Partida Rol por web

- Tranquilo Genann. Todo está bien, déjame que eche un vistazo, y que vea esa herida- Alarico se acerca a Genann y con suavidad le ayuda a tenderse, alejándolo del perro, y viendo la herida sufrida y qué consecuencias puede tener la misma.  

Alanis contemplaba como su comadreja jugueteaba con Sapo, como si lo conociera de toda la vida "Bigotes traidor", pensó Alanis divertida, mientras observaba a su animalillo correteando alegremente entre los hombros de Sapo, bajando y subiendo, y dejando que el gnomo acariciáse su blanco pelaje.

Genann se habia acercado a encarar al salvaje domador, y el muy infeliz habia asusado al perro a atacarle, cuando escucho el llamado de Auxilio de Gennan, Alanis corrió en dirección a el, tan rápido como pudo, pero Alarico ya se la habia adelantado.

-Grosero!!!, salvaje!, da gracias que las normas de etiqueta me prohiben darte lo que te mereces!- le dijo Alanis de mal talante al domador de perros, poniéndose delante de Genann y Alarico, señalando al hombre fijamente. Miró de reojo como Alarico sanaba a Genann, pero Alanis no se apartó del frente de ellos. No soportaba el maltrato animal.

Coherto y el hombre Rupert, discutían ahora por la paga, y sobre irse del castillo una vez que descargaran los toneles de vino, tendrían que volver por el bosque, en el cual los peligros camparían a sus anchas una vez la noche callera. No tenía muchos motivos de inmiscuirse enla conversacion,un grupo de soldados avanzó hacia ellos, para invitarles a practicar un ejercicio de Lucha, ni loca se ensuciaria el vestido en el fango del lugar, la que no le sorprendió que aceptase fue Quiora, cuando se alejaba le gritó para animarle .-Dales duro Quiora!!-.

Se acercó a Rupert y al señor Coherto y les dijo .-Bueno...pasaremos aqui la noche, o volveremos sobre nuestros pasos?, 20 insipidos es mucho...ni siquiera incluye una cama suave...que sean 15-dijo la muchacha

Ni lord, ni trabajo, ni medallas ni leches. El único consuelo era que parecía que al menos pasarían la noche en abrigo antes de que les echaran a la puta calle y que cobrarían algo del trabajo realizado a Coherto Lampedoño. Y suerte tendrían si no les daban con un canto en los dientes.

El incidente del perro fue de lo mas inesperado. Corvino observó la situación, al igual que todos los presentes, y daba la ligera impresión que ese sirviente había en cierto modo provocado el incidente adrede.

De todos modos, Corvino no quiso juzgar la situación ni al individuo a la ligera. Quién sabe. Quizás todo fuera un simple accidente. O quizás no. Utilizó su experiencia en el mundo de la cría de perros para analizar los gestos de Clayton justo antes de que el perro se lanzara sobre Genann.

—¡Joder muchacho! ¡Te ha agarrado bien el hideputa!— Ciertamente, el joven había tenido muy mala suerte. Normalmente un perro no causaría tanto daño de un simple mordisco pero quiso la mala suerte que le causara un desgarro tremendo en al pierna. 

Aunque no era de mucha ayuda debido a su falta de conocimientos médicos, Corvino se aproximó para al menos pasar su brazo bajo el del tal Genann y ayudarle a andar lejos del perro.

Estando más cerca pudo apreciar mejor la gravedad de la lesión: —¡Ostia puta! ¡Pero si se te ve todo el hueso! ¡Te ha reventado bien toda la puta pier...!— Entonces, se dió cuenta de sus propias palabras, que posiblemente no harían mas que preocupar al herido.

—Tranquilo muchacho.— Dijo, intentando quitar hierro al asunto. —Esto no es nada.— Miraba a los ojos del tal Maldonado, que se afanaba en vendar la herida del joven, quizás infructuosamente. —¡Ánimo! He visto lobos perder una pata a manos de un cepo y a los dos días seguir siendo los putos alfas de la manada. — Por supuesto, Corvino no se creía sus propias palabras. Sólo intentaba darle ánimos. Aquél chico estaba bien jodido y suerte tendría si no se desmallaba al momento y se desangraba allí mismo. Pero bueno, algo tenía que decir para distraer su atención y que no se centrara en su posiblemente inminente mueeeerteeeeeeee.

No tarda mucho en correr la sangre en el castillo, cuando uno de los perros ataca sin previo aviso a Gennan, el mordisco parece echo por una bestia del infierno que por un can dado el lamentable estado en el que dejó al druida.

