Partida Rol por web

Y entonces la oscuridad la envolvió, y la semi drow no vio nada más. No recordó nada más. Unas últimas palabras sonaron en su cabeza.

"Ahora serás Arue D. Flowright."

"No. Ya no."

Y el bosque la envolvió....la abrazó de nuevo. Sus sonidos, su olor, el canto de los pequeños animales, el chirriar de los insectos....ella era de nuevo uno con el bosque, se fundía con él, se acoplaba a él, se adaptaba a él. Así se lo había enseñado...él. 

La sombra le siguió, vigilándola mientras ella evolucionaba por su cuenta. Ella sabía que era él, y también sabía que él se estaba dejando ver, aunque ella apenas era capaz de distinguirle...pero era su forma de decirle que se preocupaba por ella y que no dejaría que le pasara nada malo...así ella podría aprender con total libertad y seguridad. O al menos eso pensaba hasta que dejaba de notarlo y sentirlo....hasta que la sensación de amenaza crecía y crecía conforme pasaban los minutos y él no aparecía. Entonces ella sabía que él la estaba poniendo a prueba, una vez más. Pero un día...él no volvió...y una se fue en su busca. 

Ahora.

A su alrededor sólo había un bosque oscuro. Un bosque impenetrable. El bosque era malvado...ella podía sentirlo en su piel...dentro de ella mientras se acercaba a los primeros árboles. Poco a poco, se fue abriendo paso por el linde, pero las ramas parecían rechazarla, las hojas la golpeaban, los arbustos se enganchaban en su ropa, le dañaban la piel, la hacían sangrar....como si le impidieran entrar más allá...como si no quisieran que penetrara en lo profundo, pues quizás, no volvería. Una sombra acechaba cada vez más cerca. La sensación de amenaza fue creciendo, rápidamente, cada vez más...por todos lados....al poco se encontró llena de heridas, pero a ella no le importó, seguiría avanzando, pese al dolor...y se enfrentaría a la sombra. Ella era fuerte. Ella era una superviviente. 

Ella era Arue D. Flowright. 

"Pero no ha llegado tu hora aún..." susurró la sombra cerca de ella con cierta desilusión en la voz......"vete....volveremos a encontrarnos...quizás la próxima vez no te escapes....y te prometo dolor...y olvido." 

Groland apenas tuvo tiempo de interponer su arma entre él y la bestia para tratar de rechazar el ataque, pero no logró evitar que la criatura le diera un terrible «abrazo» y clavase sus dientes profundamente en su hombro. Sí consiguió que no se lo arrancara de cuajo, ni sucumbir a su peso. Mientras la mantícora le mordía, rabiosa, Groland gritaba de dolor y daba auténticos porrazos con su puño libre en la cabeza del monstruo.

—¡SUÉL... —Puñetazo.— ...TARGH!... —Puñetazo.— ...MEARGH! —Puñetazo.

Cerca de él, la magia de Kerri traía a Arue de vuelta al mundo de los vivos y Rash fracasaba en su ataque, pero él estaba algo ocupado para fijarse en ninguna de esas cosas. Cuando por fin se liberó, la parte derecha de su torso estaba empapada en su propia sangre, que empapaba el tejido de sus ropas y la malla metálica. Apenas conseguía mantener la guardia y comenzaba a sentirse muy mareado. Supo con certeza que otro ataque así le tumbaría. Tuvo entonces la tentación de echar mano de las pociones curativas de su cinto, pero se contuvo: no le iban a salvar. Tampoco podía retroceder: la mantícora iba a perseguirle y cazarle. ¿Qué podía hacer? El combate contra la otra mantícora adulta vino de pronto a su memoria. En aquella ocasión, los hados se habían puesto de su parte, pero era imposible que tuviera tanta suerte esta vez: su enemigo actual una criatura fría y diligente, no como la otra. «Supongo que esto es justicia», se dijo, socarrón, secuestrado por la perspectiva de su propia muerte, el fin de Groland.

