Partida Rol por web

Estragón se atolondró. Aún más. Tal vez había prestado ayer poca atención a la charla de Isu sobre los dioses, pero si el semiorco lo había entendido bien (lo cual era poco probable), Isu se les presentó como Sacerdotisa de Osiris. Seth, alias "cabeza de burro", dios de los celos, los secretos y la maldad, mató a Osiris una vez. Son algo así como enemigos acérrimos, o malos vecinos. Pero había que reconocer que Seth le cuadraba mejor a Isu. Primero, los celos: Isu envidiaba el tipín saludable de Estragón. Segundo, los secretos: porque no les había dicho desde el principio que era una sectaria psicópata sacrificadora de nikés. Tercero, la maldad: no había compartido ninguna de las recetas de la cena con Estragón. Eso es tener muy mala baba.

Miró a Deornoth, el faro en la tormenta. Con los ojos casi le suplicaba una solución, que se convirtiera en el líder que manejase la situación manteniendo la calma. Deornoth debía dar el paso y guiarles a la batalla... o a una huída honrosa.

La imponente figura de Isu había dejado petrificado al auditorio, ya fuera por el cuerpo sensual cuerpo que se escondía tras la túnica de seda manchada de sangres o por el shock de ver a una amiga muerta de una forma tan horrenda, nadie actuó. La sacerdotisa siguió alabando a su dios.  ¡Seth protege con tu manto a tu humilde sierva!  Entonces la túnica blanca de Isu se tornó negra como la noche.

¿A eso le llamas mandil? ¡Esto es un mandil!

Estragón levantó el brazo, giró sobre sí mismo de puntillas, se tapó las tetas con el antebrazo y para cuando terminó su transformación, una tela traslúcida vestía su verde piel. El mandil brillaba, centelleaba mágicamente. Así, sin intervención de Seth, porque cuando eres cocinero no necesitas de la magia divina.

No te la llegamos a presentar, porque no llegó a acudir a la cena, pero esa chica que has sacrificado es medioamiga nuestra. Tampoco puedo aprobar el modo que has hundido el cuchillo. Cualquiera que haya matado a un animal para la cena sabe que los músculos se tensan cuando clavas un cuchillo en el torso. Degüeyo, es así como hay que matar a la gente... digoooo... a la comida.

Tras vomitar la poca comida que tenía en el estómago, me levante, rojo de furia ¡Eres un monstruoooo! ¿¡COMO HAS SIDO CAPAZ!? ERES UNA MALDITA ZORRA ASESINAAAAA

La irracional furia que me estaba invadiendo hacía que solo tuviera ojos para la venganza, la justa venganza. Soltando el escudo, agarré la espada con ambas manos y, tras una breve oración salí corriendo hacia isu Acabaré contigooooooo

Kendra, envelesafa y absorta en sus pensamientos, lo único que hacía era mirar a la nada. Bueno, a la nada no, a Isu en particular. Revisaba su figura, sus ropajes y la daga ensangrentada, a la par que oía, que no escuchaba, las palabras del resto.

Por fin llegó la hora de la verdad.. despues de tantas estúpideces, juegos y mensajes velados.. la sacerdotisa mostraba su verdadera cara. Cuando Deornoth cargó contra Isu, supo lo que tenía hacer: las imagenes que había tenido en una de las visiones de vigilia se apilaron en su mente y pasarón rápidamente ante el, a modo recordatorio y quizá a modo de señal.

Las palabras de "Solotrespiernas" acudieron de nuevo como un eco.. " Toda fuente de mal debe ser purgada.. purgada por el fuego y convertida en ceniza, solo así evitarás que vuelva a alzarse una vez más"..

Por primera vez desde que llego a este plano, tuvo claro que debía hacer.  Dando varios pasos hacía atrás, tomó distancia con respecto a la inminente refriega y ocultándose detrás de unas columnas del templo, invocó una esfera llameante que comenzó a mover por la estancia sobre cualquier foco potencial que ayudara a extender el fuego por aquel lugar ímpio..

Consigue recuperarse de su estupor y reacciona instintivamente. La flecha zumba al encuentro de la mujer de negro.

El golem trata de alcanzar a Deornoth cuando este pasa cerca de él, pero no lo alcanza. Entonces la espada del clérigo atraviesa con facilidad la túnica de Isu hundiéndose profundamente en su hombro. La sacerdotisa gime de dolor. Alertado por el grito de su ama, el golem se gira y vuelve a atacar contra Deornoth, esta vez, el puño golpea con rabia la espalda del clérigo causándole una importante contusión.