- No entiendo, los druidas no tenían un vínculo especial con los animales? O es que hay algunos que se pueden resistir? Por lo visto debo repasar mis conocimientos sobre la materia, pero por suerte Alarico parece haber echo un excelente trabajo, es tranquilizador tener a una persona versada en la sanación.

En cuanto surgió la invitación a pelearse, Menon no dudo ni por un segundo que de Quiora aceptaría, pero sólo esperaba que no se le fuera de las manos, recordando como dejaba a la gente inconsciente cuando dormía o atacaba a gente desarmada, mientras coge los mamotretos de armas que porta la semiorca:

- Quiora recuerda que es un entrenamiento! No mates a nadie por los dioses! - luego aprovecho el momento para hablar con Fedora - Fedora como sabes el pergamino describe como pasar de una de tus personalidades a otra, aunque debe de hacerse mediante contacto físico, quieres hacer una prueba para ver si es cierto lo que pone?

Alarico había visto las iglesias de Ezra y Hala en la ciudad de Currículo, así que asumió que las gentes de Invidia estaban acostumbrados a sacerdotes que usaban magia de los dioses. Con un salmo, curó parte de las heridas producidas en la pierna. Las heridas en el honor de Genann serían permanentes, pero por lo menos podía volver a caminar sin problemas.

Y Corvino sabía perfectamente que Clayton lo había hecho a posta, otra cosa es que pudiese demostrarlo ante Rupert para que le castigase por lo que acababa de hacer.

Coherto Lampedoño intentó explicarle la situación a Menon...

Asumir que un druida tiene un vínculo especial con los animales por ser druida es como decir que un diplomático de una nación extranjera cae bien a todo el mundo por ser diplomático. Son las Brumas... El efecto de las Brumas enloquece a los animales. Que no te extrañe si de aquí a poco ves al búho cagar sobre Genann, a la mula de Alarico propinándole una coz, al perro de Corvino mordiendo la mano que le da de comer, o a la rata de Alanis robando queso de las cocinas del castillo y escondiéndolo en la mochila de su ama para incriminarla del robo. Hay bichos muy cabrones.

Bigotes protestó cuando lo llamaron rata. Se puso sobre sus patas traseras y emitió un chasquido, que si se pudiese traducir (y Sapo podría hacerlo) equivaldría a una amenaza de muerte sobre la cabeza de Coherto.

En cuanto al dinero...-dijo a Alanis cuando la vió tratando de regatear-No os preocupéis. Vosotros dormiréis gratis y recibiréis el pago por vuestro trabajo nada más vuelva ese mayordomo con mi saca de oro. Esas veinte monedas se descontarán de mi parte, y aún así sacaré un buen beneficio. Je.

Clayton esperó cerca del carro, con cara de pocas pulgas, y al cabo de un rato salieron tres sirvientes con ropas humildes que empezaron a ayudarle a descargar los barriles.

Mientras, en el callejón, Quiora hacía nuevos amigos...

¡Vamos, Ramond! Cuando la tumbes podrás hacerle un poco de trabajo en el suelo, ¿eh?-animó el guardia al luchador.

Ramond se movía bien, pero Quiora era demasiado pesada para derribarla con un barrido. Al cabo de un rato, Quiora cogió al soldado y lo lanzó por los aires, aterrizando sobre un yunque.

Uaahh... Buena llave. Toma, bebe algo-dijo a Quiora ofreciéndole el odre.

Esta era una buena ocasión, tras confraternizar, para hacerle preguntas sobre lo que ocurría en el castillo.

Y como solía pasar cuando uno se metía donde no le llamaban, recibía. Aquello era una máxima que había contemplado la norteña que existía estuviese en el mundo que estuviese, más allá de portales e historias varias. El pobre hombre que iba en el grupo del otro carro, se había llevado una dentellada del perro, por meterse donde no le llamaban. Fue entonces que recordó, con una sonrisa pícara las enseñanzas de su querido tío Torvaldo que intervino en una situación similar cuando ella aún era mozuela:

~... Pero tío, están torturando a ese pobre animal. Tengo que pararlos en nombre de la fe, la justicia, mi deidad, mi escudo de armas, mi honor, mi moral, mi ética, mi... - Decía una jovencísima Fedora.

~ ¡Chuflas y más chuflas! ¡Mírame bien, sobrina, pues te voy a dar una lección que deberás recordar siempre! - Torvaldo el Grande cogió aire fuertemente antes de continuar. - ¡¿El perro es tuyo?! ¡Pues a tomar por culo!... ¡¿Lo has entendido?! - Preguntó a la joven.