Sin embargo, había algo que podía hacer: podía suponer la diferencia para sus compañeros. El combate estaba cobrándose un alto peaje en la mantícora: tenía varios huesos fracturados -él había notado cómo se rompían bajo su maza- y la lanza de Jerinor estaba haciendo también estragos. Había en el suelo sangre que no era de Groland. Incluso había oído el familiar zumbido de unos dardos mágicos, seguido por los gruñidos de dolor de su enemigo. En cuanto a sus amigos, salvo Arue, estaban indemnes: ¡podían hacerlo! Pero necesitaban una última ayuda. Como otras veces, no se lo pensó más: reuniendo todas las fuerzas que le quedaban, el cormyriense se lanzó al ataque.

—¡Estás... Estás ante un De Fleur... monstruo! —gritó agotado mientras burlaba las maniobras defensivas de la mantícora—. ¡DEBISTE MATARME DE UN GOLPE!

Esta vez no rezó a Freya, pero la fortuna aún así quiso que la maza del guerrero diese en su objetivo.

A veces los dioses tenían ganas de jugar con el destino y pasaban cosas como aquellas. Perder la Bolsa de Maraña que había comprado le parecía un gasto tonto, pero no tendría mucho importancia si no salían de aquel encuentro. Aunque Jerinor y Groland lo estaban haciendo de fábula, aquella bestia maliciosa se estaba desquitando con el mercenario a base de bien. La adrenalina recorría su cuerpo, inundando su organismo mestizo de compuestos químicos desconocidos en un mundo como aquel. Sólo quería a esa bestia muerta, y ni siquiera ver a Arue respirando nuevamente relajó esa sensación. Ni siquiera se paró a devolver su puya a Brand, tampoco podría. Rashaniel no era un mago de combate, era de apoyo, de estrategia.

Pero en aquel momento, sólo era un semielfo desbocado con un bastón en sus manos y una ballesta en la mochila. Aprovechando la distancia que le separaba de la bestia, buscó el arma entre sus cosas y la preparó para dispararla.

Parece que esta vez había sido ella quien había salvado a Arue, y no al revés, quizás esto cambiaría las cosas, o soy yo la que esta cambiando?, de todas maneras no había tiempo que perder, a Grolan le habían asentado un golpe fatal, por la sangre que manaba de su costado le habían seccionado alguna vena importante, aun así parecía que aun tenia fuelle y ese fuelle era el que ella tendría que aprovechar, una oportunidad una sola, pero quizas fuera crucial. Así que con decisión y alejándose un paso y suplicando a Freya su apoyo de nuevo, apunto con un dedo a la manticora y digo:- Quieto!, esperando que mi hechizo sea lo suficientemente fuerte como para poder con la voluntad y las ansias de matar de esta manticora dejándola a merced de mis compañeros por un tiempo ínfimo, pero quizás suficiente.

El sueño se desvaneció de golpe y abrí los ojos de golpe a la vez que tomaba una gran bocanada de aire, viendo ni más ni menos la última cara que quería ver: la de Kerri. El tiempo parecía haberse realentizado de repente, dándome tiempo a estudiar en mi cabeza lo que probablemente había ocurrido.

La mantícora nos había sorprendido, había matado a mi yegua y después se había abalanzado sobre mí. Había notado tanto el dolor cómo mi alma abandonando mi cuerpo. La sangre aún estaba húmeda en mi cuerpo y mi ropa, y aún así, estaba viva. Kerri habría usado alguno de sus cantícos a Freya o a saber quién e, irónicamente, habían contestado. Si aún existía alguien en el universo que no creía que los dioses eran unos hijos de puta que adoraban reírse de los mortales, es que era idiota.

Los gritos de Groland hicieron que mi cuerpo reaccionase al instante ante la renovada vida que habían soplado en mí. Sin saber cómo, me levanté de casi un salto retrocediendo ligeramente ** mientras mis manos cargaban el arco - las había llevado a mi espalda de manera instintiva y milagrosamente mis armas aún estaban ahí -. Notaba que mi cuerpo no aguantaría mucho, sobretodo si la mantícora decidía golpearme de nuevo, pero no podía hacer otra cosa. Mi vida era luchar, era seguir sus principios, era proteger la inocencia e intentar hacer del mundo un lugar algo mejor a pesar ed que nunca había sido bueno conmigo. Y era la mantícora la que debía caer, y no Groland. Notando que probablemente mis músculos iban a explotar por forzarlos demasiado, tensé el arco y...*

El frío de la mañana entumecía los miembros de Groland de Fleur, ¿o acaso era la pérdida de sangre, la mordedura de la bestia, el veneno que podría haberle inoculado con su ataque...? Tantas y tantas posibilidades....pero el guerrero, desafiante en sus últimos momentos de vida, rió ante la cara de la muerte, una vez más, lanzó un grito, un desafío a su adversario mientras la sangre salía de sus heridas y manchaba sus ropajes, con sus compañeros alrededor de él tratando de derribar a la bestia. 

