Partida Rol por web

La maga no pudo reaccionar a tiempo, antes que se diera cuenta la habitación se había llenado de barbaros con hachas, y los tajos empezaron a surcar el aire, uno de los mandobles alcanzo a la pelirroja. Pero lo pero no fue eso, ¡gusanos! ¡Gusanos! ¡GUSANOS!.

La maga cayó de rodillas cuando noto cono los pringosos tentáculos recorrían sus piernas, sujetándola con fuerza. La pelirroja empezó a tiemblan mientras los tentáculos la alzaban rodeando poco a poco su cuerpo, notaba como le presionaban con fuerza y como el pringoso liquido resbalaba sobre su piel. Poco a poco el veneno empezó a ser absorbido por su piel, y el temblor ceso poco a poco. Alice se quedo quieta con los ojos abiertos como platos, igual que un gato al que le acaban de agarrar por la espalda, mientras notaba que los tentáculos seguían aferrándola con fuerza. ¿Qué querría hacer ese bicho con ella? ¿sería este el fin de la maga pelirroja?

Vaya fiesta se había armado en un momento. Y eso por no querer comprar como había sugerido Tremens... tse, tse, aficionados.

En cualquier caso la cosa ya estaba ahí montada y de poco iba a servir que se lamentaran ahora. Tocaba sacar pecho y lidiar con la situación. El enorme bicho de techo, los pajarracos chillones con sus artilugios y los tipos esos con hachas grandes.

Abriendo la boca, Tremens logró evitar la peor parte del grito, con un grácil movimiento sacó su espada corta al tiempo que daba un paso para intentar dejar al feo guerrero entre él y otro compañero y le lanzó una estocada a las piernas.

Los abrianes que esperaban en aquel sótano no tardaron en lanzar su ataque sobre el grupo de improvisados asaltantes de tiendas. Y no podían haberlo hecho con mayor despliegue de medios. Cada uno de esos pajarracos poseía objetos dotados de una magia a tener en cuenta.

Pronto se vieron rodeados de enemigos invocados mágicamente. Kaevhas evitó los ataques de uno de aquellos guerreros y consiguió asestar un duro golpe a uno que se creyó lo suficientemente hábil como para ignorarlo. Con un preciso movimiento, clavó su lanza en un costado de su rival y enseguida se recompuso para continuar el combate. Pero un intenso chillido le taladró los oídos del mago nublando por completo su mente. Durante unos agonizantes segundos nada más ocupaba su mente que aquel estridente sonido. Los cacareos fueron sustituidos por un pitido ensordecedor que lo aislaron peligrosamente de lo que estaba ocurriendo en el interior de la tienda con forma de concha.

Aire se tuvo que tapar los oídos ante el grito de la avestruz y cerró los ojos por instinto. Cuando volvió a abrirlos, se encontró totalmente rodeada, bárbaros y pajarracos por todas partes. Sus ojos oscuros se disiparon. ¿Cómo atacar con magia con tanta gente rodeándola? Antes de que pudiera hacer o decir nada, los pajarracos o los hombres la habrían destrozado.

Aire empezó a agitar a Aristóteles por encima de su cabeza. Quizá el golpe de un osito de peluche no hiciera mucho daño a nadie, pero no podía evitar intentar detenerse.

Flame sonrió al ver la cantidad de enemigos que habían aparecido por todas partes. Estaba claro que había infravalorado a los abrianes. Pensaba que iban a ser más fáciles de derrotar pero estaba claro que no.

Por un momento se vio tentada en huir, sobre todo porque muchos de sus compañeros no serían capaces de sobrevivir a ese encuetro. Pero al fin y al cabo, de algo tendrían que morir. Ya habían perdido a unos cuantos desde que habían caído en esas brumas. ¡Aunque confiaba en no perder a ninguno de ellos dos!

En vista de que nadie se planteó la huida, Flame decidió atacar. Había estado preparándose para el combate, pero en lugar de atacar al bárbaro que había junto a él, comprendió que los pajarracos eran los culpables de todos. Y todos puestos ahí, en fila, tan cerca de ella y tan fáciles de alcanzar.

