Partida Rol por web

Becky y su libro ya le sacaban de quicio.

- Todos juntos, como comprenderás Becky, ya no es posible.- Le dijo en un tono poco agradable.

Que sus almas se disuelvan en la Divina Esencia o, si lo prefieren, que Hala los acoja en su seno.

Las explicaciones sobre el plano de Thanathos hicieron a Onfale estremecerse. Pensaba que no podría haber lugares más horribles que los que ya conocía pero no era así, seguían sorprendiéndole. Se estrujó las sienes con ambas manos tratando de ver cuál sería la mejor opción.

La jóven bruja se tomó su tiempo para meditar sobre lo dicho.

Dejó que la energía curativa de su diosa fluyera por ella. Eso calmaba su lugubre ánimo a la vez que sanaba al grupo. Cuando hubo terminado se pronunció ante el resto.

- Solo llegamos a la compra de un Resurección. Si nos lo gastamos en eso, no podremos comprar los pergaminos de volar, asi que queda descartado de momento la misión primera que nos trajo a esta maldita ciudad.

Esto es lo que propongo: traemos a la vida a Flame, ya que no contamos con ningún fuerte guerrero en el grupo y no creo que podamos hacer frente ni a una pulga demoníaca sin que nos mate de un golpe. Luego ayudamos a la señora a conseguir su medallón.

Quizás en el camino encontremos los fondos suficientes para devolver la vida a los otros y comprar esos pergaminos. - Y con voz muy triste y poco esperanzada, concluyó- quizás algún día podamos volver y liberar esas pobres almas.

El mediano distraido se rascaba la cabezota ¿Cómo vamos a conseguir ese dinero? No tenemos ni para los pergaminos ni para las resurrecciones... decía apenado y confuso. ¿Sería posible que alguno tuviese un objeto valioso y Fosco no lo supiese? Debería de estudiar mejor a sus compañeros y más ahora que Rufus no estaba...

No es que Tremens tuviera especial aprecio a nadie en este maldito mundo, ni en este ni en ningún otro. Pero no podía negar la utilidad de Leiath, y su buena voluntad. Por otro lado su razonamiento le pareció acertado y coherente. Si tenían que meterse en más problemas, ahora que eran menos, y que tanto Flame como Arthos habían caído no tenían a nadie que pudiera encajar bien los golpes. Sería útil intentar resucitar a la rubia. Más aún tras los comentarios sobre aquel plano o subplano o lo que cojones fuera eso de Thánatos, en ese caso el aura sanadora sería más que bienvenida.

-A parte de revivirla deberíamos equiparla.-Dice pensando en Flame.- Tengo la alabarda de Richard, es una arma mágica, dudo que con lo que tengamos podamos comprar una mandoble mágica además de resucitar a la rubia. Y si debemos hacer frente a demonios, las armas mágicas no sobrarán me imagino... ¿no?

¿Si te ayudamos a recuperar tu medallón... No nos puedes ayudar a salvar a nuestros amigos? Son muy majos, aunque ahora ya no puedan hablar... Aire seguía con su sintonía, esperando conseguir algo. Pero al hablar los demás de las resurrecciones, algo le fallaba a Aire.

¿Para resucitar a Flame no necesitamos su cuerpo?

Cuando todos los demás hubieron expresado, más o menos, su postura ante el tema, Leiath se alzó como portavoz.

- Pues decidido, señora Uweya. Una vez hayamos vuelto a la vida a nuestra amiga y fuerte guerrera Flame, la ayudaremos a conseguir su medallón.

Sabe usted dónde podemos conseguir tal resurección? Quizás tambien algo de equipo por si nuestra compañera decide volver de las oscuras brumas de la muerte.

Aunque deberíamos esperar a mañana y descansar hoy lo que queda del día.

Acariciando levemente el rosotro de Aire respondió a s pregunta: 'no te preocupes por eso pequeña. Yo llevo lo necesario'.