—¡Estás... Estás ante un De Fleur... monstruo! —gritó agotado mientras burlaba las maniobras defensivas de la mantícora—. ¡DEBISTE MATARME DE UN GOLPE!

El grito pareció enardecer al resto, que intuyeron que su amigo estaba en las últimas. Groland, el valiente. Groland, el honesto. Groland, el que había dado su sangre, literalmente, para defenderlos a todos y cada uno de ellos. 

Kerri se había jugado el físico y quizás algo más para ayudar a la semi-drow con la que tenía sus mas y sus menos, demostrando que, pese a las discusiones, seguía siendo parte del grupo y estaba dispuesta a sacrificarse si hacía falta. Rash, frenético, contemplaba como su costosa bolsa se diluía en el aire, intentando pensar en un plan alternativo frente a las pullas del Elfo pelirrojo, que lanza conjuros como si no hubiera un mañana, como si el próximo en morir pudiera ser él....

Jerinor se lanzó de nuevo encima de la criatura, alzando su lanza e intentando clavarla en unos rápidos y frenéticos ataques, pero la piel era demasiado dura...."¡CAE...MUERE....GROLAND......NO.....!". La fairhilliana tenía una terrible premonición...pero Kerri imploró de nuevo*...mirando a la guerrera....."¡Freya está contigo....confía en mí!". La fairhilliana levantó una vez más su lanza, asintiendo a la clériga, y descargó en un golpe desesperado en el flanco de la mantícora, que penetró e hizo sangrar a la bestia. 

Los rugidos de la mantícora se escuchaban una y otra vez, ataque tras ataque recibido. Groland, alzando su maza bien alto, acompañó el ataque de la mujer de Fairhill con un sonoro golpe en pleno morro de la criatura, que rugió de dolor una vez más. En ése momento, la criatura hizo un ligero movimiento basculante hacia atrás y se lanzó hacia adelante, cayendo encima de Groland con un rugido de furia y dolor. Un gran chorro de sangre surgió de ambas figuras, que cayeron al suelo en un abrazo mortal, similar al que segundos antes había tenido Arue. 

Durante uno, dos, tres segundos, nadie reaccionó. Todos estaban paralizados, viendo como su amigo había sido derribado y muerto delante de ellos. 

Al cuarto segundo, alguien se fijó que Arue estaba de pie, justo al lado de Kerri, arco en mano...y que una flecha había entrado por la nuca de la criatura y vibraba metida casi hasta la pluma. La criatura no se movía.

No sabes qué ha sucedido, pero sí sabes una cosa....Estás bajo la mantícora...vivo. Y el bicho empieza a pesar...empieza a aplastarte. Te duele mucho.

No sabíe si el silencio estaba en mi cabeza o el mundo había perdido la voz, pero en el momento que mi flecha se despegó de mi arco lo único que yo conseguía oír era el latir de mi propio corazón. Acelerado, irregular, cansado. Vi cómo la flecha se clavaba en la nuca de la criatura en el último momento haciéndola caer sobre Groland. ¿O no era el último momento? ¿Había llegado tarde? ¿Había la mantícora terminado con Groland? ¿Y si los Dioses habían querido jugar un poco más y habían decidido que devolverme la vida a mí le iba a costar al guerrero la suya? Los dioses eran caprichosos, por eso yo no le rezaba a ninguno.

Mis brazos cayeron a ambos lados de mi cuerpo, cansados. El arco se me escurrió de entre los dedos y cayó en la hierba en silencio. Respiraba de manera acelerada mientras la adrenalina aún bombeana a toda velocidad dentro de mí, pero notaba que no duraría mucho. Di un paso y entonces el sonido de la campana del pueblo empezó a llegarme, lejano, cómo en un sueño. Di otro más mientras mi corazón iba poco a poco realentizándose. Mis músculos habían liberado toda la tensión del momento y no iba a guantar depié mucho más. Tres pasos, cuatro. Sólo necesitba un par más.. Conseguí llegar al lado de la cabeza de la mantícora, dónde Groland debería estar. Hacía mucho tiempo que no temía de verdad a nada, y ahora temía que el guerrero estuviese muerto por mi culpa.

