Partida Rol por web

Me detuve en los primeros peldaños de aquellas escaleras, frunciendo el ceño mientras un mohín se marcaba en mis labios molesta por su comportamiento. Eran demasiado pasivas, demasiado cautas. No podía perder más tiempo si quería averiguar algo sobre esta corrupción y cómo luchar contra ella para volver a mi pueblo y ayudar a mis hermanas. Seguramente esa enfermedad ya habría llegado a mi hogar y tras mi desaparición, en parte me sentía culpable. Pero sabía que no podía hacerlo sola. Si la diosa Marae nos había juntado debía ser por algo.

—Está bien... —dije cediendo ante ellas, girando la cabeza para mirarlas por encima del hombro —Pero no creo que aquí encontremos más información, ya escuchasteis a Marae.

Me giré entonces aún con algo de altura debido a que ya había subido unos escalones y me puse una mano en la cintura, algo ancha en proporción al resto de mi cuerpo, mientras con la otra sujetaba mi bastón.

—Saldré con Magd a buscar víveres, pero también buscaré un pueblo o a alguien que pueda darnos más información. Quizá allí podamos comprar comida y lo necesario para acompañar por las noches durante el viaje —respondí, antes de mirar a la otra elfa frunciendo más el ceño —Aquí solo perderás el tiempo, Tama solo fue enviada para buscarnos, no sabrá nada más. 

Y entonces con un "¡Jum!" de molestia me volví a girar para darles la espalda y continuar subiendo por las escaleras. Sabía que con mi comportamiento no les caería bien, pero no tenía tiempo ni ganas de hacer amigas, ahora solo podía pensar en mi pueblo en mi maestra.

Después de que Marae abandonara su cuerpo terrenal y volviera a ser piedra, Tama se quedo como recostada, tumbada como si fuera una cánida mientras os miraba agitando de tanto en tanto sus colas. Os miraba como con una mirada inteligente, como si os estuviera entendiendo, lo único que no dijo nada.

Cuando se le acerco Cait, Tama se volvió hacia ella y bajo la cabeza un poco para quedarse mas o menos a la misma altura, tenia unos ojos penetrantes en lo que una se podía perder tan solo con mirarla. Pero no dijo nada, ladeo un momento la cabeza, ladeo hacia el otro lado y luego hubo una especie de temblor por toda la sala, como si hubiera un terremoto pero al mismo tiempo nada se estaba moviendo, en realidad todo estaba pasando en vuestras cabezas.

De forma pausada, una voz de una mujer resonó en vuestras mentes, una voz fiera, segura, firme y decidida que inundaba vuestras mentes y hacia que temblaran vuestros cuerpos. -Se...rápida en tus preguntas...pues estoy agotada...

Magd asintió a las palabras de sus compañeras. Sheliva se apuntó a buscar víveres con ella mientras que Cait se había acercado a Tama para hablar con ella. Bien, parecía un plan.

 -Cait, quédate con Tama, volveremos en un rato a buscarte. ¡Sheliva, espérame! Vamos a explorar la zona juntas, a ver qué encontramos.

Dicho aquello, la guerrera corrió hasta ponerse a la altura de la elfa oscura y juntas salieron del templo para hacer un reconocimiento de la zona. Buscarían víveres y quizás algún elemento que pudiera serles de utilidad en su viaje. Cualquier cosa que pudiera servirles sería bien recibida.

Haciendo uso de los conocimientos que tenía sobre la fauna y la flora, Magd empezó a investigar el área buscando algo comestible lo primero y útil lo segundo. Era una suerte que Sheliva le acompañara, ya que la elfa le indicaba zonas interesantes por las que rebuscar. Lo único que la inmensa mayoría de esas zonas eran a ras de suelo, haciendo que la guerrera tuviera que agacharse, arrodillarse o acuclillarse bastantes veces, ¡pero estaba resultando de mucha ayuda de todas formas!

Empecé a caminar junto a Magd sin poder evitar mirarla de reojo. Realmente era una mujer impresionante, la forma de su cuerpo y su voluptuosa figura, me provocaba un extraño sentimiento que me impedía apartar la mirada de ella. Me mordí el labio suavemente al pensar en algo indebido y entonces negué con la cabeza para mí misma soltando un denso suspiro. 

