Partida Rol por web

Los ojos de la bruja recorrian los cuerpos de sus compañeros. Todos estaban heridos en mayor y menor grado.

- De aqui no se mueve nadie hasta que no cure esas heridas! Fosco, tú que estas más saludable, podrías echar un vistazo, el resto permaneced bajo el aura de Flame, mientras, yo os iré tratando.

Se dirigió primero a Tremens, era el que tenía las quemaduras más serias, junto a Becky.

Me permitis? - era quizás con el que había tenido menos trato, le daba algo de vergüenza el tener que 'manosearle' de aquella forma asi, de repente, pero tampoco tenían demasiado tiempo para hablarlo.

Tremens estaba apoyado en una pared, tras los momentos más tensos de la situación había sacado fuerzas de flaqueza para buscar un lugar para refugiarse.... pero ahora que estaba relativamente seguro, tuvo un bajón. Estaba apoyado en la pared, sintiendo el efecto balsámico de aquella peculiar mujer rubia.

De repente se le acercó Leiath, con la varita que había usado varias veces para recuperar al resto del grupo. Si bien él mismo no era un usuario de la magia, había tenido varios "compañeros" que sí, e incluso había probado de imitarles, para sorpresa suya con cierto logro. En cualquier caso sabía que aquella varita valía mucho dinero, y era muy útil. Era desperdiciarla usarla antes de que el efecto que producía Flame cesara.

Se sorprendió levantando una mano.

-No la malgastes, espera.

Dice con voz queda y sudor en la frente por el dolor causado por las quemaduras.

-Te lo agradezco, pero aguarda un poco, o atiéndeme último.

Dice apartándose un paso atrás, señalando por la ventana.

-Dentro de lo malo, parece que aún tenemos suerte, cosa extraña en estos últimos días, elegimos la puerta correcta. En la otra casa no murió ninguna familia, Aire, solo el perseguidor que se metió esperando encontrarnos. Tuvimos suerte de no dar con él residente de la otra casa...

Dicho esto, y esperando que Leiath le escuchara, se deslizó por la pared hasta quedar acuclillado, con la espalda pegada en la pared y la capucha de la capa cubriéndole.

Todos reunidos en torno a Flame como en la hoguera de un campamento en una noche fría. El dolor de las quemaduras era insoportable pero Onfale se resistía a llorar. A cambio soltaba pequeños y quedos gemidos mientras el aura balsámica de Flame iba haciendo efecto sobre su piel, dejándola de nuevo tersa y sin mácula.

- Buen trabajo Fosco y...- Parecía que le costaba decirlo pero lo soltó finalmente.-Ha sido muy buena idea Tremens.- Habían hecho un buen trabajo. Fosco, bajo su sabia supervisión había logrado abrir la cerradura de aquella temible casa. ¿Qué monstruosidad aguardaría que hasta los demonios huían de ella? Tremens parecía tener razón. Se alegraba de no haber escogido aquella casa. Miró a todo el grupo de supervivientes, todos tan peculiares pero a la vez habilidosos como para superar, uno tras otro, los obstáculos que aquel plano les ponía constantemente delante.

 La tensión en torno a Mane era tan espesa que se podía cortar con un cuchillo.

- Parece que todo el mundo te confunde con otra persona.- Es lo único que le dijo el suspicaz perfumista, cansado ya de la charlatanería del zombie. El mago no amenazaba dos veces y su enigmática mirada se cruzó con la de su lacayo Fosco. Se acercó al mediano y le dio el pésame por Rufus.

- Todos queríamos a ese chucho...- Cuando decía "todos" se refería a el grupo de los "caídos". Aún permanecía en sus fosas nasales el olor de perro frito que hacía revolverse, indómito, a su pequeño estómago, activando los jugos gástricos y haciéndole salivar. El pobre Perezoso se había quedado inmóvil entre sus ropas, beneficiándose también de las curaciones contagiosas de la lagartona. Mientras esperaba a recibir las curaciones de la Bruja de Hala sacó un pergamino, vigilando por la ventana que no viniera nadie.

