Partida Rol por web

Aún estaba pensando Aire que el ánima que vagaba por el Plano del Limbo correspondía al Dr. Renner o a la pequeña Sunny, cuando irrumpieron los asquerosos no muertos para darse un festín con los vivos. Al menos Flame tenía (supuestamente) una arma mágica para atizarles después de su intercambio.

Contaban con el poder de Hala para mantenerlos a raya, pero por si acaso había algún rezagado preparó un conjuro mientras se ponía cerca de Flame y su mágico espadón. Si alguno se acercaba la peligrosa mujer podría despacharlo. Mientras observaba de reojo la puerta de mental calculando su peso en aras de usar o no un conjuro para franquearles el paso.

Flame se colocó junto a Leiath para protegerla de cualquier ataque de los espectros. Sacó a su nuevo Ayash mágico y le osciló de un lado a otro preparada para luchar contra cualquier espectro que tratase de atacarles. Leiath, ¿sabes si estas criaturas pueden ser golpeadas con armas mágicas? Preguntó a su compañera que junto a Onfale parecía un pozo de sabiduría y más cuando tenía que ver con muertos vivientes.

La maga pelirroja vio la oportunidad de utilizar uno de sus hechizos, los manditos goleen no habían sido un buen objetivo para sus conjuros, y aun guardaba un par de hechizos ofensivos. Pero al igual que todos se encontraba prácticamente agotada.

Lo interesante no eran los espíritus, sino las imágenes que salían en la bola tonta. Thimaz vió una imagen truncada, como cuando vieron el paradero de Sunny. Una de las mitades volvía a mostrar a Sunny. La otra mitad mostraba un humano colgado de grilletes en una especie de prisión. El ventanuco con barrotes que tenía el humano a sus espaldas eran del tamaño similar a los ventanucos que vió Thimaz en el torreón del patio. Onfale estuvo tan cerca de liberar al prisionero correcto... Pero en lugar de ello tenían a Aixlet.

En la celda treinta y cuatro, Leiath ahuyentó a los dos espíritus que acosaban a Onfale y Aixlet. Los fantasmas cruzaron una puerta que a los demás se les resistía. Los dos "hombres" del Aquelarre (puesto que Thimaz ni siquiera es humano y el Doctor Heinfronth es un pusilánime), siguieron intentando echar abajo la puerta, sin éxito.

Desde la sala de esoterismo, Aire evaluó que el conjuro de estallar podría afectar a la puerta sí y solo sí el grosor de la hoja era menor a una décima de pulgada. No tenía manera de saber cómo de gruesas eran las puertas, pero se imaginaba que serían más gordas que eso.

Entonces se escuchó un grito proveniente de la enfermería. Aire disparó sus proyectiles. Alice no, ya que en los nervios de la ocasión no recordaba correctamente los detalles del hechizo (tendría que descansar y repasar lo que venía en su libro de conjuros). Los proyectiles hicieron a uno de los fantasmas retorcerse antes de que los dos fantasmas atravesasen el menudo cuerpo de la pequeña Sunny. Flame se había equivocado de doncella a la que proteger. Sunny cayó inconsciente al suelo, respirando con dificultad, mientras los dos espíritus revoloteaban por la enfermería para volver a hacer una nueva batida.

La imagen que mostró la bola no hizo el menor efecto en la bruja, al igual que las otras que había mostrado antes. Y no era que Leiath fuera precisamente una mujer fría y sin sentimientos, sino que era práctica y conocía sus límites.

Que el alma de Sunny estuviera en el Limbo significaba que el cuerpo de Néstor era solo un cascarón vacío. Respecto al doctor Renner, su destino estaba sentenciado por Hala.

Lo que algunos parecían no entender es que debían preocuparse más por los presentes que por adivinar en esas esferas mágicas. Thimaz pagaría su desobediencia. Ya sabían todos que le gustaba mirar las bolas en general, pero su ayuda hubiese sido inestimable a la hora de abrir la puerta.

Ahora se enfrentaba a un dilema; acudir a cerrar las heridas de Sunny para que no se desangrase, o intentar expulsar a esos dos espíritus y que no atacasen de nuevo.

Como Flame había demostrado que se podía encargar de curar con sus poderes, decidió enfrentarse a esos dos nuevos fantasmas y alzó su símbolo sagrado.

