Partida Rol por web

Las últimas palabras de Kerri, sobre el castillo y la mantícora y el «ettin», habían atraído la atención de Groland pero, a juzgar por su tensa expresión, quizás no de la forma más deseable. A continuación, durante el tiempo que Kerri se dedicó a sus rezos, el guerrero se había dedicado a poner en orden sus cosas y desayunar algo. También se había refrescado en el río, pues aunque estaban en otoño, ni el agua ni el día eran demasiado fríos. Finalmente, se sentó a esperar.

Durante el viaje, y salvo las necesarias intervenciones o algún que otro comentario insustancial, Groland mantuvo en general su actitud reservada. Sólo durante un trecho se acercó al caballo en el que cabalgaba Kerri y trató de charlar con ella. A falta de suficientes caballos, en aquel momento él iba a pie.

—Así que... hm... que eres de Cormyr, ¿eh? —dijo, por ejemplo—. ¿De dónde exactamente? —Y en otro momento también preguntó:— ¿Hace mucho que te fuiste de allí?

La conversación no duró demasiado: para cuando ascendieron las colinas que rodean Fairhill, ya hacía rato que se había acabado. Groland recibió con alivio el final de aquella expedición: quería salir de aquel bosque letal cuanto antes.

Rashaniel deliberadamente azuzó a su caballo para que viajase junto al de Groland durante el trayecto. Los primeros minutos, el mago parecía pensativo, sumido en sus propias ideas, quizás sin saber bien cómo afrontar la siguiente parte de su historia. Sin embargo, finalmente se atrevió a hablar con el mercenario.

- Seguro que tienes tus razones - dijo, amistosamente - pero me ha dado la impresión de que sabes algo sobre el castillo que nosotros no. ¿Querrías compartirlo conmigo?

Groland observó a Rash colocarse junto a él. Probablemente cómodo con el hecho de que el mago no comentase nada, tampoco dijo nada. Cuando Rash finalmente habló, Groland no pareció sorprenderse, como si ya lo esperara. Fue lo que dijo Rash lo que pareció pillarle algo desprevenido.

—Hm... ¿Sobre el castillo? —preguntó tras unos instantes callado, aparentemente extrañado o incluso divertido por la idea—. ¿Qué voy a saber yo sobre el castillo? Sólo dije que quizás no oculte ningún peligro para el pueblo, que quizás incluso guarde algo valioso... —añadió, algo incómodo—. Puede ser, ¿no? No es... hm... tan extraño.

Parecía no querer darle importancia a aquel tema.

El joven mago le dedicó una mirada cariñosa y comprensiva, como un padre que mirara a su hijo.

- De acuerdo, amigo mío - dijo, sinceramente.

Arue se mantuvo en silencio todo el camino, limitándose a gestos, ruidos y muy excepcionalmente monosílabos para indicar si tenían que cambiar rumbo, detenerse o cualquier otra cosa semejante. Tampoco me parecía mala idea el galopar el último tramo, evitando perder más tiempo. Tenía ganas de llegar al pueblo y poder separarme de la agobiante e irritante compañía de algunos.

De vez en cuando observaba al semielfo y al Señor Oso, intentado descifrar en qué pensaban sobre lo ocurrido y, sobretodo, lo que estaba por llegar. En Brand perdí el interés mucho antes, pues poco decía desde el día anterior. Y Kerri, bueno, era Kerri. Simplemenete al mirarla me daba ganas de estrangularla.

El camino era largo y yo iba pendiente de Ariadne, debía devolverla a su padre y eso era lo que haría, al fin completaría algo desde que salí de Suzail, a pesar de dejar un Monstruo suelto y cabreado por los alrededores, fallo que se debería enmendar en algún momento, pero este no era tal.

De repente se acerca Groland y me pregunta por mi Origen, a lo que respondo:- Vengo de Suzail, Y salí hace como dos semanas y algo, vamos lo que tarde en llegar aquí.

