Partida Rol por web

- ¡Capitán! ¿Qué ha sucedido?

Otra vez había fallado el maldito soplete. ¿Por qué narices lo había vuelto a encender, viendo que ya había fallado antes? La visión de la criatura encima nuestra fue suficiente para intentar arriesgarse. El caso es que volvió a fallar y había explotado. Había una noticia buena y muchas malas. ¿Qué? ¿Que cuál cuento primero? La buena, vale. Seis votos a uno.

Lo bueno era que había acabado con la criatura, que lloraba de dolor por las quemaduras.

¿Lo malo? Empecé a enumerar: me había achicharrado las manos, acabando con mi carrera de ingeniero, de masajista en un baño turco, no podría tocar más mingas, ¡ni la mía propia! ¿Ahora como mearía? Por cierto, al no poder bajarme la bragueta, me mearía encima, como así había pasado. Notaba los gayumbos y parte de los pantalones húmedos, que no mojados, ya que el calor de la explosión había secado algo la ropa y el traje. Eso sí, un olor a pollo mezclado con orín impregnaba el ambiente y me hacía dar arcadas. La visión de mis exmanos me producía una extrema sensación de abatimiento. ¿Qué sería de mi? Para colmo, había jodido el traje, que ya estaba perdiendo oxígeno de antes. No llegaría a ver un nuevo día. ¿Fue una premonición lo de la cápsula de hipersueño? Quizá el destino me quería matar varias veces para hacerme ver lo mala persona que era y que mi padre tenía razón, ser homosexual tenía consecuencias con el karma, como me decía.

Miré atontado a los lados, sin saber muy bien cómo estaba la nave. Las luces de alarma se sucedían y muy probablemente se había vuelto a estropear el soporte vital. Ahora no podría hacer nada en este estado. Con gran fuerza de voluntad y no sin problemas, intenté levantarme. Mi cerebro sarasa pensaba rápido y mi única posibilidad de salvación era llegar a la sala médica y meterme en la cápsula médica que allí se encontraba. Puede que recuperara las manos y me la pudiera volver a menear si llegaba o puede que muriera antes siquiera de llegar a la escalera de subida del final del pasillo de ingeniería.

Estaban todos de una pieza, la suerte los había acompañado. No podía quitarse de la cabeza en qué situación estarían si hubiesen entrado en el túnel que conducía a la sala de ingeniería.

Miró fijamente a McFadden, lo había escuchado levemente mientras que estaba ensimismado pensando en qué le depararía el destino a partir de ahora. El siguiere paso era entrar por aquel agujero ennegrecido de hollín, por lo menos ese era el camino que había tomado su compañero, pero antes de perderlo de vista se dirigió a él —me debes una, espero que no te importe que te lo recuerde de vez en cuando. Esperaremos a que estés ahí abajo para seguirte.

Se volteó para comprobar que Trista se encontraba bien y que estaba al tanto de lo que pensaban hacer, — no pierdas de vistas los pasillos mientras Roger baja, no necesitamos más sorpresas.

- Y tú me debes tres... - Sonrió. - Una para cada una de las cosas que te he quitado de encima. Sigo con dos a favor. Pero no hace falta la llevar la cuenta, ¿no? - Le guiñó un ojo. - Lo importante es sobrevivir. Todos. ¿Seguimos?

Uno detrás de otro, fuisteis descendiendo por las escalerillas, adentrandoos en el corredor que conducía a ingeniería. Había pequeñas llamas en las paredes y una zona quemada en el suelo, en las rejillas metálicas, pero al menos se veía vacío y no parecía que hubiese nada por el camino, al menos hasta que llegasteis a la zona de ingeniería, que estaba al fondo.

La sala estaba medio incendiada, con los motores apagados y cubiertos de ceniza, y vapores cubriéndolo todo. El calor era sofocante y el aire parecía no querer entrar en vuestros pulmones.

Nada más entrar, a vuestra derecha, estaban Paul y Smith. Paul estaba aplastado contra la pared y en donde debían estar sus manos, había dos masas quemadas e indistinguibles. 

El rostro de Paul parecía estar angustiado y su boca se abría como si le costase respirar.

Smith, mientras tanto, lo miraba sin saber qué hacer.

Por fin se reunieron con Smith y Stamets. Era un alivio volver a estar juntos. Sin embargo, cuando McFadden se fijó en el detalle de las manos del ingeniero, casi lanzó un grito de pavor. ¿Dónde estaban sus malditas manos? 

- ¡Joder! - Exclamó incrédulo ante aquella carnicería. - ¿Qué diablos te ha pasado? ¿Do... Dónde están tus jodidas manos? - Preguntó. 

Lo que parecía increíble era que no hubiera muerto al instante. Su traje se había dañado y todo el oxígeno tenía que estar escapándose del mismo a pasos agigantados.  Quizás la deflagración había fundido el traje fusionándolo con su piel. Aunque eso fuera así no tardaría demasiado en morir. Stamets estaba sentenciado.

Tristán se levantó y avanzó arrastrando sus pasos por el pasillo calcinado. Se desplazaba en silencio, apático y desorientado. Le costaba respirar. 