Estando satisfecho por poder usar el chisme ese que todo el mundo había usado, y pasando de largo por la estancia, el valeroso enano decidió embestir con todo su ser aquella puerta de metal; porque evidentemente, lo mejor que podría hacer alguien en una situación como la que se encontraban era tener el riesgo de romperse un hombro, un brazo, una pierna o algo similar... todo mientras en la estancia había enemigos, y uno de ellos se encontraba luchando entre la vida y la muerte.

-¡La Puerta!

Evidentemente abrir una puerta hacia lo desconocido donde incluso podría haber más amenazas que asolarían al grupo, ya de por sí desbordado con lo que acababa de ocurrir, era la mejor idea que a Thimaz le pasaba por la cabeza, a fin de cuentas, el pobre no fue de utilidad con los conjuros y a no ser que se pasara el día haciendo "Zaping" con la bola, no tenía otra cosa que hacer.

Al ver el estado en el que había quedado Sunny, Flame se acercó a ella para protegerla y conseguir que el brillo de su escama se extendiese por su piel para estabilizarla y ayudarla a mejorarse. Miró con detenimiento a la bruja de Hala, estaba claro que sabía arreglárselas sola, así que su nueva misión ahora era proteger el cuerpo de la chiquilla, no tenía mucha intención de dejar que le pasase nada. 

Así que una vez más, se colocó a su lado, puso a Ayash entre ella y los espectros y se preparó para luchar contra cualquiera que osase a acercarse a ella o a su protegida.

Aire sigue a Flame y prepara sus poderes mágicos en caso de que los muertos resistan el poder de Hala. En todo caso, si no eran destruidos acabarían volviendo.

- ¡Empujad!- Gritaba el eunuco con una voz que se le rasgaba de tanto esfuerzo. Empujaba con todas las fuerzas que tenía y lo hacía con rabia por ver como aquellos que se hacían llamar "hombres", con sus órganos masculinos completos, no demostraban más que ser enclenques damiselas.

El Doctor Heinfronth se arrodilló al lado de la niña, apretando el pequeño tórax alternando con besos en la boca. Sunny parpadeó, abriendo los ojos, más gracias al aura de Flame que a los extraños tocamientos del doctor. Los espíritus estaban a punto de lanzarse de nuevo pero, antes de que Aire disparase una nueva salva de proyectiles mágicos, Leiath los expulsó como hizo con el resto. Ambos fantasmas huyeron por la zona de los escombros que tapaban la puerta.

Y hablando de puertas...

¡Enano, sal de enmedio!

Aixlet y Onfale atropellaron a Thimaz, y los tres se estrellaron contra la puerta de la celda treinta y cuatro. Del otro lado, la placa del cerrojo saltó. La puerta se abrió de golpe, y el equipo de demoliciones cayó al suelo, uno encima de otro. Solo eran iluminados por la luz que llegaba de la sala de esoterismo (la antorcha de Leiath), y el pasillo transversal estaba en completa oscuridad, pero Thimaz reconoció otros tres espíritus en el corredor que se giraron hacia la puerta recién abierta.

La conmoción del golpe le hizo perder por unos segundos la orientación. Cuando abrió los ojos de nuevo estaba en el suelo, en un amasijo de cuerpos y extremidades. No era la primera vez que se veía en una situación así, pero no era el momento de recordar sus antiguas tareas de esclavo.

- ¡Quitad de encima!- El eunuco salió como pudo del embrollo y sus botas mágicas le pusieron en pie en parpadeo de ojos. Se puso en guardia inmediatamente, temeroso de que en la oscuridad pudiera haber algún enemigo. No en vano les había visto atravesar la puerta cuando la fuerza de Hala les había hecho retirarse.

La bruja observó con satisfacción como, una vez más, las almas perdidas huían despavoridas de la ira de Hala y como su eficiente amiga Flame protegía y curaba a los más débiles.

Su instante de satisfacción fue interrumpido por el estrépito del trío de demoliciones.

Pero dónde van?!- se preguntó la bruja echándose las manos a la cabeza y casi quemándose el pelo con la antorcha que portaba en la mano. Si se lanzaban así sin mirar, podrían darse de lleno con cualquier otro espíritu de los que deambulaban por ese tétrico lugar.

Reaccionó todo lo rápido que pudo para acudir a donde habían caído y ver si estaban bien.