Flame se relamió, pues pudo sentir como el ácido de su cuerpo comenzaba a salir por su esófago hasta alcanzar su boca. Y entonces un chorro de ácido, salió en dirección a la rampa donde se encontraban los abrianes. ¡Si lograba acabar con ellos, solo quedaría rezar porque todas aquellas convocaciones desapareciesen!

En apenas unos cuantos segundos la situación ya se había salido completamente de control, aquella locura había desencadenado el caos completo en la pequeña tienda y el grupo se encontraba rodeado, si es que podía llamársele de ese modo. Sin más objetivo que ayudar a que Leiath sobreviviese al encuentro el guerrero se apresura a intentar atravesar el abdomen de la oruga que tenía sobre él. -Cuidado mujer, protégete a mi lado!- Dice a Leiath

¡A la mierda! ¡Yo me largo de aquí!

El Mane salió corriendo por la calle hasta perderse de vista. Becky se quedó aturdida por el sonido, como tantos otros. Artho no logró por poco hundir su aguja en los anillos de la oruga. El resto de aventureros que se repusieron de la oleada sónica tuvieron más precisión.

El bárbaro soltó un mandoble a Flame cuando se retiraba, y el hacha se le resbaló de las manos. En cuanto el hacha se separó de su dueño, volvió a su plano de origen. Enojado, el vikingo sacó su daga y la hundió en el hombro de Kaevhas.

Cuando Flame escupió su ácido, alcanzó de lleno a dos de los cuatro abrianes que estaban en linea recta, incluído el que había tocado el cuerno del valhalla invocando a todos los bárbaros. Mantuvo heróicamente el tipo, manteniendo a los abrianes en lo más bajo de la rampa, mientras esquivaba una lluvia de coces y picotazos.

Empezaron los abrianes con objetos mágicos a hacer de las suyas. El bastón se transformó en un arco, disparó a Kaevhas y sin querer dañó a uno de los bárbaros sin por ello minar su lealtad ciega. El de la varita conjuró una esfera de fuego que llegó hasta Flame sobrevolando las cabezas de los abrianes, como dirigida mentalmente. El del cetró apuntó a Flame y la mujer enseguida sintió cómo la fortuna le eludía y Ayash se le resbalaba de las manos.

Entonces llegó él. El Abrián Definitivo. La superavestruz guerrera de ocho pies de alto con las garras sujetando una lanza de extraña cabeza en su extremo. Susurró algo así como... Cuacucucuack... y bastó para que los abrianes de los objetos mágicos le hiciesen sitio por la galería.

Mientras, el lío seguía formado arriba. Aire seguía teniendo serios problemas con los bárbaros, que de dos tajazos le hicieron poner una rodilla en el suelo. Alice simplemente no tuvo ni una oportunidad. Paralizada, sus dos bárbaros (más un tercero que se unió a la carnicería cuando Onfale huyó de él), la destriparon y descuartizaron. Al final del trabajo, uno de ellos alzó la cabeza cercenada de la maga sosteniéndola por sus rojos cabellos.

Fuera, en la calle, se escuchó el batir de unas alas. A Hollín le dolía el pecho. El vínculo se había roto, y con dolor alzó el vuelo para alejarse de allí y vivir el fin de sus días atrapado en una ciudad demoniaca a doscientos pies de profundidad de la que jamás podría huir.

No pudo hacer nada, solo pudo observar muda lo que iba a pasar, ni siquiera podía llorar. Impotencia, solo eso Impotencia. Tanto esfuerzo para morir como una mosca atrapada en una tela de araña sin poder luchar ni defenderse, esperando el golpe fatal. Ya no podría llevar a cabo sus planes de venganza contra su maestro, no podría atesorar más riquezas, ni cumplir sus sueños; y lo peor de todo… ¿Qué sería de Hollín? Sin la maga el cuervo moriría, siempre había estado al lado de la pelirroja. También estaban el resto de sus compañeros, lo único que le consolaba era que muchos de ellos ya habían dado el paso que ella iba a dar, pasar el umbral de la muerte. ¿Se encontraría a con Nikeras, con Azaron e incluso con Barbras?.

