Partida Rol por web

Tras la larga caminata y el combate, la hora de comer se acercaba y el sol estaba cada vez más alto. El viaje fue especialmente duro esta vez, tras el fracaso de la expedición había que hablar con una de las dos mujeres. Habría que hablar con la altiva Dulcimae o con la también hermosa y más altiva Isu. ¿Cuál de las dos mujeres sería la primera en conocer su fracaso?

Pero el destino eligió. Al llegar al pueblo lo primero se veía eran las casas del pueblo y la caravana de la familia vistani totalmente destrozada. La puerta y varias ventanas habían sido arrancadas, y tres de las cuatro ruedas habían sido reducidas a astillas. Todo estaba lleno de pisadas, y en algunos puntos se podían observar grandes manchas parduzcas sobre la arena. No había rastro de los gitanos, y de ningún aldeano cerca del lugar.

Arf... No sé si me iría mejor con el método de Deornoth. Seguro que su armadura le protege de las insolaciones. También es cierto que los estofados se preparan en ollas de metal, así que...

A Estragón le preocupaba perder el sano color verde de su piel. Él se crió en la montaña, al fresquito, pero cuando los rayos de sol se reflejaban con más fuerza en la nieve hasta él se ponía a pelar. Volver a ver las sombras de las casas de Muhar fue un alivio; también fue un espejismo, porque el sol de mediodía cae verticalmente y oculta todas las sombras. Como había propuesto Estragón, ese líder olvidado, entraron en el pueblo por el campamento de los Nikíforovna. Viendo el carro ruinoso, el semiorco se imaginó a una Dulcimae en un ataque de histeria, de esos de los días especiales del mes, confirmado por el manchón menstrual en el suelo, pero allí había muchas huellas.

¡ENRIIIICOOOO! ¡MARIUUUUUS! ¡DOMINIIIIIC!-llamó.

Si Estragón era capaz de perder a Abu de vista, puede que el pequeño Dominic también hubiese logrado esconderse durante el asalto.

Ojalá mi hermano estuviese aquí. Él era el cazador, el que sabía de huellas. Yo solo soy el cocinero, el que desolla y hierve lo traído por el cazador. No sé de huellas...

Antes de comenzar el regreso, me acerqué a Mochuelo para mirar sus heridas, apartando sus ropas y examinando los agujeros provocados por los colmillos así como los profundos arañazos. Antes de volver, hay que curarte eso. La vuelta es dura, y no debes de tener muchas fuerzas. Diciendo esto, acerco mi mano a la herida y comienzo a pronunciar una pequeña letanía. En ese momento, de mi mano comenzó a desprenderse un calor que invadió a Mochuelo, haciendo que parte de las heridas se cerraran. Con esto debería de ser suficiente. Le comento dando un par de palmaditas antes de levantarme y prepararme para la caminata.

A pesar de ser apenas unas horas, el regreso fue muy duro, sobre todo para mí. Tras el combate había quedado muy cansado, y el regreso, con ese ardiente calor achicharrándonos desde el cielo hacía que el calor acumulado dentro de la armadura fuera casi insoportable.

Las dos primeras horas, habían sido duras, aunque nada que no pudiera aguantar y ya, la tercera fue algo más liviana, quizás por la adaptación de mi cuerpo, o porque mi cuerpo había logrado adaptarse.

Sin embargo, al llegar, en vez de tener nuestro merecido descanso, nos encontramos con otra desgracia. Levantándome el yelmo, me rasco la cara mientras observo el lugar ¿Quién o qué habrá hecho este destrozo? 

En verdad que le estaba cogiendo manía a tomar tanto el sol. Aunque, como buen elfo no sudaba, eso mismo le hacía más difícil soportar el calor. Por mucho que se hubiese preparado para protegerse del los rayos del astro rey, se estaba cociendo dentro de la túnica. Lo ojos le dolían por el resplandor y los pasos se hacían cada vez más pesados al tener que sacar el pie continuamente de la fina arena que los cubría.

Pero qué demonios estaba haciendo ahí en vez de quedarse en la cama con la bella sacerdotisa? Ah, claro, Dulcimae. Lo que había que hacer por amor.

Cómo podría explicarle su fracaso a la vistani? Sería mejor huir y hacerse el muerto? En eso cavilaba durante la agónica caminata hasta que llegaron al poblado.

Por suerte o por desgracia no había rastro de la familia Nikíforovna. A Kelris no le extrañó del todo, esas dos gatas iban a terminar peleándose tarde o temprano, y por el aspecto del lugar, la ganadora había sido Isu.