Nada más llegar, la luz de la antorcha iluminó la nueva amenaza y la bruja se dispuso repetir el procedimiento para que no se acercasen más a ellos. Esperaba salir de ahí pronto, el poder que le concedía su diosa era limitado.

Thimaz no se sentía para nada cómodo teniendo a dos hombres adultos encima de él, al igual que tampoco se sentía especialmente cómodo rodeado de lagartos eléctricos o en una taberna cuando algún gracioso de turno le ponía su bebida sobre su cabeza cual posavasos movil o mesilla también movil. Pese a ello, Thimaz se sentía en peligro por la visión que tenía ante el.

-¡Hay 3 de esos más!-Gritó el enano mientras se arrastraba de debajo de los cuerpos de los otros dos.

Una vez libre, se dirigió hacia las bolas de cristal, y dado que no tenía nada más que hacer que esperar a que sus compañeros terminaran con aquellas criaturas, mientras deseaba no ser el siguiente en acabar atacado por esas cosas intangibles, habló hacia la bola nuevamente.

-Muéstrame a los inevitables que se encuentran por aquí, con el objetivo de derrotar a alguien de nuestro grupo.

Leiath... nos has dejado a oscuras. ¿Alguien puede encender una luz, por favor...? ¡Ay!-dijo el doctor, cuando en la oscuridad de la enfermería su espinilla golpeó una de las dos camillas.

En la enfermería, a oscuras, también estaban Aire, Flame y el cuerpo de Sunny. En la sala esotérica estaban Aire, Aristóteles y Platón, que en la mayoría de las direcciones veía todo muy negro, pero se veía la luz de la antorcha de Leiath tras la rendija de la puerta secreta.

Los que sí contaban con luz estaban arrinconados en un extremo del pasillo. Leiath expulsó al espectro más cercano, pero los dos más alejados avanzaron hacia ellos amenazadoramente...

En cuanto a los deseos de Thimaz, la bola de cristal le mostró una imagen a vista de pájaro del otro Sanitarium, así que no había Inevitables en las cercanías inmediatas.

La cándida luz de Leiath iluminó el pasillo y Onfale bajó el estoque viendo que eran espectros lo que se les acercaba. Untó los dedos en la bolsita de esencias que llevaba en la cintura y se dejó empapar por los perfumes que emanaban de frotar las mismas entre los dedos.

- Raaaaam. ¡¡Manipura shaktí!!- Una flor amarilla de diez pétalos se dibujó en su vientre cuando el chakra anipura se abrió para dejar pasar a la Divina Esencia. 

De cada punta delos dedos del mago salieron disparados sendos proyectiles que impactaron en uno de los espectros.

La bruja volvió a intentarlo. Qué otra cosa podía hacer?

En la escasa luz que proviene de la antorcha de la sala contigua Aire conjura una luz mágica sobre su broquel para que la concurrencia pueda ver los que les rodea. A pesar de la euforia inicial empezaba a ver que quedaría agotada antes de que sus conjuros pudieran acabar con la jauría de muertos vivientes que azotaba el lugar. Sólo el poder de Hala los mantenía a raya.

De nuevo dos fantasmas huían de Leiath, en esta ocasión hacia el fondo del pasillo, pasando de largo el cruce de los corredores. Por el momento podían avanzar sin inconvenientes. Aixlet abrió el paso.

¡Por la derecha!

Aixlet se metió por el recodo de la derecha, pero nuevos fantasmas le cortaron el paso. Retrocedió de nuevo hacia el cruce.

¡Otros dos espectros a la derecha! ¡Vayamos por la izquierda!

A la izquierda tenían una puerta distinta a todas las demás. Las puertas de las celdas eran metálicas, así que una hecha de madera llamaba la atención. Otra cosa es que esa puerta fuese la salida, y no un armario o una despensa.

Podían estar dando vueltas sin rumbo todo el día, pero seguramente no aguantarían tanto tiempo.

Ya que nadie decidía hacer la pregunta correcta a las bolas adivinatorias, Leiath sacó la suya.

- Muéstranos el camino a la salida más cercana del edificio en el que estamos, que de al exterior del complejo.

Esperaba haber expresado correctamente sus deseo. Sabía que la magia era a veces caprichosa y con un oscuro sentido del humor.