Pero porque estaba en esa situación, por la Adivina, Eva Zarovan era la culpable de todo.

Maldita adivina, yo te maldigo, te maldigo a vagar eternamente envuelta en sufrimiento y dolor. Que todos tus seres queridos mueran ante tus ojos sin que puedas evitarlo, que la comida se vuelva ceniza en tu boca, que en la soledad de la noche nunca encuentre el descanso, que nunca conozcas la felicidad. Todo esto es culpa tuya, que el mal y el infortunio que has desatado vuelva a ti multiplicado por diez. Que tu vida sea un infierno hasta que restaures las vidas que has segado con tus caprichos.

Alice hubiera querido gritar la maldición en alto, pero le fue imposible por lo que se contento con pensarla.

Notaba el viscoso tacto de los tentáculos sobre su cuerpo y como una de sus extremidades era arrancada el dolor fue tan intenso que la maga perdió el conocimiento tras el primer golpe.

Tremens estaba concentrado luchando con el bárbaro, más aún desde que le hiciera la grave herida con aquella maldita hacha. Tan centrado estaba que no se percató de que tres de los apéndices de la criatura del techo se lanzaron contra él, en su instinto entrenado con el paso de los años logró esquivar dos de ellos... pero el tercero se le enganchó en la cara. Al estar en contacto con los ojos y la boca del bribón, el veneno paralizante le afectó rápidamente sin remedio... dejándole a merced del destino.

¡Acuchilla, acuchilla, acuchilla!

Onfale había entrado en un frenesí asesino tratando de pinchar al bárbaro que tenía delante. Tan era su concentración que no vio el tentáculo que se enroscaba alrededor de su pierna, en contacto con su suave piel. Sintió cómo el veneno se extendía rápidamente por todo su cuerpo, dejándole más impotente de lo que le había dejado su Creador.

El doloroso contacto del acero al atravesar su piel y cortar la carne sacó a Kaevhas del aturdimiento causado por el estridente chirrido de los abrianes. Y lo que se encontró al recuperar plena consciencia del combate no resultó para nada reconfortante. Alice... la maga roja, o más bien su cabeza, era zarandeada de un lado a otro por los bárbaros invocados. Los tentáculos de la especie de oruga parecían haber afectado a alguno de sus compañeros con alguna clase de veneno y, para colmo, un nuevo enemigo surgía del oscuro sótano. 

Por su parte, el mago se centró en evitar el roce con los tentáculos y, casi sin proponérselo, un proyectil lanzado en medio de la vorágine que fue a impactar en el guerrero con el que estaba trabado. -Esto se nos está yendo de las manos...- Dijo a nadie en concreto mientras se esforzaba por atacar. Utilizando su lanza para evitar un ataque, consiguió abrir un hueco por donde asestar un fuerte golpe con su mano pétrea. 

Las oportunidades habían terminado, la escena ante sus ojos por lo menos tenía la complacencia de permitir a todos los participantes el defenderse en lo posible de acuerdo a la capacidad de cada uno, el grupo se había desecho, la pelirroja poco se sirvió del cuervo rescatado por Artho un poco antes, por que terminaba sus días a unos pasos de él. -¡Vamos, no hay más remedio que salir huyendo de aquí de inmediato!- Grito como pudo sin imaginar siquiera que varios de sus compañeros ni siquiera le podían escuchar, pese a todo, la media vuelta que dio para ponerse cara a cara con el bárbaro que cubría la ventana dejaba las cosas muy en claro. -¡Maldita sea, hagan retirada y retrocedan lo que les sea posible!- Con el paso dado esperaba poder flanquear al enemigo a la par de Onfale y acabar pronto con él, un movimiento y la adrenalina corriendo por todo su cuerpo, sudor en las manos como jamás le había pasado, Leiath no parecía entender su grito, ni caso le había hecho y seguía a merced del enemigo tras de él. Un toque, un bulto frente a él, el fracaso cuando solo golpeo el aire, la fortuna había abandonado a todos y la suerte que decidieron jugar había salido en contra suya. –Bueno Artho, tu final será por lo menos digno de cualquier estúpido, quizá y se nos ponga como ejemplo en los conclaves de pollos gigantes dedicados a la vendimia, ¡Como debes asegurarte de proteger tu negocio!, tan evidente, tan estúpido.- Poco podía hacer el guerrero sino esperar que no le cortasen el cuello en aquel segundo.

