Partida Rol por web

[ELdG] El Dilema sobre Malocchio Aderre

Día 1 - El Castillo de Loupet

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19/02/2018, 19:53
Modnar

Después de que Quiora le quitara la vida a un hombre (terrorista, pero humano al fin y al cabo), la ciudad de Karina estuvo tomada por los guardias, o más bien por los mercenarios llegados de la vecina Falkovnia. Retuvieron a los extranjeros en las posadas, los registraron y los interrogaron, y eso incluía a Fedora, Menon, Sapo y la propia Quiora. Por suerte, eso también les dió tiempo a descansar un poco, recuperar fuerzas psíquicas o leer un buen libro (de conjuros).

Diez horas después, viajaban en un carro de los soldados por el camino tortuoso que unía Karina con el Castillo de Loupet...

Ya falta poco.

El guardia que habló se llamaba Modnar. Reprobó al mercenario que os interrogó por la mañana, y os trató de héroes. Fue el que permitió que Fedora se quedase con la yegua incautada al terrorista (la flaca Mandryva, atada al carro). También mencionó algo sobre una entrega de medallas, que se llevaría a cabo en el Castillo de Loupet en honor de los hombres y mujeres y gnomo que detuvieron al terrorista que hizo explotar los barracones provocando docenas de muertos.

Viajaban en el carro, además de los homenajeados y los guardias, un cadáver bajo la tela. Modnar explicó que se trataba del terrorista, y que por el daño hecho, Malocchio Aderre querría dar con él un espectáculo ejemplarizante.

¡Crack!

El carro vibró, haciéndoles saltar, y los caballos se detuvieron al encontrar resistencia.

¡¿Pero qué mierda...?!

Los que se apearon del carro, incluídos algunos guardias, pudieron ver que un sector del perímetro de la rueda se había roto, seguramente debido a una roca semienterrada que había diez pies más atrás.

¡Justo lo que me faltaba! Hemos roto una rueda. Agh... ¿Por un casual alguien sabe arreglar estas cosas?-preguntó tanto a sus compañeros como al grupo de aventureros. ¡Rayos! ¡Le habría preguntado también al cadáver si le pudiese contestar!

Tendremos que cargar el cadáver en uno de los caballos que desenganchemos del carro, y seguir a pie... ¡Esperad! ¡¿Qué es eso?!

Lo que escuchaba Modnar, y todos en general, era el ladrido de un perro. El sonido provenía de más atrás en el camino, y se acercaba, con lo que pronto el perro les daría alcance.

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19/02/2018, 20:26
Coherto Lampedoño

Alanis, Alarico, Corvino, Dalabrac, Genann y Heian se habían conocido en una posada de la ciudad de Currículo, en el corazón de Invidia. Fue allí dónde escucharon el rumor de que el Lord de esas tierras, Malocchio Aderre, estaba enfermo de una misteriosa dolencia, aunque el azar pudo depararles cualquiera de los muchos rumores que corrían al respecto de su falta en los actos públicos.

Juntos se pusieron en marcha, y llegaron de mediodía a las afueras de la capital de Invidia, la ciudad de Karina. Allí unos guardias les impidieron el paso. Al parecer, hubo un gran revuelo por una bomba que un separatista gundarakí había puesto en un edificio estatal. Sin poder acceder a la capital del reino, rodearon la ciudad y recorrieron la ruta que llevaba hasta el domicilio de Malocchio Aderre: el Castillo de Loupet. Era un camino envalentonado, de esos que remontan la falda de una colina para conquistar su cúspide, y que partía en dos el bosque de coníferas y arbustos ralos.

El viaje fue en vano. Llegaron al rastrillo, y desde el matacán los guardias se negaron a permitirles el paso. Desanimados, volvieron a Karina. Para entonces, los controles de los guardias se habían disuelto, y ya se podía entrar y salir libremente de la capital. Entonces surgió el golpe de suerte. Un carro iba a transportar barriles de vino y cerveza para proveer de licor al castillo, y debido al atentado de aquella mañana, pagarían diez monedas de oro a cada espada de alquiler que garantizase su seguridad.

¡Diez monedas de oro por unas solas horas de trabajo! Quizás para un mercenario de bajo nivel fuese un precio irresistible, pero unos aventureros como ellos podían hacer una fortuna mayor limpiando de monstruos mazmorras abandonadas. No. Lo interesante del asunto era que aquel servicio les permitiría entrar en el Castillo de Loupet, y ver el estado de Malocchio Aderre. Ganarse el favor de un Lord, y sus influencias, era el pago que de verdad merecía la pena. Así que por segunda vez subieron el camino que llevaba el castillo, esta vez flanqueando un carro con un conductor bastante charlatán...