—¡SUZAIL! —exclamó Groland sorprendido, atrás su acostumbrado talante taciturno. Le brillaban los ojos, bien abiertos, y miraba a Kerri con atención.— ¿S-sigue abierto en el Paseo el taller del maestro tallador Giepelion...? Sí... eh... Un lugar que tiene colgadas por fuera muchas tallas religiosas... y títeres de madera... —preguntó atropelladamente—. Está junto a una casa de huéspedes que tiene unas petunias enormes colgando del... del... uh... ¡La casa del Farol Ambarino la llaman...!

Se notaba que los recuerdos eran lejanos y que a Groland le estaba costando traerlos al presente. En todo caso, se estaba esforzando, y tenía muchas preguntas. Preguntó por esos y otros lugares. Algunos de ellos seguían allí, y Kerri lo sabía. Otros habían cambiado, o hacía tiempo -incluso años- que habían desaparecido. Otros, directamente no le sonaban, pero... ¿Quién conocía cada lugar de una gran ciudad como Suzail? Podía ser por cualquier motivo.

Ira. Muerte. Venganza.

La loma poco a poco se iba acercando mientras veíais el pueblo de Fairhill en la distancia, dejando el pernicioso bosque atrás vuestra, a vuestra izquierda. El aire límpido y frío de alguna forma os reconfortaba, significaba que seguíais con vida tras todo lo acontecido, que no era poco bagaje hasta ahora. Historias que contar, leyendas que comenzar, cuentos para niños a los que sus madres quisieran acostar, advertencias para los viajeros....todas y cada una de esas cosas podrían ser aquello que saliera por vuestras bocas en las horas venideras, al llegar a Fairhill.

Rabia. Destrucción. Ojo por ojo.

El olor a hierba pisada os hizo relajaros, así como la visión del pueblo. El humo saliendo de las chimeneas era como una cálida bienvenida al hogar. La loma....alcanzásteis su cénit y quienes íbais en cabeza os detuvisteis breves segundos, para dar tiempo a los rezagados a reagruparse. Desde allí pudisteis observar que en los campos la gente esforzada de Farhill ya trabajaba en sus tierras, que los guardias seguían patrullando en los alrededores, aún lejos de vosotros, y que en general, la vida seguía tal y como la habíais dejado al partir de allí. Groland, emocionado por las últimas revelaciones de Kerri, hablaba y hablaba con ella, intentando sonsacarle información de un lugar lejano en el tiempo y el espacio....

Asesinar. Destripar. Diente por Diente.

La campana de lo alto de la torre sonaba, eso significaba problemas. Aunque esforzásteis la vista, lo único que pudisteis llegar a ver es que un guardia parecía ser el causante del sonido de la campana, pues veíais movimiento en lo alto de la torre. Un virote largo y pesado salió disparado en vuestra dirección, clavándose en el suelo a unos 50 o 60 metros de distancia de donde os encontrábais en ésos momentos. Al parecer, alguien había disparado el escorpión emplazado arriba de la torre. 

"¿Qué mierda están haciendo esos imbéciles?" soltó Jerinor alzándose de pie en las bridas de su caballo y agitando los brazos en dirección hacia la torre. "¿¿¡¡IDIOTAS, QUE SOMOS NOSOTROS, O ES QUE NO SABÉIS DISTINGUIR UN ORCO DE UN HUMANO!!??"

Un fuerte sonido llegó desde arriba vuestro, como el de unas telas al rasgarse por el viento al pasar entre ellas, mientras una figura enorme caía casi a plomo encima de Arue y su caballo, rodando con ella por el suelo mientras un rugido angustioso a la par que rabioso se escuchaba, entremezclado por un relincho de pánico del caballo. Un audible "crack" se escuchó mientras todos dábais un respingo por el susto y la impresión. La tierra y hierba del suelo se alzó en grandes terrones alrededor de las dos figuras mientras daban un par de giros como si fuera un abrazo mortal. El caballo se limitó a dar un par de coces en el aire para quedarse quieto después, con su columna partida por varios sitios. Sólo los dioses sabrían por qué Arue no había sufrido el mismo destino.

