Partida Rol por web

Ash se preparó para el viaje. Con un silbido llamó a Krick, que ya traía puestas las alforjas y el resto del equipo preparado. Acostumbrado al sol de Athas, el mediano no esperaba demasiados problemas con respecto al calor, sin embargo más valía prevenir..  se aseguró de llenar la dos cantimploras, revisó todo para finalmente postrandose sobre sus rodillas, comenzó a canturrear invocando el poder de la esferas, el druida lanzó un conjuro de protección*..

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*- Lanzo Soportar los Elementos y Resistencia (oración).

¿Tenéis algo que nos sirva de ayuda o no pensáis aportar nada a la búsqueda?

El vistani negó apesadumbrado. Mi hermana os ha proporcionado toda la información que ha podido. Solo os podemos proporcionar algo de agua y comida.

Los desconfiados Estragón y Deornoth probaron la varita del Timador, que era realmente lo que decía ser. Puede que el mote del Timador fuera por otro motivo.  

El periplo por el desierto fue monótono. Todo parecía igual, las dunas de arena se sucedían una tras otras sin apenas diferencias entre ellas, y el único punto de referencia era el sol que brillaba en lo alto del cielo. Abu caminaba con paso firme y hábil entre las finas arenas, mientras que vosotros os hundíais continuamente y teníais que tener cuidado de no perder las botas que quedaban aprisionadas en la arena.

Tras varias horas de camino, finalmente comenzáis a ver grandes rocas que sobresalen de las arenas y finalmente un gran barranco de paredes rectas se alza ante vosotros. Abu se para en seco. Ese ser valle de los muertos. Dice señalando una grieta de varios metros en medio del barranco. Pero perros negros guardar entrada al valle. El sol comienza a descender poco a poco, mientras las sombras comienzan a cubrir todo.

La caminata por el desierto, tal y como me esperaba, resultaba un infierno, literalmente hablando, para mí. La armadura que llevaba resultaba ser como una olla tapada al fuego, haciendo que me cociera poco a poco dentro de ella. Por momentos me maldije por no haber adquirido uno de esos cristales con propiedades mágicas que permitían no sentir ni frío ni calor, aunque claro, el que esta armadura fuera tan cómoda para poder dormir con ella, no era nada despreciable. Al fin y al cabo, algo había que sacrificar.

Lo más duro fue el primer tramo, al arrancar a sudar y notar cómo te asfixiabas por el calor. Sin embargo, según fui acostumbrándome, el resto del trayecto se me hizo mucho más llevadero.

Durante el viaje, intenté hablar con Abu para animarle, haciéndole ver que el doctor Jones nunca le habría abandonado voluntariamente, y que seguramente, estarían intentando reunirse con él en caso de seguir vivo.

Una vez que llegamos al gran barranco, respiro profundamente, buscando un lugar a la sombra antes de hablar Si esos perros negros son los guardianes de la puerta, mucho me temo que deberemos de combatir contra ellos. No me gusta entrar de noche en la guarida de los muertos, pues como nos dijeron, el sol es su mayor enemigo. Pero si queréis entrar, me encojo de hombros entremos. 

Dicho esto, cogí el escudo de la espalda donde reposaba y lo embracé, sacando la reluciente espada antes de mirar al resto ¿Estáis preparados? esta entrada es el lugar perfecto para una emboscada, así que prestad mucha atención al decir esto, me giro nuevamente hacia la entrada para intentar evaluar la situación.

¿Por qué no puede ser el Valle de las Sonrisas Felices? ¿Por qué siempre ponen a los sitios nombres como "Valle de los Muertos", "Isla Calavera" o los "Acantilados de Sangre"? Ah, sí... Es el Valle de los Muertos porque entierran a gente aquí. Cierto, ya lo habían comentado. Ugh... he dormido demasiado poco para pensar con claridad, y este calor me cuece los sesos...

Para Estragón bastaba esperar al anochecer para aventurarse con seguridad en el Valle de los Muertos. Él aún seguía pensando que en cuanto se pusiese el sol sería la Noche de Thoth. Pero mira, con este calor, casi que prefería meterse ya en la sombra del valle, con o sin perros.

Por mí entramos ya.

Según llegaron a la sombra  que ofrecían las piedras del barranco, Kelris se derrumbó como un saco de patatas vacío, a punto de desmayarse.

El viaje entre las dunas había sido mucho más duro de lo que se había imaginado, de nada había servido ponerse aquel ridículo turbante, o beber agua del odre. Se sentía morir abrasado vivo. Ojalá viniesen esos perros del desierto y le dieran la puntilla, porque no aguantaba más.

