Partida Rol por web

Comienzo a alejarme a toda velocidad y como premio por irme recibo un flechazo en mi pata trasera, aprieto los dientes con mucha fuerza para evitar largar un sonido que denotara el dolor y rengueando sigo avanzando. Me detengo cuando dejo de escuchar gritos de alarma y también mi corazón deja de latir desbocadamente, me recuesto sobre un árbol y observo la herida. Me hubiera cargado a por lo menos uno de ellos. Vuelco un poco de agua sobre el corte para limpiar un poco y veo que tengo que irme a hacer atender pero no puedo dejar de saber que está pasando en nuestras tierras.

Tras un rato prudencial volví al lugar dando un buen rodeo intentando evitar aparecer por el mismo lugar donde estaba apostado. Busqué guardias y exploradores en los alrededores pero todo dio negativo, me acerco a la cascada y tampoco había gente. Sólo rastros de que había muchas más personas que estaban escondidas, sin rastro por seguir y herido.

Con todo esto se que tengo que volver a que me atiendan la herida y no puedo dejar de saber si hay otros grupos dando vueltas por ahí. Ahora se que tengo que ver con más detalle todos los lugares hasta estar seguro.

Finalmente lo que encontramos fue un maldito alce, comida para seguir adelante con la búsqueda pero del oso nada. Un extraño muerto por el oso u otra cosa. Lo reviso para saber de que murió mientras mis congéneres sacan al que cayó al agua. Ahí es cuando me entero de que uno dejó caer el oro al agua. Casi le parto un cuerno con el escudo de la bronca pero me freno porque lo necesito entero.

Estoy furioso porque tenemos gente que no es de nuestro clan merodeando alrededor nuestro, perdimos oro con lo mal que la estamos pasando. Hay un oso con mucha hambre lo que se viene el invierno, sacar algo sería casi imposible para nosotros en estos momentos.

- ¡¡¡Aaahhh!!! - Grito con furia para todos lados, perder ese oro es mucho y más cuando nos vendría bien conseguir aun más. Miro a los otros varls y se que no podemos fallar. Sabemos que aquí hay oro pero si hay un grupo de humanos dando vuelta sería una locura no sacar todo lo que haya porque cuando podamos volver sería ya muy tarde.

Por otro lado quedarnos y no sacar algo de valor podría ser una gran pérdida de tiempo, pateo una roca y busco otra grande, la más grande de todas las que tenga cerca. Me arrodillo para poder tomarla con fuerza y comienzo a levantarla sin motivo alguno. Resoplo como un toro enojado, como una animal enjaulado, lleno de odio y bronca mascullo y termino gritando de odio. - ¡¡¡AAAhhh!!! - La roca es izada por los aires, se me cruzan las piernas por el peso y se que me lastimé la rodilla por ello, pero no me importa. Miro hacia donde supuestamente se cayó la bolsa de oro, avanzo hasta donde me deja la rodilla y contemplo ese lugar. Junto aire y arrojo la roca en ese lugar, sin mediar palabra voy al campamento a dormir, no le digo una palabra al resto de la gente.

Esa noche me vendo la rodilla y la tapo con la ropa, sigo sin decir nada al levantarme pero con una meta clara, no nos iríamos con las manos vacías. Tomo las pocas herramientas de trabajo que tengo y voy directo a buscar más oro. Me importa un cuerno que haya más humanos dando vuelta, los mataría a todos si se acercan a mi oro. Idiota Bjorn, tu y tus hachas que nunca llegaron a destino. Pienso una y otra vez mientras me entierro hasta la rodilla y aprieto los dientes de dolor pero no dejo de buscar oro, no paro hasta que la rodilla siento que la pierdo del dolor.

Al sexto día veo que ya no vale la pena quedar ahí sin más recursos, del alce no quedó algo para llevar y nos queda ir a ver que puede haber de utilidad en los páramos, de seguro bien poco pero siempre hay que estar seguro. Divido a conciencia el oro entre todos los varl, si pierdo a uno no perderé todo y si pierdo a todos, de nada me sirve llegar sin el oro.