—Eres la primera humana que veo —dije mirándola de nuevo de reojo, solo que ahora fue un instante antes de volver la vista al frente buscando cualquier cosa de utilidad —. Todas las humanas son... son... — continué, aunque tuve que tragar saliva para decirlo de una forma sutil —, ¿son como tú? 

Al instante después sentí como mejillas se acaloraban un poco y mi tez se oscurecía con mucha suavidad. Entonces fruncí el ceño y de nuevo apreté los labios en un mohín para parecer una chica dura ante ella.

Mientras tanto continué buscando cualquier cosa que pudiera ser de ayuda, indicándole algunas plantas o arbustos en los que podía buscar. Yo no tenía experiencia en un terreno como aquel, ¡mi vida habían sido los pantanos! Siempre tan deseosa de salir de allí y en cambio ahora solo podía pensar en volver. Pero no podía hacerlo, debía permanecer con ellas, allí en mitad de aquel lugar... con la mano en la cadera observando como Magd buscaba para encontrar algo útil, mirando su cuerpo con una extraña admiración al verla tan mujer con esas curvas. Notando como de mirarla con aquella prenda que dejaba tanto expuesto provocaba que un suave cosquilleo naciera entre mis muslos.

— Mierda... — susurré para mí.

No le respondí a las palabras de Sheliva, se notaba que no estaba en un minuto mental de lo más adecuado para entender que salir a tontas y a locas no nos serviría de nada más que retrasarnos en el largo plazo; eso sin contar que las tres estábamos en básicamente la misma situación y con la misma carga. Asentí a las palabras de Magd, y no dejé de pensar en lo que había ocurrido la última vez que fui de cacería hace una semana aproximada, ojalá no acaben como una, aunque tampoco creo que vayan a tener mayores problemas en las cercanías de este santuario.

Finalmente me di la vuelta ante la respuesta de la kitsune. Tama no se veía con las mayores energías y me entraron las dudas de si me había hablado mentalmente o con su voz, la verdad es que me dejó algo paralizada por un momento, pero retomé la compostura, en definitiva se notaba muy distinta a la Tama risueña y juguetona que conocí en el camino a este lugar -Son solo dos preguntas, Tama- Comencé a decir, de nuevo con voz suave pero sin susurrar esta vez -¿Sabes dónde esta el lago que Lady Marae mencionó, algún camino que seguir?-En definitiva esa era la prioridad a saber, necesitaba aunque fuera una indicación del camino -¿Y hay algo más que debamos saber de este santuario?- Pero también había que establecer qué más había o le faltaba al santuario, no me imaginaba que una diosa tuviera un santuario sin nada de equipamiento o algo que pudiésemos usar aquí o más adelante.

Los alrededores del santuario prácticamente ya los habíais visto, pero cada una desde una perspectiva diferente ya que cada una había viajado desde diferentes partes del mundo. Lo que rodeaba el santuario no era demasiado esclarecedor ya que si se podía ver desde la distancia no habían demasiados obstáculos, por lo que tuvisteis que caminar un poco para poder buscar algo decente.

Vuestro objetivo era el de buscar rastros o una presa para poder comer, algo sustancioso y al ser Magd la que tenia que rastrear principalmente estaba durante bastante tiempo de rodillas o en cuatro para poder palpar bien la tierra, todo para deleite de Sheliva (Dicho por vosotras, yo solo añado fuego no os muevo los personajes). Esos gestos y movimientos dieron sus frutos. Entre las dos, guiada por Sheliva pero con Magd a la cabeza conseguisteis unas buenas raciones de bayas silvestres comestibles, Sheliva las conocía eran unas bayas con un sabor cítrico medio dulce bastante sabrosas, conseguisteis un buen puñado, no durarían eternamente pero un par de días si antes de que se malograran.

Seguidamente Magd pudo cazar un par de pavos, atacándolos con sorpresa antes de que el resto huyeran, pero tener dos aves y mas de ese tamaño era de agradecer, tendríais comida suficiente tanto para esa noche como para el desayuno o comida del día siguiente, no estaba nada nada mal.

Finalmente eso si Magd pudo observar como una especie de marcas, unas marcas que se dirigían a una zona de la savana, parecían...si, estabas segura de que eran marcas como de ruedas y también pisadas, tal vez una caravana?