Fosco que había permanecido alucinando con la oruga tan chula y sus tentáculos, decidió que era hora de intervenir al ver mal a aire. Sacó su arco y se dispuso a ser el arquero elfo que solía decir que era.

¡NOOOOOO! gritó Aire viendo el cuerpo caído de Alice. No ayudaba el dolor que sentía por los golpes recibidos de los bárbaros. Aire y Aristóteles veían su futuro en la cabeza cortada de la hechicera. La muchacha, angustiada, intentó protegerse como pudo de los golpes. Aristóteles no les hacía suficiente daño, ella no podía escapar sin que la arrancaran un brazo o, peor, le quitaran a su osito de peluche.

¡Cuakcuak cuak cuak cuaaaak cuaaaak cuaaaaaak cuak cuak cuaaaak! gritó en el idioma de los avestruces, mientras unos lagrimones caían por su rostro.

¡Parad, parad! ¡Nos rendimos, lo sentimos! ¡No nos maten, no nos maten!

Flame contempló a aquella criatura como si lo que viniese fuera un tiranosaurus Rex, sintió como la tienda temblaba con cada paso que daba aquel avestruz gigante. No podía creérselo, ¿iban a seguir saliendo cosas? ¡Aquello era una locura, y como decía Kaevhas, se les estaba yendo de las manos.

Al ver a Alice morir, a Flame se le hizo un nudo el estómago. Ella la había rescatado meses atrás, había sido su salvadora y había jurado protegerla el resto de su vida. Y ahora había fracasado, no podía creerse que hubiera faltado a su palabra. Afortunadamente, para Flame, eso del honor y esas chorradas, tampoco le importaba tanto. Vio como el desgraciado zombi al que en su día había asesinado, salía de allí corriendo. Al fin y al cabo esa era la mejor opción. Aquello se les estaba yendo completamente de las manos.

¡Ella era la más poderosa de todos y no hacía más que darle vueltas a la misma idea! ¡Salir por patas!

¡Eso es una locura! Dijo gritando a sus compañeros, ¡larguémonos o no viviremos para contarlo! ¿A qué estais esperando? Entonces sintió como Ayash se le resbalaba de sus manos, pero finalmente logró asirlo con fuerza y comenzar a dar órdenes a sus compañeros.

¡Ya va siendo hora de que me hagais caso! Gritó a todos. ¡Larguémonos de aquí! ¡Yo os cubro mientras tanto, pero moriremos todos a este paso! ¡Que alguien se lleve a Onfale para que no le perdamos, si podéis recoger el cuerpo de Alice, hacedlo, y si podéis salvar a alguien que esté paralizado, hacedlo también! ¡Yo trataré de hacer frente a esta cosa y después me largaré de aquí! ¿Entendido?

Parecía que la ira de Hala había caido sobre ellos con toda su furia. Los ojos de la bruja se llenaron de lágrimas al ver tratar de aquella forma el cuerpo de su amiga Alice. Onfale iba por el mismo camino. En la mente de Leiath se dibujaban distintos caminos de acción pero todos ellos con el mismo fin; la muerte de todos o gran parte del grupo.

Flame emanaba valentía por todo su cuerpo y parecía presta a dar su vida por los demás. Pero no entendía que Leiath no podía permitir más muertes. Si alguien tenía que sacrificarse era ella.

Una vez más se dejó guiar por el corazón haciendo caso omiso de aquella vocecita en su mente (con la estúpida cara de aquel zombie) que le impelía a salir corriendo de ahí.

