Partida Rol por web

La puerta de hierro permanece cerrada.

Annael saca un par de finos cuchillos que a parte de usarlos como armas los usa como improvisadas ganzuas. Con sutileza los mete en la cerradura y comienza a urgar pero la puerta se le resiste.

Encogiéndose de hombros mira a Dench y le deja su puesto para que intente tirar la puerta abajo.

Cogiendo impulso, el semiorco se lanza contra la puerta, golpeando a la vez con la pierna y el mango del hacha, que eleva por encima de su cabeza, muy consciente de la trampa que se activará.

El golpe contra la puerta es devastador.

- La letanía puede ser del clérigo de Ciryc y los llantos de mujer...¡que la están sacrificando!. Dijo antes de que Dench intentase derrumbar la puerta a la fuerza. Debían darse prisa pues la vida de la mujer corría peligro.

La puerta sale despedida de sus oxidados goznes y retumba al chocar contra el suelo deslizándose contra la pared de enfrente. Dentro podeis ver a un hombre enfundado en una armadura negra con una túnica de Cyric, Dios de la muerte ejerciendo un ritual. En el centro de un círculo maligno, se encuentra encadenada una mujer con claros signos de haber sido maltratada.

Ambos se quedan estupefactos al veros entrar. 

Al entrar en la habitación sus sospechas se vieron confirmadas. Una mujer estaba siendo sacrificada y no podían permitir que eso sucediera. Elmorn condenaba tajantemente aquellos rituales en el que se sacrificaban a personas. Entendían que era una práctica ancestral y maligna. Cargó su ballesta y apuntó al clérigo. - Alejáos de la mujer. ¿Qué es lo que pretendéis?. Al ir vestido como él intentaba engañarle y confundirle. - Esa no es la mujer que teníamos que sacrificar. - No sé si dará resultado pero ganaré tiempo para que Dench y Annael le ataquen.

El barbaro carga contra el hombre de armadura negra.

El elfo corrío, espadas en mano, hasta el sacerdote que estaba salmodiando enfrete de la mujer. Era vital que llegara a tiempo para que no le hiciera ningún mal y para que no pudiera recurrir a ninguno de sustruco o hechizos.

Con esto en mento se lanzó a la carga contra su enemigo.

Las veloces espadas del elfo golpean y pican la armadura del malvado clérigo sin éxito de encontrar un hueco por donde meterse.

Viendo que su línea de visión estaba obstaculizada por sus compañeros, Elmorn comenzó a recitar una oración a su dios buscando la bendición del mismo para él y sus compañeros.

Dench se lanza corriendo y golpea con el hacha en la armadura negra ...

El alarido de dolor provocado por el hacha de Dench confundió mas todavía al malvado clérigo.-En nombre de Cyric...-El clérigo no sabía que ocurría exactamente al ver a uno de su culto aparecer tan repentinamente y atacarlo, pero cuando Elmorn convocó el conjuro, comprendió lo sucedido, pues jamás un clérigo de Cyric convocaría una bendición...

Su idea de ponerse la túnica había surgido el efecto esperado. Confundió al clérigo de Ciryc dando tiempo a sus compañeros a golpear primero. Su línea de visión seguía obstaculizada por Annael por lo que se desplazó hasta colocarse tras la mesa. Allí entre sus dos compañeros vió un hueco para disparar su ballesta y lo hizo.

Annael sabía que debían acabar cuanto antes con el clérigo maligno. Con esto en mente, atacó con sus dos espadas para acarrearle le mayor daño posible y acabar con él cuanto antes.

Las espadas se movieron a la velociasda del viento movidas por la voluntad de Annael para acabar con el clérigo enemigo.

Las espadas del elfo bailaban alrrededor del Clérigo sin llegar a tocarle. Era como si una fuerza sobrenatural le protegiera...y le diera fuerzas, pues levantando su negra maza trazó un arco atacando al molesto elfo, pero este la detuvo con la espada.

El clérigo de Cyric respocdió al elfo con su propia medicina. Pese a que Annael había trazado buenas maniobras de ataque, el clérigo enemigo se las había ingeniado para repelerlas. Y los papeles se habían intercambiado cuando fue el clérigo quien atacó, desviando Annael el ataque con gracia y soltura.

parecía que ambos luchadores se estaban midiendo en vez de acabar el uno con el otro.

El semiorco balancea el hacha golpeando el suelo. Un golpe tremento ... pero inutil.

Sus compañeros luchaban cuerpo a cuerpo contra el clérigo ferozmente pero ninguno de ellos había logrado su objetivo de alcanzarle. Lo bueno era que ellos también estaban inmaculados por el momento. Elmorn cargó su ballesta y disparó mejor que antes.

Visto el ímpetu con el que el clérigo de Cyric se empleaba en el combate, Annael se vio intimidado y comenzó a luchar desastrosamente mal. Sus ataques exentos de la gracia, la elegancia y agilidad de la que era su rasgo habitual, se esfumó apareciendo un miedo a lo que podía ocurrirle. Algo insólito en él.