Partida Rol por web

El rayo de fuego de Aire deja al Gran Abrián tambaleándose y medio incapacitado. Cuando Fosco comienza con sus cabriolas, el superpollo ni siquiera trata de golpear al mediano con la Bisarma. Pero hoy no es el día de Fosco: en su retirada, se le escapa el arco de las manos, que queda en el suelo de la tienda. Por lo menos ha logrado cruzar la ventana.

Tres de las avestruces se pegan a la salida y cierran las contraventanas, que aunque el pestillo esté mal, basta apoyar sus tres cuerpos y hacer fuerza para mantenerlas cerradas.

Lo último que ve Aire por la rendija menguante es a Kaevhas recibir el aluvión de picotazos y golpes que acabarían por matarle. Cuando hace recuento a su alrededor descubre que, a parte de los cuatro cadáveres que dejaron dentro, faltan Tremens, Becky y el sempiterno guía Mane.

Desde una calle anexa, Tremens observa el final de la batalla. Todo parece solucionado y puede volver con los demás. De modo contrario, deberá hacer algo para cuando Becky recupere la movilidad en su cuerpo.

Antes de que la líen otra vez, desde una esquina, Tremens llama la atención del mediano y la enloquecida Aire, la sacerdotisa y Onfale, les hace un gesto con la mano para que vengan hacia donde está él antes de que pajarracos regresen a la carga.

-Shhhht. ¡Por aquí!

Tras eso saca un pergamino de un bolsillo de su mochila y lo intenta hacer funcionar... asintiendo cuando ese se deshace en cenizas que se esparcen por el aire y siente como su cuerpo empieza a recuperarse poco a poco...

Leiath oye la llamada de Tremens y, arrastrando aún al paralizado mago, acude todo lo rápida que puede, esperando que las aves no decidieran seguirles para acabar el trabajo.

Qué desastre! - no dejaba de pensar para sí. Había visto salir a Fosco, pero se temía que uno de los magos que habían encontrado en aquel dichoso plano, hubiese quedado dentro.

Aire se frustró cuando la cerraron la puerta por la que disparar. Estuvo a punto de acabar con el pájaro gigante, pero no le dieron esa oportunidad. Iba a ponerse a gritar y a aporrear la puerta, cuando escuchó la llamada de Tremens. Resoplando, enfadada, se acercó hasta lo que quedaba de sus compañeros, recogiendo la cabeza de Alice*

No nos podemos quedar aquí. Nos han atacado, hay que acabar con ellos. Reventemos esta tienda de mala muerte, demos caza a esos pollos que pronto serán asados.

Tremens se encoge de hombros.

-Si quieres terminar como Alice, tú misma, puedes regresar allí. Pero conmigo no cuentes.

Mirando a todos comenta.

-No, es el momento de replegarnos y estudiar bien la situación. No todo está perdido, mientras estemos vivitos y coleando podremos hacer cosas. Ahora es el momento de hacer una retirada expeditiva.

Dicho eso, saca otro saco de su mochila y mete con cuidado, la cabeza de Alice en ella, y tras anudarla y envolverla, mete el saco dentro de otro que saca de la mochila y lo guarda de nuevo todo junto dentro del morral.

-Seguidme.

Onfale y Becky se recuperan de su parálisis unos segundos después, y empiezan a alejarse renqueantes de la calle en la que perdieron a cuatro compañeros. Vagan sin rumbo fijo, en una ciudad que no conocen, hasta que escuchan un sonido a sus espaldas.

Pssst.

Se vuelven y no hay nadie, pero los temores se acrecentan y aceleran el paso.

¡Pst! ¡Ey, parad!

De pronto, de la nada, aparece frente a ellos una figura femenina que se retira la capucha para mostrar su extraña piel moteada.

Perdón, olvidaba mi invisibilidad. Podéis venir a mi refugio. Estuve viendo vuestro asalto a la tienda. Muy osado. Casi suicida. Pero me dejó impresionada. ¡Seguidme!

Desesperados, los aventureros no tienen muchas más opciones para sobrevivir.

La humanoide zigzaguea un par de calles más hasta un callejón entre dos casa-conchas. En el final del callejón se apila un montón de basura, de casa a casa ocupando todo el ancho de la vía, apoyada al fondo contra el muro exterior de la ciudad. La vagabunda aparta un palé apoyado sobre la pila de desperdicios, y un túnel horadado en la basura obliga a pasar de rodillas hasta el interior.