Me dejé caer de rodillas e intenté empujar el cuerpo inerte de la bestia para desenterrar a Groland de entre sus fauces. Notaba que mi cuerpo desfallecería en cualquier momento pero necesitaba saber si El Señor Oso aún respiraba...

La neblina de sangre que cubría su vista se desvaneció lentamente. A medida que vio cómo Arue corría hacia Groland el mundo recuperó sus tonos amarillos, verdes y azules. El latido furioso de su pecho y su cabeza se tranquilizó, y sus piernas flaquearon hasta hacerle caer de rodillas sobre la tierra del camino, aún húmeda del día anterior. Rashaniel jadeaba, pese a que apenas si había hecho algún esfuerzo físico. Jadeaba de excitación, de miedo, de temor por sus amigos y por él mismo. El olor de la sangre de la mantícora le inundaba las fosas nasales, asqueándole, y sus sentidos agudizados le permitían distinguir ésta de la de Groland y Arue, entremezcladas como si se tratara de una macabra obra de arte.

Finalmente, dejó la ballesta y la mochila atrás mientras corría hacia donde se encontraba su compañero.

- ¡GROLAND! - gritó, con lágrimas en los ojos, palmoteando el cuerpo yacente de la mágica criatura para encontrar a su amigo, su compañero, su hermano - ¡GROLAND!

Kerri se preparo para lo peor, debía decidir si lanzaba un hechizo que paralizara a la manticora dando mas posibilidades a la mayoría del grupo, o ir a curar a Groland antes de que la Manticora le asentase el golpe definitivo. Eligió la primera y se preparo para lanzarlo, pero justo en el momento que empezaba a recitar las primeras frases de alabanza a Freya la manticora cayo encima de Groland aplastandole con su cuerpo, le habrá matado? fue lo unico que pensó Kerri y al igual que sus compañeros fue hacia alli mientras decía:- Ayudarme a mover esa bestia para ver si Freya puede hacer algo por Groland. Dicho lo cual empujamos la cabeza lo justo para ver a Groland y en el que entonando los cantos de alabanza a Freya imploro una curación para Groland.

Groland apenas había dado su último golpe cuando la bestia se abalanzó sobre él y... Fundido en negro.

«Hmmm... Hace calorcito aquí... Debería hacer más frío: el frío de la muerte, ¿no? Al menos, la opresión si la siento, tanto que no puedo ni moverme, y ya oigo las campanas celestiales... Hmmm... Algo toscas, pero celestiales...

Pero qué más da: estoy muerto... ¿Oyes, padre? ¡Muerto! O muriendo, que viene a ser lo mismo...

Sí: sé que no es la muerte que los dos esperábamos... Que no es como la del abuelo, rodeado por una docena de pieles verdes en el campo de batalla, luchando por el rey una vez más... En todo caso, tampoco ha sido una mala muerte, ¿sabes? Creo que he salvado a unos socios... Buena gente... ¡De una mantícora! No sé si has visto alguna vez una de estas: es un ser horrible, terrible... y huele aún peor. Estábamos ayudando a unos granjeros, te habrías sentido orgulloso. Ahora podrán seguir con sus vidas de campesinos, seguramente para ser devorados por algún otro monstruo en las próximas decanas... Sí, ya, ni preguntes: ya te contaré la de criaturas espeluznantes que he visto aquí. Quizás te lo cuenten, si es que vuelves a pasar por Fairhill y te hablan de mí... Espero que me pongan una lápida que te guste.»

Groland sintió entonces como algo tiraba de él. La presión se iba aliviando. Su nombre resonó varias veces.

«¡Oh! ¡Parece que el Más Allá me llama! Veo una luz... ¡Pero vaya tirones! No me esperaba que esto fuera así... En fin: estaré esperándote en este otro lado, pero...»

—...no tengas prisa.

