Partida Rol por web

La magia de Alice era tan poderosa que sintió todos los pelos erizares según pasaba la magia. Una sensación de plenitud. Se sentía como si su tía abuela Gertrudis le diese un masaje en los pies, eso le deja nuevo a cualquiera. Y además coincidiese con agua caliente, bueno eso no suele ser coincidir, siendo tantos en casa.

Habrá regalos! dijo Fosco con una amplia sonrisa. Distraer al pollo pimpollo...

Y antes de que Alice se volviese el mediano ya había desaparecido, ágilmente se escondía y se movía como una sombra por toda la estancia buscando pergaminos y varitas que esconderse. Sobretodo los pergaminos que le habían dicho, pero quería llevarse algo de recuerdo. Cosas que luego querrían Onfale o Alice, nunca se sabe. Cosas de esas que les gustan y no son nada útiles. Que si había algo de valor, pues el tendría que saberlo, para eso era tan sabio...

Flame vio a Fosco adentrarse en la tienda del demonio ave, por un momento quiso acercarse para hablar con él, pero se preocupó por no ser capaz de hablar su idioma.

Por si acaso, le mostró su espadón y comenzó a hacerle gestos, quería ver si aquel pajarraco era capaz de mejorar su arma. Aunque si en algún momento trataba de adentrarse en la tienda o hacer cualquier cosa en la que Flame no lo vigilase, trataría de evitarlo y de llamar su atención todo lo posible.

Flame no era poliglota, pero era capaz de hablar también en la lengua de los dragones, así que por si acaso también usó aquel idioma para tratar de distraerle lo más posible.

- Mane, dile que quiero ver uno de los pergaminos primero.-Dijo Onfale con total tranquilidad. Esperaba con ello que el avestruz parlante tuviera que darse la vuelta lo justo para que Fosco pudiera entrar por la ventana. No veía puertas por ninguna parte.

Mientras Mane le comentaba unas cosillas sobre qué buscaban (no que buscaban robarle, sino sobre los pergaminos que querían), Fosco trepó el alféizar y se coló por la ventana. Se produjeron dos efectos instantáneos. El primero fue que al mercader se le erizaron todas las plumas, a pesar de que por la orientación de la cabeza, la entrada de Fosco estaba fuera de su radio de visión. La segunda es que del techo de la tienda llovieron cinco proyectiles mágicos como los que lanza Alice, todos derechitos a la cocorota de Fosco.

Fosco encuentra una habitación amplia, pero casi vacía.

A mano izquierda hay una mesa y un estante para las especias. El estante contiene solo dos pociones, de distinto color. Sobre la mesa hay un espadón de tamaño grande... pero grande, grande. El doble de largo que el espadón de Flame, y desde luego mucho más grande (afortunadamente) de lo que los brazos del mercader podrían blandir para trinchar a Fosco.

A mano derecha hay una rampa que desciende a un oscuro sótano. La rampa es ancha, unos doce pies.

Finalmente, a la espalda de Fosco, la ventana. Por encima de ella hay un grafiti en la pared con un brillo especial, una espiral extraña y brillante, de la que posiblemente procedían los proyectiles mágicos que le cayeron encima.

A su lado, alarmado, el mercader. Parece que la avestruz todavía no le ha visto, pero la trayectoria de los proyectiles mágicos le marcan en lugar dónde está el mediano ladronzuelo.

El mediano ágilmente baja por la rampa, buscando escapar de la vista de cuacko. Con mucho cuidado, alertado por la trampa que acababa de accionar... Seré idiota. Mira bien no pisar mal de nuevo. Busca pergaminos y su objetivo inicial en la oscuridad. Busca si hay algo que le sirva de luz y ver mejor... 

Flame no pudo evitar llevarse las manos a la cabeza. ¡Les habían descubierto!

Y pasó lo que tenía de pasar.

Novatos... Acaso se creían que sería algo tan sencillo, venir a una ciudad de demonios y intentar robar a la primera, ¿así por las buenas? 

En fin, ya estaba hecho, ahora tocaba ver como respondía el mercader... y cuanto tiempo tardaría en aparecer unos demonios de tres por tres con mala hostia.

Malditos todos los demonios del Infierno! Se habían olvidado de las trampas y otras medidas de seguridad de la tienda! Ahora no había vuelta atrás.

Con una velocidad de reacción digna de un felino, sacó un pergamino de su bolsa mágica y , mientras leía su contenido, rezó a Hala para que hiciese efecto y la bestia quedase adormecida para no tener que enfrentarse a ella.

Luego se apartó a un lado, para aprovechar en cierta medida la cobertura que las paredes ofrecían.

Onfale reconoció al instante el pergamino que leía Leiath. No creía que funcionara pero ahora se veía obligado a esperar a ver si el conjuro tenía el efecto deseado o podría despertar al avestruz con su disparo. Se colocó justo debajo del alfeizar,con la espalda contra la pared,  acuclillado y protegido con el muro, con la ballesta en la mano por si asomaba el cuello del pajarraco por la ventana.

A Aire la costó darse cuenta de lo que pasaba. Seguía observando a la criatura con miedo. Y cuando quiso reaccionar, de lo único que hizo fue tapar la boca de Aristóteles para que no gritara

Habían llegado a la tienda donde un ser con una cabeza bastante peculiar hacia de tendero. Su idioma era bastante parecido al dialecto que tendría una gallina de doscientos quilos con graves síntomas de resfriado pero, por suerte, Mane parecía entender aquel extraño lenguaje. "No hay mal que por bien no venga..." Pensó Kaevhas para tratar de hacer más llevadera la presencia del zombie después de haberlos abandonado a la menor señal de problemas.