~ Si, tío. Pero es que... - Calló nuevamente al recibir un tortazo de la enorme mano, tan grande como su título, llena de callos de su tío.

~ ¡¿Lo has comprendido o no?! - Dijo remangándose la manga de la camisa.

Y la chiquilla, mordiéndose los labios, asintió con la cabeza pues había comprendido dos grandes lecciones de la vida al precio de una.

Volviendo de su lapsus mental que duró a penas unos segundos, la norteña se tocaba la cara como si le doliera, pero era más bien el recuerdo de una vieja caricia.

No tardó en observar a Quiora la inquebrantable, mientras oían la invitación para una especie de lucha local sin armas, aparentemente inofensiva. La bastarda, sabedora de las ganas de batallar de la mestiza del grupo, no dudó que aquello le vendría bien a la forzuda piel verde.

- Ánimo, Quiorra. Nosotrros animarr a nuestrra campeona. Perro no seas durra con ellos o segurro no darr mediallas a nosotrros. - Le recomendó a la semiorca.

Después, la guerrera de espadas gemelas asentía mientras Menon iba hablando y explicándole lo que había descubierto en el extraño pergamino que le entregó.

- Así que tu poderr leerr perrgamino. Da. - Decía pensativa. - Perro serr peligrroso, Menon. No querrer eso ahorra, poderr serr peligrroso. No desirr a nadie... Perro, si haberr peligrro, tu llamarr a Suse... No creo nesesitarr damisela en apurros, perro de serr así, tu llamarr Xandrra, sin prreguntarr. Solo haserr y listo. Yo dejarr tocarr... Perro solo con fines arrcanos o como leches desirr. ¿Da? - Preguntó poniendo una mirada amenazante al psiónico, sin saber donde tocaría.

Tras hablar con su compañero, Fedora volvió hacía el lugar donde se iba a batir Quiora con otro hombrecillo del castillo, a su entender.

- ¡Vamos Quiorra! ¡Demostrrarr porrque llamarr "La inqurrebrrantable"! - Animaba a la mestiza a pleno pulmón.

Muah! Eso estaba chupaó! Quiora no entendía mucho de tácticas de combate, ella solo agarró lo primero que vio y se tiró en plancha sobre el bulto. Listo!

JA, JA, JA! Ha estado de primera!- elogió a su contrincante con una palmada amistosa en la espalda, después de haberlo ayudado a levantarse.- Casi me tumbas, figura! Me gusta cómo entrenáis por aquí, estos ejercicios levantan la moral.

Lástima que el señor del castillo no lo haya visto. Por qué no viene a recibirnos, le pasa algo?

Esto último lo preguntó en voz baja, en tono confidencial, consciente de que quizás no fuera muy bien venida entre algún que otro sirviente.

Asumir que un druida tiene un vínculo especial con los animales por ser druida es como decir que un diplomático de una nación extranjera cae bien a todo el mundo por ser diplomático. Son las Brumas... El efecto de las Brumas enloquece a los animales. Que no te extrañe si de aquí a poco ves al búho cagar sobre Genann, a la mula de Alarico propinándole una coz, al perro de Corvino mordiendo la mano que le da de comer, o a la rata de Alanis robando queso de las cocinas del castillo y escondiéndolo en la mochila de su ama para incriminarla del robo. Hay bichos muy cabrones.

Tras el comentario de Lampidoño  Dalabrac miro a su Sapo posado en uno de los barriles, este le devolvió una mirada confundida y casi parecía que se encogía de hombros como seña que a él no le afectaba, -No aun – murmuro el mago

La herida del Druida parecía grave, el sudor le perlaba la frente y la sangre siempre escandalosa ya formaba un charco bajo el, Dalabrac se acerco intentando ayudar pero el hombre de la barba negra ya tenía todo bajo control, la herida cerraba rápidamente y de la mordida solo quedaba el rastro de los jirones desprendidos del pantalón. Sin mucho que hacer se dirigió hacia donde la semiorca luchaba con los soldados, no participaría pero al menos le entretendría el ver como la gran fémina golpeaba a esos extraños contra el piso o lo que estuviera cerca.

Sapo casi se cayó de culo cuando el perro atacó a uno de los integrantes de la otra caravana. ¡Menudo desagradecido! Estaba seguro de que un animal, pro su propia voluntad, no habría hecho algo así. Solían ser más fáciles de comprender que los humanoides. Con el miedo aún metido en el cuerpo se dispuso a guarecerse bajo las faldas de las fortachonas féminas de su grupo. La verdad es que en el suyo los que llevaban "faldas" eran Menon y él.