¿Sabéis? El bosque de Vulpwood, que estamos atravesando ahora, es coto de caza privado del Lord del castillo. Se dice que abundan los lobos, pero no tenéis de qué preocuparos. Sí, hay lobos en estos bosques. Pero evitan este camino y a las personas que lo recorren. La razón es que se concentran en las orillas del río Noisette, dónde los ciervos y demás animalillos que forman parte de su dieta se acercan a abrevar y son abundantes. No vais a sufrir ningún ataque de lobos durante vuestra escolta. ¡Os lo juro! ¡Palabrita de Coherto Lampedoño!

El perro de Corvino empezó a ladrar, como un augurio que indicaba que la palabra de Coherto no valía nada. Había olido algo por delante de ellos en el camino. Pero por una vez, el carretero tenía razón y no se trataba de ningún lobo al acecho. Al cabo de un rato llegaron hasta los viajeros que había localizado el olfato del chucho, un puñado de guardias uniformados, una semiorca, un gnomo y una pareja de humanos (o razas parecidas a los humanos, ¿quién puede distinguir un hombre de un semielfo o un... lo que quiera que sea Menon?).

El grupúsculo que iba por delante de ellos contaban con una mula, una yegua y un carro tirado por dos caballos, pero estaban completamente parados en mitad del camino (aunque el carro de Coherto Lampedoño podría bordearles sin problemas a costa de pisotear algunos arbustos de la linde).

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19/02/2018, 21:07
Modnar

El perro se acercó uno a uno al grupo de guardias para olisquearlos, pero el carro cargado de barriles que iba tras el perro y el séquito de aventureros que lo escoltaban a pie, se detuvieron cuando Modnar les dió el alto.

¡Alto! En nombre de Lord Aderre, confisco este carro.

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19/02/2018, 21:11
Coherto Lampedoño

Eh, vamos, hombre... No seas así. Yo llevo vino y cerveza al castillo. ¿Qué cargamento es más importante que ese?

Coherto miró al otro carro, y al bulto que transportaba bajo una lona. Esa lona del que asomaban las botas de un hombre muerto... El señor Lampedoño tragó saliva. No estaba intimidado, era solo que ya le tocaba para poder seguir hablando.

Vale, vale... Veo que la rueda de vuestro carro está rota. ¿Qué tal si la arreglo? Así podríamos llegar todos a nuestro destino. Yo soy el mejor arregla-chismes de las Tierras de las Brumas. ¡Palabrita de Coherto Lampedoño!

El señor Lampedoño cogió la tapa redonda de uno de los toneles, destapando un líquido rojizo a medio camino del rojo vino tinto y el rojo sangre. Descendió del pescante, y siguió operando en el suelo de tierra. Sacó del bolsillo interior de su chaqueta unos alicates, con los que agarró las cabezas de los clavos de la tapa. La deconstrucción terminó en un pequeño puñado de tablas que serviría para cubrir el hueco roto de la rueda del carro de los guardias.

Primer paso: hecho. Esto me llevará unos diez minutos. Solo tengo que usar las tablas para cubrir la parte rota de la rueda, y golpear con la cabeza de mis alicates los clavos para dejarlo todo bien sujeto... Bueno, a mí no me gusta trabajar en silencio. ¿Por qué no me contáis algo? ¿Como te llamas, soldado?

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19/02/2018, 21:23
Modnar

El soldado se puso firme.

Soldado Modnar, de la Trigésima de Infantería de Falkovnia.

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19/02/2018, 21:24
Coherto Lampedoño

Ah, uno de esos mercenarios venidos de fuera-dijo mientras seguía trabajando en la rueda-. Estás muy lejos de tu país, chico. ¿Has dejado a alguna joven manceba en tu pueblo que te esté esperando, pillín?

Modnar se ruborizó. Desvió la mirada, como buscando una respuesta ocurrente, pero sin afinarla.

¿Y qué te cuentas de tu cargamento? ¿El tipo "dormido" bajo la lona se encuentra bien?

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19/02/2018, 21:27
Modnar

Eso es información clasificada. ¿Te falta mucho para acabar con esa rueda?

Coherto y Modnar no eran los únicos que podían hacer buenas migas. En los dos séquitos había gente que se conocía. Por ejemplo, Dalabrac estuvo en aquella vieja posada durante el ataque de un vampiro, coincidiendo con Sapo, Fedora, Menon y Quiora. Heian y Sapo trabajaron para aquel mago loco de Toril que trataba de buscar un amuleto. Por un segundo, Sapo supo lo que se sentía al ser popular: era el gnomo que más gente conocía en aquel grupúsculo. De hecho, era la criatura de dos piernas que más gente conocía en aquel grupúsculo.

Los dos grupos de aventureros se miraron, como si correspondiese alguna presentación...

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19/02/2018, 22:14
Dalabrac Dardragon

La mente del mediano divagaba por extraños derroteros, en su cabeza aparecían extrañas runas y diferentes materiales, asquerosos en su mayoría , en ese preciso momento pensaba que si tal vez remplazaba las alas de libélula por unos trozos de ala murciélago negro el control en la caída mágica sería un poco más fácil.