Sacó el medallón que era simbolo de su diosa y lo agarró bien visible. Rezó. Rezó por su protección y por que Hala les acogiese en su seno si ese día habían de morir.

Con profunda calma y rodeada de una aura mágica, se plantó delante de las aves y habló en común, esperando que le entendiesen:

- Parad!Queremos comerciar!

Acabamos de hacer un trueque. Una vida -dijo señalando a la criatura plumífera muerta- por otra - y señaló a Alice-. Ahora queremos seguir comerciando pero no con sangre. Tenemos mucho que ofrecer y tengo entendido que vosotras sois mercaderes, no guerreras. Asi que hablemos!

Kaevhas golpeó con su puño de piedra a aquel bárbaro. La fuerza bruta bastó para devolver a aquel vikingo a su plano. Pero seguía habiendo cinco bárbaros.

Flame hundió a Ayash en el estómago de uno de los abrianes pequeños, y al retirarlo, el pollo cayó sobre la rampa. Ya solo quedaban doce mercaderes enfadados.

Fosco clavó su flecha certera en el cuerpo de uno de los acosadores de Aire... y no, Fosco era demasiado débil como para matar a un enemigo de un solo golpe.

El pajarraco con el del bastón-arco, herido por Flame, se retira ahora que el cuerpo de su hermano mayor le dificulta aún más el disparo. El de la varita se queda para contralar la esfera de fuego y seguir manteniéndola sobre Flame. El del cetro, después de decir algo en abisal, vuelve a atolondrar la mente de Flame, que vuelve a sentir cómo el espadón está a punto de caérsele.

De los dos abrianes de primera fila que quedan en pie, el herido por ácido no hace nada. El otro suelta una lluvia de picotazos y coces igual de inefectivos que la primera vez. El Gran Abrián golpea con la punta la cabeza de Flame, haciéndola tambalearse y justo después trata de rematar el golpe cuando la lanza extraña pasa entre los cuellos delgados de sus camaradas para hundirse en el cuerpo de Flame.

Los bárbaros siguen haciendo su trabajo. Uno remata a Tremens, o si no lo ha rematado no durará mucho más tiempo. Los de Aire no le dan alcanzado, y uno de ellos ataca a Leiath, ¡pero Hala la protege! El quinto bárbaro va hacia Becky y cuando está a punto de rebanarle el cuello... ¡el bárbaro desaparece! Y no solo ese, todos los bárbaros llamados por el cuerno mágico desaparecen sin motivo aparente.

Onfale es alzado en el aire por cuatro de los tentáculos de la oruga, que empieza a mordisquear al mago meticulosamente. Otro de los apéndices acaricia a Aire.

Tremens se desangra en el suelo...

¡Leiath, ocúpate de Tremens! Todos los demás salvad a Onfale. Yo recojo la cabeza de Alice para resucita...-su frase es interrumpida cuando nota un tentáculo por la espalda y su mano queda paralizada a unas pulgadas de los restos de la maga.

Las instrucciones dadas por el Abrián del cetro son claras: uno de los abrianes está preparado para recoger el espadón de Flame si esta vez lo suelta. Otro de ellos arrastrará al abrián moribundo que hirió Flame para ponerle a salvo. El resto de los abrianes de primera linea se retirarán a la galería para dejar sitio a su campeón de ocho pies de altura y seguirán cantando desde detrás.

También hay una respuesta a la propuesta de Aire: ¡Muerte a los ladrones, nos quedaremos con sus objetos mágicos!

Las aves no respondían a su llamada a la calma. Todo estaba perdido. Había que salir de ahí como fuera.

Leiath, hizo caso de las palabras de Becky y fue hacia Tremens. Sacó su varita de curaciones y le aplicó una carga. Sería mejor que pudiese andar por sí mismo ya que no creia que pudiese arrastrarlo fuera ella sola.

- Por amor a Hala, que alguien se encarge de Onfale, Becky y de la cabeza de Alice!