- ¿Dónde está Quiora...- Preguntó por si la necesitara para aporrear al perrero, pero no estaba. La vio justo levantando a un hombre dos o tres veces más grande que Sapo y lanzarlo al suelo. Era horrible lo fuerte que podía ser y daba fe, pues a él le pegaba collejas que casi le descoyuntaban. De pronto se acordó de que tenía una poción curativa que bien podría ayudar al herido , pero cuando llegó ya estaba en buenas manos.

-Jijiji.- Se rió cuando la comadreja de la elegante mujer le dijo que le gustaría abrir las tripas del tal Lampedoño, internarse por ellas hasta su caja torácica, y llegar al corazón para devorárselo.- ¡Buena chica!- Acarició su suave y blanco pelo siempre pidiendo permiso a su dueña. Sapo también tenía un familiar, Shish, pero era una culebrilla y no quería sacarla pro si la comadreja se la devoraba.

—Esta gente no es de fiar...— Susurró Corvino a Genann y Alarico mientras el sacerdote se ocupaba de la herida del druida. —... ese matón casi hace que su perro le arranque al pierna a Gennan, y estoy convencido de que lo ha hecho adrede.— Miró a los lados paranoico, como temiendo que alguien le escuchara, antes de volver a susurrarles.

—No se. En este castillo pasa algo raro. No se el qué pero me huele a chamusquina. ¡Debemos estar con los ojos muy atentos!— Ahora estaban convencidos de que el tal Corvino tenía una mirada un poco perdida. Quizás Corvino tuviera un sexto sentido para los problemas... o bien solo era un viejo loco paranoico algo mal de la chaveta.

Los soldados se miraron entre ellos sin saber qué decir.

-Desapareció del castillo una noche, y a la mañana siguiente nos ordenaron formar patrullas de búsqueda para peinar los bosques de Vulpwood. Encontramos a Lord Aderre al oeste, se había despeñado por un terraplén, estaba sucio y magullado. Lo trajimos de nuevo al castillo. Parecía desorientado.

-Llevamos unos días desde ese suceso en los que nosotros tampoco le hemos visto. No tenemos más teorías que las que pueden circular en Karina. Tal vez solo sea que ha perdido la memoria por la caída en el bosque, y no está en sus facultades para tomar decisiones.

-Recuerdo un suceso extraño que a lo mejor guarda relación, durante uno de mis turnos de guardia en la muralla. Después del regreso de Malocchio, al caer la noche, el perrero y el mayordomo sacaron del interior del edificio a un hombre con un saco en la cabeza. Clayton lo llevó al patíbulo y le ahorcó. Luego quemó el cuerpo en la fragua, bajo la supervisión del mayordomo. No faltó ningún hombre de los nuestros... Los mercenarios de Falkovnia del destacamento del castillo seguimos todos vivos. Supuse que era algún sirviente, al que disciplinaron por una falta grave... No sé, robar la vajilla quizás. Pero tal vez se tratara del propio Malocchio...

-¡Anda ya! ¡Déjate de cuentos asustaviejas!

-Por el hacha de Uthgar! A ver si le ha mordido un lobo, le entró la rabia y lo han tenido que sacrificar como a un perro. Pues vaya faena no saber si vuestro señor está vivo o muerto.

Quiora estaba realmente compungida, le habían caído muy bien aquellos soldados.

-Si podemos ayudar en algo... Tenéis un lio bastante gordo, quién os va a pagar si realmente está cadáver?

Tras el combate entre Quiora, que dejó bien claro porque le apodaban , desde hacía bien poco, la inquebrantable, los hombres del catillo parecían más dispuestos a hablar sobre lo que allí sucedía. Fue entonces cuando Fedora, cerca de la escena asentía a las palabras y trataba de entender todo lo que había sucedido.

- Mmmmmm - Decía con aires de intelectual, mientras se mesaba la barbilla. - Serr rrarro, rrarro, rrarro ... Nosotrros estarr aquí porr trrabajo. Venirr a investigarr la enferrmedad que aflige a Malocchio, perro pensarr como Quiorra... Si Malocchio estarr muerrto, ¿porrqué haserr venirr a nosotrros? No tenerr mucho sentido, perro haberr dos posibilidad, crrer yo: Una, que Malocchio Aderre estarr enferrmo en cama y asesinarr a sirrviente que envenenarrlo, poderr serr enemigo infiltrrado, porr ejemplo. Y dos, Malocchio estarr muerrto y serr quién matarron y quemarron parra no dejarr rrastrro. Entonces serr todo farrsa... Mmmmm, mucho que investigarr, Quiorra. Tenerr que hablarr con Sapo y Menon, ellos serr estudiosos, verr que pensarr. - Congeturó la norteña con su compañera mestiza. Después, saludó amablemente a los hombres del castillo, antes de volver con el resto de la cuadrilla.