Esta bién, como prefieras - le respondió a Tremens algo sorprendida. Se apartó sin perder tiempo y se dirigió hacia Becky.

O bien el jóven Tremens prefería dar su vida a malgastar un objeto valioso o escondía algo que no quería que la bruja viese. Su madre siempre la había dicho; 'si tienes un recurso úsalo' -mejor dejar un cadaver sin botín, que un cuerpo lleno de objetos mágicos sin usar-.

Siguió haciendo su trabajo con el resto del grupo.

El pequeño Fosco se alejaba de la bruja de Aire, no sé que demonios tenía esa chica dentro, pero le daban miedo. Escuchar a su sabio compañero le hizo reflexionar. Desde luego Tremens si no es por tí... gracias. dijo algo tímido. Gracias a ese desconocido no se habían topado con un ser más peligroso que un gordo tira grasa, pero eso no fue lo único que dijo Onfale, también le agradeció abrir aquella puerta jua ja ja! Sabes que si no es por ti... y quería devolverle aquel agradecimiento. Aquel mago con poco se vestía de seda y se sentía un marajá. De vez en cuando era lo mejor...
Las últimas palabras de Onfale le pillaron a Fosco desprevenido. Sus ojos se volvieron un mar de lágrimas presas en sus cuencas. Ninguno calló, todas las guardó como si fueran pequeños diamantes. Sólo miró a Onfale, mientras el labio inferior le temblaba. G-gracias dijo con una voz rota y temblorosa. Tras esto las palabras de la bruja de Hala que daban órdenes y sugerencias, sin preocuparse del dolor por el que atravesaba el mediano. Sus ojos cristalinos se posaron en Leiath, en Flame y en Aire. Las tres deseaban lo mismo y por primera vez sumiso y sin ninguna voluntad rebelde obedeció.

Las piernas de la maga temblaban después de la carrera, tenía la piel quemada, cara llena de hollín y el vestido destrozado. Eso era lo peor de todo, tendría que comprar otro vestido nuevo o gastar un conjuro para repararlo, pero ahora lo importante no era su vestido medio quemado.

Gracias, por salvar al indeseable de Hollín. Dijo a Artho, puede que estas fueran las primeras palabras que intercambiaba la pelirroja con el misterioso hombre encapuchado. Luego dio gracias al resto del grupo en esa acción Alice solo había sido una carga para el grupo.

¡Ahora seco! ¡Hollín ya puede volar!

Fosco registró la habitación. Las ropas no estaban en muy buenas condiciones, pero no encontró ninguna otra pertenencia, como calzado o anillos. Cuando se puso a hurgar en la cama de algas, las puntas de sus dedos tocaron una textura distinta... blanda... escatológica... Al igual que ocurre en el plano material, que los campesinos pobres utilizan los excrementos de su ganado para calentar la casa, los demonios parecen haber encontrado la misma solución. Su única función es que se descomponga y desprenda gases calientes que hagan menos fría la vida en el fondo marino.

Al no haber más habitaciones, la búsqueda termina pronto. Leiath ha hecho uso de su varita y Flame de su Aura, y ya están más o menos listos para seguir. El grupo sigue la misma estrategia que en la plataforma, tapar sus cabezas con la capucha y tratar de pasar por un mane, un alma reencarnada en el abismo. Solo esperan que ningún otro moroso de Mane les salga al encuentro.

Callejean un rato, buscando una tienda. Mucho demonio marino con máscara respiradora, y mucho demonio de superficie sin ella. En un momento dado del paseo, Becky pide un lugar tranquilo. Entran en un callejón solo para que la maga se lance un nuevo conjuro de disfraz que prolongue el antiguo. Y poco después, ¡tachán! Llegan a la tienda. No es más que otra casa-concha, pero tiene un letrero en abisal que solo Mane y algún otro saben leer: "Suministros Cuacko". No dispone de puerta, o bien porque haya magia de por medio o bien porque la puerta da a la calle paralela a la que están. Lo que si tiene es una ventana de 5'x5' con un alféizar ancho, cuadrada, en lugar de las ventanas de ojo de buey que se suelen ver por aquí.