Estaban metidos en un gran aprieto. Se encontraban en un lugar maldito, regentado por una mujer que parecía haber perdido la cabeza, y su única forma de salir parecía haber tenido algún 'percance'.

El hechicero miró con preocupación al resto. Iban a terminar todos sacrificados a los dioses del desierto. Se los imaginó a cada uno de ellos secos como la mojama tirados encima de las dunas.

- Esto..., y cómo salimos ahora de aquí?

El cruzado le había salvado la vida. Era consciente. Pero aquella inacabable caminata por aquel desierto infernal pasó su factura. Mochuelo consiguió llegar a duras penas a la aldea. Casi arrastrándose, muerto de sed, ardiendo de fiebre y entre temblores y espasmos buscó nuevamente algo de sombra y se desplomó hecho una patética ruina humana.

Ash se limitó a seguir al grupo en última posición, murmurando cosas en athasiano. De nuevo, el calor hizo sus estragos y hizo que la sed invadiera al pequeño que hambriento solo podía pensar en una cosa que pudiera calmar su mente o por lo menos entretenerla para intentar dejar atrás la falta de sueño, cansancio, sed y hambre. Pequeños ápices de cordura se perdían a cada paso, hasta que el druida supo lo que tenía que hacer: cazar. La caza es lo único que podría ayudar a concentrarse..

Cuando llegó a donde estuvo la caravana y vió esas manchas de sangre en la arena.. aunque no podía importarle menos el destino de aquella familia de caravaneros.. aprovechó la conyuntura para intentar buscar huellas y quizá encontrar algún rastro o algo que pudiera darle respuestas y de paso algo que llenará su estómago..

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Tiro Supervivencia para encontrar rastros.

La maga también sudo la gota gorda. Su túnica estaba completamente empapada en sudor, y el calor de la arena había empezado a formar ampollas en sus delicados pies.

Mochuelo se desplomo en el suelo nada más llegar a la orilla del oasis, donde tenían los vistani su campamento. Abu, que siempre cuidaba de sus turistas como un buen guía, ayudo penosamente a Mochuelo a llegar hasta la sombra de una palmera.

Estragón comenzó a buscar algún rastro por la zona, y como había pensado, el seguir rastro no era lo suyo. Estragón se encargaba de cocinar lo que otros cazaban. Sus dotes diplomáticas no iban mucho mejor. Cada vez que el grandullón se acercaba a uno de los oriundos del lugar, este salía corriendo antes incluso de que el semiorco pudiera decir “hola”.

Ashzyx también trato de buscar un rastro, pero no pudo encontrar nada. La cabeza del mediano ardía por el sol, su garganta estaba seca y sus pulmones estaban congestionados por el aire caliente; bastante tenía con seguir en pie.

Deornoth y Kelris se detenían preguntando al aire y al espacio por lo que había pasado. Mientras Kendra se preocupaba por su túnica empapada en sudor.

¿Quién o qué habrá hecho este destrozo? 

Gente del lugar muy difícil hablar con ella. Gente no salir de noche. Puede que chica de armadura de hierro saber. Chica de pelo rojo. En un primer momento a todo el grupo le vino a la cabeza la imagen de Carndra, pero la guerrera de pelo rosa había desaparecido también. ¿De quién hablaba Abu? Entonces recordasteis que habíais coincidido con otra chica de pelo rojo, la fanática religiosa, Niké.

- Esto..., y cómo salimos ahora de aquí?

Abu se encogió de hombros. El doctor Jones lo estaba buscando. Luego su cara se muda en una mueca de tristeza y dolor. Pero, no lograrlo. El doctor Jones murió.

¿Niquién? Ah, sí... La que estaba buscando a una niña, ¿no? La recuerdo vagamente, como si hubiesen pasado meses. Nos había dicho que acamparía del otro lado de la orilla del lago. De camino podemos volver a llenar nuestros odres de agua.

Estragón volvió a ver los restos del carro. ¿Qué había sido de los caballos? ¿También habían desaparecido o estaban en el punto ciego, tras el carromato?

Si se trata de un robo, tal vez hayan ido a vender las cosas de los gitanos a Aurelius. Si Niké no vió nada, podemos ir a preguntar al maestro de Mochuelo.

El semiorco hablaba por hablar. Era tan negado para ver las huellas que aún ahora no tenía claro de si habían sido bandidos o bestias salvajes. Además, como casi nadie en aquel maldito pueblo hablaba común, ir preguntando por ahí tampoco parecía ninguna solución.