Nadie había escuchado como la muerte caía desde el cielo, como aquel monstruo sediento de sangre se precipitaba desde las alturas sobre vosotros. Ni siquiera los familiares de Rash o Brand se habían percatado, quizás más atentos al sonido de las campanas que a lo que sucedía a su alrededor.

Las alas del monstruo estaban malheridas y sanguinolentas, como si llevara toda la noche volando sin parar y con un último esfuerzo se hubiera precipitado con todas sus fuerzas hacia abajo, sin pensar en su seguridad ni en frenar la caída...sólo en busca de muerte.

Con un rugido de pura rabia y dolor, la bestia se alzó tras dar una vuelta de campana con Arue entre sus garras y le lanzó un zarpazo a la espalda de la semi-drow que dejó cuatro garras marcadas profundamente mientras la sangre fluía a borbotones por dichas marcas. La situación era más que comprometida, y Arue, que pudo ver la mirada enloquecida de la criatura, una poderosa y fuerte mantícora macho a menos de un metro de ella, supo que en ésta ocasión no habría piedad ni compasión.

Sólo había una salida para aquella situación. Matar o morir.

Idiota. Idiota. idiota. Se había acomodado. Había pensado que todo había acabado, y que era momento de pensar en planes de futuro. Pero había sido el primero en decir que aquella loma era un nido, y que faltaba un macho. No eran bestias cualesquiera. No eran lobos u osos que se alejaran del lugar y emprendieran una nueva vida. Era una Mantícora, era una bestia mágica e inteligente que los había perseguido con la ira homicida del ser que sólo busca venganza. Como un ser humano. Un ser humano con unas garras capaces de partirle la columna vertebral a un caballo de un solo golpe. 

Ni siquiera había visto cómo la bestia había caído. Sus ojos estaban posados en el hermoso efecto de la luz sobre las montañas, cayendo sobre Fairhill como un manto dorado, preguntándose si sería capaz de plasmar lo que veía sobre un lienzo. Sólo cuando llegó la ráfaga de viento y el estruendo, seguido de un graznido de un halcón peregrino - tan sorprendido como él mismo - se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Obedeciendo a una orden mental, su familiar alzó el vuelo y se alejó de la zona, aunque por primera vez no se marchó sin más, sino que se mantuvo vigilante. Quería saber cómo se las apañaría el joven mago. Si sería un cobarde o un salvaje descontrolado. Rashaniel deseó ser alguien que sobreviviera.

Entonces todo se ralentizó. Su afilada mente calculó lo que tardarían los soldados del pueblo en acudir en su ayuda, y supo que nunca llegarían a tiempo de salvarlos. Estaban solos. Y Arue estaba caída en el suelo, a merced de esa bestia. El mago no se lo pensó dos veces, lo primero era descender del caballo* - su montura era una superficie mayor sobre la que atacar, y podía encabritarse y lanzarlo al suelo - y luego negar su primer instinto. No podía simplemente alejarse y huir. Tenía que ser un estratega.

Disponía de un conjuro que otorgaba una protección mágica sobre el receptor, como si fuera una armadura. Pero aún no sabía cómo hacer para que protegiera a alguien con trajes de cuero o metal, así que quizás lo mejor sería usarlo consigo mismo. Pero Groland y Arue - y Jerinor - estaban cerca, así que quizás debería apoyarlos desde lejos. Sin preocuparse de ser discreto, entonó el rápido hechizo que ayudaría a vencer a esa bestia. 

- ફ્લેર 

Vociferó en el arcano idioma, e inmediatamente una luz cegadora surgió de su mano**

Groland se había entusiasmado visiblemente con el descubrimiento de que la clériga era de Suzail, pero, de hecho*, para cuando ascendieron por la loma que se alzaba junto a Fairhill ya había decidido dejar la conversación para más adelante y viajaba concentrado, quizás pensando en lo que quería hacer una vez en el pueblo. Con cierta cantidad de cerveza en el cuerpo quizás incluso decidiese hacer un buen relato de las vivencias de la víspera a los parroquianos de La Cocatriz...