Ne-necesito descansar- consiguió balbucear con voz ronca. No podía dar un paso más. Cómo echaba de menos el frescor del templo donde habitaba Isu, ni pensar ya en los húmedos bosques de aquellas tierras lejanas de las que provenía llenas de frescos riachuelos y que se iban borrando de su recuerdo a causa del intenso calor.

Me, me muero... - dejó escapar con agonía el elfo mientras se deshacía de los inútiles ropajes. Quizás la armadura de Deornoth habría sido de más ayuda, al menos no habría aguantado tanta penuria y moriría más rápido.

Mochuelo sale de la tienda cabizbajo y triste. Ha pensado durante un tiempo qué decirle a su viejo maestro y finalmente no se le ocurre nada.

No es la misma persona que era. A saber qué le habrá pasado en todo el tiempo que lleva en este maldito infierno arenoso...

Sin más, ocupa su puesto en la hilera de caminantes y se adentra en las arenas en pos de sus "compañeros". El camino no tarda en convertirse en una auténtica tortura. Él es un animal nocturno. Aquel maldito sol lo está abrasando vivo. Cuando llegan al barranco, sus fuerzas están casi al límite. Se arrastra torpemente hasta algo parecido a una sombra y se echa algo de la preciosa agua de su odre por la cabeza, luchando para no perder el conocimiento.

Su único consuelo es que, al parecer, no es el único del equipo que lo está pasando mal...

Las primeras dos horas fueron bastante insoportables para la arcanista del grupo de exploradores. Por suerte, aquello sirvió para cubrirla pues harta de aquello, se remangó las túnicas y se las amarró, dejando sus hombros, pantorrillas y ombligo al aire o al Sol, según se mirase.
[B]- Con este calor me estoy tostando. En breve pasaré a ser una elfa gris literalmente... Y luego puede que elfa carbonizada....[B] - Dijo tratando de seguir el paso del resto desde la retaguardia y centrando sus sentidos en busca de presencias mágicas.

Ash siguió a sus compañeros desde la retarguardia, como había hecho siempre.. solo la compañia del escorpión Krick le salvaba de volver a caer en el estado de vigilia.. estaba agotado.. El druida sabía que bajo condiciones normales, para él, este sol y calor le resultarían hasta agradables en comparación con el orbe rojo inmisericorde de Athas.. sin embago, no era así.. el sol, al igual que todo en esta maldita tierra, resultaba engañoso y fácil de subestimar.. 

Aunque al principio se encontró fresco, la acumulación de cansancio por la falta de sueño y las horas de cabalgada hacían que la lucha constante por no desvanecerse apremiaba más y más a cada paso.. cuando al final encontrarón la entrada, Zyx se encontraba agotado y sediento.. aún a pesar de los conjuros recitados habían resultado útiles, los estragos del viaje resultarón algo más que molestos. Exahusto, el halfling no tuvo más opción que sentarse a descansar e intentar hidratarse.. tenía que descansar como fuera.. aunque sabía que, por mucho lo que intentará.. la maldición de la momia no le dejaría.. 

Cuando Kendra se afanaba en sondear los campos mágicos de la entropía, Estragón la interrumpió plantándose delante de ella. Si su fealdad no era suficiente distracción, la elfa tenía que lidiar también con el olor del sudor del semiorco.

Disculpa, elfo... o elfa. Kendra. Te he visto ojear un libro. Los libros son aburridos, y... lo que quiero decir es... ¿Podrías leerme un libro para que me quede dormido?*

Tienes cara de tener muy poca vida social, y de saber mucho de libros aburridos. Anoche no pegué ojo, y cuando era pequeño y me había empachado en la cena... cosa que ocurría muy a menudo... mi mamá, que está en el cielo, me leía cuentos para dormir.

Abu encuentra un buen hueco donde pasar la noche a la entrada del valle, el frio es intenso pero soportable con la ayuda de las mantas de viaje. La noche transcurre sin más sobresaltos que los gritos de angustia de Estragón y Ashzyx. Ninguno de los dos es capaza de conciliar el sueño, ya que ni Kendra ni Kelris tenían los conjuros pedidos por Estrago.

 A la mañana siguiente y tras un escueto desayuno preparado por el piel verde. El desayuno es incomible, ya que en un par de ocasiones Estragón, debido a la falta de sueño acumulado, confunde las especias y los ingredientes de las tortitas.