Los potentes ladridos lo sacaron de sus cavilaciones y se percató que el conductor de la carreta seguía hablando, en su subconsciente quedaron algunas palabras, bosque de Vulpwood , lobos , río Noisette , lobos y más lobos.

Mientras el hombre reparaba la rueda reconoció un par de rostros en el otro carromato, los recuerdos de la posada aún estaban frescos y se estremeció al recordar lo vivido.

Se sacudió como si llevara agua encima y salto de la carreta

Bien hallados sean miembros de la compañía del como y lomo como los trata la ciudad de las mil puertas?

Al ver que nuevas caras estaban presentes y que lo miraban cual bicho raro prosiguió – mis disculpas por mi falta de cortesía , tal vez algunos no compartieron tan agradables momentos en la extinta Posada de Como y Lomo o tal vez no me recuerdan, mi nombre es Dalabrac Dardragon mago de profesión y aventurero por convicción – dijo haciendo una leve reverencia.- que los trae por estos caminos?

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19/02/2018, 22:36
Alanis Gulbahar

Una ida y una vuelta que se repitió, Alanis sentía los pies cansados dentro de los botines de cuero café, mientras una expresión de pocos amigos y un silencio sepulcral de molestia comenzaba a aparecer en su rictus, habia hecho migas con un par de aventureros en una taberna, pero poco y nada de oportunidad había tenido Alanis de entablar migas o conocerlos a fondo, la doncella en turno del Lirio Blanco, no se podía permitir demasiadas formalidades, la indagación es el peor enemigo de aquellos que tienen algo para ocultar, después de todo era ese el juramento que los miembros de su clan se encargaban de respetar hasta el hartazgo.

Venían esta vez en una carreta cargada de alcohol, Alanis guardaba silencio, mientras su pensamiento se distraía en imaginarse transformada en ardilla correteando por las copas de los árboles, de vez en cuando ponía alguna sonrisa que se esfumaba rapidamente de su rostro, para que sus acompañantes no pensaran que estaba enfadada...aunque si lo estaba, detestaba los contratiempos. Pero como la vida tiene formas graciosas de ayudarte cuando todo está saliendo, otro grupo de personas se encontraba delante de ellos, la muchacha enarcó una de sus cejas, con evidente gesto de " Y ahora que coños", un guardia les impedía el paso, Alanis se enderezó de su asiento, sacudió su larga cabellera negra con un movimiento elegante y de desdén y sin inmutarse exclamó en voz alta. -Tal parece que cuando uno más prisa tiene,  más cosas le estorban en el camino.- se levantó de su asiento del carro en el que viajaba, y de un saltó se colocó en la tierra, sacudió su blanco vestido, observó fijamente al otro grupo de viajeros con el que se habian encontrado, nunca habia visto a una semi orca, y por alguna razón se imaginó que si esa mujer tuviera hambre sería capaz de comerse un caballo.

Los hermosos ojos verdes como esmeraldas brillantes de Alanis, miraron inquisitivamente de pies a cabeza a cada uno de los presentes, sin tener el menor recato ni pararse a pensar que para algunas personas aquello podía ser una falta de educación, la muchacha enrolló un mechón de su sedosa cabellera negra en uno de sus dedos, observandolos como quien mira una cuadra de caballos para decidir quien es el mejor, quitando a la semiorca, los demás lucían bastante normales...todos...excepto...¿el mediano?, gnomo?, enano?, hombre bajito?, Alanis no pudo reprimir una mezcla de sorpresa y cierta repulsión, sus ojos eran saltones, Alanis imaginó picandolos con un palito para volver a introducirlos dentro de las órbitas, pero lo que más desperto incomodidad fue su...falta de nariz, de no haber sido por la carne y piel en el resto de su cuerpo, Alanis hubiera pensado que era un esqueleto humanoide. Retiró la mirada de aquel viajero, en el momento exacto en que su busto comenzo a subir y bajar rapidamente, totalmente fuera de control, como si sus pechos hubieran cobrado vida repentinamente ante la visión de aquellos hombres y mujeres.

El mago mediano que viajaba con ellos parecía conocer a los del otro grupo, "Que pequeño es el mundo...seguro se acostó con la semi orca...los hombres pequeños siempre buscan una contraparte", se llamaba Dalabrac, y era un mago, en su opinión uno de esos mulos de carga de libros y pergaminos, no señor, cargar con su conciencia era suficiente peso, nunca habia tenido la necesidad de recitar conjuros atravez de libros. Alanis le dedicó una sonrisa más por cortesía que porque le naciera hacerlo, se encontraba aún bastante molesta por todos los contratiempos acaecidos durante el dia.