Finalmente, resulta que la basura no llega hasta el muro. Se trata solo de una gran barricada de desperdicios. Tras la barricada, un espacio de quince pies de ancho por diez de profundo. El techo, a diez pies de altura, consiste en una lona para no ser divisada por los demonios voladores, con un descosido para filtrar la luz del exterior y no estar a oscuras.

La última en entrar es la indigente, que recoloca el palé tapando la entrada y retrocede de rodillas con los demás. Busca sentarse en un sitio limpio, apoyando la espalda en la pared del muro de la ciudad, opuesto a la barricada de basuras.

Tenéis una pinta de turistas venir del plano material que tiráis para atrás-dijo, desconociendo que Aire y Tremens procedían del Cárceri-. Yo tampoco soy de aquí, y quiero volver a mi casa-hace una pausa, recordando la cabeza que Tremens quitó de las manos de Aire para guardarla en su mochila-. Conozco a alguien que puede resucitar a vuestra amiga. Saldría caro... Bueno, a precio de mercado, en realidad, pero para alguien con mis recursos me parece desorbitado-hace una pausa, como si soltar semejante cifra fuese un crímen-: once mil piezas de oro.

Once mil... por una resurrección. Eso supondrían treinta y tres mil monedas para los tres compañeros, y solo la diadema mágica que tiene Alice en su cabeza podría valer cuatro mil. ¿De dónde sacar el resto del dinero? Fosco y Onfale se lanzan una mirada furtiva como si tuviesen un objeto lo suficientemente caro, pero no es algo que le vaya a gustar a Becky...

Uuu, ¡dioses que fea la bicha!

Tras el primer momento de sorpresa, el Dos Peniques recupera la compostura y su atención, por si había más de estos por la zona. No parecía el caso... aunque no podía garantizarlo.

De todos modos tampoco había mucho donde elegir. Así que de momento no puso objeción a ser guiados por esa... tipa.

Una vez medio instalados en la choza camuflada, Tremens miró enarcando una ceja a los presente.

-Yo creo que con un agujero en el suelo y un "que Hala te bendiga" sería suficiente... once mil oros por cuerpo... está más allá de nuestras capacidades... sino, no estaríamos en esta situación.

Dijo mirando de forma elocuente al resto.

-Por cierto, muchas gracias por tu hospitalidad... oh, ¿Cómo has dicho que te llamas?

Y por fín ocupaban el lugar que les correspondía, una casucha entre la basura, porque no podían permitirse nada mejor, y suerte que tenían de tener un lugar donde esconderse.

Sin todavía fiarse ni un pelo en su improvisada 'salvadora' (quien sabía si, viendoles débiles como estaban, solo estaba jugando un papel para llevarles a una trampa y comérselos), le agradeció la información y el refugio tal y como había comenzado a hacer Tremens.

Miró a Onfale de reojo, sabiendo que éste era el que más sabía sobre criaturas fantásticas y esperando que pudiese aportar algo de información sobre la naturaleza de esta.

- Gracias de nuevo señora por haber salido en nuestro auxilio. Mi nombre es Leiath y vengo de Dorvinia del plano de Ravenloft (creo que ese es su nombre).

Tras una pequeña pausa añadió con la mirada algo perdida a causa de la añoranza:

Por supuesto que nos gustaría volver a nuestro hogar, pero eso parece misión imposible. No sé como podríamos ayudarla. Para empezar, ese dinero que dice que nos costaría hacer que nuestros amigos volviesen a la vida está muy lejos de nuestro presupesto. Por eso mismo cometimos el error de intentar robar en una tienda. No tenemos nada que no sean unas pocas monedas de oro- dijo totalmente convencida la bruja-.

Asi que le pido perdón si le hemos dado esperanzas de salir de este lugar. Sí me permite voy a mirar las heridas de mis compañeros ahora que tenemos un lugar tranquilo para hacerlo.

Sin más Leiath se puso a sanar a diestro y siniestro.

Salir de una parálisis para encontrar que, al hacer el más mínimo movimiento, el dolor era insoportable hizo que Onfale casi se desmayara. Ver cómo la oruga había roído su bello cuerpo hasta dejar vísceras y huesos a la intemperie no ayudaba. Afortunadamente allí estaba Leiath, iluminada por el aura magnánima y redentora de Hala.

