento, gente abierta y dicharachera; sin embargo, eran en general bastante celosos de su privacidad en cualquier otro lugar, y más aún tratando temas particulares entre compañeros, de forma que aquella intromisión normalmente habría sido recibida con hostiles palabras de rechazo. Por si eso no fuera suficiente, en las compañías de mercenarios de Chesenta no era común ver gente pequeña, por lo que probablemente el mediano se habría ganado también alguna patada en su trasero menudo, lo que habría provocado indudablemente unas buenas risotadas.

Pero sus nuevos compañeros eran gente de otra pasta: sociables, comedidos, educados. Groland no quería quedar como un gañán bárbaro y estúpido, así que se mordió la lengua. No obstante, que hubiera decidido ser menos antipático no quería decir que la presencia de un desconocido le gustase, sino todo lo contrario, lo que expresó dándole llamativamente la espalda al tal Lannet y murmurando unas palabras poco amigables a su jarra de cerveza.

Satisfecho con que Groland no pareciera dispuesto a continuar molestando al pícaro, algo no muy sabio si le tenias algo de apego a tu bolsa, Brand se relaja.

-Tal vez para ti sean siempre las mismas historias Lannet, pero nosotros somos nuevos en la zona, como bien pareces saber.- comenta el hechicero- Y tendríamos interés en escucharlas.

Observé la escena desde debajo de mi capucha. Aunque me había puesto tensa cuándo el mediano empezó a reírse, al borde de desempuñar mi espada (me alegraba de no haberlo hecho por una falsa alarma tan estúpida), ahora me limitaba a ser un personaje pasivo en esa historia. Escucharía, sin entrometerme, lo que el mediano tuviese que decir y lo que el resto quisiese compartir. No obstante, no dejaría que dieran toda la información de la empresa que íbamos a tomar a un desconocido y sin nada a cambio.

La reacción del semielfo ante la palabra vampiro me pareció, al menos, curiosa. Yo no entendía mucho sobre vampiros, pues no eran criaturas normales, y suponía que gente más afín con la magia las conocería más, pero no esperaba una reacción tan entusiasta ante su mención. Seguí observándole para intentar vislumbrar qué es lo que le excitaba tanto...si el mediano seguía hablando de ello.

Al oir al joven mencionar a los vampiros, Rizzen sondeo el rostro de sus compañeros para ver sus reacciones. Todos al igual que el clerigo estaban convencidos de que los vampiros eran meras leyendas para asustar a los niños. Rizzen se sentia muy intrigado por estas criaturas de la noche, al ser todo lo opuesto a su deidad, el dios del alba, del amanecer y de la luz. Por eso presto todos sus oidos a aquellas conversacion. 

Aunque habia oido algo en su formacion como sacerdote de Lazhander en Cormyr, nunca se habia topado con ninguna y eso seria una experiencia realmente... inspiradora. LLevar la luz de Lazhander aquellas criaturas seria un gran gozo para su religion.

Sientate amigo... y cuentanos esas historias de Vampiros. Me interesan bastante sus pormenores como criaturas de la noche que son.

- Todo el mundo sabe... Continuó Lannet mientras cogía un silla y se sentaba con vosotros. Le brillaban los ojos. Su mirada no se apartaba del clérigo que le había invitado a unirse a la conversación. - Que un vampiro vive en el interior de los ruinosos muros del castillo de Eralion. ¿Qué otra cosa podría explicar la figura espectral que la gente ve durante la noche?

El agudo repicar de la campana de la aldea se eleva sobre el alboroto reinante en el salón común de la posada. Escucháis sonidos de batalla provenientes del exterior y veis el parpadeo de extrañas luces al otro lado de la ventana. Mientras cogéis las armas y os precipitáis al exterior, reparáis inmediatamente en que el Templo de Freya está ardiendo y que parece haber una refriega entre la guardia y un grupo de humanoides. Varios guardias yacen en el suelo, heridos o muertos. Desde la periferia, veis llegar a Shandril y Arlen corriendo hacia vosotros. Las llamas envuelven el templo por completo e iluminan la aldea con un resplandor infernal. Con un grito, los humanoides arrojan lo que parecen ser antorchas incendiarias a los guardias y escapan en dirección este, profiriendo aullidos en su extraña lengua.