- Muchas grrasias por inforrmasión. - Agradeció sonriente.

El mago cavilo un momento la respuesta que por casualidad había alcanzado a escuchar cuando se acercaba, si el cuento de brujas del soldado era cierto, entonces quien estaba al mando realmente?  Dalabrac giro su cabeza instintivamente, esperando que el mayordomo ya estuviera de regreso con el pago prometido a Lampidoño.

Pues desde que no falten los Insípidos supongo que nadie le echará de menos.

Alarico asintió a las palabras de Corvino sin pronunciar palabra respecto a las mismas. Lo cierto es que, al revés que sus compañeros, esa maldad le parecía completamente razonable. Al fin y al cabo los animales (como todo) tenían sus propietarios, y Genann no había sino actuado pervirtiendo la normal relación entre el propietario y uno de sus objetos.

Lo que ocurría es que Genann era de los suyos, y el clérigo esperaba que llegado el caso pudiera corresponder con su amabilidad. Sonrió al druida y le habló en un tono de confidencia que, probablemente, sólo los más cercanos podían escuchar.

- El poder del sagrado Bane te ha sanado, compañero. No busques cuitas ahora, puesto que somos invitados en terreno que no nos es propicio, y quiero tanto cobrar, como tratar de obtener respuestas a lo que pasa aquí. ¿De acuerdo?

Tras las palabras miró a Lampedoño con curiosidad, como esperando que el hombre dijera algo más. Cuando fue evidente que no era así, miró a sus compañeros antes de hablar.

- Me alegra escucharos. Es bueno saber que respetáis vuestros pactos, Coherto Lampedoño.

Gennan estiró la pierna delicadamente, mirando con ojo crítico las cicatrices y evaluando el peso que tendrían las mismas a la hora de presumir de ellas ante una amante. Evidentemente, no mentiría acerca de la razón y origen de aquel mordisco, aunque tampoco tendría que contarlo todo. Un aura de misterio siempre enriquecía una buena historia. Pero una voz en el fondo de su mente, una voz que se parecía en exceso a la de Diviciaco, su mentor, pareció susurrar una de sus máximas. Eso será si sobrevives, atontado. Suspiró resignado, resignado a oír la voz de Diviciaco en su cabeza cada vez que algo le saliera mal o actuara torpemente, y resignado a aquellas cicatrices, el estigma de su vergüenza.

Cuando Alarico le habló, desvió la mirada de su muslo al rostro de este y asintió vagamente. Bane le era bastante indiferente y para él, era Alarico quien le había sanado la herida en buena parte. Para el resto de cosas, ni siquiera necesitaba mentarlas.

-No tengo intenciones de meterme en líos. Ni ahora, ni antes. Ese... -se mordió la lengua para no decir lo que pensaba y continuó susurrando con furia-, ese hombre azuzó al perro contra mí, dejando suelta la cadena. ¡Vaya puta mierda! Al menos algo dijo. Que dos perros habían desaparecido -se encogió de hombros porque no sabía siquiera por qué lo había dicho. No era algo que pareciera importante pero ahí estaba-. Me gustaría hablar con ese perro -señaló escuetamente-. Tú buscas respuestas y quizá podamos hallarlas donde menos nos lo esperemos. Amén de eso, me ha parecido oír que el señor Aderre está recluido en su torreón. Quizá sea algo que pueda comprobarse.

Menon aplaudió la actuación de Quiora, como era de esperar los guardias del castillo no eran rival para ella, quizás ahora tengan confianza suficiente como para hablar algo más.

Le intrigo lo dicho por Coherto, para ser un simple cochero parece saber mucho, unas brumas que vuelven locos a los animales? Que efecto enajenador más poderoso, será algo real o simplemente charlatanería del lugar? No es que fuera un sitio alegre pero tanto como para influenciar así...

Finalmente pudo responder a las inquietudes de Fedora, se la veía muy preocupada por el tema lo cual es normal.

- No te preocupes, esperará a que sea estrictamente necesario, no se deben forzar cambios de personalidad de esa índole demasiado, puedes estar tranquila - al menos de momento, pero el tema requería un estudio profundo, pero Menon dedicó un gran sonrisa a Fedora.