Apenas tuvo tiempo Groland de contemplar el pueblo unos segundos antes de que comenzara a oírse el tañido de la campana de la guardia. Miró a Jerinor.

—¿Qué demonios...? —atinó a decir intrigado, pero la mujer ya estaba gritando a su compañero.

La respuesta llegó apenas unos segundos después, cuando la mantícora se abalanzó sobre Arue como el mismísimo ángel de la muerte. De un salto, y exclamando una maldición en su idioma, el cormyriense se apartó de la criatura, que ya daba vueltas por el suelo con Arue entre sus zarpas. A continuación, su mirada pasó de la bestia a su lanza, que tan bien les había funcionado en la cueva... ¡Pero su lanza estaba amarrada a uno de los caballos (como su mochila y la red)! El tiempo necesario para hacerse con ella -si es que las monturas no huían antes- podía ser vital para la medio-drow. Quizás por eso el guerrero sacó su maza del cinto y, rugiendo, se lanzó contra la bestia.

De algun modo, el ver Fairhill tranquila a nuestros pies no mejoraba mi humor. Posiblemente lo único que me ayudase a mejorar mi humor era empujar a Kerri colina abajo... Y tal vez a Jerinor tras ella. Si, eso me haría sonreír.

Cuándo las campanas empezaron a sonar y el virote salió disparado en nuestra dirección fruncí aún más el ceño (si es que era posible sin hacer que se e juntase ya con la barbilla). Qué hacían esos idiotas? Estaban ciegos? Apreté con más fuerza las riendas de mi caballo, luchando contra un deseo incontrolable de desenvainar mi espada y salir al galope para esparcir las entraãnas de esos idiotas por el suelo...

Sin embargo, hubo un rápido giro de acontecimientos que me sacó de mi ensoñación asesina para traerme a una realidad aún más sangrienta. 

La mantícora nos había encontrado y ninguno se había dado cuenta. Yo no me había dado cuenta. Y dentro de mí sabía que no era gracias al sigilo de la mantícora, sino a que yo había estado demasiado ofuscada pensando en otros temas todo el camino. Temas triviales. Temas que aún así sabía que no abandonarían mi cabeza si seguía igual. Pero nada de eso importaba. La mantícora se había lanzando sobre mí sin dudarlo un instante y yo sólo había podido, milagrosamente, no morir aplastada por mi yegua. La visión del animal con la espalda partida en el suelo me haía hervir la sangre. Había sido una compañera incansable, fantástica, y acaba de morir de una manera horrible por culpa de...

De algun modo rodé con la mantícora sin partirme ningun hueso. A pesar de no creer en ningun Dios, parecía que alguno no me quería muerta aún. O tal vez me quería muerta lenta y dolorosamente. El zarpazo de la mantícora hizo que mi cuerpo se arquease y un grito casi animal saliese de lo más hondo de mi pecho. El dolor era enorme, pero por suerte para mí mi cuerpo saía cómo combatirlo: la adrenalina invadió cada centímetrop de mi cuerpo y de algún modo conseguí rodar sobre mí misma lo suficiente cómo para apartarme de la mantícora, incorporándome sobre una rodilla.* Mis brazos ya habían realizado ese movimiento que tan aprendido se tenían, sacando una flecha mientras el arco apuntaba a mi enemigo.**

"Maldita hija de la gran puta." - pensé justo antes de que mis dedos soltasen la flecha. ***