Hablaba de Niké? Esa extraña mujer cegada por su adoración a los dioses? Pensaba que la habían dejado atrás hace mucho.

Quién dices que lo sabe? Nos puedes llevar hasta ella? Y el doctor Jones.... Dime Abu, cómo murió, qué hizo antes de encontrar su fin?- era importante no repetir los pasos del maestro de Abu.

pero dónde estaba metido todo el mundo?! El elfo miraba a todos lados buscando algún rastro de vida.

¿Niké? la verdad es que, desde que llegamos, la joven seguidora de Heironeus desapareció, y desde entonces no la hemos vuelto a ver. Lo cierto es que casi agradecía su ausencia, o seguramente la hubiera pasado como a Candra, la impetuosa joven que sucumbió a la momia.

El caso es que parecía que ninguno de la allí presentes tuvieramos alguna cualidad de ver y seguir esas manchas, por lo que la única alternativa era la que habia comentado Abu pero ¿dónde se había metido Abu?

Si nadie tiene idea de qué son esas manchas, de dónde viene o a dónde se dirigen, creo que lo mejor será intentar hablar con Niké me giro hacia Abu, poniendo una rodilla en tierra ¿dónde dices que está esa mujer de fuego? pregunto repitiendo la pregunta que había hecho Kelris, de forma que se centrara en esta parte, y no en cómo murió ese doctor Jones que tanta tristeza le produce.

Todo estaba dicho. Desde su ostracismo y en segundo plano, la arcanista del grupo sopesaba toda la información que le iba llegando y la procesaba lo mejor que podía, aunque parte de su concentración estaba en el calor que había soportado. Con todo y con eso, respiró aliviada al ver que todo el grupo tenía la misma idea.

- Si alguno puede rastrear este lugar, ahora es el mejor momento... Yo estoy con vosotros compañeros de fatigas... Creo que no estaría de más hacerle una visita a esa pelirroja... Adoro las pelirrojas, ji ji ji ji... - Sonrío con una sonrisa entre malévola y lasciva.

Azotado por el calor, el druida se tiró de cabeza al oasis.. por lo menos a algunos pasos de la orilla, lo suficiente para que no supusiera peligro de ahogamiento. Mitigada su sed y la insoportable temperatura, el mediano se dedicó a hacerse el muerto flotando en el agua.. intentando tener unos segundos de paz. Sin embargo, la conversación en tonos alto de sus compañeros decidiendo que hacer, le inquietó justo en el momento en que "parecía" comenzar a relajarse.. enfadado, se sobresaltó. Con un bufido salió de agua visiblemente enfurecido.. iba a terminar con esto de una vez por todas..

El no hablaría con los aldeanos por como lo habían tratado y la verdad, si fuera por el, ya podrían pudrirse para alimentar las plantas del oasis y al menos, así, hacer un servicio digno. Pero si que podría intentar encontrar rastros pues era cazador experimentado. Echándose la pelambrera mojada hacia atrás para poder ver mejor, observó las huellas en la arena..

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21 en Rastrear, espero encontrar algo..

La pisadas, aunque muy desdibujadas por el viento y vuestras propias pisadas, se introducen en el desierto. Van hacia lo más profundo del desierto, igual que cuando la momia rapto a la mujer del cabello morado.

Y el doctor Jones.... Dime Abu, cómo murió, qué hizo antes de encontrar su fin?

Un día desapareció en las arenas del desierto. Doctor Jones ser raptado. Dijo tristemente Abu Siempre que alguien le recordaba al Doctor Jones, el joven Abu caía en una pequeña de presión.

Ya empezaba a caer la noche cuando Abu comenzó a encaminar sus pasos por el borde del oasis con la cabeza triste de nuevo. Ashzyx había estado un buen rato siguiendo las huellas, además alguno de los presentes necesitaban algún tiempo para recuperarse de la insolación.  Seguir el rastro había sido un trabajo complicado. Las pisadas estaban muy desdibujadas por el viento y por vuestras propias pisadas. Finalmente el extraño mediano sentencio que las pisadas se introducen en el desierto perdiéndose en la lejanía.

El sol empezaba a ocultarse por el horizonte cuando llegasteis al pequeño campamento de Niké. Este se componía por una tela que hacía las veces de toldo, donde la paladina había dejado casi todas sus pertenencias menos las armas, y una hoguera. Pero no había rastro de la mujer, aun así, el campamento parecía no haber sufrido ningún ataque.

Rebuscando entre sus cosas, encontráis un pequeño diario. La mayoría de las entradas del diario se centran en la búsqueda de una niña y el dolor por su perdida. No hay nada interesante salvo la última entrada.