No hay material a la vista, las pociones y los pergaminos deben de estar dentro. Solo hay un esperpéntico avestruz con brazos a modo de tendero.

- Gracias.- Es todo lo que tenía para Leiath y Flame por sus curaciones. Les gustaría pagarles sus servicios pero desde que había dejado de ser esclavo era pobre como un perro. ¡Quién se lo hubiera dicho! Echaba de menos la comodidades de su cautiverio. Ataviado con su turbante hecho con tela y que le tapaba el rostro, dejando sólo visibles los enigmáticos ojos, Onfale siguió a la disfrazada Becky. Finalmente llegaron a lo que debía ser una tienda de suministros lo cual recordó al mago lo que habían venido a hacer a la ciudad submarina.- Veamos que tienen por aquí.

Los ojos negros de Aire desaparecieron el rato que estuvieron rebuscando por la casa. La dulce niña reapareció, abrazando a Aristóteles y dando un beso a Leiath por curarla. Hubiera hecho lo mismo con Flame, pero su espada todavía le daba miedo.

Caminaba con la cabeza agachada en silencio. Aristóteles le había dicho que no podía hablar, y que si lo hacía bien, vería una cosa impresionante. Y así fue: al llegar a la tienda, el avestruz.

Asustada, se escondió detrás de sus compañeros. Esa cosa le daba mucho miedo, y sintió el impulso de golpear su cabeza

Flame enfundó de nuevo su arma, y el brillo blanco de su escama, cambió a uno un poco más plateado. Estaba un poco más tranquila al pensar que el peligro había pasado. Pero no por eso dejaba de seguir estando alerta. Aunque tras tantos problemas en esa ciudad submarina, se sentía un poco perdida. La pérdida de memoria, le hacía estar confusa y todavía no comprendía por qué iban con aquel zombi, y qué era exactamente lo que pintaban allí. Así que simplemente se limitó a mirar a todas partes, mientras vigilaba que sus compañeros no volvieran a estar en peligro, o que alguna de esas criaturas se acercara de nuevo.

La pequeña treta había sido más que excelente, Tremens sabía salir de atolladeros y situaciones estrechas con bastante inteligencia y todos habían actuado bastante prestos. Cuando la maga roja se aproxima a dar las gracias al guerrero este sonríe. –No te preocupes, nada ha costado y seguramente te acompaña por alguna razón.-

La estancia en la extraña morada fue tan esporádica cómo fue posible y al salir Artho solo se ocupó de caminar detrás del grupo con la mano muy cerca del estoque, sus vigilantes ojos bajo la capucha se mantenían pendientes a todo sin alzar demasiado la vista, pronto el peligro inminente paso y al llegar a donde habrían de surtirse el guerrero dejo que el Mane se ocupara de los negocios, después de todo, alguien tendría que pagar por lo que fuera a hacer falta…

Poca cosa había visto de la ciudad. Su mirada había estado tan fija en el suelo como había podido, siguiendo el camino de la cola serpentenante de Becky.

Cuando pararon se tuvo que esforzar para no pisarla. Tímidamente, movida por la cuiriosidad, levantó la vista; un ave regentando una tienda?

Leiath volvió la mirada al suelo, ya había visto suficiente. Quién sería el encargado de negociar con aquella bestia? Esperaba que no fuese el cuerpo en descomposición que les acompañaba.

El descanso le sentó de maravilla. Como le gustaba la sanación mágica. A punto estuvo de morir, para minutos después volver a estar listo. Sin lugar a dudas aquella gente venida de la grieta eran gente con recursos. Agradeció a Flame que compartiera con él el aura y la paciencia a Leiath, por la reacción de esta, al parecer había sido demasiado brusco con su comentario.

-Poco a poco nos iremos conociendo, y eso gracias a vosotras y vuestras dotes sanadoras.- Sonríe levemente. Parecía que lentamente iba recuperando la presencia de ánimo perdida ante el demonio y los manes.