La conversación con Groland fue interesante, me pregunto por lugares que conocía y por otros que no, por lugares que aun duraban y otros que desparecieron, le indique lo que sabia y la conversación fue satisfactoria, por fin algo distendido y no tirante, me relaje y seguimos cabalgando hacia el pueblo, pero de repente suena la campana, y un virote sal volando en nuestra dirección, la sorpresa es grande, pero se convierte en mayúscula cuando una masa enorme de carne pasa a nuestro lado llevándose a Arue por medio, resultando en la Manticora Macho que volvía a por venganza. Groland no se lo pensó dos veces y avanzo sin contemplación asentándola un buen golpe, Arue se removió como pudo defendiéndose de esa mole, yo por mi lado debía hacer algo rápido, pero que?, avanzar como una loca?, no!, debía apoyar a los que ya estaban en primera linea fastidiando a la Manticora. Así que mientras me bajaba del caballo recordé los hechizos que me había concedido la Diosa Freya y decido lanzar Bendecir. Una vez en tierra me preparo y soltando una oración en honor a Freya alzo las manos y las bajo en un gran circulo mientras siento un calor que me reconforta..

Los segundos fluyeron a cámara lenta para todos los presentes en la cima de ésa colina. 

La mantícora amenazaba a Arue a muy poca distancia la una de la otra, mientras tanto, sus compañeros hicieron lo posible para ayudarla. 

Jerinor no se lo pensó dos veces pese a la sorpresa. Aún con la cara pálida y con los dientes apretados por el miedo que aquella criatura le inspiraba, desmontó del caballo a la vez que cogía su lanza con las dos manos mientras cargaba contra uno de los flancos de la bestia, pero no contó con que la criatura, al moverse para atacar a Arue, hurtó ligeramente el cuerpo e hizo que el golpe de la fairhilliana rebotara en la dura piel del monstruo. Su grito de rabia y frustración se escuchó alto y claro..."Argh....maldita sea !! Aguanta!! Ehh! Ehh!! Aquí bicho!! Aquí!!" 

Groland tampoco hizo amago de esconderse, ni siquiera dudó un instante. Con un rugido bestial, se abalanzó sobre la espalda de la criatura, golpeándola con el mazo en forma de rosa con un sonoro ruido de huesos rotos al que la mantícora-macho respondió con otro rugido de dolor, pero no se giró, como pretendía el guerrero, si no que se alzó ligeramente sobre sus patas traseras y soltó sendos zarpazos hacia la semi-drow. 

Uno le impactó a la mujer en el costado, arrancando parte de armadura, piel y haciendo que otro reguero de sangre fluyera por su cuerpo, bajando rápidamente por su pierna. El otro golpe, con la criatura ya bajando desde su posición encabritada, golpeó de lleno en el hombro izquierdo de Arue, clavando profundamente las garras mientras el peso de la bestia hizo que la semi-drow cayera de bruces al suelo totalmente desmadejada, como un muñeco roto. Cuando la mantícora-macho retiró la garra, un chorro de sangre, como un surtidor, comenzó a salir de la herida, al principio alcanzó una altura considerable, pero rápidamente perdió presión y la sangre se limitó a fluir por la herida de forma cada vez más lenta. 

Arue había muerto. 

La bestia giró su cabeza mirando al resto mientras rugía, a partes iguales, de dolor, rabia y triunfo.

"Yoooo...mataarrrr.......toooodddossss...." 

Kerri invocó el favor de su diosa con gran fervor. Todos pudisteis escuchar sus palabras, y a todos os invadió un ligero calor que os infundió algo de valor frente a la terrible pérdida de ver caer una amiga, pero aún y todo, lo recién sucedido, era horrible. 

La explosión de luz pilló por sorpresa a todo el mundo, incluida a la bestia, pero tras los pocos parpadeos que necesitasteis para recuperar la visión y durante los cuales algunos de vosotros temió porque la criatura se abalanzara sobre él, pudisteis comprobar que la bestia seguía en el sitio, moviendo la cabeza y abriendo sus ojos tras cerrarlos un par de veces.... la criatura miró a Rash y una sonrisa cruel se plasmó en sus labios..."tú....tú serrrrrr últimooo.....yo triturarrrr...husoss..."

