Partida Rol por web

Tras despedir a los intrepidos - o insensatos, aún no sabes bien que pensar - compañeros que se han adentrado en la oscuridad nocturna buscando no se sabe bien qué, volvéis al salón tu anfitrión y tu. Gullah os rellena las copas y os deja la botella cerca, aparte de una caja humificadora de habanos, bien repleta y se retira. Al fín estáis solos...

Bueno Joseph, tu dirás, ya que querías hablar a solas con tanta insistencia. Te advierto que no será un rato muy prolongado, pues estoy muy cansado, ... o quizás sea que me he acostumbrado a la tranquilidad del sur y necesito dormir bastante más  - te dice mientras sonríe irónicamente, mueca que te es bastante conocida.

Te preguntaría por el viaje, pero ya me imagino que habrá sido un horror. No logro imaginarte - vuelve a sonreir, verdaderamente este es el amigo al que conocías, de humor fácil - durmiendo en moteles y comiendo cualquier bazofia preparada por el paleto local. La verdad, cuando envié el telegrama pensé que viajaríais en tren hasta Nueva Orleans y allí cogeríais un coche, habría sido más sensato.

Tras esta parrafada, el doctor vuelve a darle un sorbo a la copa. Por suerte, la cena ha sido copiosa o ya estaríais notando los efectos del alcohol.

Sigo molesto, no puedo creer tener que suplicar a mi amigo por unos minutos con él, después de precisamente por él haber viajado durante casi dos semanas.

Bebo un sorbo de licor, su sabor me ayuda a relajar. En esta oportunidad paso de los abanos.

_En realidad sonabas bastante urgente, no tuvimos mucho tiempo de planear nada. Te imaginas que fue una tarde bastante movida. Estábamos Emily, Mike y yo tomando el té y de repente llega tu telegrama, tu amigo el de las ideas locas, y hasta detectives privados. A la mañana siguiente ya estábamos puestos en marcha. No hubo tiempo de averiguar por pasajes de tren, Mike incluso pensó en un avión jaja. Creímos además que esto sería lo mejor por si debíamos transportarnos por el lugar, nadie conocía la zona, ni siquiera nos conocíamos entre nosotros.

Hablo con voz tranquila. No se nota enojo en ella, pero sí con mi tono espero lograr que Isaac valore todo esto y se dé cuenta que al lado de lo que nos pidió él, resignar unas horas de sueño es nada. Saco de un bolsillo el telegrama que nos envió.

_"Te explicaré la situación cuando llegues" -leo y se lo extiendo para que él mismo lo vea-. Pues eso mismo, me gustaría que me expliques la situación. Ambos sabemos que no nos enviaste ese telegrama por un sueño. Puedo entender que digas eso a los detectives, y no se cuál será exactamente tu relación con el Sr. Rush, pero no esperas que yo me crea eso.

Doy un nuevo sorbo al licor y vuelvo a hablar con voz conciliadora.

_No te estoy investigando amigo, ya sabes que no creo en las supersticiones locales. Cuéntame qué es lo que te tenía mal, solo como amigos. No se lo diré a nadie, ni siquiera a Mike si no lo quieres. Además me preocupaba mucho Hannah, de hecho era quien más me preocupaba, pero afortunadamente la veo muy bien. ¿Qué le ocurría a ella? ¿Y qué hace tu prima viviendo con ustedes? Jajaja no me extrañaría que fuera eso lo que la enfermara, que vivieras bajo el mismo techo con una chica así. Jaja encima, y espero no ofender, me parece que puso un ojo en Emily jajaja.

Ya a esta altura le hablo como siempre hemos hablado, con total familiaridad. Por si fuera poco, el licor sube y hace que mi ocurrencia sobre Hannah y la prima me cause más gracia de lo normal.

Créeme Joseph, estoy profundamente arrepentido y avergonzado de haberos enviado ese telegrama - insiste una vez más el doctor Butler - pero no puedo inventarme cosas que no existen. Mi motivación fue esa noche de terror que tuve, sin duda propiciada por el cansancio, el ambiente opresivo y todas esas historias que me contaron sobre mi familia.