Escuché desde mi recogida posición las palabras del mediano.

"¿Las ruinas? ¿Un misterio en ellas? Entonces puede que aún tenga más sentido lo que pensaba sobre la hija del Herrero al principio, pero entonces lo de la mantícora se aleja con creces... Aunque mejor, si huubiese ido a por la mantícora, apuesto a que estaría muer..."

Mis propios pensamientos se vieron interrumpidos por las campanadas que hacían eco en todos los rincones de la ciudad en ese momento. Tan rápido como pude (y mis compañeros a la misma velocidad, sorpresa positiva para mí), salí del lugar para ver que era lo que ocurría, espada en mano.

Observé la carnicería sin decidirme a actuar. Estaban lejos y eran demasiados para mí. Miré a mis compañeros pero parecía que ellos también veían pocas posibilidades a llegar a tiempo para poder actuar, puesto que no se movían hacia el lugar. Antes de que ninguno pudiese decidirse, los humanoides lanzaron antorchas a los guardias y huyeron aullando. ME fijé entonces en dos figuras que se acercaban corriendo a nosotros. Me aseguré de que mi capucha no dejaba ver mis rasgos y que la noche me protegía, pues no sería la primera vez que era culpada de cosas imposibles y tal vez alguien me culpaba de esto. Me mantuve tensa y preparada para cualquier irregularidad, mientras las dos figuras seguían corriendo hacia nosotros. Concentrada y en silencio.

Al observar a las figuras arrojar las antorchas y correr el primer instinto de Brand es perseguirlos, pero una mirada al templo en llamas y los guardias heridos le hace cambiar de idea. Frustrado pero sabiendo que su primera prioridad era asegurarse el bienestar del pueblo, el hechicero se gira hacia su familiar posado en su hombro.

-Sigue a esos humanoides. -le dice para no dejar marcharse impunes a los incendiarios- La oscuridad debería ocultarte pero no te arriesgues, mantente en lo alto y se crees que hay algún peligro da la vuelta. Vuelve cuando sepas  donde se han detenido o cuando salga el sol , lo que ocurra antes.

Cuando el cuervo hecha a volar desde su hombro en dirección al este siguiendo a los humanoides, Brand vuelve su atención a Shandril y Arlen.

-¿Que ha pasado?

El joven mago se quedó algo decepcionado por la información sobre el supuesto vampiro. ¿Qué más cosas podían ser esa figura fantasmagórica? Pues podría ser sólo un aldeano, un noble con insomnio, personal de servicio, o algo tan sencillo como residuos de algún hechizo. Rashaniel se sentó de golpe en su silla, frustrado, y apoyó la barbilla en la mano. Al menos tenían la información sobre la mantícora...

Entonces todo se revolucionó. El sonido de la campana le puso nervioso, pensando por un momento que estaba en su aldea y que les estaban atacando. Pero no, seguía en aquella taberna, pero sí sonaba a un ataque. Como una exhalación, pensando en los niños y los ancianos, cogió su báculo y siguió al grupo hacia la calle. El ambiente estaba cargado de cenizas y polvo, y donde quiera que miraba veía gente corriendo y el pálido resplandor de las llamas que provenían de la capilla. 

Paralizado por la situación, Rashaniel no supo qué hacer.