Un proyectil ígneo impactó en la frente de la criatura mientras Brand, que había desmontado del caballo y se había alejado unos metros en dirección hacia el pueblo permanecía de pie y en actitud desafiante señalando a la criatura con una de sus manos...."Voy a tener que salvaros de nuevo, está visto."

La criatura sacudió la cabeza intentando despejarse de éste último ataque mientras fijaba sus malvados ojos en el guerrero pelirrojo. Había elegido víctima. 

Con un relincho de terror, los caballos salieron en estampida en dirección hacia el pueblo, donde la campana seguía repicando sin cesar.....

La intención de Groland realmente había sido atraer la atención de la bestia hacía él, así que cuando ésta redobló su ataque contra Arue, el guerrero maldijo su suerte.

—¡Flowright! —gritó de pronto al ver como la montaraza se desplomaba en el suelo—. ¡Flowr...MIERDA!

Mientras se preparaba para volver a golpear, sintió la bendición de Kerri llenándole de seguridad. ¡Benditos sean los dioses cuando están de nuestra parte! También escuchó las palabras de Rash... ¡Pero no se esperaba el fogonazo! Por suerte, ver borroso no fue un grave impedimento: la mantícora era inmesa y estaba justo frente a él. Así, Groland no desesperó ni se dejó llevar por el pánico. Sabía que su única posibilidad, y la de su compañera —¡LA DE TODOS, MALDITA SEA!—, estaba en que siguiera haciendo lo que mejor sabía hacer: golpear. Golpear mucho y muy fuerte. Por eso, mientras Brand demostraba que su incombustible sentido del humor seguía vivo, Groland volvió a reunir fuerzas y descargó otro terrible mazazo sobre su adversario.

—¡Hay que rodearla! —gritó entonces a Jerinor, que para su sorpresa ya se encontraba a su lado, acosando al monstruo con su lanza—. ¡Con cuidado!

Los ojos inyectados en sangre de la criatura estaban fijos en él y eso sólo podía ser un presagio de lo peor.

Había vuelto a pasar. Nuevamente había visto cómo un compañero y amigo moría ante sus ojos, y ahora no había posibilidad de que hubiera error. La sangre era la de Arue, los gemidos de dolor eran los de Arue, el suspiro que había exhalado era el de Arue. Arue había muerto. Esa mantícora la había matado. Esa bestia maldita, con su mirada cargada de odio, les había arrebatado a su querida Arue. No era la más simpática ni la más amable, pero era ella, irremplazable, única. Ni siquiera le preocupó la mirada que la bestia le había dedicado, prometiéndole un sinfín de dolor tras ver morir a todos y cada uno de ellos. Todo se había vuelto turbio, y no podía dejar de ver la sangre... el rojo.

Recordaba esa sensación, porque ya había pasado antes. Hacía lo que parecía siglos, aunque en realidad habían pasado pocos días. En un castillo en ruínas. En una batalla. Un orco. Sangre... sangre...

Las pupilas de Rashaniel se dilataron, su boca se abrió en un rictus de locura, y algo graznó a lo lejos, probablemente el halcón peregrino que había percibido que su compañero estaba cambiando. Que nuevamente estaba sucediendo.

- Muere... muere... muere... - musitó para sí, mientras dejaba caer su báculo y cogía la mochila. Bolsa de Maraña, Fuego de Alquimista, Aceite... calor, fuego, sangre... sangre...

... O eso hubiese ocurrido si no fuese porque la mantícora fue más rápida. El destino había querido quitarle a Arue un valioso segundo de reacción que pagó caro. En lugar de atravesar el cuello de la bestia con una flecha, fue la bestia la que atravesó su carne. El dolor fue tan intenso que antes de tocar el suelo la semi drow ya había perdido el conocimiento, pero en los pocos segundos que duró el ataque, por su cabeza pasaron toda clase de imágenes. 