Isaac da un nuevo trago a la copa y mientras tu reflexionas. Sigues sin creerte a tu amigo, lo cual te produce a la vez tristeza y estupefacción. Tristeza porque tienes en mucha estima su amistad y pensabas que él te correspondía, por lo que ningún secreto, ni siquiera el de tus humildes orígenes, se interponía entre vosotros... hasta ahora. Estupefacción porque eres incapaz de explicarte como Isaac, la amabilidad personificada, os hace embarcaros en un viaje tan largo y agotador para luego dejaros así.

No sé si llegasteis a hablar con alguien en el pueblo, pero si lo hicisteis, seguro que os contaron un buen montón de historias sobre esta plantación.

La amargura se nota en mi rostro, siento una profunda tristeza. Respiro profundo antes de volver a hablar, no una, sino dos veces. Tomo un trago más, esta vez para ver si eso ayuda a quitar el nudo que siento en la garganta. Vuelvo a respirar profundo.

_¿Sabes, Isaac? Podía entender toda esta payasada delante de los otros, pero lo último que esperaba era este descaro. Hubiese preferido que me dijeras que no podías contarme. Si involucraba a otra persona a la que debes lealtad lo hubiese entendido. Pero me mientes, y sabes que yo lo sé. Nos conocemos hace mucho, sabes lo perceptivo que puedo ser para estas cosas. Sabes lo difícil que es para un extraño engañarme, y por lo tanto casi imposible para alguien a quien conozco tanto como a tí. Ni siquiera me preguntaste lo que te respondí sobre la salud de Hannah y sobre la presencia de tu prima aquí. Quizás deba estar agradecido, al menos en eso no me mentiste.

Tomo un respiro, pero levanto la mano en señal de que seguiré hablando.

_Querías irte, no querías hablar conmigo. Si no vas a responderme al menos lo de Hannah y lo de tu prima, te libero. Solo espero que no te moleste si me quedo un rato más aquí. Tengo demasiado que pensar.

Entonces sí me callo, aunque me llevo una mano a la boca y me digo a mí mismo en voz baja, pero audible.

_Qué estúpido que fui...

Inmediatamente apareció una expresión dolorida en el rostro del doctor Butler:

Joseph, me duele que puedas pensar así de mí. No te estoy ocultando nada, pero está visto que no puedes llegar a comprender lo opresivo que puede ser este ambiente, lo bastante como para trastornarme y hacerme escribir esos estúpidos telegramas. - dijo Isaac, con tono algo tenso

Haciendo una pausa para respirar profundamente, prosiguió esta vez con un tono ya más amable:

Hannah está bien, quizás echa de menos el ambiente de Arkham y también nota el agobio, pero nada preocupante ni que necesite intervención de ningún especialista. En cuanto a mi prima, no sé que te puedo contar. Ella es co-heredera de la plantación, junto conmigo. Ha vivido aquí toda su vida y aquí sigue.

_¿Y como se llevan? ¿Hasta cuándo se quedarán ustedes aquí? Debe ser dificil para Hannah vivir con más gente, y también para tu prima, si está acostumbrada a vivir sola. ¿A ella nunca le afectó el tema de las supersticiones, habiendo vivido siempre aquí?

El daño estaba hecho y el Dr. Sinclair estaba muy triste. Solo continuó la charla por cordialidad y porque en el fondo lo interesaba saber esas cosas, pero lo cierto es que ya no se sentía cómodo en ese lugar.

El doctor sonríe irónicamente:

Bueno, si te dijera que se llevan bien, si que tendrías toda la razón para llamarme mentiroso. No sé, son totalmente distintas, de manera que digamos que "coexisten" - dijo Isaac, poniendo un tono burlón al pronunciar la última palabra.

No sé aún cuanto tiempo nos quedaremos aquí, primero habrá que resolver los problemas legales de la herencia y después ya veremos. La verdad Joseph, pasado aquel momento de agobio que te niegas a creer, me está gustando volver a mis orígenes, creo que podría acostumbrarme a vivir aquí, aunque para eso tendríamos que reformar la casa y sobre todo, ver como hacemos que Alexandra y Hannah se lleven mejor, lo cual es mucho.