La esfera de fuego de Ashzyx empieza a rodar por la sala prendiendo fuego a las mesas y los tapices. Entonces Isu vuelve a alzar la voz, a pesar de la profunda herida, la voz de la sacerdotisa suena fuerte y resuelta. Un manto opresivo cae sobre la sala, el sonido se sofoca y vuestras gargantas no responden a vuestras órdenes. Finalmente la flecha de Mochuelo se clava en uno de los muslos de la sacerdotisa. Esta vuelve a gritar de rabia y mira con odio al aprendiz de alquimista.

La voluntad del hechicero no era lo que se podía decir fuerte, sino más bien lo contrario, lo cual le ponía en una mala situación frente a los encantos de las mujeres y demás situaciones de peligro.

Incapaz de controlar el horror al que se le había sometido, continuó incapacitado, como un espantapájaros en un campo lleno de cuervos. Un blanco fácil para cualquiera que odiase a los elfos.

Al menos no atacaba a Isu y quizás se lo tomase como que estaba de su lado, quien sabe...

Kendra sintió el hechizo de Isu, y pese a estar insimismada observándola, su entrenamiento mágico y su voluntad, aunque nula en aquel momento, bastaron para sobreponerse al poder mágico de la sacerdotisa.

Sus ojos se posaron en el muslo herido de la sacerdotisa, del que ahora brotaba sangre, la misma sangre roja que un momento antes había brotado del pecho de la pelirroja en la que Isu hundió su cuchillo. La maga se relamía y parecía perdida, como si su psique hubiese abandonado su cuerpo y solo tuviera ojos para centrarse en la figura de Isu. Haría falta algo para sacarla de semejante trance, algo que llamase su atención o que la hiciera reaccionar, pero de momento nada ni nadie podía ayudarla.

No había conjuro arcano, ni divino, que pudiese hacer que Estragón cerrase el pico.

No sé si es más indignante que matases a Niké o que atentes a mi libertad de expresión, pero ya me has cabreado. ¡WHAAAAAAAH...!

Estragón, ligeramente enojado, moderadamente iracundo y fuertemente enfadado, cargó contra la loca de los gatos para propinarle un bastonazo en ese cuerpecillo enclenque que tenía. Puaj, casi parecía uno/una de esos/esas elfos/elfas andróginos/andróginas. Se la imaginó así, con orejas puntiagudas, para que le diese más coraje.

El golpe finalmente me llegó por la espalda, dejándome sin aire en los pulmones y sin apenas fuerzas para combatir. Sin embargo, la furia que sentía, el ansía de venganza por el sacrificio de un fiel seguidor de Heironeus, el invencible, hacía que mi fuerza de voluntad me mantuviera en pie, ajeno al dolor, sin apenas ver.

La forma de Isu se iba difuminando, emborronándose, haciendo que tuviera que parpadear un par de veces, lo justo para ver cómo otra figura entró a golpearla, pero sin apenas reconocerlo.

Debía de darme prisa, o mis últimas fuerzas se desvanecería. Con fuerza, volví a agarrar la espada con ambas manos para alzarla y, justo en el último momento, la vista se desvaneció y mi golpe solo cortó el aire.

El pequeño druida se centró en avivar las llamas que se extendían por el templo.. no peredería el tiempo, enfrentándose con la sacerdotisa o sus secuaces.. haría de este lugar un infierno y esperaría que la construcciones acabará por derrumbarse, a ser posible con Isu y su golem dentro.. eso si, tendría que ocuparse de avisar con suficiente anticipación a sus compañeros..

Cuando hubo prendido fuego a todo se dedicó a hacer señales a sus compañeros para que salieran..

Ashzyx continuaba prendiendo fuego a la estancia, pero eso no impidió que el gran humanoide de tierra volviera a bajar el puño con fuerza. Con un impresiónate giro, uno de los grandes puños rompió parte de los adoquines del suelo cerca de Ashzyx mientras que el otro golpeo de lleno a Mochuelo y su arco.

La espada de Deornoth golpeo una de las columnas de la habitación quedando incrustada en la dura madera. Por otro lado el bastón de Estragón golpeo uno de los costados de Isu, escuchándose el inconfundible sonido de los huesos rotos. La sacerdotisa gimió de dolor, pero el dolor no impidió que terminara de pronunciar las palabras mágicas.

Un Khopesh, una espada con forma de hoz, se materializo detrás de Estragón. El arma espiritual no emitía luz, todo lo contrario, parecía absorberla. El Khopesh descendió sobre la espalda del gigante verde clavándose con fuerza.