Justo tras el primer golpe recordó... Recordó un río bastante sucio. Había niños al otro lado y estaba jugando. Ella no debía estar ahí, su madre le recordaba cada maãna que tenía absolutamente prohibido salir de la casucha en la que vivían. Pero su madre había tenido que ir al mercado, y Arue se moría de ganas de salir y ver el mundo. Ella estaba detrás de un árbol, mirándo cómo se dedicaban a lanzar piedras al río e intentar hacerlas rebotar. Quiso acercarse más y tropezó, cayendo al suelo a la vista de los niños, quienes no tardaron en seãnalarla.

- Sukanar, es Sukanar! - Arue recordó aquél nombre con odio. Era el nombre que la curandera le había dado al nacer, una curandera que apenas conocía un par palabras élficas, pero conocía la adecuada para "Oscuridad". Conveniente. Y ese había sido su nombre hasta renacer años más tarde...

Los niños empezaron a lanzarle las piedras a ella, pero el recuerdo se desvaneció cuándo el segundo golpe de la mantícora le alcanzó.

Y esa vez vio cosas que había ocurrido hacía poco. Un trol. Un Ettin. Un oso-búho. Varias Matícoras. A Kerri. Y la odió. La odió cómo nunca había odiado a nadie, y eso que el odio no era algo desconocido para Arue. Todo había sido su culpa. Los peligros constantes. Las muertes. Su muerte. 

Y entonces la oscuridad la envolvió, y la semi drow no vio nada más. No recordó nada más. Unas últimas palabras sonaron en su cabeza.

"Ahora serás Arue D. Flowright."

"No. Ya no."

Pero..., una palabra corta que reproducía el desconcierto que recorría a Kerri, mas no podía parar a analizar la situación, había una bestia masacrando a sus amigos y Arue permanecía en el suelo inmóvil, era un movimiento difícil, peligroso, complicado pero sin ninguna duda necesario, si quería tener cabida en este grupo debía hacer su papel, se llevase como se llevase con sus miembros, ella no podía dejar a nadie así cuando a ella le había pasado lo mismo y le habían sacado de aquel pozo de oscuridad que sin remisión llevaba a la muerte así que digo:- Distraer a la Manticora, intentare salvar a Arue. Dicho lo cual me acerco a Arue mientras voy entonando los cánticos necesarios y las plegarias oportunas para curar en la manera de lo posible a Arue.

Con un relincho generalizado de terror, el resto de caballos salieron en estampida hacia el pueblo....el barro golpeó a Rash al apartarse del camino de aquellos rocines. El trapaleo de los caballos al alejarse no le impidió escuchar a la guardia que iba con ellos....."No....¡aléjate de ella, maldita bestia!" gritó Jerinor cuando vio caer a Arue. La curtida mujer parecía afectada por el suceso, pues su cara mostraba una grotesca mueca de furia y odio hacia el objetivo de su arma. 

"¡Sí, ya voy!" contestó a Groland con una voz algo más enronquecida, mientras daba un par de pasos rápidos, posicionándose en el costado contrario al que estaba el guerrero*. Alzó la lanza con ambas manos por encima de la cabeza y la dejó caer con todas sus fuerzas en el flanco"¡Iaaaaaahhhh!". La punta penetró la dura carne, pero la mantícora hurtó el cuerpo de nuevo frente el ataque de la mujer y a pesar de que la punta había entrado casi en su totalidad, el brusco movimiento hizo que saliera de su cuerpo y no consiguiera entrar más. 