Se detuvo en seco al pisar la sala de ingeniería. La mirada del capitán, a su derecha, se cruzó con la suya. Al instante reconoció en sus ojos el reflejo de una información que su mente trataba de vomitar, incapaz de asimilarla. Esperándose lo peor, volvió sus propios ojos al cuerpo que yacía algo más abajo, apoyado en la pared. 

- Dios...pe-pe-pero...¡Paul!

Tristán cayó de rodillas ante a su compañero. Frente a su amigo. Miró horrorizado los muñones deformes en que se habían convertido sus manos. El olor imaginario del plástico y la carne quemada que debía impregnar el ambiente más allá del traje le produjo una arcada nacida una violenta contracción del estómago. 

- ¡Paul, dios mío...nooo!

Cogió su cabeza y la pegó contra la suya. 

- ¡Aguanta, me oyes...vo-voy a sellar tu traje de nuevo, aguanta!

Tristán miró a su alrededor desesperadamente que le ayudara a mantener con vida a Stamets. Comenzaba a lamentar que el médico se hubiera tenido que quedar en la GRETA. 

Abrí los ojos al oír voces. Al parecer me había desmayado cuando intenté incorporarme para ir a la sala de enfermería. El dolor era indescriptible, lacerante y continuo. Allí vi a Smith, Mcfadden, Hate y a mi querido Tristán. Una sonrisa cansada asomó brevemente en mi rostro, pálido como un fantasma. No quedaba mucho tiempo...

-"Tristán, debes volver a activar el soporte vital, sino no saldremos vivos ninguno de aquí. Yo estoy bien, puedo aguantar." Mentí descaradamente.

-"McFadden." Cuando obtuve su atención, levanté un brazo y señalé con el muñón chamuscado a la criatura que había ardido.

Manteniendo la compostura como buenamente pudo, Tristán buscó a su alrededor algo que pudiera ayudarle, pero sin éxito. En la sala de ingeniería todo eran cables y maquinaria, y no sabían si volverían a poder activarse.

Paul parecía estar aguantando... pero durante cuánto tiempo, eso era ya otra historia. A cada minuto que pasaba, le quedaba menos aire y en unos pocos minutos más, lo que no había podido derrotarle, terminaría por conseguirlo, a no ser que encontraran un nuevo traje y medicamentos de alguna clase.

Smith, mientras tanto, continuaba mirando aquellos muñones, sin saber qué hacer.

- Tenemos que seguir buscando la fuente de energía. - Le dijo al capitán tratando de ser lo más silencioso posible. - Sin un traje y con esas lesiones. - Señaló con la cabeza a Stamets y luego negó. - No lo conseguirá. Además, volver a la nave es imposible ahora. No sabemos si queda oxígeno o que temperatura tiene en estos momentos. - Tomó aire. Le sabía muy mal, pero esa era la jodida realidad. Si no encontraban la fuente de energía, no sólo moriría Stamets, dijo que morirían todos. - Lo mejor es seguir explorando la nave y si encontramos algo que pueda salvar a Paul mejor, pero detenerse o volver atrás es un error. 

La sonrisa que tenía en la cara después de escuchar la replica de McFadden desapareció en el instante que vio el panorama que había en la sala de ingeniería. El brazo levantado del ingeniero Stamer hizo que su atención se centrara en esa cosa. Se acercó para ver de que se trataba mientras que sus compañeros atendían al herido.

Claro Gemma, te aviso yo, aunque me temo que ahora tengo demasiado frío para alivios.- Harry se metió en la cápsula y la cerro por dentro. A oscuras y temblando de frío se abrazó a la androide, necesitaba calor de forma urgente.

Poco a poco iba entrando en calor, la amenaza de muerte inminente había pasado, al menos durante los próximos minutos.

Si los otros llegaban a la otra nave, conseguían moverla y llegar hasta él. Eran muchos condicionales, pero aún tenía una pequeña oportunidad. No recuperó la sensibilidad hasta pasados unos minutos momento en el que se percató de que la piel de Gemma era tremendamente tersa y suave.

La androide y el doctor seguían compartiendo un íntimo abrazo y la sangre del médico ya circulaba con completa normalidad, por todo su cuerpo. Gemma pudo notar una ligera presión en la cintura que segundos antes no estaba allí.- Podemos entender esto como un halago hacia tu diseñador.- Se justificó Harry.

« No, no. No podía ser, estaban perdidos». Dio un par de pasos hacia atrás y miró al grupo.

—¿Stamets qué era eso que está calcinado? — gritó desesperado. —No puede ser, ¿por qué nos has traído a esta nave? Sabías que también estaban aquí!!, lo veo en tu mirada Smith, eres el capitán y estabas informado de todo esto, ¿cuánto te pagaron para llevar a tu tripulación y a tu nave a la muerte? Mierda!! nos hemos convertido en comida para esas criaturas, solo tienen que cazarnos.

Miró a su alrededor y vio un trozo de tubería en el suelo, que se había desprendido del conducto de ventilación por la explosión, y enseguida supo que tenía que hacerse con ella. No tenía armas y en ese momento no se fiaba de aquellos hombres que lo miraban, así que no tardó en tenerla en sus manos, la levantó sobre sus hombros y como si de un bate de béisbol se tratara la posicionó de forma amenazadora.

—Alejaos de mí o tendré que defenderme.