Onfale hacía cuentas en el suelo cochambroso de aquel estercolero. a pesar de que su mente estaba temporalmente capada era capaz de desenvolverse con unos cuantos números. Observaba con evidente pena los objetos mágicos y a punto estuvo de derramar una lágrima...ehm, por lo compañeros caídos. Calculaba lo que podían costar, se los devolvía a su dueño si no consideraba que fueran valiosos, y apuntaba en una lista lo que sí lo eran. Al final, asintió a las palabras de Leiath. Con lo que sus compañeros ponían, entre dinero y objetos maravillosos, el montante daba para comprar un pergamino de resurrección. La rubia Flame había sido elegida como la primera "afortunada". Para el perfumista desprenderse de los objetos estaba siendo más doloroso de lo que pensaba. No lo admitía delante de los demás, pues mostraba su falta de afecto hacia aquellos que habían muerto.

- Mañana será otro día, solo espero que mejor que el de hoy. - Se acicaló como pudo, hizo unas cuantas respiraciones y adoptó algunas asanas antes de ponerse a escribir unos pergaminos mágicos. No quería ni cerrar los ojos pues aún seguía teniendo pesadillas con lobos devorando carne humana, sangre y vísceras esparcidas por doquier. Cuando trataba de usar su olfato para manipular la Divina Esencia, aún olía la sangre y el humo. Sobre todo el humo que lo enmascaraba todo, haciéndole imposible usar su magia más poderosa.

Vale. Debo deciros una cosa que tal vez no os va a gustar. Para resucitar a vuestro compañero, solo yo iré a ver a mi contacto. Eso significa que me deberéis dar todo el dinero y todos los objetos a mí. No es negociable. Él tiene el poder de revivir a los muertos, pero también es un peligro para todo aquel ser vivo que quiera visitarle-la mano de Uweya se estremece, y la guarda junto a su cuerpo para que deje de temblar-. Muchos de sus clientes jamás regresa. Es el único mercader que compra los objetos por su precio de mercado, y hay un motivo para ello. Un pago adicional en especie. No arriesgaré la vida de valiosos aliados. Si lo hacemos, iré sola.

Debéis decidir si confiáis lo suficiente en mí como para entregarme once mil piezas de oro, o si valoráis lo suficiente la vida de esa tal Flame para correr el riesgo.

Aire se dejó acariciar el rostro por Leiath. En ese grupo, era la que mejor le había tratado en todo momento, y la tenía un gran cariño.

Pero se tensó al escuchar a la mujer. Sola quería ir a ver a su contacto. Miró a su osito Aristóteles y empezó a asentir, como si estuvieran hablando. Se le llevó a la oreja y abrió un poco la boca, mientras miraba a todos los presentes, aunque con más detenimiento a Uweya

La jóven bruja puso cara de circunstancias cuando aquella criatura expresó su condición. De nuevo estaban entre la espada y la pared. Ella no tenía los objetos, se los habían dado todos a Onfale para que hiciera recuento, asi que miró hacía el perfumista para ver lo que hacía.

Desde su perspectiva, no tenían más remedio que confiar en aquella desconocida.

¿Un pago en especie?

El perfumista sabía mucho de esas cosas. ¿Qué podían hacer en un plano desconocido, condicionados por el más absoluto de los fracasos? A nadie le gustaba dejar todas sus pertenencia en manos de una desconocida que podía estar jugándosela. Miró a Leiath comprendiendo su cara de preocupación y habló.

- Te estamos agradecidos por tu ayuda y hospitalidad.- Gracias a la desconocida habían encontrado refugio.- Estamos hablando de casi todas nuestras pertenencias y de la valiosa vida de una querida compañera.- Las palabras se las llevaba el viento. Más que querida, Flame era necesitada.-¿No tienes algo a cambio que ofrecernos de salvoconduto? Para asegurarnos de tu regreso.- El mago dudaba de que la pordiosera tuviera algo de valor, pero al menos un objeto personal y al que tuviera cariño, aunque fuera fingido. Se sentía estúpido por tener que dejarla partir sin garantía alguna.