Con el estómago revuelto por las tortitas excesivamente aliñadas comenzáis a caminar por el valle. Llegáis a un punto donde la grieta que forma el valle se agranda. A la entrada de una inmensa explanada hay dos estatuas de grandes de hombres con cabeza de chacal, que como centinelas parecen guardar la entrada del valle. Entre las dos estatuas se extiende una fila de adoquines de negro alabastro que las une.

Al fondo del valle contemplais un inmenso mausoleo escavado en la roca viva. La tumba es un edificio plano y bajo con estatuas de piedra que recorren la longitud de su fachada frontal. Hay una puerta en el centro de las estatuas pero se encuentra semienterrada por la arena acumulada por el paso del tiempo.

Bueno, ya está. Lo hemos intentado. Este sitio está ruinoso. En primer lugar, no sé para qué vinimos aquí.

Ah, sí... Carndra.

Estragón revisó sus provisiones. Se había quedado sin huevos para hacer tanta tortita, y la sal estaba sospechosamente en horas bajas, pero por contra no había gastado tanto azúcar en el desayuno como creía. El cocinero tenía un dicho: "cuando no sepas explicar algo, lo hizo un mago". No había que darle más vueltas. De todas formas, esperaba que sus compañeros de viaje hubiesen sabido apreciar mejor el desayuno que había preparado. El semiorco sacó de la mochila un roscón, y se lo dió al pequeño guía.

Toma, Abu. Como prometí, mi pago por lo bien que lo hiciste ayer. Está un poco duro, pero lleva mucho azúcar. ¿A los niños humanos también os gusta el azúcar, no?

Los humanos eran muy raros con los gustos culinarios. Por algún motivo ponían cara rara con la carne de serpiente, y no les acababa de convencer un crujiente grillo churruscadito. A saber si el azúcar les da también asco.

No sé si me faltan horas de sueño, ¿pero no es raro que la arena cubra la entrada de la tumba, cuando los adoquines negros están como si les hubiesen pasado una escoba? Debería haber una capa de arena de dos jamones de alto sobre el alabastro.

Estragón se acercó para examinar las estatuas y los adoquines, sin cruzarlos.

El elfo no se atrevió a tocar la comida preparada por el semiorco, se le revolvía el estómago sólo de pensar en las gotas de sudor que sin duda había caído en la masa según la preparaba.

No, no gracias- rechazó la tortita amablemente mientras sacaba de su mochila una ración seca que guardaba desde que saliera de casa.

Sintiéndose más descansado y no a punto de morir como la noche anterior, Kelris caminó alegremente hasta las estatuas de los cánidos.

Según les había contado Abu, aquellas figuras eran los guardianes del lugar. Posiblemente si pasaban aquella línea marcada en el suelo cobrarían vida para cortarles las cabezas sin ningún miramiento.

El hechicero no iba a ser el primero en probarlo. Activando su capacidad innata de sentir la magia, se acercó a las figuras sin tocarlas. Se podría pasar por su lado en vez de atravesar la línea de alabastro?

- Espero que hayas dormido bien con el conjuro... - Dijo sonriente la arcanista al mestizo.o

El día anterior, accediendo a la petición del cocinero, a cambio de quitárselo de encima y evitar su fétido olor sudoroso a semiorco gordo. Sacó toda la fuerza mágica que llevaba dentro para lanzarle el hechizo de dormir a plena potencia. Tras aquello, estaba segura que los ronquidos de un dragón no despertarían a Estragón. Ronquidos, si, ronquidos... No había contado con eso último.

- ... La próxima vez me lo pensaré mejor antes de hechizarte para dormir. Roncas como un dragón rosa... - Dijo soplándose hacía arriba para retirarse el flequillo de la cara.

Y tras el desayuno y ver la entrada del lugar, Kendra observó y se concentró, como venía haciendo todo el camino, en buscar rastros  mágicos en el lugar.

- ¿Alguien sabe de trampas? He leído sobre estos sitios y suelen estar llenos de trampas para disuadir a los intrusos. - Recordó de sus libros.

A pesar del frío, la manta que tenía fue suficiente para abrigarme y evitar que mi armadura se enfriara como el hielo, haciendo de mi sueño un tiempo de descanso bastante placentero. Placentero si no hubiera sido por los sueños, en los que los muertos se alzaban y el poder de Heironeus no era suficiente para contenerlos.