El Horseborn no esperó a que Islab reaccionara si no que a toda prisa, con la ayuda de los otros aldeanos, se esforzó en que el aldeano en peor estado escupiese lo que había comido. El esfuerzo rindió frutos pues apenas un minuto después, el aldeano lo estaba vomitando todo; habría que tomar cuenta de ello, algunos hongos eran venenosos y era mejor que gente experta como lo era Islab, les guiara.

Los aldeanos habrían de sobrevivir, solo necesitaban descanso y tomar muchos líquidos. Por ello, considerado que era mas importante terminar la labor, ambos aldeanos se quedaron atrás recostados y cobijados mientras el resto del grupo terminaba la labor en aquel día. Y con la llegada del ocaso, terminaba el verano y se aproximaba el aun algo lejano invierno.

Bjorn se tomó un merecido descanso junto a los aldeanos, no sin antes felicitarles por su arduo trabajo. Habían sido jornadas de esfuerzo y aun les faltaban muchas peores, por ello, el lugarteniente del clan Lavidr no dudó en consentir a sus hombres, los cuales claramente se mostraban ahora mas seguros de su porvenir y mas allegados a sus lideres.

El agua era sumamente relajante y el grupo se sentía muy fortalecido tras salir de ellas, lamentablemente, no habían llevado cobijas ni grandes abrigos con ellos y el camino a casa era largo. Mas de uno cogió un fuerte resfriado, que si bien no les tumbo en cama, les dificultó las labores en el siguiente día.

De cualquier modo, era claro que aquellas aguas termales eran útiles para descansar y reponerse. Solo había que tener cuidado con el cambio en la temperatura corporal al salir de ellas, y sobre todo, quizá evadirlas durante el duro invierno, por tentador que fuese.

Gunnar actuó rápido y con la mayor sensatez que le fue posible. Por ello, al ver que el oso no se mostraba furioso y que no era aun adulto, se apresto a intentar asustarlo, irguiéndose lo mas que podía y agitando su antorcha mientras gritaba con envalentonada furia. El resultado fue mejor de lo que esperaba, el oso inicialmente dio unas pasos atrás, confundido por las llamas danzantes de la antorcha, pero pronto dio la vuelta y se echó a correr.

Gunnar respiró hondo ante el hecho de haber salvado la vida y salir intacto. Aunque realmente aun no estaba afuera, y era mejor no quedarse allí dentro. Sin esperar mas, se apresuró a salir de aquella pequeña bóveda para regresar a la cámara principal de la cueva, donde se encontraba la salida de la misma. Para su malestar, tal como temía, el oso no había huido del todo y ahora se encontraba allí, como si le estuviera esperando.

De la nada, ante la duda de ambos, el oso se lanzó rugiendo contra un Gunnar que casi trastabilla y cae ante la arremetida. Pero de nuevo, al gritar y agitar la antorcha, consiguió que el oso no solo se detuviese si no que a su vez retrocediese. Todo aquello fue como un juego de política donde cada oponente iba ganando y perdiendo metros a cada instante; pero al fin, tras un arduo choque, Gunnar logró llegar a la salida de la cueva y empezar a alejarse del oso, el cual incluso se atrevió a seguirle por un cierto tramo, probablemente mas por curiosidad que por ira.

El horseborn había salido herido tras el incidente con aquellos montañés, por ello en su quinto día de exploración, decidió descansar y recuperar sus heridas para entonces en el sexto y séptimo día seguir explorando las fronteras con las montañas.

El terreno era muy duro para él pues estaba acostumbrado a las amplias planicies verdes, y ahora solo había roca y nieve, sin contar que mientras mas subía, mas frio sentía. Pero aquello no le disuadió y a pesar del dolor en sus fuertes patas, continuó con su labor.

En el atardecer del séptimo día, cuando exploraba unas montañas al noroeste de la frontera con la cordillera montañosa, Hjálmarr observo a lo lejos lo que parecía ser humo proveniente de una fogata, y por la cantidad de humo, seguramente era una gran fogata. Atravesando la montaña llegó a justo los límites pactados de su territorio, donde mas allá solo quedaba la cordillera montañosa que les separaba de las tierras míticas donde tiempo atrás lucharan los Varls y hombres contra los dredge.