Entonces, los cantos a Freya de Kerri surtieron su efecto y una sensación electrizante recorrió su cuerpo aún atrapado, revitalizándole. El chute hizo que se incorporara de golpe... o eso habría hecho si no hubiera seguido con la piernas bajo el cuerpo del monstruo. Volvió a caer, boca arriba. La luz del sol en lo alto le hizo parpadear varias veces mientras veía aparecer las caras de sus compañeros: Rash, Arue, Kerri...

—¿T-también os ha matado a vosotros...? —preguntó balbuceante y contrariado. Cerró los ojos de nuevo—. Porras...

Kerri sonrió ante la pregunta de Groland, le toco la cara y se quedo mirándolo un rato mientras pensaba,Casi te pierdo, el nexo de unión de este grupo, no te vayas nunca Groland, no te vayas.

Si no hubiese estado más centrada en sacar a Groland de ahí y comprobar si vivía, habría contestado con sarcasmo a la idiota de Kerri. Algo cómo "Oh, gracias por decirnos que saquemos a Groland, porque Obviamente Rash y yo sólo estábamos comprobando la dureza de la piel de la mantícora." O tal vez hubiese contestado con odio, algo del estilo a "Ya lo estábamos haciendo antes de que tú vinieras, loca engreída. No sé porqué tienes la necesidad de ser siempre el centro de atención." Pero no hice lo uno ni lo otro. Mi mente estaba demasiado ocupada en la tarea de no desfallecer mientras descubría el cuerpo de Groland.

Al final, entre todos, el cuerpo de la mantícora se hizo a un lado y Kerri volvió a pedir ayuda a su Diosa. Definitivamente era una loca egocéntrica y creída, pero su magia funcionaba. A lo mejor a los dioses les gustaban así. Cuando el señor Oso se incorporó de repente y habló, no pude evitar formar una pequeña sonrisa. Yo, Arue D.flowright, sonriendo. Y no era con malicia ni sarcasmo. Hacía años que no hacía algo así.

- Me temo que aún no nos hemos librado los unos de los otros. - le contesté antes de dejarme caer en la hierba, boca arriba, cerrando los ojos. - Necesito un minuto... - murmuré entre dientes. Terminada la batalla y el chute de adrenalina, mis músculos eran incapaces de moverse. Todo el cuerpo me dolía y aún tenía heridas abiertas. Vale, tal vez iba a necesitar dos minutos y no uno... o toda una noche y un día de descanso.

Escuchar su nada amable voz - no entendía cómo los humanos hablaban como si hubieran estado bebiendo durante días - fue lo más hermoso que había oído en mucho tiempo. Con lágrimas de alegría en su rostro, Rashaniel el semielfo se derrumbó sobre el pecho ensangrentado de Groland y se abrazó a él. Demasiadas emociones en tan poco tiempo. Hacía unos minutos pensaba que había perdido a Arue, y luego al pelirrojo mercenario. Kerri había hecho un fantástico trabajo, y el mago le dedicó a la bibliotecaria una mirada de aprobación.

Luego se sentó en el polvo, con las lágrimas dibujando errantes caminos sobre su rostro. Necesitaba una ducha. Y descansar.

Con el sonido de las campanas de fondo, todos ayudaron a sacar a Groland de debajo de la Mantícora. 

El sentimiento de alivio, gratitud y descanso fue patente en todas y cada una de las acciones de los componentes de aquel pequeño grupo tan variopinto.

Durante un minuto, Groland no sintió las piernas, pero poco a poco tuvo la sensación como si miles de hormigas corretearan furiosas por el interior de ambas, recuperando la movilidad y el dolor. Con sus compañeros cerca o abrazados a él, poco podía moverse, pero allí estaban, todos juntos y vivos.

A los pies de Groland yacía la enorme Mantícora Macho, con la boca abierta en un rugido eterno que nunca terminaría de emitir, mientras una punta de flecha asomaba por entre ambas mandíbulas, marcando el lugar exacto donde el disparo de Arue se había clavado en pleno salto de la bestia.

A lo lejos, diez jinetes se acercaban a toda velocidad hacia ellos, con el Capitán Baran en cabeza, claramente visible.

En menos de un minuto estuvieron allí.