La mañana llegó, y con ella el desayuno de Estragón, el cuál recibí con agrado. Hasta que me metí en la boca el primer bocado, que a punto estuve de escupir de lo salado que estaba. Así, comí lo justo para no morirme, tragando casi sin masticarlo y bebiendo el café.

Una vez frente al camino adoquinado, franqueado por esas dos estatuas, hace que niegue ligeramente, casi de forma imperceptible, la cabeza Me temo que esos son los perros de lo que hablaban y, habrá que tenerlo en cuenta, preparándonos para que, efectivamente, cobren vida.

A continuación, dejé a los arcanos lanzar sus conjuros, hasta que Kendra preguntó Siento mucho decir que no es mi campo de especialización, no tengo ni pajolera idea me encojo de hombros.

Estragón nunca había visto dormir a un dragón rosa. ¿Se supone que roncaban muy poco? ¿Mucho? ¿Roncaban fuego? Una buena guindilla sirve para roncar fuego.

La única trampa que conozco es usar levadura para espesar el chocolate caliente en la olla, Kendra. ¿Lo que me hiciste fue un conjuro? Meh-soltó, excéptico-. Las grandes mentes pensantes somos inmunes a las influencias mágicas... y a la hipnosis. ¿Seguro que simplemente no te limitaste a leerme algo aburrido? Como sea. Gracias. Si los dos seguimos vivos veinticuatro horas más, tenemos que repetirlo.

Hizo una pausa, esperando una correspondiente gratitud por parte de la elfa o elfo por hacer un delicioso desayuno. Algún comentario elogioso de sus tortitas. Quizás un oportuno erupto de satisfacción que aprobase la obra culinaria del cocinero. Ese es el problema de los elfos, que no tienen educación. En ese sentido, Estragón prefiere a los enanos, que siempre saben darse mejor al comercio y al bebercio.

- Si, Estragón. Volveremos a repetirlo tan pronto encuentre un conjuro de silencio para tus ronquidos... - Dijo algo asqueada recordando la noche que les había dado al grupo los ronquidos del mestizo. - Pero te lo perdono por hacernos e desayuno. Hacía tiempo que no me hacían unas tortitas tan... tortitas... - Añadió, sin saber que decir sobre aquellas tortitas tan insípidas.

Justo a su lado, al oír el comentario del guerrero acorazado, Deornoth, la arcanista lo miró echándose un dedo a su barbilla para adquirir un aire más interesante o dar a entender que estaba pensando, aunque ella lo hacía por puro instinto, sin darse cuenta. Después de todo, era una maga y pensaba, ¿verdad?

- Los perros de Anubis... Será mejor que prepares tus armas, Deornoth, mucho me temo que si esas estatuas cobran vida nos van a dar bastante que hacer. Mi primo y yo haremos la parte mágica, mientras el resto hacéis la vuesta. - Dijo mirando la resto. - Venga primo, detectemos rastros mágicos. A ver si alguno de vosotros puede detectar el mal, como hacen los paladines... ¿Por que de trampas vamos mal según veo, no? - Añadió.

Una noche más en vela.. la paranoia y las visiones de vigilia habían dado paso a una frustación acuciante y por ende, a una ira que se acrecentaba más y más.. Ignorando al resto de su compañeros, decidió salir de caza para aplacar su hambre y así, quizás, solo quizás, mejoraría algo su humor.. para su desgracia no fué así. Aunque era un cazador nato, su capacidad mermadas por el insomnio no le permitían fijar con claridad los rastros.. así pues poco pudo encontrar, excepto una lagartija de generoso tamaño, la cual atrapó de un pisotón aplastando la cabeza del reptil.. sin más dilación, se la llevo a la boca troceándola poco a poco con sus dientes afilados. Con medio cuerpo de la largatija saliendo de su boca, el halfling masticaba despacio disfrutando del crujido de los pequeños huesecillos del animal.. 

Con las comisuras de la boca goteando un poco de sangre.. el druida se mantuvo al margen, rechazando la comida del semiorco con gesto de asco.

Ajeno a las conversaciones triviales, Ash usó uno de los conjuros que disponía para intentar hablar con los animales que pudieran encontrarse, preparado para preguntar con alguno que le dieran algo más de información sobre el lugar..

Zyx preparó el conjuro* y comenzó a buscar a algún bicho al que preguntar.

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*- Hablar con los animales.

Uso detectar magia a ver que tienen esas estatuas...

Las estatuas no son magicas.

Usa Detectar Magia.

No hay rastro de magia reciente o permanente en el valle, ni en las estatuas.