Partida Rol por web

Eh... eh... ¡No me conoces de nada, Balón! Me estás confundiendo con otro Mane.
 

Me llamo Borlon...

Ves cómo no nos conocemos.

Hacía mucho tiempo que esperaba volver a verte para ponerte las manos encima, pedazo de estafador montón de mierda... ¡Muchachos! ¡A ellos!

Los demonios rojos alzaron sus enormes zarpas en señal tribal de guerra, dispuestos a descender la plataforma y empezar a destripar.

¡Rápido! ¡Que alguien le de al champiñón pa que suban!

Mane señaló el pulsador junto a la plataforma, idéntico al que había en lo alto de la muralla.

Y allí fue el mediano que saltó de su perro dando una voltereta cayendo encima del botón. Con todo el coco dio al botón para caer en la plataforma con un chichón. ¡AY! dijo muy dolido... El pobre Fosco intentó dar una voltereta y caer ágilmente en el botón, pero en vez de eso confundió sus pies con su cabeza. Al caer a la plataforma se rascaba la cabeza. ESTO ES POR TU CULPA! IDIOTA!!! MÁS QUE IDIOTA le decía a Mane. Deberiamos empujarte y dejarte aquí... ojalá estuviese aquí Babras! decía enfadado.

Flame desenfundó el espadón mucho más rápido de lo que lo había enfundado. Vio como Fosco apretaba el botón para quitarse a esos demonios de en medio. Pero por si acaso todo eso no servía de nada, la mujer quería estar preparada cuanto antes. No puso su brillo a relucir, porque no quería llamar la atención de los presentes. Pero por si acaso, se mantuvo preparada para lo que estuviera por venir.

Leiath, a punto de un ataque cardiaco, se lanzó hacia el botón del elevador para quitarse a aquellos demonios de encima.

Tremens presenció la escena con cara de poker... mientras en su interior gritaba con todas sus fuerzas. Maldito bicho, ese tal Mane les había puesto en peligro. Hasta ahora aún se había divertido viendo al engendro ser rechazado una y otra vez, pero eso ya era otra cosa muy diferente.

Era el momento para actuar, y por suerte, algunos de sus compañeros eran muy prestos en hacerlo. Pensó al ver como Fosco activaba el botón que alejaría a los demonios de ellos.

-Rápido, vayámonos.

¿Más problemas?

El viaje a las profundidades había sido demasiado tranquilo. El Mane era conocido también en la ciudad subacuática y, por supuesto, aquello no indicaba nada bueno. Cuando los demonios se abalanzaron hacia ellos, Onfale agarró la ballesta y contuvo el disparo para ver si la situación de peligro se arreglaba con la simple intervención de Fosco.

La maga se preparo para la lucha, estaba deseando probar sus hechizos nuevos, pero algo le decía que si podía salir de esa sin luchar seria mejor. Aun así metió la mano en la bolsa de conjuros y empezó a rebuscar entre sus ingredientes.

Maldito Zombie, mejor estaría muerto…. Mas muerto aun.

Kaevhas se mantuvo en silencio en cuanto aquellos demonios se cruzaron con ellos. Por suerte parecía que no les daban mayor importancia a pesar de no entender el idioma en el que se comunicaban. Pero eso cambió en cuanto aquel enorme demonio se fijó en el descompuesto guía... 

El mago apretó los puños bajo su capa ante la creciente tensión y se preparó para presentar batalla. Pero a penas tuvo tiempo de echar mano a su lanza pues un veloz bulto multicolor saltó haciendo una pirueta para aterrizar con la cabeza sobre el interruptor que hacía subir la plataforma. Enseguida comprendió que se trataba de Fosco y de un torpe intento de hacerse el héroe. -Eres de lo más inoportuno...- Murmuró Kaevhas al ver el tremendo traspiés del mediano ya que a pesar de la rápida reacción el tremendo castañazo pudo frustar su intención. Pero, una vez más, la bruja de Hala estuvo a la altura de la situación e intervino a tiempo de asegurarse de que el elevador se llevaba a aquellos demonios muy lejos.

El golpe que se dió Fosco contra el atril del botón no fue demasiado fuerte, y el solo peso del mediano sobre el champiñón bastó para hacerlo descender. La plataforma tembló, renqueante, y mientras empezaba a subir hizo caer al rechoncho Borlon sobre sus pobres guardaespaldas. Con una agilidad innata, Borlon se puso en pie, hundió sus garras en sus propios michelines y arrojó un trozo incandescente de carne por el aire. Cuando el trozo de carne tocó el suelo, explotó en una lluvia de brasas.

¡BOOOOOOOOOM!

No había guardias en la ciudad, nadie vendría a socorrerles. Solo Leiath y Fosco, que se acercaron al champiñón, quedaron fuera del área de explosión. Cachitos de Rufus saltaron por todas partes, los ojos de Fosco se abrieron como platos ante la muerte de su querido perro. Rufus, descanse en paz. La forma demoniaca de Becky estaba tendida en el suelo, pero sabiendo que es solo una ilusión, a pesar del tamaño no debería pesar demasiado para poder llevársela.

Mane aguantó en pie, sobreviviendo a la explosión. Su primera reacción fue abandonarles a todos a su suerte y huir torciendo la esquina para salir del radio de acción de los michelines explosivos de Borlon.

¡Maaaaaneeee!-gritó Borlon con el puño en alto.