-Mucho gusto joven Dalabrac, yo soy la joven, bella y talentosa hechicera Alanis Gulbahar, soy nueva por estos lares, y detesto los contratiempos.- dijo volteando rapidamente el rostro en dirección a Modnar y Coherto. Mientras intentaba controlar el agitado y bamboleante movimiento de su pecho con una de sus manos.

 

-Vaya que eres curioso Bigotes-de entre el vestido de la muchacha salió por su cuello, una cabeza diminuta, blanca y peluda de inteligentes ojos negros, el animalillo salió rapidamente y correteo alrededor de los hombros de Alanis, subiéndose por su cabeza, y luego recostandose sobre uno de sus hombros como una estola viviente, la comadreja albina, al igual que su ama, miró con curiosidad a los viajeros presentes, al soldado y al otro hombre, y se quedó mirando fijamente los pies que salian del carro descubierto, y en los que Alanis no había reparado, fascinada por la fealdad del humanoide bajito. Alanis rascó el mentón de su familiar y tras mirarlo fijamente le dijo. -No se que esperas para mudar tu pelaje, ni siquiera estamos en invierno- entonces recordando la situación, la joven hechicera, dió media vuelta y se encaminó hacia el soldado y hacia el conductor del carro, el señor Coherto, para incriminarles.

-Ya casi terminan con esto?, vaya falta de cortesía hacer esperar de esta manera a una joven y bella dama, parece que hoy en día la impuntualidad se pone de moda.- les espetó con dureza, mientras la pequeña comadreja asentía energicamente con su cabeza, desde el hombro de Alanis.

Notas de juego

Edito porque salio el mensaje de Dalabrac antes :P.

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20/02/2018, 08:26
Menon

Un contratiempo con la guardia por poco hace que pasemos nuestros día en la cárcel, por suerte vinieron a rescatarnos hombres que nos consideraban héroes, no creo que merezcamos ese reconocimiento, sólo murió un hombre que quería hacer el mal cuando estaba desarmado, mejor dejar ese detalle oculto.

Una vez en camino junto con el cadáver, algo desagradable y más sabiendo que quieren usarlo como escarmiento, la gente que forma los distintos grupos pasa a saludarse para recordar viejas amistades y empezar otras nuevas, Dalabrac ya era conocido, aunque en verdad poco había hablado con el, la experiencia en la posada no fue lo que se podría decir agradable.

Luego la hechicera Alanis se presento también, aunque no carezca de atractivo, temo que Quiora o el trio de Fedora no sea capaz de aguantar tanta pedantería, sin duda un enfrentamiento digno de verse, si hay poca ropa de por medio... aunque estaba divagando.

- Saludos a todos me llamo Menon y soy prácticamente del fascinante mundo de la psiónica, estoy deseando compartir experiencias con la compañeros arcanos que se hallen aquí, espero que nuestra estancia aquí sea mas agradable que la posada anteriormente mencionada.

Sin mas espero al que el resto se presentara mientras arreglaban el carro.

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20/02/2018, 10:29
Quiora

Quiora supo que aquel día iba resultar algo extraño y truculento cuando vio que Sapo se había desprendido de la máscara que piedosamente le cubría la mitad del rostro.

La semiorca torció el gesto, no se sabía bien si por asco o pena, al ver el enorme agujero que lucía el feo gnomo en lugar de nariz.

Cómo te has hecho eso?- dijo intentando meter el dedo por el boquete para comprobar que no fuese una ilusión.- Te duele?

Quizás fuese por el trato que siempre había recibido por parte del resto del mundo (los semiorcos no eran muy apreciados por ninguna de las razas en su mundo natal Faerun), Quiora no tenía prejuicios y aceptaba a todos tal cual eran. A ella no le importaba si alguien era guapo o feo, todos podían recibir un hachazo por igual, o un abrazo, dependiendo de su estado de ánimo.

El camino al castillo de Malocchio se estaba volviendo tedioso, así que se puso a canturrear una cancioncilla que no se podía sacar de la mente.

'...Chimpón! tralalalaa....'

Cantaba mal, muy mal. Quizás los dioses tampoco aguantaban el sonido de aquella voz gutural mancillando de aquella forma la hermosa canción y pusieran una piedra en el camino que rompiera el carromato, pero aquel afortunado accidente les salvó de escuchar el resto de la tonada.

Fue la primera en bajarse, dispuesta a ayudar a aquellos que la estaban tratando como una heroína. Estaba por encargarse de recoger las sobras del bandido que había amenazado con matarla, cuando apareció una cara conocida.

Ey pequeñajo! Yo te conozco! Tú venías con nosotros para proteger la caravana de Wisley! Je, je, vaya metedura de pata, eh?- se rascó la nuca algo avergonzada ante el fallo estrepitoso de la misión- no quedo más que el gordo mercader. Qué tal te ha ido? Y qué haces aquí?

En ese momento una humana vestida de blanco (a quien se le ocurría ponerse ese color para salir al campo? Le iba a durar el blanco lo que a Quiora una pata de cordero) se presentó como Alanis la joven y bella, y les enseñó una tierna comadreja a la que llamó 'Bigotes'.