- Qué Hala te tenga en su seno. Cof, cof. ¡Oh, bendita Bruja!- Sintió como la magia curativa de la sacerdotisa penetraba en su cuerpo haciendo cerrar sus heridas. Aguantó sin gritar por miedo a ser descubierto, apretando los dientes y mordiendo el ancha manga de su camisola, ahora destrozada. Ya recuperado miró alrededor. Se encontraban en un estercolero, pero a salvo. Todo gracias a la extraña de la piel moteada.

- Mi nombre en Onfale, perfumista de profesión. Te agradezco tu ayuda. No sé que hubiera sido de nosotros...- La angustia por los caídos hizo que parara de hablar. Aún estando muy afectado no deseaba dejarlo ver entre sus compañeros con lastimeros sollozos. Se quedó callado, comprobando que todas sus pertenencias estaban en orden mientras escuchaba lo que aquella mujer tenía que decir. La observaba tratando de determinar de qué plano vendría ella. ¿Habían sido capaces de impresionarla? Onfale no podía creerlo. De hecho un ligero rubor tintaba sus mejillas. Sentía vergüenza de la actuación que habían tenido en la tienda. 

- 11.000 piezas de oro...- Repitió el perfumista sin visos de rechazar la oferta como hacían sus compañeros. Su mirada se clavaba en Fosco, el que se suponía era su fiel lacayo, y su rostro parecía estar calculando las opciones.- Leiath...yo no entiendo de esto. ¿Sólo tenemos restos de Alice para resucitar?- La maga pelirroja era poderosa pero se le había ido la cabeza.

Su libro de conjuros se quedó allí dentro. Los tenderos harán buen uso de él.

Había que ser frío y calculador, después de lo vivido, para sopesar cuál era la mejor opción. Necesitaban alguien que pudiera protegerlos, alguien fuerte como Flame. Alice no tendría su libro de conjuros y, sin él, no era más fuerte que un niño. Sería una carga. Bien es verdad que Onfale tenía uno, pero la maga lo había despreciado en varias ocasiones por parecerle insignificante. Lo que sí tenía claro es que debían resucitar a uno de los "caídos". Suficiente tenían con el misterioso Tremens y la loca de Aire. Se acercó a la cabeza de Alice y le cerró los ojos antes de quitarle, sin que le temblara el pulso, la diadema de la cabeza. Era muy parecida a la que él mismo portaba para sujetarse el cabello.

- Quizá pudiéramos llegar para uno solo...- No quiso hablar más.  No quiso desvelar qué cantidad de dinero u objetos mágicos llevaba encima. Pudiera ser que la extraña pretendiera ponerles la miel en los labios para luego robarles todo lo que tenían. Antes tenían que saber más de ella.-Cuéntanos más de ti. ¿Cuál es tu casa?¿Cómo te llamas?

Fosco inmediatamente se hizo el loco. Bueno amiga... dejémoslo en conocida. Me cae bien y tal. Es guapa, pero tanto como amiga del alma yo no lo llamaría así. Además quien tiene hoy día tanto dinero? Nosotros seguro que no... decía el mediano un tanto nervioso, además había perdido su arco... que día tan malo. Pierde su arco, rompe el cristal, muere su perro... ¿Qué más podría pasar?

La magia había abandonado a Aire lentamente, y ella había ido abrazando a Aristóteles a cada segundo. Pronto volvió su inocencia, y miró sin perder detalle a la mujer que les había salvado.

¡Invisible! ¡Ualaaaa! Yo también quiero ser invisible. ¿Podré aprender, Aristóteles, podré? Aunque parece muy complicado... siguió murmurando, caminado lentamente tras la desconocida hasta llegar a su... "casa".

¡Oh, es como la mansión que me construí! dijo, recordando su casa. Entró feliz y se sentó, sin apoyarse en ningún lado.

Las palabras y el dinero no la afectaron. Seguía acariciando dulcemente a Aristóteles, cantándole una nana por lo bajo, para no molestar a nadie.