Respecto a como lleva Alexandra las habladurías - el doctor hace una pausa, parece que estuviera buscando las palabras adecuadas - bueno, yo diría que casi se divierte con ellas, suponiendo que les haga caso. No te puedes hacer una idea de hasta donde llega la altanería de una dama del sur sobre el "populacho". Se considera muy por encima de casi todo el mundo y lo que digan los demás le afecta tanto como a la luna los ladridos de los perros.

_Es una pena que tú no lo hayas podido tomar así -respondo secamente-. Gracias por tu explicación, Isaac. Como dije, lo menos que quiero es ser una molestia, sobre todo ahora. Si no hay problema me quedaré un rato más aquí, antes de ir a mi habitación, que por cierto, no sé dónde es.

Tras darte las oportunas indicaciones, el doctor Butler te enciende una palmatoria con una vela mientras él se lleva el candelabro. Por un momento ves como duda, pues no sabe bien como despedirse de tí, si dándote un abrazo o no. Al final, con un titubeo, decide no hacerlo.

Que pases buena noche, Joseph. Espero sinceramente que mañana estemos todos más relajados y podamos hablar con más tranquilidad. Si necesitas algo, grita y Gullah acudirá.

Y con esta breve despedida, el doctor se encamina a su dormitorio, en la planta superior. Puedes ver como la luz se va alejando, mientras sube las escaleras. Te has quedado a solas...

_Gracias, buenas noches.

No había mucho más que decir, incluso me sentí mucho más relajado una vez que Isaac se hubo retirado. Era una situación incómoda, sobre todo por estar en su casa y a cientos de kilómetros de la mía. Además una parte de mí sentía compasión por él. ¿Qué le habría pasado, para que haya cambiado de tal manera? ¿Estaría bajo algún tipo de amenaza? Los temas de herencia siempre son problemáticos, quizás alguien quisiera quedarse con alguna parte.

Permanecí sentado solo uno o dos minutos más, mientras terminaba lo que quedaba en mi vaso. En ese momento el enojo y la decepción prevalecían, esperaba que eso cambiara luego de unas cuantas horas en una cama decente. Me puse de pie y comencé a caminar, la luz de la vela alumbraba mi camino. Sin embargo, mi camino no me dirigía a mi habitación, sino hacia el lugar a donde había visto que la prima de Isaac se dirigía. Quizás ella tuviera la lengua más suelta que su primo, además no se me ocurría una mejor compañía nocturna.

Alentado por la idea de que Alexandra pueda ser más locuaz que su primo, o por lo menos una compañia más agradable, te diriges al pasillo por el que se perdió. Una vez allí, te encuentras que la puerta por la que entró da a una sala que tiene todo el aspecto de ser el lugar de desayuno, pero se encuentra vacía.

Lo que si distingues, es otra puerta, también abierta, que es la única salida de esta habitación, aparte de el sitio por el que has entrado.

Miro a mi alrededor para retener los lugares, es una casa grande y no quiero desorientarme. Siempre está la posibilidad de llamar al sirviente de Isaac, pero no parece una compañía demasiado grata.

Sin detenerme demasiado, continúo por la otra puerta, preguntándome qué tan grande era esa casa y hacia dónde había ido Alexandra.

Cuando sales por la otra puerta, te das cuenta que has ido a parar a un invernadero, donde el ambiente es aún más sofocante y lleno de humedad si cabe que en el exterior. No puedes apreciar nadie a la vista, aunque sí otra puerta abierta, que a juzgar por los sonidos y el relativo frescor que entra por ella, da al exterior.

La cosa ya no me estaba gustando. ¿A dónde había ido esa niña? Mientras camino hacia la otra puerta echo una mirada a las plantas del lugar, a ver cuáles puedo reconocer. Cuando llegue a la otra puerta intentaré desde allí divisar a la chica.