Quizás la crédula Aire, que cree que su peluche le habla y que Fosco es un niño, no sea la persona más perceptiva a la hora de confiar en la gente adecuada, pero... ¡Esa humanoide tiene el superpoder de la invisibilidad! ¡Uala! ¡Mola lo suficiente para confiar ciegamente en ella!

No tengo nada. Los Githzerai somos criaturas contemplativas, no atesoramos bienes más allá de mis propias ropas.

...

...

...

No voy a desnudarme. Somos criaturas contemplativas, pero aún tenemos dignidad. Olvidadlo. Dejad a vuestra amiga muerta. Quizás podáis revivirlos en vuestro plano natal, cuando logremos recuperar mi artefacto.

Le parecía maja la tía, pero no era la primera vez que una moza le parecía maja y luego le dejaba tirado.

-Uweya, que no te sepa mal, pero creo que lo pones muy complicado... o tal vez de donde yo vengo la gente piense mal siempre. Creo que antes de esa posibilidad tal vez demos un vistazo nosotros a ver si topamos con algún sacerdote de nivel suficiente como para resucitar a nuestra amiga y listos.

Mirando al resto, agrega.

-Pero creo que en general estamos bastante de acuerdo en ver si podemos ayudarte en ese tema tuyo.

Yo confío en tí. dijo Fosco sin dudarlo. Tengo una corazonada... de esas que sólo un mediano medio estúpido tenía. De esas que sin saber como por suerte azarosa del destino terminaban siendo. Hoy ha muerto mucha gente, sabes? dijo triste pensando en Rufus y en alguno de sus compañeros. Podemos hacer que sea uno menos... Confiar en mí. Uweya nos traerá de vuelta a Flame! terminó diciendo. Por favor Uweya, por favor! los ojos de Fosco se llenaron de lágrimas y en su rostro infantil unas grandes pupilas dilatadas se mostraban. Agarrando su capita miraba a Uweya como si no hubiese nada más en el mundo. Desdichado y perdido. Porfavor...snif! por favor... Uweya... necesitó a Flame... es la única que puede conseguir que volvamos a la superficie! Si no estaremos atrapados aquí... sus lágrimas caían como puños al suelo. No conseguiremos hacer tu encargo sin ella... Es nuestra líder! terminó diciendo. Sin duda Fosco parecía tan metido en su actuación que poco le parecía importar lo que dijese...

- No llores pequeño.- Le dijo a Fosco acariciando su rizado y trigueño cabello. No era gran partidario del contacto físico pero el mediano había sufrido mucho en ese aciago día. Aún así le sorprendió tal demostración de cariño hacia Flame. No pudo evitar sentir una punzada de celos.

¿Le pasaría lo mismo si yo hubiera muerto? Estuvo a punto, esta vez.

- Entiendo Uweya...- Contestó a la criatura contemplativa con decepción. También comprendía las reticencias de Tremens pero Onfale, por su parte, creía que merecía la pena intentarlo. El ventajoso precio de mercado del que les ofrecía la oportunidad beneficiarse Uweya era tentador. Sí, pero ¿no era la tentación el anzuelo que usaban los estafadores para aprovecharse de la desesperación ajena? - Hagamos una cosa. Descansemos esta noche. Consultémoslo con la almohada y mañana decidamos. - El perfumista entrecerró los ojos lanzando una suspicaz mirada a Tremens que dejaba claro que ahí no se quedaría el asunto. - Uweya, déjame consultar un asunto en privado a mis compañeros.- No había gran espacio para hablar en privado, pero el perfumista bajó la voz a un susurro para que no les escuchara la desconocida.- Leiath, mañana quiero que le ruegues a Hala que clarifique si Uweya tiene buen o mal fondo. Así, sin saber, podría estar engañándonos. ¿Crees que podrás?