Eh, sí... Encantada, Alanis la 'joven y bella' y Bigotes, encantada de conocerte también. Yo soy Quiora la...- se intentó estrujar el cerebro para dar también con un apodo tan chulo como el de la hechicera-... la semiorca.

No daba para más.

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20/02/2018, 10:43
Alarico Maldonado

La promesa de una recompensa con la que poder empezar a obtener fama y dinero había motivado a Alarico hasta la posada, puesto que, desde aquel momento extrañamente afortunado para él en que las nieblas le habían reclamado, el sacerdote había estado más que dispuesto a empezar a forjarse un porvenir en estas tierras extrañas. Y por supuesto, poder realizar un servicio para un noble local parecía el lugar más oportuno para empezar lo que, con algo de fortuna, podía ser una vida de lujo y placer con que empezar a recibir la recompensa que haber sobrevivido le hacía merecedor.

Por supuesto, no podía ser tan sencillo, pero la llegada del parlanchín Coherto Lampedoño y de su promesa de oro, aunque escaso, mejoró el humor del sacerdote. Ni siquiera le molestó la charla. Eran datos desconocidos, y por tanto, interesantes. Además, lo cierto es que tras un momento de duda, no habían sido atacados. Al ver un segundo carro, también protegido, el sacerdote pareció tensarse un poco.

Nunca se sabía lo que podía uno encontrarse en los caminos después de todo. Sin embargo Dalabrac parecía conocerles. El mago Dalabrac, como la hechicera Alanis apuntaba. Las palabras de esta última le hicieron sonreír. La hechicera sin duda estaba pagada de sí misma. Miró, un instante, a Corvino y al druida, Genann. No parecía que el fortuito encuentro fuera a degenerar en combate, pero nunca estaba de más estar prevenido. A pesar de tales pensamientos su voz sonó cordial y amable.

- Buenos días nos ofrezcan a todos los dioses. Pareciera que todos seguimos igual camino y dirección. Mi nombre es Alarico Maldonado, un placer conocerles.

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20/02/2018, 11:25
Sapo

Sapo retrocedió huyendo de Quiora y refugiándose entre las piernas de Fedora (o de quien fuera que estuviese en ese momento en casa). Se palpó la cara dándose cuenta de que era cierto, le faltaba la nariz. A veces la sentía todavía, o le picaba, por lo que era difícil para él acordarse de que estaba ausente.

-Se la comió un limo cuando investigaba un castillo plagado de sucios y malolientes orc...ejem...de bandidos con una compañía aventurera. - Las lecciones de saber estar de su maestro habían calado en el gnomo, aunque no profundamente, pero sabía que debía tener cuidado con el origen bárbaro de la semiorca.-El clérigo de la misma no era demasiado bueno y, aunque me curó, no recuperó mi hermosa nariz.- Por culpa de Quiora se pasó el resto del camino dando forma a un trozo de barro hasta que se pareció a su narizota. A veces se le veía ponerse el trozo de barro seco en la cara, melancólico. Cuando le habían conocido llevaba y un pañuelo tapándole el desagradable agujero, pero no lo hacía por consideración hacia los demás, sino por salud. La ausencia de apéndice olfativo traía problemas médicos. Ahora carecía de los pelos de la nariz y de los conductos nasales, por lo que no podía calentar el aire que entraba directo a su tráquea, ni podía retener las partículas en suspensión en el aire. Era un incordio. Estornudaba más a menudo y, como era un desconsiderado de por sí, ni siquiera pedía perdón cuando los microbios y mocos salpicaban a los demás. A veces uno piensa lo increíble que es la naturaleza. ¿Cómo un humanoide tan pequeño podía generar semejante cantidad de moco? Son los misterios de la vida.

Con los pies colgando del carro casi se cayó de bruces cara cuando la rueda se partió. Eso le pasaba por no haber ido montado en su vieja y fiel Lentejuela, pero era más cómodo para ir consultando sus anotaciones. Pronto se llenó el lugar del siniestro de multitud de gente y, mucho peor, de gente incluso conocida. Socializar no era lo suyo. no sabía ni lo que tenía que hacer. ¿Ir a saludar efusivamente al sombrerero que les había dejado?¡Comentarle que el número 1, el semiorco musculoso y grande, había muerto hecho cenizas? ¿Qué su hermano gordo y seboso, el número cero, había montado una posada con el botín de su antigua misión en la que habían conocido al mago mediano? Empezaba a faltarle el aire y a marearse.  Así que dejó que el simpático Menon saludara al mago mediano- ya le pillaría en una  momento más tranquilo para intercambiar sabiduría- y pro su parte saludó con un gesto de la mano a Heian.