Heironeous me ha mandado una visión. Todo el mal se encarna en la mujer de pelos de ala de cuervo, la sacerdotisa del lugar, Isu. Esta tarde la visitare y descubriré la verdad.

Estragón no tenía ningún código ético ni reparo en leer un diario privado. Es más, consideraba que era su deber: era lo mínimo que se merecía alguien que se iba por su cuenta y dejaba a los demás marcharse a un valle lleno de perros antropófagos.

Si lo de que ha ido a visitar a Isu os parece fuerte, esperad a que os lea esto...

"Día catorce de la octava luna. Querido diario, los picores de la entrepierna han remitido. La pomada mitigó la irritación de la armadura-pasó las hojas al azar-. Día cuatro de la segunda luna. Me he teñido el pelo de rojo. Me queda bien-pasó las hojas al azar-. Día veintiocho de la cuarta luna. Coroné la colina y contemplé el campamento de mis enemigos. Sobresaltados, dos de ellos empezaron a dar la voz de alerta. Ahogué sus palabras con un grito de guerra y cargué con mi espada. Las flechas silbaron cerca, como en un susurro...".

¿Como un susurro? ¿Qué mierda es esta? Es aburrido. Queremos chicha, la descripción de proezas heroicas no son divertidas. Voy a volver a leerme la parte en la que dice que no es pelirroja natural... Jus, jus, jus.

En fin... Llevamos dos tardes fuera, y no sabemos si se ha ido hace un par de horas o veintiseis. Vayamos a ver a Isu, a ver si se ha quedado en su casa, o si nos la cruzamos por el camino.

Las ganas de encontrarme de nuevo con Niké hizo que la nueva caminata no fuera tan dura, con ese rayo de esperanza que inhalaba fuerza y energía.

Cuando llegamos, la decepción se hizo evidente en mi rostro, si alguien hubiera podido verlo, claro, aunque mi cabeza se movía a derecha e izquierda buscando algún resto de la seguidora de Heironeus.

Asi que todas las pistas nos llevan de nuevo ante esa sacerdotisa, Isu pensaba al oír la entrada que había leído Estragón. No le gustaba leer un diario personal, pero ante esta situación, era necesario, sin embargo, cuando Estragón comenzó a leer las otras entradas, mi cara dentro del casco se puso como un tomate antes de avanzar y arrancarle el diario de sus manos no debes de hacer eso. Es algo privado. Ya sabemos cuál ha sido su siguiente movimiento, por lo que el resto no deberías de leerlo. niego con la cabeza, como regañando a un niño que ha hecho una travesura.

Vayamos a verla. Íbamos a ir de todas formas, así que ahora ya tenemos otra excusa para acudir hasta ella en busca de respuestas, y esta vez no nos iremos sin respuestas. digo apretando un puño y golpeando la palma de la otra mano.

El elfo afinó el oído para escuchar lo que leía Estragón. Toda información era poca para desentrañar el misterio de las mujeres.

A ver, a ver! - se acercó para poder curiosear por el encima del hombro aquel preciado diario.

Pero cuando el recto Deornoth llamó la atención del cocinero, él se hizo el loco, como si no hubiera mostrado interés alguno por las intimidades de la elegida de Heironeus.

Claro, claro, eso está mal - reprendió al semiorco- no se debe hurgar en las intimidades de nadie!

Guárdalo, luego lo leemos - le susurró al oído.

El buen humor se le fue al garete cuando quedó claro que tendrían que ir a visitar a la sacerdotisa. Kelris no lo admitiría pero le tenía miedo. No era por su minino por el cual sufría cierta alergia, ni por sus costumbres amorosas las cuales eran de un gusto impecable. Era por ese halo de maldad y locura que emitía, por la falta de empatía hacía sus congéneres y en general por cualquier ser vivo que no fuera su gato.

Su gato! Y si le secuestraban y le exigían su colaboración para encontrar a las personas desaparecidas? Podría salirles bien o quedar fulminados al instante por un fuego divino.

Estáis seguros que lo mejor sería ir a visitar a Isu?- preguntó tímidamente- Si es cierto que la maldad se encarna en ella, como dice el diario, y nos presentamos a exigirle explicaciones, no estaremos entrando en la boca del lobo como corderos?

-Quizás lo mejor sería dejarnos llevar por la momia, al fin y al cabo parece que ha secuestrado a todos aquellos que buscamos. Si la esperamos y la seguimos, tendremos más posibilidades de encontrarlos que preguntando a la sacerdotisa.