Una vez llegados a la tienda, viendo que Onfale, quien según había escuchado tenía ciertas aptitudes mágicas, tomaba la palabra, dejó que interactuara con el dependiente..

Nadie parecía tomar la iniciativa. Onfale dio un paso al frente antes de que se pusiera hablar la loca de Aire o Alice. Esta última estaba teniendo un extraño comportamiento últimamente, no la culpaba.

- Buenos días.- Dijo con una voz mucho más masculina tras la tela que cubría su boca.- Mi ama desea emprender un viaje. Buscamos 11 pergaminos de volar o 1 de volar en grupo, quizás dos, dependiendo de cuanto cueste.- A Onfale sólo se le veían sus enormes ojos negros. 

¿Cuervo seco? ¿Cuervo seco?  Te voy yo a dar cuervo seco. Alice suspiro, el cuervo era odioso pero se alegraba de que siguiera vivo, había tenido más suerte Rufus. Ahora la maga también sentía algo de lastima por el perro que hacia más animado el camino.

La maga se quedo en un segundo plano y dejo que el recatado mago hablara primero. Ella no estaba de humor para hablar y seguramente el odioso demonio tratara peor a una esclava que aun esclavo. Todo el mundo sabia que los demonios eran machistas por naturaleza, era parte ser “malignos”.

El enano de Fosco se quedó rezagado...Una tienda jijiji se aguantaba la risa y fue directo a Alice. Siendo el último y tan pequeño no le vería nadie. Un tirón de la camisa hizo captar la atención de la maga roja. Haz tu truco! Chisporroteos en la cabeza... ya sabes! Como cuando me colé en el almacén... Que sí, que sí que después se convirtió en un bicho gigante con muchas cabezas. Ay! No seas pesada, va! Haz el truco aquel... decía sin parar de tirar de su camisa. Aunque si tiraba mucho más igual hacía los jirones más grandes, porque vaya pordiosera, mira que pintas llevaba la tía. pensó mientras retiraba las manos con cierta preocupación de mancharse.

¿Quac quackuaquac ckuaquack?

Espera, que traduzco-dijo Mane-: ckuaquack quackuaquac panoli quack quackuaquack quack pergaminos quack ckuaquack volar-y acompañó sus palabras agitando los brazos.

Quack pergaminos achuaquack reckuaquac ckuaquack.

El Ganso Manso este dice que tiene de tó: once pergaminos de volar o dos de volar en grupo. Que qué queremos. Ah, y que prefiere trueque a dinero contante y moliente. Eso no lo dijo, pero el comercio en el abismo funciona así. Intercambias. O matas y robas. Cualquiera de las dos opciones es muy recurría. Pero si le damos dinero lo va a aceptar igual, no hay poblema.

Alice se va a una esquina entre dos casas-concha y conjura algo sobre Fosco de manera bastante desapercibida.

Alice mira al pequeño mediano y puso una sonrisa malvada. Por supuesto que hare el truco de chisporroteos en la cabeza, sabes ahora es mucho más poderoso…. si se descontrola puedes acabar como Tropezón. Pero eso iba no a pasar o puede que si, sus poderes habían amentado bastante y algunos se habían vuelto impredecibles. Como la vez que desato la lluvia de fuego al lanzar un conjuro de hielo.¹

La maga pelirroja saco unos pocos de pelo de gato negro robados a la mascota de su maestro y los soltó en la cabeza del mediano mientras pronunciaba las palabras mágicas. Justo después de lanzar el hechizo se cubrió. Puede que el mediano estalle en pedazos por que la energía del plano infernal interfiera con el conjuro. Pero eso no paso y la maga suspiro aliviada. Ale, a correr. Dijo a modo de conclusión. Y no te olvides de traerle algún regalo a tu tía Alice.

¿Matar? ¡No! negó Aire, desde detrás de Leiath. ¿Por qué no lo adoptamos? Su cabeza es muy graciosa... Aunque su pico me da miedo terminó, sin llegar a señalar a la criatura.