- ¡SOMBRERERO!- Le gritó para que se acordara de que, cuando se habían encontrado y le había visto llorando pro la pérdida de su sombrero, le había fabricado uno nuevo. Después, sin esperar un apretón de manos, ni siquiera un intercambio de palabras, buscó refugio es su fémina más querida del grupo, Lentejuela, su mula. Ya más tranquilo, como buen gnomo que era, fue a supervisar el trabajo del artesano que arreglaba la rueda.

- Segundo paso. No tan fácil.- Imitó a Lampedoño . Le gustaba el orden y enumerar las cosas a él también. Lástima que los rebuznos de protesta de Lenttejuela y su fétido aliento estropearan su imagen de ingeniero.- Al menos son se ha roto el cubo de la rueda. Hay que aumentar  con un divisor  los agujeros donde se debían alojar los radios, generalmente catorce, buen número.- Se puso a contar los radios de aquella rueda no fueran a ser trece. A él le gustaba el trece, pero a algunos de sus compañeros les horripilaba. - Sin las herramientas va a quedar una chapuza.- Negó con la cabeza. se agujereaba a taladro y se daba forma rectangular al hueco, utilizando formones y plantillas que no tenían.

 

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20/02/2018, 12:13
Fedora "Tres Bastardas"

Hubiera preferido montar a su nueva yegua, Mandryva, pero se habían empecinado en llevar al grupo entero en aquel carromato, aludiendo a que era más cómodo. A regañadientes, la norteña se sentó dentro con el resto. El tiempo pasaba muy lentamente y cualquier ocurrencia era buena para entablar conversación y distraerse del viaje. Así, el comentario sobre Quiora al aspecto de Sapo dió para algo.

- Mirrar porr lado bueno, Sapo. Sin narriz poderr comerr cualquierr cosa, sin imporrtarr saborr. Tampoco poderr olerr pedos de bandidos cuando cagarr de miedo. Estarr bien no tenierr narriz... - Le sonrió la pelirroja a su pequeño compañero, mientras le dió unos golpecitos en la cabeza. Lo hizo suavemente, pues ya se había dando cuenta de que al gnomo no le agradaba mucho el contacto físico.

Pero lo que de verdad traía por la calle de la amargura a Fedora era lo escrito en el pergamino. Al parecer, Menon se percató de algo y prometió a la guerrera desentrañar el enigma que había escrito sobre aquel papel. Tal vez, al conocer el idioma dracónico y estar versado en la psiónica magia, porque para ella todo era brujería, pudiera dar con algo al respecto. De todas formas, Menon dijo que seguiría investigando, sin dar muchas explicaciones, sus motivos tendría, seguramente.

Y de pronto, a Fedora no le quedó otra que salir de su ostracismo, cuando todos se zarandearon dentro del habitáculo, por una especie de bache. Peor aún, cuando se asomaron y vieron que habían roto una rueda, motivo por el que se echó las manos a la cabeza.

- ¡Catastroff! Parra una ves que vamos rresibirr condecorrasión... - Se lamentaba Tres Bastardas.

Por fortuna para el grupo, otro carro en la misma dirección se paró para prestar ayuda, alentados por el guardia que les servía de cochero. No tardaron en apearse el resto de ocupantes, entre los que se encontraba alguna cara conocida. Entre presentaciones y presentaciones, llegado el momento, la norteña hizo la suya propia, previo saludo al mediano que ya había visto antes.

- Yo recorrdarr tu. - Dijo señalando a Dalabrac. - Pensarr que serr comido porr lobos o vampirro... Yo alegrriarr tu estarr bien, Dalabracc, ha pasado poco tiempo... - Añadió, antes de atender a los recién llegados y presentarse ella misma. - Mi nombrre serr Fedorra, hija bastarrda del fallecido Rrey Debyan, sobrrina del soberrano de Norrtalia, mi tío Torvaldo, el mayor de la familia Lainus y emperradorr del rreino. - Al tiempo saca a karatel'nyy y a vechnyy otdykh1, sus espadas bastardas gemelas. - Me llaman Trres Bastarrdas y estas son las otrras dos. Perro prreferrir que me llamen Fedorra a secas, porruqe otrro nombrre enfadarr... - Pues no le gustaba mucho aquel extraño apodo.

Tras su breve presentación, volvió a envainar sus espadas bastardas y esperó a que el resto que faltaban por presentarse así lo hiciesen. Por el momento, tan solo lo habían hecho el tal Alarico, escueta y cortésmente, como a la norteña le gustaba. Del otro lado, una hechicera, otra bruja para la guerrera de espadas gemelas que no entendía mucho sobre la magia. Mucho menos sobre aquellos que se apodaban con sobrenombres como "la guapa" y cosas similares. Motivo por el que mostró su cara de asco nórdica y escupió al suelo, mirando hacía otro lado.

Notas de juego

1: Castigadora y Descanso Eterno para quien sepa abisal y para el que no sepa solo ha escuchado "caráchelni" y "visni okda".