Yo vengo de Cárceri. Sí, sí. Y me quería escapar, ese lugar es muy malo, también muere gente, como ellos... dijo, sin levantar la vista. Aquí también mueren, ¿podrán vivir todos con ese dinero? ¿Por qué no te vienes con nosotros y escapas de aquí? Si nos ayudamos, todos podemos salir ganando... ¿Crees que podremos recuperar a nuestros amigos?

No es invisibilidad de verdad-corrigió a Aire-. No funciona así. Me oculto gracias a mi mente. Mi mente le hace pensar a los que miran en mi dirección que no estoy ahí. No creo que pueda ser algo que se pueda aprender, si no naciste con el don apropiado.

Me llamo Uweya, y como ya habréis podido adivinar por mi aspecto, soy una Githzerai-Onfale no tiene ni repajolera, la primera vez que oye sobre los Githzerai-. Somos nativos del plano del Limbo, pero en numerosas ocasiones visitamos otros planos para estudiarlos. Nunca he estado en el plano del Cárceri ni en el plano de Ravenloft, de hecho es la primera vez que oigo hablar de ese plano de Ravenloft, pero estoy segura de que será un lugar cálido y acogedor. Mejor que esta ciudad...

Es normal que no haya oído hablar de Ravenloft. El plano al que hizo referencia Leiath hace solo unos meses que se formó, y de hecho ni siquiera se sabe aún si es un plano o un semiplano, pero la charla académica termina aquí.

Yendo al grano: soy demasiado joven para dominar el viaje entre planos. Los Githzerai inmaduros necesitamos la ayuda de un focalizador para dar saltos interplanares. Un focalizador es como un medallón mágico. Me arrebataron el mío cuando llegué. Os pido ayuda para recuperarlo, si lo hacéis puedo llevaros conmigo al Limbo y pedirle a mi padre, más experimentado que yo, que os lleve a cualquier lugar: al plano Material, a Sigil, a Arbórea, a la Ciudad de las Mil Puertas...

Da qué pensar. El viaje que estaban haciendo era para liberar a almas puras encerradas en la Rosa de Laón. Es un fin noble, pero que quizás esté por encima de sus posibilidades. Y ahora podrían elegir. Podrían olvidarse de todo el tema de Orcus y la guerra interna entre los demonios por el control del Abismo. Podrían olvidarse de esas almas encerradas, en eterna tortura. Podrían velar por sus propios cuellos, y coger un atajo, dando por finalizada esta suicida aventura que tantas vidas de compañeros ya ha costado.

El problema es que la demonia que me arrebató el focalizador vive en el núcleo.

Al escuchar sobre el núcleo, a la mente de todos llegan las palabras dichas por el guía Mane: "un pedo es como una poesía, está mejor considerada por el autor que por la crítica"; y estas otras: "en el núcleo viven los demonios más salvajes y ricos de Li'Huriek. No vayáis, que os matan".

No es imposible. Dentro de tres días se celebra en su palacio un baile. Una fiesta de etiqueta, con el concepto de etiqueta que tienen los demonios. Necesito ayuda para colarme. Y no, mi "invisibilidad" no es suficiente. No contra sus gólems guardianes. ¿Qué me decís? ¿Estáis interesados?

-Gracias... de nuevo, Leiath.-Dijo por sus atenciones antes de prestar su atención a la tipa de la piel manchada.

Tremens asintió con el nombre, Uweya, no le decía nada... así como lo de Githzerai. Pero eso no era un problema para alguien cosmopolita como el pobre bribón. En cualquier caso escuchó detenidamente, pendiente de sus gestos. Luego miró al resto... cada día más reducido en componentes.

-A mí, me llama más esta opción que la otra, con tal de salir de este puto mundo. Todo y que... tal vez haya otras formas para salir de este mundo.- Encogiéndose de hombros, añadió.- Si quedan tres días, antes de decidirnos por una cosa u otra, siempre podemos indagar un poco sobre esa demonia, para ver si es algo factible.

Mirando al resto, todos con la huella del pesar impresa en sus rostros, hizo mella en el pobre Tremens, quien por algún motivo sacó de su mochila comida, comida de verdad, queso, tortas, encurtidos... y los fue compartiendo con ellos. También con Uweya.

-No es gran cosa, pero siempre ayuda a no ver las cosas tan feas. Creo que sería bueno que descansáramos antes de tomar otro decisión.

