Partida Rol por web

Fausto sacó algo de agua y comenzó a limpiar la sangre que le impregnaba. Parecía que aquel semiorco no era una amenaza inmediata, al menos no contra ellos cuatro, así que guardó sus armas.

El semiorco había obviado el comentario de Zurkor sobre los prisioneros. Así que el cazador, poco acostumbrado a los juegos de palabras decidió preguntar directamente.

Estamos persiguiendo a unos orcos que han tomado a unos humanos como prisioneros. ¿Sabes algo de ellos?

Cuando Fausto habló, Dreyden se colocó entre el semiorco y él. Le habían impresionado las palabras del desconocido y quería seguir hablando con él sin que el odio visceral a los orcos del explorador se metiera de por medio.

-Tienes mucha razón en tus palabras, Haravak. Para mi, la vida es cambio y nada lo representa más que un mestizo, el motor de la relación entre especies.  Por mi parte, puedes unirte a nosotros si así lo deseas. Estamos tratando de rescatar a unos críos de las zarpas de los orcos.

Haravak se agachó para devolverle las caricias a Guau. Después miró a su lobo y éste se acercó resignado y le dio un lametón en la cara. Buen chico, le susurró a Grunhawr. De rodillas como estaba contestó a Fausto, sinceramente me parece algo muy raro lo que decís. Nunca he visto por estos lares a ningún orco que capture a un humano, normalmente no son tan sutiles, les contestó encogiéndose de hombros, pero si efectivamente estais en lo cierto, seguramente se los hayan llevado a Xûl-Yarak, el lugar donde ha habido más actividad orca en los últimos tiempos. La ciudadela no queda muy lejos de aquí, apenas a un día o dos de camino, depende del paso que llevéis, les informó. No respondió ante la propuesta de viajar con ellos, pues tampoco comprendía de qué iba a servir, ni tampoco tenía interés en ello.

- Ciudadela? - Zurkor observó al mestizo con curiosidad - Una ciudadela orca? Eso no suena bien - agregó tratando de imaginarse como podría ser un lugar así.

- Pero si tienes razón deberíamos ver ese lugar, Xûl-Yarak, y tratar de descubrir si allí llevaron a los prisioneros. Después de todo si interpretamos bien las huellas los están llevando a algún lado y no deja de ser una posibilidad -

- Uno o dos días de camino... uhm, nos puedes indicar en que dirección? - el mediano acomodó su guja al hombro y observo al extraño semiorco y su lobo - Entiendo si no deseas acercarte a un lugar así, pero creo que nosotros deberemos hacerlo para cumplir nuestra misión -

No tiene mucha pérdida, dijo el semiorco, es en aquella dirección, dijo señalando precisamente hacia donde llevaban las huellas. No había duda de que efectivamente, los priosioneros que buscabais habían sido enviados a aquella fortaleza de las que os hablaba.

Después negó con la cabeza, no tengo interés en hacerles una visita, pero entiendo que vuestro objetivo sea ir allí, lo entiendo. Dijo convencido, y os diré algo más, la muralla tiene un punto vulnerable a la infiltración, hay un agujero en su muro oeste. Es la forma más segura para adentraros en el lugar.

A Eulendileas le daba la sensación de que a Haravak le daba exactamente igual lo que le pasara a sus primos los orcos. Obviamente, al mediano le importaba menos, y más cuando le daban tanto asco que no quería ni verlos.

Bueno, si es cierto lo que dices y no es una trampa para enviarnos a las bocas casi sin dientes de tus primos, no deberíamos tardar en movernos dijo, en especial para su grupo de aventuras. Guau seguía en su mundo, saltando de un lado a otro sin recibir atención de nadie.

Haravak asintió ante las palabras del pequeño. Entonces, ¿puedo marcharme? Les preguntó con la esperanza de poder seguir su camino.

- Supongo que puedes hacerlo - Zurkor se encogió de hombros mientras dejaba espacio para que el semiorco se retirara - No tenemos nada contra ti - añadió - Y parece que ahora tenemos un destino... y quizás una forma de ingresar a esa ciudadela -

Con el hambre saciada y la nueva información el pequeño bárbaro miró a sus compañeros y comentó - Un día o dos de camino. Supongo que cuanto antes nos pongamos en macha antes llegaremos -

Eulendileas se detuvo y miró al semiorco mientras terminaba de hablar. Sacudió sus pantalones por la parte de atrás y se hinchó.

Sí, no tenemos tiempo que perder. ¡Guau, encabeza la marcha! Y Guau lo hizo. Salió corriendo para revolcarse en unas hojas caídas que había más allá.

Dreyden estrecho la mano del semiorco y se despidio. A continuacion miro al cielo y le pidio a Kell que se adelantara y vigilara el camino que les esperaba.

Tras continuar con el camino, Kell advierte a Jedemiah que una mantícora sobrevuela lentamente los pantanos atenta a cualquier comida potencial.

No tardará en llegar hasta donde se encuentran ellos.

Dreyden le ordenó mentalmente al halcón que se escondiera y siguiera observando a la mantícora.

-Malas noticias! Kell ha divisado una mantícora acercándose hacia nosotros! Es una criatura terrible, mezcla de león y murciélago! Es difícil escapar de su vista pero deberíamos intentar escondernos igualmente. Meteos debajo de esas piedras pero estad preparado para combatir por si nos encuentra!

Al escuchar al mago Zurkor estuvo a punto de discutirle. No le gustaba esconderse de nadie. Sin embargo, tras pensarlo un momento decidió que, incluso con su guja le sería difícil acertar a una bestia voladora.

Rápidamente sacó de su morral mágico uno de sus dardos y buscó la sombra de unos arbustos para esconderse de la amenaza que el halcón había identificado

¡Pero si son compañeros de viaje fantásticos! se quejó Eulendileas mientras se sentía arrastrado para esconderse. Me lo contó mi tio MangascortasIgualdeMente. asintió, pero cada vez bajaba más la voz siempre buscaba una mantícora para galopar sobre ella. Un día se fue y no volvió... Estamos seguros que se sintió muy triste al no poder encontrar el nido de esas magníficas criaturas.

Aquella criatura parecía peligrosa. Fausto buscó un sitio donde esconderse para esperar pasar desapercibido y que se fuera sin más.

A pesar de que Jedemiah había dado la voz de alerta, fue a él a quien descubrió la mantícora que sobrevolaba la zona. No había sido capaz de ver a ninguno de los demás enemigos, pues solo se había centrado en el mago, pero justo en el último giro también descubrió al explorador. Fue entonces cuando descargó una ráfaga de las púas de su cola, tres fueron directamente contra el mago, y las otras tres contra Fausto. Por suerte las púas no les causaron tanto daño como hubiera sido posible.

El golpe acertó a Jed y sintió el dolor recorriendo su curtido cuerpo. El mago no las tenía todas consigo. Aquel rival prometía ser el obstáculo más grande al que se había enfrentado el grupo. Dreyden rezó por no recibir otra descarga como aquella o todo habría acabado para él. 

Se concentró en la tarea que tenía entre manos y empezó a conjurar una esfera de partículas rutilantes sobre la criatura mientras buscaba por el rabillo del ojo algún lugar que le proporcionara cobertura.

Fausto apuntó con su arco a la criatura. Tensó la cuerda hasta que la flexible madera se quejó como dijera basta y fue cuando dejó que la flecha volara contra el objetivo.