Los ojos de Tama se quedaron fijos en los de Cait antes de que de nuevo todo temblara pero solo fueras tu o tu mente no estabas del todo segura. -El lago...el lago de las sirenas...si...la ciudad de Thalmara...solo se puede acceder a través del lago, buscad la gente del lago ellos os podrían ayudar a llegar a la ciudad submarina...aunque si Marae no pudo salvar a nadie del lago, no se en que estado puede estar. Quedara bajo vuestro criterio el que hacer una vez lleguéis allí.

Tama abrio la boca mostrando una peligrosa hilera de dientes afilados antes de bostezar pesadamente y con la pata como frotarse un poco el hocico antes de relajarse de nuevo. -El santuario...hace muchos años que los adeptos de Marae no vienen, antes este lugar fue un lugar iluminado, limpio, acogíamos a cientos de personas que venían en peregrinaje. Pero ahora ya no.

-Este lugar esta abandonado, pero la presencia de Marae sigue estando aquí...yo soy su guardiana...soy su mensajera...y protejo este lugar en su nombre. Así que aquí estaréis a salvo...al menos mientras me queden fuerzas para defenderlo.- Encogió un poco sus colas haciendo como una especie de medio cama y empezó a lamerse una de ellas, mordisqueandola un poco como si intentara arreglarla o cepillarla. -Te sientes perdida?

La guerrera miró a la elfa en cuanto ésta empezó a preguntar acerca de su parecido con otras humanas.

 -Bueno... Pues me parezco y no me parezco. Es decir, hay humanas que se parecen a mí, que son altas y de pelo oscuro. Pero otras son más como tú, de piel oscura y más bajas. Aunque no son elfas, quiero decir. No sé si me estoy explicando bien.

A Cait la había estado tratando de usted nada más conocerla, pero con Sheliva la cosa fue algo más natural. Magd no sabría decir por qué, pero sentía que podía tomarse un poco más de confianzas con al elfa oscura. ¿Sería por lo increíblemente adorable que era?

La búsqueda continuó mientras rumbiaba ese pensamiento. Y la verdad era que se estaba dando más que bien. Gracias a la ayuda de Sheliva había conseguido encontrar una buena cantidad de bayas comestibles. La fruta fresca era siempre un tentempié de agradecer y con lo que habían encontrado, tendrían para, al menos, un par de días.

Pero la cosa no acabó ahí, ya que consiguieron encontrar una bandada de pavos. La guerrera se frotó las manos. ¡De los pavos se aprovechaba casi todo! Podían cocinar la carne y aprovechar huesos y patas para hacer un caldo reconfortante. Haciéndole un gesto a Sheliva para que permaneciera en silencio, la guerrera tendió una trampa con la que consiguió atrapar a un par de aves de buen tamaño.

 -¡Mira esto! Nos vamos a dar un festín.

Entre frutas y carne, tendrían comida para el día de hoy y para comer mañana. Más que suficiente como para ponerse en marcha y llegar a una ciudad, o buscar más víveres al día siguiente, vaya.

Pero comida no fue lo único que encontraron, ya que consiguieron detectar una serie de marcas en el suelo. Parecían rodaduras, tal vez dejadas por una carreta o similar, junto con huellas de pisadas.

 -Fíjate, Sheliva. Aquí hay un rastro. Rodaduras y pisadas... Por aquí ha pasado alguien, un mercader o quizás un campesino. ¿Crees que merecerá le pena seguirlas? Quizás nos puedan llevar hasta la población más cercana.

Había sido buena suerte contar con Magd para buscar comida, sabía cómo moverse y no tardó en encontrar lo suficiente como para que empezásemos nuestro viaje y no tuviéramos que preocuparnos durante unos días. Así con la boca llena de bayas caminaba a su lado, cogiendo otras pocas más en cuanto estaba a punto de acabarme las que ya tenía. Hasta que entonces vio algo más, unas huellas en el camino que indicaban que alguien había pasado por allí hace no mucho tiempo. ¡Eso era justo lo que necesitábamos! 

Me acerqué a las marcas con curiosidad y me puse de cuchillas para verlas mejor, con una mano cerca de mi vientre abierta y llena de bayas.

—Creo que da igual por donde empecemos, así que ese lugar será tan bueno como cualquier otro. ¿Por qué no? —pregunté antes de mirarla con los labios enrojecidos por la fruta y entonces le mostré una amplia sonrisa que dejaba ver mis dientes —¡Yo voto porque las sigamos! Sea como sea, no será peor que estar aquí en mitad de la nada.