Leiath escuchó, entre plegaria y plegaria, la explicación de su extraña salvadora. Era otra forma de salir de aquel infierno, pero no la que ella elegiría.

Seguro que Hala estaría más orgullosa de ver como una sierva suya liberaba a un montón de almas buenas de un eterno tormento.

- Nosotros tenemos otra misión que, de igual forma, nos sacaría de este plano. Si te unes a nuestro grupo podrías salir con nosotros. Qué te parece?

Lo que debemos hacer es igual de descabellado y con tan pocas esperanzas de éxito como lo que tú nos propones. Pero el fín es altamente gratificante pues salvaríamos unas almas atormentadas. Únete a nosotros, te lo ruego. Necesitamos toda la ayuda posible. Y te juro por mi diosa que, si una vez completada al misión, rechazan el sacarte de este plano con nosotros, no me iré sin tí. Me quedaré hasta conseguirlo o morir en el intento.

- Esa misión nos la han impuesto a la fuerza, Leiath. Ni siquiera sabemos si es cierto o no.- Tomó la mano de la Bruja de Hala entre las suyas. Tenía que hacerla recapacitar. Sería peligroso, qué no lo era, infiltrarse en ese núcleo, pero tenían a Fosco, incluso a Tremens y a él mismo.- Yo optaría por descansar primero, planear la incursión y, si lo vemos factible, ayudar a nuestra salvadora. Después, una vez fuera de aquí, podremos decidir si ayudar a "esas pobres almas en desgracia" es algo factible para nuestras mermadas fuerzas.- Tras exponer sus razonamientos se quedó valorando los objetos que tenía y que Leiath le mostraba que podían ofrecer a cambio de resucitar a uno de los suyos.- Con esto no sé si llegamos ni a la mitad.- La pesadumbre ensombreció su rostro. Uno de sus finos dedos pasó pro la superficie nacarada de su diadema. Era su objeto más preciado, no estaba dispuesto a regalarlo así como así y, en su estado mental, era lo único que mantenía algo de su sagacidad habitual.- Descansemos*. Quizá mañana veamos las cosas con otros ojos.- Hablaría con Fosco. Si hicieran un trato puede que consiguieran llegar a las 11000 mo de valor.

Oh, que demonia más mala. Además, seguro que era un medallón muy bonito razonó Aire. Claro, si una mujer estaba enfadada porque le habían quitado un medallón, estaba claro que era porque era muy bonito.

Podemos hacer todo, seguro que sí. Aire no veía qué problema había en ayudar a unos y a otros. Si ayudaban a la mujer extraña, podrían viajar a otro plano, y desde allí, al plano que ellos quisieran. Podrían terminar la misión que les había encargado los demonios, y también ayudar a una mujer que estaba triste por no tener su medallón.

Nosotros somos poquitos... Si estuvieran los otros, seríamos más como era obvio y seríamos fuertes. Su tía señaló a Fosco es muy fuerte, hace cosas con su espada. Luego está la bruja que le gusta el fuego, otro que hace magia y otro hombre que es muy raro.

Sé que dicho a toro pasado suena a un os lo dije, pero... Debimos canjear nuestros objetos por los pergaminos de volar. Tal y como estamos ahora, veo dos opciones. Cambiar nuestros objetos por pergaminos en otra tienda, y cumplir la misión los que quedamos con vida, o jugárnoslo todo a la carta del medallón Githzerai gastándonos todos los objetos maravillosos en resurrecciones de modo que no nos quede suficiente para volar.

Recuerdo que mi libro decía que debíamos seguir juntos para lograr huir, pero no me atrevo a descartar la opción de ir a Thánatos sin ellos.

¡¿A Thánatos?!-Uweya aceptó la comida de Tremens con una reverencia, y tras esa pausa continuó hablando-Thánatos es una capa del Abismo con ligeros rasgos de energía negativa. La vida no puede existir allí, no hay vegetación ni animales, y todo viajero planar que lo visite empezará a morir poco a poco. Solo los muertos vivientes de Orcus, y los demonios con capacidad para la regeneración, pueden establecerse prolongadamente en esa capa.

A Tremens, Uweya le transmitía total confianza... a pesar de que no se acostaría con ella ni tras diez jarras de cerveza enana.

Leiath no conoce el conjuro para subsistir en ese entorno tan hostil...