Groland no fue de los primeros en salir al exterior, pero en cuanto cruzó la puerta vio el espectáculo: al final de la calle, el templo ardía iluminando la noche con oleadas rojizas, y en la plazoleta frente al templo, la guardia se enfrentaba a unos combatientes con antorchas. Al momento, y pese a no tener ni sus armas ni su cota, su experimentado instinto de guerrero redujo el tiempo de reacción a cero y le lanzó a la pelea, sus ojos buscando algo con lo que golpear a sus oponentes. Sin embargo, lo que sus ojos encontraron fue a dos figuras aproximándose: una era la elfa Shandrill, pero al varón que iba a su lado no lo había visto antes. Mientras los observaba acercándose, Groland vio como los enemigos de la guardia huían de la escena por alguna calle que no alcanzaba a ver, perseguidos por un grupo de habitantes de Fairhill que entró en escena lanzándoles piedras. Otros ciudadanos comenzaron a atender a los guardias heridos, mientras un tercer grupo formaba una cadena de cubos de agua hacia el templo. Viendo como los habitantes del pueblo se encargaban de los daños, Groland decidió perseguir la acción, pero, desprotegido y desarmado, de poco serviría. Detuvo su carrera y maldijo a los cielos en su lengua natal.

-¡MALDITOS SEAN LOS FLÁCIDOS PECHOS DE TYMORA! -añadió en la lengua común, girando sobre sí mismo y emprendiendo entre aspavientos el camino de vuelta a la posada-  ¡Necesito mis $&"/$& armas!

Sus compañeros habían cenado con todos sus pertrechos, armas y armaduras incluidas. A Groland esto le había parecido una torpeza propia de primerizos, pero era él el que estaba quedando como un pardillo. Eso le hizo enfurecerse aún más. Conque eso era lo que había con ese pueblo, ¿eh? ¡Ataques a medianoche! No le volverían a pillar desprevenido.

La mencion de la existencia de un vampiro en las cercanias, inundo la mente de Rizzen en la busqueda de la gloria de Lazhander. Que mejor manera de hacer ver a todo el mundo el poder de su deidad que llevando su luz a tan vil criatura. ¿pero seria verdad su existencia o caso este joven estaba equivocado?. Deberia investigarlo... 

tales pensamiento inundaban la mente de Rizzen cuando el estruendo le devolvio crudamente a la realidad. Siguio precipitadamente a sus compañeros a la calle y su rostro enrojezido de ira y de temor, por lo acontecimientos paso a un estado de preocupacion sincera al ver a Shandrill acercarse a ellos.

Raudo se acerco a la pareja a la espera de las explicaciones oportunas. De nada servia perseguir a los causantes.. ya se les llevaria ante la justicia. Era el momento de preocuparse por los posibles heridos...

Shandrill de forma jadeante os anuncia. - El templo de Freya acaba de ser saqueado por unos orcos. Tres de los guardias del pueblo han muerto durante la escaramuza.

Mientras tanto Arlen se hace cargo de la situación tratando de conseguir que el fuego sea apagado. Arlen es un humano de unos 45 años y el pelo negro, interrumpido por una franja gris junto a las sienes y una raya plateada en la corta barba. Lleva consigo un cetro de un metro de altura, hecho de madera oscura y robusta cubierto por bandas de hierro. Lo ostenta como insignia de su cargo de magistrado. Sus oscuros ojos parecen atravesar a cualquiera en el que se posen, lo que hace que resulte muy difícil mentirlo directamente.

Baran, el capitán de la guardia, llega en esos momentos dando ordenes a la guardia para restablecer el orden y fortificar el pueblo frente a futuros ataques.

Shandrill ve que vosotros sois sus únicos aliados posibles, ahora que la guardia está ocupada por ello os dice. - Necesito vuestra ayuda, aquella que me ofrecísteis en el templo. Ayudadnos a recuperar uno de los objetos robados. Se quedó unos instantes en silencio. - El crisol mágico consagrado a Freya. Lo necesitamos para bendecir las cosechas.

Baran acepta a regañadientes el plan de la sacerdotisa. Mientras esperan vuestra respuesta os mira de arriba abajo con aire de desaprobación.