Viendo que ya teníamos suficiente comida y después de haber encontrado las huellas, empezaba a dar por finalizada nuestra búsqueda de suministros. Tenía ganas de seguir conociéndola y saber más de los humanos, pero ya habría tiempo de hablar cuando estuviéramos en el viaje o descansáramos al caer la noche.

—Deberíamos volver con Cait y contarle lo que hemos visto, quizá ella le haya sacado algo a Tama y... decidir desde ahí qué es lo que queremos hacer —dije confesando mis intenciones. 

Entonces de golpe me puse en pie tirando algunas de esa deliciosas bayas que tenía en la mano, con total despreocupación, lanzándome hacia ella para buscar su mano con la mía y agarrarla con fuerza. Tiré entonces en dirección al lugar donde habíamos conocido a la Diosa, ansiosa por volver para saber qué era lo siguiente a hacer todas juntas.

—¡Vamos, regresemos con Cait! —expresé alzando la voz en un tono algo infantil que no podía evitar al estar emocionada.

Me estremecí al cruzar nuestras miradas, esta Tama en definitiva era diferente y solo esperaba que fueran molestias por el cansancio y las preguntas en vez de un cambio de personalidad radical. Al menos estaba abierta a responder mis dudas. ¿Sirenas? Gente del lago..., en definitiva ese iba a ser una ciudad interesante por descubrir, la ciudad de Thalmara, tomé nota mental de eso, pero lo positiva se me pasó al escuchar el que no se haya rescatado a nadie de allí. Quizá haya alguien con vida, o nos tendremos que abrir paso de alguna forma.

Ella siguió hablando del santuario, al parecer hubo un tiempo en que este sitio era realmente visitado por adeptas de Marae, ¿de hace cuanto tiempo estará hablando?, ¿décadas?, ¿siglos?, me sorprendió un poco el que hablara de ello, pues el santuario estaba en un abandono evidente de por lo menos un largo tiempo. Al menos el que Tama se quede en este sitio protegiéndolo era algo reconfortante, pero seguía pareciéndome extraño su origen, ¿cuántos años siquiera tendrá en mundo?. Finalmente hizo su pregunta.

Me sentía perdida, eso era algo innegable, teníamos una misión enorme y estaba apenas tomando tiempo para entender y abordar en mi mente aquel peso, como también mis propias capacidades al respecto. -Si, esto es un peso absolutamente inesperado para mi, Tama. Yo estaba esperando encontrar algo más, tu sabes... Un auxilio más inmediato para mi gente- Suspiré, tenía la mirada enfocada en la nada con mi cara hacia un lado -Pero resulta que nosotras somos la ayuda, y ni siquiera sé si seré capaz de afrontar esta tarea-.

-El camino que se os a dado...es una elección.- Explico Tama mientras notaba como estabas medio ida.- Nadie os obliga a caminarlo, nadie puede obligaros...tampoco podéis estar preparadas. Hace años, cuando combatimos la corrupción por primera vez...ninguna de nosotras estuvimos preparadas. Pero aun así...lo intentamos...quizás pudimos hacerlo mejor, quizás podría haber salido peor...pero lo intentamos...

Empezó a explicar Tama mientras seguía lamiéndose un poco antes de volver a dirigir la mirada hacia la elfa del bosque...

La vuelta de nuevo al santuario no fue muy larga porque tampoco os habíais alejado demasiado, Cait estaba hablando con Tama la cual estaba cepillándose con la lengua y los dientes una de sus colas pero la voz que procesaba la criatura reverberaba por todos sitios y en ninguno ya que la voz iba directamente a vuestras cabezas.

-No sucumbimos y juntas lo conseguimos...tal vez deberías apoyarte mas en aquellas que compartirán tu camino.- Fue el final de una conversación, lo que pudieron captar las que acababan de llegar. Una vez mas Tama miro a todas las presentes antes de abrir su enorme boca zorruna soltando un bostezo canino, arqueando un poco su enorme cuerpo como para destensarse antes de volver a tumbarse cómodamente. -Estoy cansada...ya hablaremos mas en otra ocasión....

El lugar no estaba preparado para hacer fuego o montar un campamento, pero bien que se podía hacer, el lugar estaba a resguardo y si limpiabais una zona de hierba podíais incluso usar algunas maderas que habían sueltas por aquí y por alla para usarlas para cocinar o para calentaros. En todo caso las tres volvíais a estar reunidas.