Ya con la oscuridad sobre de él, pudo observar una gran fogata bajando la montaña, donde un grupo de unas veinte personas se reunía. Dado que su campamento ya estaba fuera de sus dominios, era mejor no molestarle, pero seguramente sería importante informar al resto del clan de tan importante hallazgo.

Por suerte para Bjorn y quienes lo acompañaban, al parecer aquellas extrañas aguas tenían algún tipo de propiedad que ayudaba a relajarse y reponerse del cansancio, pues cuando salieron tras estar relajándose en ellas, todos se sentían fortalecidos, como si hubiesen recuperado las energías perdidas… pero por desgracia, el hecho de que no hubiesen llevado ropas y abrigos con los que compensar el estar mojados, hizo que más de uno cogiese un resfriado a causa del cambio de temperatura.

Maldita sea, tendría que haberlo pensado- se dijo, maldiciendo su falta de previsión. De todas formas, era consciente que, a pesar de los resfriados, tenían que seguir trabajando para sacar el mayor provecho posible a aquella lagunilla.

Sé que algunos no estáis hoy en las mejores condiciones…- empezó a decir al día siguiente cuando fueron evidentes las consecuencias del baño -Pero también sé que sois lo bastante fuertes como para que eso no os impida trabajar- añadió, mostrándoles la confianza que tenía en ellos.

Dudo que en este agua puedan haber muchos peces, y preferiría que no tengamos que comer sapos…- empezó a decir -Así que nos centraremos en cazar los extraños animales que hemos visto por la orilla- les indicó.

Con suerte, nos ayudarán a aguantar mientras conseguimos alimento- pensó, esperando que la comitiva de Embla hubiese conseguido buenos acuerdos.

Aunque sin lugar a dudas la suerte siempre influía, estaba claro que el no perder los nervios y dejar que la experiencia guiase sus actos fue lo que salvó a Gunnar de tener que enfrentarse con aquel oso y poder salir de aquella pequeña bóveda no solo con vida, sino incluso ileso, que era más de lo que Gunnar había esperado al ver al oso.

Por desgracia, el oso no había huido por completo y al salir a la cámara principal de la cueva, volvió a encontrarlo, con la diferencia que esta vez se lanzó a por él pillándole por sorpresa, aunque consiguió reponerse lo bastante rápido como para actuar a tiempo de la misma forma que antes y, tras lo que parecía un tira y afloja con ambos avanzando y retrocediendo, consiguió salir finalmente de la cueva. Ahora había que continuar la exploración.

Explorar toda las montañas en profundidad me costaría demasiado tiempo- se dijo Gunnar una vez se alejó lo suficiente de la cueva y pudo empezar a pensar que hacer a continuación -Y habiendo descubierto esa cueva, debería bastar de momento- pensó, descartando definitivamente seguir explorando las montañas, por lo que tan solo le quedaron dos opciones: dirigirse hacia los riachuelos o hacia las los páramos centrales.

Los riachuelos están más cerca, mejor empezar por ellos- murmuró, decidiendo dejar los páramos para más adelante.

Los Varls, obsesionados con el oro, no se rindieron y continuaron trabajando en el cuarto día con gran esfuerzo, obteniendo de nuevo mucho oro; pero para el quinto día, las cosas cambiaron drásticamente obteniendo apenas unas pocas piedrecillas de oro, señal de que habían agotado todo el oro de los riachuelos. Aun así, quizá valdría la pena regresar y probar suerte por unos pocos días el año siguiente.

Ahora al caer la noche del quinto día, el grupo de Varls tenía que decidir que mas hacer en los últimos dos días que les quedaban su ardua labor de aquella semana. El destino final fueron los amplios paramos al sur, en los cuales el grupo no descubrió nada importante salvo varios tipos de plantas de los que podrían obtener fibras como recurso, les daría algo mas de ganancia, pero no era algo de mucha importancia realmente. Para la mañana del séptimo día, tras concluir que no había ya mas que hacer, el grupo de Varls regresó al campamento para incorporarse con el resto del clan.