Tras desmontar rápidamente, varios guardias contemplaron asombrados la bestia y el estado de los integrantes del grupo mientras el Capitán se acercaba a donde el grupo hacia "piña" alrededor de Groland, que seguía en el suelo recuperando el aliento. "¿Algún herido de gravedad? Podemos trasladarlo al pueblo o traer a alguien aquí..." preguntó, demostrando que iba directo al grano. Su mirada no dejaba de mirar una y otra vez a la Mantícora y al grupo, asintiendo breve y repetidamente mientras meneaba la mandíbula de un lado a otro.

"¡¡ Florin, Tristania !! Ayudadles ahora mismo, ¿qué hacéis mirando como pasmarotes?" dijo al mirar hacia atrás y ver a sus hombres y mujeres detenidos a una distancia prudencial. Los dos interpelados, un soldado fornido con cara de buey y una mujer enjuta pero de sonrisa vivaracha y bastante ágil se acercaron y les tendieron las manos para ayudarlos a levantarse, así como las cantimploras para saciar la sed o un hombro si necesitaban apoyarse para andar.

Jerinor se acercó a Groland y permaneció de pie a su lado mirándolo con ojos entrecerrados y una media sonrisa en la boca, pese a que todos podían notar que la mujer parecía preocupada por él..."¿Vas a levantarte o tengo que darte una patada en ése culo tan gordo que tienes?" le dijo en voz no demasiado alta...

El Capitán, que estaba cerca de ellos, alzó una ceja ante el comentario pero permaneció en silencio, observando la escena y señalando con su única mano a varios guardias y realizando un movimiento circular con el dedo en alto. Automáticamente, varios guardias salieron en diferentes direcciones alrededor del grupo, posicionándose a unos veinte o treinta metros del grupo, vigilando.

"Jerinor. ¿Qué ha sucedido? Lleváis un tiempo fuera...." preguntó el Capitán finalmente. Al parecer quería respuestas.

Rashaniel seguía sentado cuando llegaron los soldados a caballo. Las lágrimas habían dibujado surcos en sus mejillas llenas de polvo, y sus ojos se habían quedado fijos en los de la mantícora. Aún muertos, estaban cargados de esa furia que le había llevado a recorrer varias millas sólo para enfrentarse a ellos. No podía culparla. Era un padre vengando a su hembra y crías asesinadas mientras estaba fuera, mostrando un comportamiento tan propio de las razas más desarrolladas que le hizo estremecer. Y sin embargo, era una información que valía oro. Se obligó a recordar que escribiera todo aquello cuando tuviera tiempo.

- Arue y Groland son quienes necesitan más atención - dijo, incorporándose finalmente. Recogió la mochila del suelo y su báculo, y guardó la ballesta que había servido de poco en aquel combate - Y... bueno, hay mucho que contar.

No es que no quisiera contarlo, es que apenas tenía fuerzas. Mientras sus compañeros terminaban de recuperarse, él cogió su daga y tomó algo de sangre y el pelaje de la bestia. Uno de los colmillos también le valía, aunque le daba reparo acercarse a sus fauces abiertas, así que decidió tomar una de las garras.

Fue difícil, pero finalmente consiguieron sacar a Groland de debajo del cadáver de la mantícora... y meterle en la cabeza que no había muerto nadie, ni siquiera él. El guerrero tenía la cabeza algo embotada. Cuando Baran y sus hombres llegaron a la escena, el cormyriense seguía en el suelo, pero se levantó con la ayuda de los demás. Unos cuantos pasos después, ya podía andar por si sólo, aunque se sentía a punto de desplomarse. «Otra vez que engaño a la muerte... hoy. Esto no es bueno». Rechazó las cantimploras que le ofrecieron: había perdido mucha sangre, pero no pretendía recuperarla a base de agua, precisamente.

—Vamos al pueblo —fue lo que atinó a responder al ofrecimiento de ayuda del capitán y a la explicación de Rash. También contestaba así a Jerinor, a la que no pudo ocultar una brevísima y cansada sonrisa—. Y llevamos fuera apenas un día y pico —puntualizó sin maldad al caballero—. Todo un día y pico... Hablemos mejor abajo, capitán. Luego.

No tenía ninguna gana de ponerse a charlar en ese momento, así que no esperó a ninguna orden o permiso y comenzó a cojear en dirección al pueblo.