La búsqueda de víveres había tenido más éxito de lo que Magd había anticipado, ya que ambas mujeres regresaron con dos pavos recién cazados y bayas más que suficientes para compartir entre las tres, lo que les daría para cenar aquella noche y desayunar y comer en la próxima jornada. Pero eso no era todo lo que habían encontrado. Por eso llegaban tan rápido donde Cait, con Magd siendo arrastrada por una efusiva Sheliva, la cual la llevaba agarrada de la mano. Que la guerrera no se quejaba, no obstante.

Llegaron justo a tiempo de ver cómo Cait y Tama terminaban su conversación, con la última diciendo que se encontraba cansada. El momento perfecto para compartir hallazgos.

 -Cait, traemos noticias. Y víveres. Tenemos suficiente alimento para esta noche y mañana hasta la comida. Y además hemos encontrado un rastro que parecía ser de una caravana. O al menos de un carromato.

Lo cual eran excelentes noticias para tres salvadoras del mundo que necesitaban una pista para comenzar su viaje.

 -¿Tú qué tal? ¿Tama te ha contado algo interesante?

Estaba sentada en el suelo escuchando los consejos de la kitsune mientras asentía con una mirada pensativa. En definitiva iba a ser un largo camino, al menos no estaré sola en esto. Y con ese rayo de esperanza llegaron Magd y Sheliva, una arrastrando a la otra y con pavos y productos de la zona a cuestas. Magd inmediatamente comenzó a comentarme lo que lograron conseguir y no pude sino sentirme bien ante los esfuerzos que hicieron para ello.

-Entonces no moriremos de hambre, ¡que buen trabajo hicieron!. Creo que podremos montar un fuego, una cocina provisoria aquí en el santuario- Comenté sonriendo, y ante lo de las huellas -Ojalá las huellas del carromato nos lleven a algún sitio donde podamos informarnos más de lo que ha ocurrido en otros lugares. Con respecto a Tama...- Me giré a observar una última vez a la kitsune que se había puesto a dormir, agradecida por lo que me había contado y me levanté acercándome a ellas -El lago al que hizo referencia Lady Marae se le llama el lago de las sirenas, aquí hay dos poblaciones: Quienes viven en sus orillas que son la gente de este, pero también está la ciudad submarina de Thalmara donde podríamos conseguir ayuda. El problema es que Lady Marae no pudo rescatar a nadie de la gente del lago y son ellos los "guardianes" exteriores de la ciudad que bien podría estar aislada en este minuto-  Me di una pausa antes de seguir.

-No sé ustedes, pero creo que el camino del carromato podría llevarnos a este lago, si es que quieren partir allí- Terminé por decir respecto al asunto

Me quedé pensativa ante lo que Cait acababa de contarnos. Quedándome allí de pie con una mano a la cintura mientras que la otra estaba frente a mi barbilla y me daba golpecitos en los labios con el dedo, los cuales tenían un color azulado debido a las bayas que ya me había comido por el camino.

—Entonces debe ser un lago enorme, no será difícil encontrarlo —dije antes de apartar la mano y entonces les mostré una sonrisa —. Vamos Cait, levanta.

Me acerqué a ella y entonces le tendí la mano para ayudarla a hacerlo. Había sido un poco seca al principio y no quería llevarme mal con ellas, además de que seguramente tampoco era de su agrado mi próxima insistencia.

—¡Creo que deberíamos partir de inmediato! Aún quedan unas horas para que caiga la noche y con suerte llegaremos a algún lugar siguiendo las huellas antes de que ocurra —intenté convencerlas, esperando que no quisieran pasar allí la noche —. A las malas podremos acampar por el camino y... ,con respeto a la Diosa y a Tama, tampoco es que este lugar tampoco es que sea gran cosa.

Anda, así que no era una laguna cualquiera, sino un lago grande, cuna de una civilización. Bien, había más posibilidades de encontrarlo de aquella manera.

 -Bien, entonces tenemos un plan. Pongámonos en marcha. Pero antes tengo que hacer una cosita.

Pero antes de ello, Magd se acercó a Tama para darle una leve caricia en la cabeza.

 -Gracias por traernos aquí, Tama. Descansa y cuida de Lady Marae.