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20/02/2018, 14:19
Genann Gruadhsolus

Gennan se adelantó al carromato detenido con un suspiro de resignación. Llegar al castillo de Loupet parecía haberse convertido en un objetivo repleto de obstáculos. Cuando no era una bomba era una barricada en forma de rueda rota y una extraña manada de seres exigentes y bulliciosos, aunque no menos de lo que eran algunos de sus compañeros y por supuesto, el conductor, el más parlanchín de los humanos con los que se había cruzado. Pareciera que les gustara escucharse y que sin el sonido de sus voces, el mundo carecería de sentido. Lo que no sabían es que una vez hubieran muerto, el mundo seguiría sin ellos aunque, lamentablemente, otros ocuparían su lugar llenándolo de voces chillonas. 

Indiferente al cruce de palabras entre quien les diera el alto y su conductor, se dedicó a observar los árboles que los rodeaban y tan solo se giró, con una sombra de extrañeza en su cara, cuando comenzaron las presentaciones. No entendía la necesidad de ello por más que el mago pareciera conocer a algunos de los otros. Pero cuando Alanis habló no pudo menos que pensar que si bien los dioses le habían dado el don de unos pechos agradables, el exceso habido en estos lo habían restado de su cerebro con un resultado bastante lamentable.

-Alanis, ¿por qué te presentas ante Dalabrac si lo conociste junto al resto de nosotros en una posada de la ciudad de Currículo, en el corazón de Invidia? Lo has acompañado hasta aquí, has hablado con él. No lo entiendo -comentó con arrolladora sinceridad-. ¿Tienes lapsos de tiempo que no recuerdas habitualmente? -preguntó no sin curiosidad.  

Pero la respuesta habría de aguardar, pues la cadena de presentaciones parecía cobrar fuerza e ímpetu.

-¿Menon? ¿Y dices ser prácticamente del fascinante mundo de la psiónica? ¿No es acaso lo mismo que decir que prácticamente no lo eres? -señaló confuso ante su retórica.

Pero también hubo de quedarse sin una contestación a tiempo que disipara sus dudas, pues la semiorca tomó el relevo. La miró de arriba a abajo, con ojo crítico, evaluando su naturaleza, sin duda fascinado por su tamaño, color y formas. Le siguió Alarico, breve y escueto, algo que agradeció aunque no pudo evitar un respingo ante el grito del gnomo, un grito cuyo significado tampoco logró captar. En medio de aquella multitud, Gennan sentía que su cerebro no funcionaba a la misma velocidad habitual.

-¿Sombrerero? ¿Así se llama? -se encogió de hombros como si no fuera importante tal detalle en comparación con lo extraño de su rostro. Y entonces habló la mujer del extraño acento a la cual realmente costaba entender. ¿Por qué daba tanta información a un grupo de desconocidos? Se inclinó hacia Alarico para hablarle al oído en un susurro- ¿Ha dicho que se llama Pedorra? Nombre extraño donde los haya, amigo mío.

Se irguió y dado que nadie más parecía dispuesto a hablar, asumió que le tocaba presentarse.

-Mi nombre es Gennan.

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20/02/2018, 21:01
Corvino

El hombre que contaba con edad suficiente para superar en años a todos aquellos jovenzuelos se encontraba mordisqueando una manzana jugosa verde y ácida cuando se produjo el encuentro. No es que fuera un anciano, pero quizás las amarguras de la vida le habían tratado mal y envejecido mas de lo merecido arrugando su piel, haciéndole perder pelo y blanqueando el poco que le quedaba.

No había hablado demasiado durante el camino hasta ahora. No era demasiado parlanchín que digamos. Quizás acaso algunas palabras sobre el tiempo o la cosecha de ese año. Poco más desde la posada de Currículo donde conoció a Alanis, Alarico, Dalabrac, Genann y Heian y se unió a ellos en su periplo hacia el castillo en busca del favor de Lord Aderre. No sabían mucho de él fuera aparte de esto.

Era robusto a pesar de la edad y por lo demás, pasaría por un hombre corriente al igual que el carretero Lampedoño o que el mercenario que se habían encontrado en el camino. Aunque algunos de los compañeros a los que se había unido en la posada de Currículo eran de tierras lejanas, los que si resultaban disonantes de verdad eran todos aquellos individuos que estaban varados en medio del camino debido a la rueda rota.

Corvino quedó mudo del asombro ante la singuralidad de todos aquellos extranjeros. Había oído que las nieblas traían de vez en cuando a gentes de tierras lejanas, pero, pardiez. Aquello era ridículo. Parecía un auténtico circo. Y eso que en las tierras de Darkon en las que Corvino se había criado y crecido habitaban pueblos tan singulares como los elfos o los enanos, mucho menos comunes en otras regiones de las tierras de las brumas.