La transacción parecía transcurrir sin el menor inconveniente hasta el momento en el que el dependiente se giró para buscar los pergaminos con los que comerciaría. En aquel instante, cinco haces de luz salieron disparados sin el menor aviso. Kaevhas pensó que los atacaban pero enseguida se percató del pequeño y escurridizo objetivo. -Pero, ¡¿en qué momento...?!- Su poder se concentró instintivamente y su lanza acudió a sus manos en un parpadeo, el demonio comerciante todavía no parecía percatarse de la situación y el mago no sería el primero en comenzar hostilidades. Toda aquella ciudad podía volverse en su contra en un abrir y cerrar de ojos si llamaban demasiado la atención. Por lo que su magia se mantuvo en un estado latente pero preparada para ser liberada a la menor señal de problemas.

La maga se sobresalto y se medio oculto en un lateral de la casa buscando algo de cobertura. Espera…espera… puede que esto tenga alguna solución diplomática. Estaba pensado esto cuando vio volar los dos proyectiles del mago. ¡MIERDA! A la porra la discreción.

Con gran maestría, impropia de lo que la torpe Leiath nos tiene acostumbrados, la Bruja de Hala estira un pergamino y señala con dedo inquisidor al mercader demoniaco, que sacude su cabeza como si no le afectase.

¡Quacccczzzzzz...! Zzzzzzzz... ¡Quack! ¡Quack!

En el interior, Fosco buscaba sin éxito el origen de la luz que iluminaba la casa, pero eso parece cosa de magia. Los ojos del comerciante volvían a amagar con cerrarse... y de pronto sus párpados se abrían exaltados.

¡Cuacuacuacua...!

Onfale no tiene información suficiente para saber si la trampa puede lanzar nuevos proyectiles mágicos. Lo cierto es que tendría que examinar el glifo de cerca para saberlo, y ahora mismo ni siquiera lo tiene a la vista. También identifica a la criatura como un Abrián. No es un demonio, sino una bestia mágica nómada que se dedica al trueque. Este en concreto parece haber prosperado lo suficiente para asentarse y establecer un negocio. Sus chillidos pueden ser especialmente peligrosos, sobretodo si hay una manada grande de criaturas. Es además una criatura que ve en la oscuridad, así que la luz en la tienda parece un mero formalismo en favor de los clientes.

Zzzzzz... ¡Quaaaaack!

Como Kaevhas no acaba de fiarse de que el monstruo se duerma, lanza un par de proyectiles que aciertan sin discusión. Alice también se prepara para conjurar, para contrarrestar el ataque del monstruo, pero para su sorpresa el avestruz mutante no ataca.

¡Cucuack!-exclama, desplegando el dedo corazón.

Y en lugar de atacar, el mercader... ¡Cierra las contraventanas! ¡Con Fosco todavía dentro! Las contraventanas desde fuera no tienen cerradura para abrir, y están hechas del mismo material nacarino que las paredes de la casa-concha.

Flame se acerca corriendo a las contraventanas, aunque no hubiera sitio para abrirlas, quizá pudiera forzarlas. ¡Fosquito estaba dentro y no lo podían dejar allí abandonado al pobre! ¡Y mucho menos sin su perro!

La lagartona se lanzó contra la puerta nacarada, con el fin de abrirla. ¿Alguno de vosotros no tendrá un conjuro de esos que no valen para nada de Abrir y cerrar? Quizá con eso pueda terminar de forzar esto.

El pergamino se esfumó de las manos de la bruja pero sin ningún otro efecto; la criatura lo había resistido.

La tienda parecía cerrada a cal y canto. Claro, qué se iban a esperan. Llegaban a un comercio y lo primero que hacían era intentar saquearlo. Primero destruyendo ciudades humanas, luego asaltando tiendas... Seguro que Hala no estaba contenta.

Vio como Flame le daba con fuerza a la puerta, seguramente conseguiría forzarla pero cuántas trampas haría estallar haciendolo?

- Cuidado Flame, seguro que tiene defensas mágicas!

Se apartó pues se esperaba que una gran bola de fuego le explotase en las narices a la  guerrera.

El caos y la locura se habían desatado en el local.

Parecía ser que esa gente si bien era ducha para superar obstáculos, también lo era en buscarse problemas. Él joven no quería meterse en más líos de los que ya tenía, pero claro, a él nadie le había preguntado... y de poco serviría alegar ante algún juicio, que posiblemente nunca se produciría en ese maldito mundo, que él no había hecho nada que era cosa de los otros. Así pues poco más podía hacer, a su parecer, que meterse de lleno en el fregado. Pues de nada serviría intentar negociar ahora que habían sido pillados intentando robar, en el mejor de los casos serían echados a la puta calle.

-¡Malditos todos!

Dice acercándose hacia el pajarraco sacando su estoque y su espada corta, dispuesto para asesinar al bicho. Esperando el momento para atacar para hacerlo junto a otro.

-Cuacka, ¡cuacka turuka sec teruk!- Tras pincharle con el estoque el joven le ordena algo en su peculiar idioma.

Quizá la cabeza de Aire tuviera pensamientos un tanto excéntrico, pero seguía con los pies en la tierra. Sabía que la idea de Flame podía ser muy mala, y la habilidad especial de la bruja a atraer todo tipo de ataques hizo que quisiera alejarse de la puerta. Pero el lugar era tan reducido que apenas podía esconderse. ¿Solución? Acabar con el responsable de la situación.

Los ojos oscuros hicieron acto de presencia en su mirada, y su sonrisa macabra también. Levantó la mano a la par que su boca emitía sonidos mágicos. Una pequeña bola de fuego apareció en su mano y, ni corta ni perezosa, la lanzó contra la avestruz