Acto seguido fue donde sus compañeras de viaje y dijo:

 -Listo, cuando queráis nos vamos. Seguiremos las marcas de rodaduras hasta dar con alguien que pueda indicarnos dónde queda el lago.

Y una vez allí, ya decidirían qué paso dar. Si podían contar con la gente del lago para que les ayudaran, eso que ganarían. Además, aunque por respeto no lo admitiría en voz alta, coincidía con Sheliva en que ahcer de aquellas ruinas su campamento base no era la opción más halagüeña. Cuanto antes marcharan y encontraran una posada, mejor.

Aun seguía chocándome un poco la euforia de Sheliva por irnos de inmediato, pero no había nada más que decir al respecto, ya teníamos la información y la comida necesaria para seguir. Además que no me vendrían mal un par de bayas un poco más adelante. Mientras Magd se acercó a despedirse de Tama, yo me remití a despedirme a la distancia con mi mano y diciendo -¡Gracias Tama, ojalá puedas descansar!-.

Dicho eso, junté mis manos y las miré -¿Entonces a seguir las rodaduras y a donde el camino nos lleve?- Les esbocé una sonrisa, y comencé a caminar siguiéndolas pues ellas sabían donde estaba ese camino. Me giré una última vez a contemplar el santuario y el abandono al que había caído, ¿por qué se habrá abandonado el credo de Lady Marae?, me parecía muy extraño el tema.

-Entonces...- Decidí que quería saber más de ellas mientras íbamos caminando, al fin y al cabo íbamso a convivir juntas por un buen tiempo -...¿qué hacían de sus vidas antes de los incidentes? Yo era una cazadora en Lastae, por lo que pasaba más tiempo en el bosque que las demás-

Y así decidisteis que estar aquella noche o al menos lo que quedara de día en el santuario no era buena idea, con aquello en mente y seguidas por la energía incansable de Sheliva, ambas tres decidisteis salir del santuario. A las despedidas de Magd y Caitlin, Magd podía notar la suavidad del pelaje de Tama, muy agradable al tacto y esta solo abrió los ojos un momento antes de mirar tanto a la humana como a la elfa del bosque para volver a cerrarlas como si os despidiera a ambas dos.

El dia estaba algo avanzado, ya era mas de mediodía pero la luz acompañaba vuestros pasos, recorristeis el camino que habíais andado anteriormente para cazar y no tardasteis demasiado en ver las señales de carro que os habían alertado antes, quizás señalandoselas a Caitlin para que las viera, era una señal que una vez la habíais localizado costaba mas bien poco seguirla.

Comenzasteis a caminar y seguir las señales, conversando en el camino si es que lo deseabais, teníais tiempo, poco pero teníais y conforme os ibais alejando del santuario, dejándolo atrás, el sol también empezaba su lento descenso. A lo lejos al igual que podíais ver el santuario en la distancia también podíais ver en la distancia cualquier obstáculo o estructura y lamentablemente seguramente en aquel día no llegaríais muy lejos.

Al salir del santuario, justo cuando saliste de el notaste una mirada de enfado, ira, como si quisiera atravesarte el pecho, fue solo una sensación que duro unos instantes pero fueron suficientes como para hacerte erizar un poco el vello de tu cuerpo y helarte la sangre.

Pero tan solo duro unos instantes y parece que tus compañeras no habían tenido esa sensación.

Tras las despedidas y con todo ya planificado, el grupo emprendió la marcha. El día ya estaba avanzado y probablemente no conseguirían llegar demasiado lejos, pero al menos habían dado el primer paso. Lo ideal sería parar en un sitio tranquilo y despejado a montar un campamento, en el que poder cocinar la cena y descansar. Tendrían que hacer guardias para evitar ser sorprendidas por las fieras, pero entre tres no debería ser demasiado complicado conseguirlo.

Mientras caminaban, Cait inició conversación con ellas, lo que le pareció buena idea.

 -Yo me estaba dedicando a trabajar en la forja de mis padres y a emplearme como mercenaria cuando sentía la necesidad de recorrer el mundo. Es una vida sencilla y agradable, la verdad.

Y eso le hizo pensar de nuevo en sus padres. Ojalá estuvieran bien los dos.

 -Si conseguimos llevar a buen término esta misión, volveré con ellos para heredar la forja familiar.