Por todo ello, miraba a todas aquellas criaturas y gentes con los ojos como platos. Para más temas extraños, algunos incluso reconocían ser brujos en alto (pobres desdichados, andar confesando eso a viva voz, nunca se sabe quien esta cerca dispuesto a atarte a un poste y quemarte vivo en él) y cosas aún mas fantásticas como sio-sico-piso-nosequés.

Había hasta una mujer que decía pertenecer a la nobleza y ser hija de no-se-cual rey de no se donde, un sitio del que Corvino no había oido hablar. Corvino nunca había conocido a un miembro de la nobleza, y había llegado a pensar que Lord Malocchio Aderre podría ser el primero que llegaran a ver sus ojos. Pero no.

Estaba aún procesando todas aquellas novedades y parloteo. Todos se presentaban por alguna razón que no alcanzaba a recordar. Así que cuando no quedó casi nadie por presentarse (o eso creyó Corvino), miró a los lados sintiéndose un poco fuera de lugar y dijo: -Eh. Corvino.... Corvino de Darkon, para servirles.-

No supo más que añadir. Llamó a su perro de un silbido para que no se alejara demasiado y le acarició la cabeza en cuanto este llegó a su lado. Luego, le dio otro mordisco a la manzana que aún llevaba en la mano.

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21/02/2018, 23:27
Modnar

No había sido tan sorprendente que Alanis no reparara en Dalabrac hasta aquel momento. Después de todo, medía solo tres pies de alto. Sin embargo, sí que había metido la pata con Modnar.

Oye, bruja...-dijo el guardia a la hechicera-A no ser que tu magia pueda "remendar" la rueda, más te vale volver al carro de los barriles y esperar como una niña buena.

Alanis no era capaz de manipular la magia de los remiendos. Nadie de los presentes, ni magos ni hechicera, era tan poderoso como para conjurar un "remendar", la magia prohibida, reservada a los más grandes arcanistas. Por lo menos en aquel momento era así. Quizás entre algunas de las páginas de los grimorios se detallaba cómo hacerlo, pero para eso Sapo y Dalabrac tendrían que ojear sus libros durante horas.

¿Quién es toda esta gente, Lampedoño?

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21/02/2018, 23:41
Coherto Lampedoño

Ueh. No son nadie-trató de quitarles importancia, para quitarles del punto de mira de los guardias-. Tan solo unos guardaespaldas que protegen el cargamento. Gnomo, ¿puedes alcanzarme esa tablilla de madera, por favor?

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21/02/2018, 23:44
Modnar

Si trabajan para ti, entonces lo que hagan y digan es responsabilidad tuya. Serás tú el que pague por ellos, y ellos los que se queden sin alguien que les pague.

Entraba en la ética de cada cual comportarse por según qué motivo. Alguno preferiría no causar problemas y cobrar al final del viaje. Otros podrían mantener un perfil bajo para no meterse en líos, o no meter en líos a Coherto, ante los guardias. Pero lo cierto es que entre el incidente con la rueda, y que la semiorca había estado cantando todo el camino, a Modnar se le estaba agotando la paciencia.

La reparación de la rueda llevó lo que tenía que llevar, y los dos carros formaron caravana el resto del camino. Llegaron al castillo al final del día, lo que en las Tierras de las Brumas solía rondar las seis o siete de la tarde. El sol ya estaba en el horizonte, sobre los bancos de niebla del oeste, y nubes negras salpicaban el firmamento, pero aún se veía bien.

¡Abrid!-dijo Modnar desde el carro a sus compañeros del matacán.

El rastrillo se levantó. El castillo no tenía foso, pero no lo necesitaba: el bosque y la pendiente de la loma dificultaban lo suficiente por sí mismos que nadie acarrease con pesados arietes ni pudiera aproximar torres de asedio.

Por dentro, el patio de armas era bastante pequeño, lo justo para albergar los dos carros, ya que el resto del área estaba ocupada por distintos motivos. A la izquierda había un cadalso, con dos sogas meciéndose por el viento. A la derecha había un tejado de madera para guarecer a una docena de caballos, aunque en aquel momento solo había tres monturas en el pequeño establo. Alrededor del edificio principal se formaban dos cortos callejones en los que los carros tendrían problemas para maniobrar.

 Por el callejón de la izquierda, un humano con ropas de sirviente pegaba a un perro fiero con una porra, mientras lo sujetaba por una cadena. Al fondo, una verja contenía algunos perros más, que ladraban y deambulaban por el interior de las perreras.

 Por el callejón de la derecha, un grupo de guardias animaba a un par de hombres descamisados que peleaban entre ellos. Al fondo había una pequeña forja sin actividad.

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22/02/2018, 00:08
Rupert

En el centro, las puertas del edificio de piedra se abrieron y una figura anciana se aproximó al pescante del que Coherto todavía no había bajado.

¿Por qué una de las barricas no tiene tapa? ¿Es que dejas cagar a los pájaros dentro, Lampedoño?