El combate contra el fiero oso se desató de forma rápida y violenta. EN un inicio, tras rodear a la bestia, Mikklas quizó terminar con ella organizando a los guerreros para que le lanzasen hachas y jabalinas, pero su reacción fue mas lenta que la del oso, pues cuando apenas empezaban su ataque, el oso ya había dejado fuera de combate a dos de los guerreros e intentaba matar a uno de ellos. Las hachas y lanzas hicieron su efecto diesmando considerablemente a la bestia y permitiendo una facil entra en combate de Hodur y todos aquellos que se animaron a luchar en combate cuerpo a cuerpo contra el oso. La bestia no tardo en caer, y en apenas no mas de 30 segundos, el oso había sido derrotado. Y sin embargo, uno de los guerreros estaba mal herido, mientras que el otro necesitaría un largo descanso.

A pesar del esfuerzo, Bjorn decidió continuar con su labor de sacarle provecho a aquella lagunilla. Ahora centrando sus esfuerzos en cazar a aquellos extraños anfibios Bjron se enfrento a una nueva difícil situación, aunque mucho menos peligrosa. Los anfibios eran muy rápidos y astutos, y apenas hubieron cazado a unos tres, el resto corrían apenas verlos y eran sumamente rápidos, así como su piel resbaladiza. Tras dos días de intensa jornada apenas consiguieron algunas pocas presas y a coste de otros dos aldeanos enfermos, pues al ser mordidos por aquellas criaturas, desarrollaron una fuerte fiebre que les dejo en cama.

Era claro para Bjorn que aquellos anfibios eran ricos en carne y que al ser abundantes, sería tonto no cazarles, pero a su vez, le era claro que eran animales astutos y muy desconfiados y que huirían apenas verlas acercarse desde la distancia. Mas aun, su mordida era venenosa, y si bien no al grado de matar a alguien, si como para pensarse el si valía la pena estar en cama durante toda una semana por aquella carne.

Gunnar, ya repuesto de su aventura con el joven oso, continuó con su tarea de exploración, centrado en recorrer tanto los riachuelos como los paramos centrales. Dos días en los riachuelos lo hicieron ver que el terreno ya estaba muy dominado por su clan a pesar de lo amplio de la zona, que justo le tomó dos días en recorrer por completo. Hjálmar ya los había recorrido antes que él y no había encontrado nada importante, Bjorn se encontraba en torno a la lagunilla con otros hombres, y Wulfrig y sus Varls se habían asentado desde un inicio de la semana hacia el centro sur de la lagunilla y parecían estar buscando oro.

Los últimos dos días fueron los menos productivos, aunque quizá los mas concluyentes. Los paramos centrales estaban muy dispersos y servían de poco, estaban casi tan yermos como todo la tierra de aquellas colinas, y la poca vegetación que había allí de poco los serviría; lo mas rentable era cortar las hiervas que allí crecían en poca cantidad y usarlas como recurso de fibra. En cuanto a la agricultura, habían hecho bien en descartarla, pocas cosas crecerían ahí y el terreno era tan disperso que casi daba lo mismo sembrar en las colinas en torno a su asentamiento.

El combate había sido duro y cruel.

Ahora, tras la organziación y la caída del oso, podían hacer recuento de las bajas. Mikklas empezó a modificar un canastillo de los de transporte mientras sacudía la cabeza: los otros casos eran menores y conque previniesen la infección y entablillasen para asegurarse, pero aquel hombre no iba a volver a coger las armas en mucho tiempo. Aunque, cuanto mínimo, había que reconocer que el que hubieran tumbado un oso sin perder a nadie le hacía sentirse bastante orgulloso: era lo que significaba pertecener ahora a los guerreros del clan, suponía.

-Hodur.

Le buscó un momento más tarde, cuando estaban despiazando el oso, tras que el explorador les hubiera dicho qué partes podían y cuales no.

-Hamula no está demasiado mal: conque le demos un par de días y ungüentos para evitar las fiebres de la garra y lo mantengamos tapado y a fresco. Hrotgäf... -sacudió la cabeza- va a sobrevivir a esto, pero su hacha y escudo van a colgarse por un buen tiempo. El oso le dejó la pierna muy mal. Podrá rendir como un trabajador, pero sus días como guerrero se han acabado, al menos durante muchas, muchas lunas.

Lo cual en la situación en que estaban era poco más o menos decir "para siempre". Ni siquiera sabían si iban a sobrevivir a aquel mes, aunque se mostraba optimista con la caza que habían hallado.