Veo como Groland se repone y contesto:- como ha dicho Rash Arue y Groland son los que mas necesitan cuidados, aunque todos necesitamos reposo y descanso. Recojo mi caballo y mi equipo. Cuando se levanta y empieza a andar comento:- Si vallamos al pueblo y oremos ante Freya por esta victoria. Sin mas me pongo de pies y empiezo a andar al lado de Groland hacia el pueblo.

Probablmenete me quedé medio dormida durante los minutos que tardaron en aparecer los soldados, o tal vez era el cansancio y la perdida de sangre que me hacía tener la cabeza un poco fuera de lugar. Estaba viendo su cara y oyendo su voz auqnue era incapaz de discernir qué decía o de realmente visualizar sus facciones. Sin embargo, era él, estaba segura. Quise levantar el brazo para poder tocarle, pero mi cuerpo no respondía. Y entonces empezó a alejarse y quise decirle que se auedase esta vez, pero mi voz tampoco quería colaborar.

En ese instante los grutos de los soldados de Fairhill me devolvieron a la realidad y abrí los ojos de golpe, notando al instante corrientes de dolor viajando por cada centímetro de mi cuerpo. Un pequeño gemido seguido de un gruñido se escapó de entre mis labios, y odié a todos los presentes por sacarme de mi estado de ensoñación dónde no notaba el dolor.

Escuché mi nombre entonces no una, si no dos veces, antes de asimilar lo que estaban diciendo. Estaban diciendo que me llevasen al pueblo, que me trasladasen, que me TOCASEN. No me gustaba el contacto físico si no era con una espada de por medio o en forma de puñetazo, y odiaba sentirme inútil y desaparada. Con otro gruñido de dolor empecé a incorporarme, consiguiendo levantar lo suficiente mi cuerpo para apoyarme en mi brazo derecho, de costado.

- Ya voy... yo sola... ¿Dónde es.. - antes de terminar la frase, recordé que la mantícora había matado a mi yegua. Mi expresión se ensombreció unos instantes. había sido muy buena compañera, y su muerte había supuesto mi supervivencia ante el primer ataque. Seguí dándome la vuelta hasta conseguir colocarme apoyada en mis manos y mis rodillas. Mi cuerpo quería tumbarse y no levantarse más, pero ya llevaba los suficientes años conviviendo con mi cabezonería cómo para saber que no iba a darle el lujo. Iba a levantarme e iba a ir al pueblo por mi propio pie. 

Finalmente conseguí ponerme en pie y obligar a mis músculos a dar un paso tras otro. Frùios y entumecidos era una tortura, pero peor tortura y humillación sería que me llevasen. Sin embargo, había algo que sí que no iba a poder hacer yo sola, así que señalé la yegua caída a uno de los guardias de la ciudad.

- Mis cosas. Van a necesitar otro caballo. - les dije esperando que entendiesen lo que les pedía, con voz cansada, antes de empezar a marchar hacia el pueblo con pasos cortos.

Ante las reacciones de los presentes, Jerinor se encogió de hombros hacia su Capitán, soltando casi una carcajada y poniéndose a la altura de Groland, a quien ofreció su hombro para ayudarle en su quejumbroso andar hacia Fairhill. 

Baran simplemente negó con la cabeza..."Algún día Jerinor....si no fuera porque eres de mis guardias más valiosas...", dijo, girándose y ladrando órdenes al resto de guardias. "¡Coged los enseres de ésa yegua!¡Repasad la zona, que no quede nada....ya tenéis vuestras órdenes....cumplidlas y volved al pueblo enseguida!" 

Con ésto último, se subió a su caballo y emprendió un semi-galope hacia el pueblo, donde las campanas ya habían dejado de sonar hacia unos momentos, dejando atrás al grupo con sus heridas, pensamientos y esperanzas de descanso y yantar revivificante. Los guardias rápidamente estrecharon el círculo, algunos acercándose a la mantícora, otros a la yegua. 

Arue y Rashaniel fueron capaces de distinguir, a pesar de la importante distancia que empezaba a haber entre ellos, que los soldados hablaban y miraban en su dirección, con toda probabilidad, de la hazaña que acababan de conseguir, ellos sólos, ellos seis.