Leiath negó con la cabeza a la pregunta de Onfale. Lo había pensado detenidamente. Ella podría averigüar si el mal residía en el corazón de aquella mujer (con el peligro de quedar abrumada ante la presencia de más entes malignos de la zona), pero podría no ser mala del todo y aún así timarles.

Necesitaría un hechizo más poderoso para saber si decíala verdad, pero aún así podría tener la fuerza de voluntad para que no le afectase la zona de verdad.

De una u otra forma, nunca podrían estar seguros al cien por cien.

- Lo siento Onfale, relamente no tenemos forma de saber la verdad más que arriesgándonos. Dale por la mañana los objetos y el oro. Yo rezaré a Hala para que la mujer vuelva a nosotros con Flame a su lado.

Aire alzó a Aristóteles hacia Uweya, con una sonrisa

¡No te he presentado a mi querido Aristóteles, Uweya! Sí, sí, es mi Aristóteles, y es un dios, pero se hace pasar por un oso para poder estar conmigo. ¡Es muy majo! dijo, volviéndolo a atraer hacia sí y abrazándolo fuertemente. Yo creo que nos va a traer a Flame, ¿a que sí? Sí, sí, tiene pinta de maja... y se quedó mirando la cara de su anfitriona, descubriendo lo que tenía en el cuerpo. Abrió mucho los ojos.

¿Te pintas así la cara? ¡Alaa! ¡Cómo mola! ¿Qué es? ¿Cómo se pinta? ¿Qué significa? Aire quería tocar el rostro de la joven, pero algo la decía que no era de muy buena educación...

- Entiendo Leiath.- Dijo con un tono de voz que helaba la sangre. Después se dirigió a su lacayo. - No te preocupes Fosco, traeremos a Flame de vuelta.- Sólo esperaba que no les timara esa extraña. Pero ¿qué podían hacer? Volvió a hacer recuento del dinero y objetos que tenían. Devolvió a Tremens sus objetos y dinero pues era el que había puesto encima de la mesa sus reticencias a poner todo en manos de una extraña.- Nos une a Flame un vínculo muy fuerte. Puede que ese sea nuestro talón de a Aquiles, pero no podemos dejar esta oportunidad de resucitarla.- Le dijo con comprensión.- Si te parece bien, si vuelve con Flame, podemos usar algunos de estos objetos para equiparla y que vuelva a ser la misma de siempre.- Se dirigió a todos para dar por zanjado el tema.- Mañana le daré la cantidad acordada a Uweya y trazaremos un plan para infiltrarnos en ese peligroso baile. Qué Hala nos ilumine el camino.- Onfale se apartó un poco de los demás, clasificándolo todo y sacando sus pergaminos, por si podía escribir alguno antes de descansar. Hizo un gesto a Fosco para que se acercara, tenía un asunto pendiente con su lacayo, y quería hacerlo antes de ejercitar cuerpo y mente.

¿Qué me pinto la cara? Offffh... ¡habráse visto!

Ese comentario es bastante racista por tu parte, ¿sabes, humana? Bien, os dejo vuestro momento para hablarlo. Cuando estéis listos, golpead vuestros nudillos contra las maderas que hacen de puerta.

Uweya se tapó la cabeza con la capucha y se volvió a hacer invisible. Lo siguiente que se escuchó fue el palé de delante del túnel apartándose y volviéndose a apoyar sobre el montón de basura. Leiath y Onfale tuvieron así su conversación secreta. Y poco después pasó la noche. La primera noche en Li'Huriek, que identificaron cuando todas las algas luminiscentes y luces mágicas se apagaron al unísono. La ciudad se volvió más oscura y fría. Los demonios ven en la oscuridad así que parece que las luces tienen una función más bien de medida del paso del tiempo.

Buenos, días. ¿Y bien? ¿Qué habéis decidido?