Groland, que contaba con la ayuda de Jerinor en ése momento*, impactó con su maza de nuevo, ésta vez cerca del cuello de su enemigo. De nuevo un crujido y un sonido de algo romperse, así como el rugido dolorido de la bestia. Al parecer, vuestros golpes comenzaban a hacer mella en ella. Pero los ojos de ésa criatura se encontraban fijos en los de Groland, la saliva caía de su boca, que se abalanzó hacia el guerrero a costa de recibir el golpe. El guerrero tuvo la impresión de que la mantícora le había dejado acercarse tanto sólo para tenerlo cerca de sus fauces....porque de repente notó como las dos garras se apoyaban en su espalda, en un abrazo mortal, rasgando la armadura y la piel con ocho grandes y sanguinolentos surcos, mientras el cuerpo y cabeza se le echaban encima. Notó el fétido y cálido aliento a carne podrida justo antes de que un fuerte dolor le atravesara el hombro izquierdo, donde los colmillos desgarraban piel y músculo...** 

Un gran chorro de sangre salió de la herida del guerrero cuando la mantícora separó la mandíbula de la carne, quedando de nuevo frente a frente. Groland se debilitaba por momentos...sabía que la próxima embestida sería la última...y en los ojos de la mantícora, leyó que ella también lo sabía. 

Kerri, sin terminar de asimilar el shock de lo sucedido, se encaminó a la semi-drow, arriesgándose lo indecible mientras se acercaba a Arue entonando plegarías a Freya. En ése momento era cuando Kerri estaba más vulnerable, ya que no sólo podía recibir una ataque de la criatura, no sólo eso...si no que debido al ataque podría perder la conexión con su Diosa y que los favores solicitados quedaran en nada. Muy mal asunto para un clérigo.....arrodillándose a su lado, le puso una mano encima de su pecho mientras entonaba sus plegarias a su Diosa. La mantícora lanzó una garra rapidísima hacia Kerri, casi más una coz, pero ésta tan sólo rozó la superficie del escudo sin llegar a alcanzarla...sus compañeros habían conseguido justo lo que necesitaba. Tiempo. Una luz dorada surgió de la mano de Kerri y penetró en el pecho de Arue. Kerri, concentrada como estaba, ojos cerrados, cabeza agachada, de repente los abrió sorprendida, pues había notado como el poder que emanaba de ella, era más fuerte de lo normal.***

El bosque que rodeaba a Arue, fue desapareciendo...

Parpadeo....dolor.....respiración. 

Arue abrió los ojos, desorientada...pero viva. Lo primero que vio al abrirlos, fue a Kerri arrodillada a su lado con una mano apoyada en su pecho, mientras un suave calor le recorría las heridas. A escasos dos metros de ellas la mantícora se preparaba para abalanzarse sobre Groland. 

Rash, mientras tanto, en su precipitación por ayudar, y trastornado por estar repitiéndose la historia delante de él con otro de sus amigos, sacó una bolsa algo pegajosa de su mochila e hizo amago de lanzarla, pero con tan mala suerte y poca coordinación que al tirar el brazo hacia atrás para coger impulso y lanzar la bolsa, se golpeó con su propio brazo en el dorso de la mano y la bolsa de maraña salió volando hacia arriba, casi en vertical, para caer justo a su lado. La bolsa se quebró y un montón de filamentos, parecidos a los de la telaraña de una araña gigante, comenzaron a surgir de la misma, produciendo una serie de siseos mientras se esparcían por el aire. Rash tuvo la suficiente presencia de ánimo para apartarse un par de pasos y que los hilos no le impactaran, pero fuera lo que fuera lo que había intentado, no le había salido bien. 

"Oh Rash....deja de confiar en las patéticas invenciones de un humano y aprende lo que es magia de verdad.". Brand no tuvo compasión con el fallo del semi-elfo. Acompañando sus palabras de acción, levantó de nuevo el dedo mientras daba unos pocos pasos hacia atrás...."Muere de una vez, bicho asqueroso." Un nuevo proyectil ígneo, tan rojo como el cabello del elfo, salió disparado e impactó de lleno en el morro de la criatura, realizando una parábola para esquivar a Groland. El morro sangrante y quemado de la bestia se arrugó al recibir el impacto, mientras su cuerpo parecía inclinarse ligeramente hacia atrás....como cogiendo impulso para un nuevo ataque sobre el guerrero pelirrojo.