Sin Mane para focalizar su ira, los viajeros de los planos pasaban a ser los primeros de la lista.

Aire no tuvo tiempo a reaccionar. Le hubiese gustado lanzar una bola de fuego o algo parecido, pero no pudo ser. Antes de que pudiera despegar sus labios para empezar a conjurar, el michelín del gordo cayó al suelo y explotó, haciendo que la muchacha casi saltara por los aires. Aguantó la onda expansiva, pero con las consiguientes quemaduras, que seguramente le dejarían cicatrices por todo el cuerpo. Parte de su vestido de correas se quemó, pero no era lo importante en ese momento.

Quería luchar, las heridas de su cuerpo clamaban venganza. Sus ojos ardían y lo deseaban igual. Pero algo en su cabeza, que en otro momento le habría dicho que era Aristóteles, le dijo que no. Había que huir o, al menos, alejarse de esa primera línea hasta ponerse a salvo.

Y, dispuesta a huir, casi tropezó con Becky. Sus ojos negros miraron a la mujer tendida en el suelo y, con un suspiro de desgana, se agachó y agarró a la mujer, tirando de ella.

-¡Aaaaaaaaaaah!- De nuevo se estaba abrasando. Le gustaba el calor, pues hacía más poderosa su magia, pero la bola de fuego le hizo pensar que iba a morir incinerado vivo. Cuando pensó que ya todo acababa, el fuego se deshizo. Rodó pro el suelo para apagar las llamas. Su piel estaba roja y chamuscada. Lo único que pudo pensar era en huir y en huir con Leiath  y Flame. Entre las dos podrían restablecerle.

¡Sí, eso es!

- ¡Flame, Leiath, por aquí!- El perfumista agitó la mano  para después agacharse a coger un compañero y arrastrarlo tras la pared de la esquina pro si recibían otro impacto.

La reacción del demonio y la súbita explosión del perro cerca de él sencillamente le sorprendió. El guerrero apenas y si tuvo tiempo de cubrirse con los brazos y pese a todo recibió quemaduras en todo el cuerpo, muy pronto habría que comprar ropas nuevas o coser varios agujeros. –Con un maldito demonio, esta basura sirve para bien poco.- En un instante ya está listo para salir corriendo y sin embargo no puede evitar ver a Becky en el suelo, inconsciente. –¡La rubia!- No espera que nadie le atienda, sin pensar en otra cosa toma el cuerpo de la mujer y se la hecha al hombro al tiempo que se mueve lo más rápido que puede para caminar a la par que Flame, la del poder sanador permanente. –Te sigo, Becky necesita de tu auxilio y el de Leiath urgentemente.-

Flame no fue capaz de esquivar la lluvia de brasas, y sintió como le quemaban la cara y le hacían tanto daño. Su hermoso rostro ahora estaría lleno de cicatrices por culpa de aquella cosa. Por un instante, estuvo a punto de salir corriendo y tratar de enfrentarse a... a eso. Pero había que salvar al resto. Y además, había que ser realista, otro ataque como ése, y no sobreviviría nadie.

Cuando se giró para huir, vio el cadáver calcinado de Rufus. No podía creerse que el perro que tantos quebraderos de cabeza les había dado, hubiera muerto de una forma así. Tan simple. Sin hacer algo heroico, como salvar a Fosco, o cualquier cosa. ¡Algo digno del Gran Rufus! No, había muerto porque un montón de grasa incendiaria les había abrasasdo a todos.

Flame vio como Alice sufría también bastante daño. Y entonces la escama de Flame comenzó a brillar de forma blanquecina.

¡No os alejéis mucho de mi! ¡Seguidme! Mi brillo os puede sanar si no os vais muy lejos. Yo soy más lenta, pero si vais a mi ritmo, es más probable que se recuperen más rápido. Gritó a todos aquellos que se llevaran consigo a algún herido. Después vio a su antigua salvadora. Alice ya le había salvado la vida en más de una ocasión, pero si ahora se paraba a recogerla, ambas morirían. Así que, gritó a Onfale que hiciera el favor de recogerla. ¡Vamos, Onfale, recoge a Alice y larguémonos de aqui!

Sin nada que decir sencillamente asiente a Flame y se mueve a la par que ella mientras desenfunda el estoque por lo que pueda ofrecerse.

La confusión de Kaevhas al ver a aquella gigantesca mole mutilarse de aquella manera le impidió reaccionar a tiempo ante lo que ocurrió luego. A penas pudo protegerse con la capa para evitar la llamas... La explosión lo pilló de lleno. Vio como el zombie que los guiaba no tardó en cederles su sitio en aquella particular rencilla. Y el grotesco demonio seguro que aceptaría el cambio por el momento.

El mago tosió escupiendo sangre mezclada con cenizas. Todo su cuerpo le recordaba constantemente el daño que había sufrido. Notó un dolor lacerante allí donde la explosión le dio de lleno y unos calambres en sus piernas amenazaban con impedirle seguir en pie. No podían luchar contra semejante rival, pero tampoco podían quedarse allí a morir. -Ese maldito guía...- Dijo con una voz cargada de ira y dolor. Buscó al resto de sus compañeros con la mirada entre la humareda levantada tras el ataque. Aire se había encargado de Becky y tardó unos valiosos segundos en encontrar al resto. Dispuesto a cargar con quien hiciese falta, Kaevhas se levantó reuniendo las fuerzas que le quedaban para salir de allí y tratar de alcanzar al cobarde guía.