Mientras la pareja de elfos contemplaba la escena con una mezcla de devoción e incredulidad.

Kelris llegaba a parecer una parte del mobiliario, una escultura erigida a la belleza élfica y a la debilidad mental por partes iguales.

El hechicero no lograría reaccionar ni aunque se le pasase el felino de Isu por debajo de la nariz pese su leve alergia al pelo de gato.

Mientras, el combate se sucedía a su alrededor como si se encontrase en el ojo de un huracán. Si sobrevivía a aquello, quizás no sobreviviese a la vergüenza de no haber hecho nada por parar la matanza.

Arrancando de un fuerte tirón la espada de la columna en la que había quedado atrapada, me giro, todavía sediento de la sangre de ese maldito demonio, con los inyectados en sangre.

Muere de una veeeeeez grito alzando nuevamente la espada y dejándola caer sobre el cuerpo de la sacerdotisa.

Era normal que un sexy delantal no le protegiese bien. Los sexys delantales tienen el mismo funcionamiento que los bikinis de mallas: la defensa que le aporta depende de su capacidad para distraer. Una espada sin capacidad para escandalizarse podía hundirse igual de bien que si Estragón no llevase nada. El semiorco casi no sintió la puñalada en el modo enajenado y sangriento que le poseía, solo lo suficiente para darse la vuelta y ver el khopesh flotante.

¿Una cuchara?-se preguntó al verlo.

El objeto giró noventa grados hasta perfilarse de nuevo como el filo afilado que le hizo sangrar. Con cautela, Estragón dió un paso para ir interponiendo a Isu entre el khopesh y sus verdes carnes magras. El cocinero no sabía cómo funcionaba aquel embrujo, pero la magia funcionaba como un filete de vaca vieja: si lo machacas lo suficiente, se ablanda. Así que Estragón siguió golpeando a Isu con furia asesina.

¡Así no! ¡Perra mala! ¡Perra mala!

- Ooooohhhh, vaya.... - Exclamaba envelesada la maga del grupo al ver que Isu y su magia conseguían herir a otro más del grupo: Estragón en aquel momento.

La fijación que tenía en la mujer y la sangre que la rodeaba estaba haciendo estragos al no permitirla reaccionar para ayudar a su grupo, pero Kendra no conseguía salir de su ensimismamiento y nada ni nadie¹ hacía nada que llamase su atención lo suficiente como para reaccionar.

Con un impresiónate giro, uno de los grandes puños rompió parte de los adoquines del suelo cerca de Ashzyx mientras que el otro golpeo de lleno a Mochuelo y su arco.

El brutal golpe le vació el aire de los pulmones y lo lanzó por el aire a varios metros de distancia. Durante unos segundos, todo se hizo oscuridad a su alrededor, mientras trataba desesperadamente de respirar. Después vino el dolor. 

Cuando se rehizo lo suficiente como para mirar alrededor, vio a Kendra a su lado. La elfa miraba fijamente, con ojos como platos, a la sacerdotisa. Parecía en trance. Mochuelo la cogió por los hombros y la zarandeó enérgicamente. No había tiempo para delicadezas...

-¡Kendra, espabila! ¡O haces algo ahora o no saldremos vivos de aquí!

Sin esperar la reacción de la mujer, buscó con la mirada a la sacerdotisa, mientras colocaba otra flecha en el arco y disparaba.

Una viga de madera que había comenzado a arden en el techo se desprendió cayendo sobre la cabeza de Ashzyx. Era curioso que quien había provocado el incendio recibiese el daño, puede que los dioses del panteón de Isu se estuvieran vengando porque alguien había profanado su santuario.

La “cuchara” volvió a atacar al orondo cocinero, y esta vez con más fuerza. Puede que fuera un arma mágica animada pero tenía sentimientos y no era ningún tipo de cubertería.

La rabia del ataque conjunto de Estragón y Deornoth consiguió penetrar las defensas mágicas de Isu. La espada de Deornoth golpeo uno de los hombros de la sacerdotisa haciendo que su clavícula se rompiera con otro chasquido, y  Deornoth rompió otras cuantas costillas a la sacerdotisa. En ese momento la fecha de Mochuelo atravesó el aire y se calvo en uno de los pechos de la sacerdotisa. Con la boca llena de sangre, la sacerdotisa pronuncia sus últimas palabras. ¡Os maldigo a vagar por las brumas hasta la muerte!

El hombre de arena volvió a alzar sus puños, su ama había muerto no tenía sentido seguir viviendo. La arena se fue desmenuzando poco a poco hasta que solo quedo en el centro del montículo de arena el corazón de Nike.