Partida Rol por web

El Chevrolet Malibú seguía a la ranchera del jefe Taylor por una ruta poco adecuada para la velocidad a la que manejaba el viejo servidor de la Ley. Habían dejado atrás la carretera nacional en un desvío hacia el este a la salida de Karkack y ahora atravesaban el camino que bordeaba el Parque Estatal Caddo Lake. La vegetación se volvió densa y tupida a ambos lados del asfalto al mismo tiempo que el bochorno sofocante del exterior alcanzó su punto álgido. Llevaban poco más de veinte minutos de recorrido durante el cual se habían cruzado con pocos vehículos, la mayoría de ellos camiones o autocaravanas de aquellos turistas que venían a disfrutar del lago a comienzos del estío; si es que existía alguien en su sano juicio que pensara que era posible disfrutar de algo con aquel calor y aquella humedad pegajosa.

La población de la zona se distribuía por el terreno de manera irregular y mayoritariamente aislada salvo en el caso de los parques para caravanas que salpicaban de tanto en tanto el paisaje. El tamaño, la calidad y el aspecto del caserío local apuntaban al deprimido estatus socieconómico de sus habitantes. Tan sólo en las proximidades del lago los alojamientos y establecimientos turísticos ofrecían un aspecto limpio y renovado.

Sin embargo, el destino final de la pequeña comitiva pasó de largo la zona de recreo lacustre para tomar otra vía, esta vez de tierra y en peores condiciones que la anterior, que les llevó hasta la puerta del domicilio de los O’Hara.

Adele volvía a estar ante el volante, dejando que fuera Max quien repasara en voz alta lo que había del caso de Theresa O'Hara, que no era mucho en realidad. La situación familiar de la niña había dibujado una mueca en el rostro de la agente, pensando en el tipo de vida que estaría pasando la segunda hija de aquella familia, con una madre drogadicta y un padre alcohólico. No se debería traer niños al mundo para que sufran.

Miró de reojo a su compañero. -A ver, suéltalo ya, Max.- Dijo sin tapujos. -Te has contenido donde el Sheriff, pero está claro que no estás de acuerdo en las decisiones que tomé. Anda, sácatelo del pecho antes que tengamos que seguir.- Ella estaba consciente de sus errores, pero tenía claro que habría actuado del mismo modo si se llegara a repetir. Además, con eso tendrá a Max un poco más relajado antes de comunicarse con los O'Hara, que era lo que estaba necesitando en ese momento. Necesitaba a su compañero centrado y no repasando lo que había ocurrido con los rangers, con la secretaria, y el joven alguacil.

Max se había quedado esperando fuera al final, tal y como dijo que haría, solo que esta vez más mosqueado incluso que cuando optó por salir al principio. Se encontraba en la sombra cuando los agentes salieron, mirando una fotografía y de no hacer tanto calor, sin duda hubiesen notado las lágrimas en su rostro. Pero entre la humedad y el sudor, no se podían determinar bien.

Al ver que iban saliendo, Max guardó la foto en su chaqueta, sacó un pañuelo de tela y se secó el sudor de la cabeza y el rostro y caminó hacia el coche cuando Adele así lo hizo. Ignoró a Scott pues sabía que no le miraría a los ojos y fijó su mirada en Moira, para despedirse de ella con un gesto con la cabeza si esta le dedicaba un segundo de atención.

Tras esto, subió al coche de copiloto nuevamente. Adele era mejor al volante que él y la verdad es que tampoco es que le gustase demasiado conducir. Así que hasta en eso eran compatibles. Recibió los informes sobre su regazo y leyó el de Theresa para ambos. La situación no era buena para nada por lo que pudo leer. Hacer que esa gente se abriese iba a ser más difícil de lo que pensó en un primer momento, así que en su mente agradeció que el sheriff les acompañase y sabía que tendrían que acudir una segunda vez para que confiasen en ellos.

Max anotó en su libreta donde había desaparecido Theresa y la hora, junto con lo que recordaba de los demás chicos, al tiempo que su compañera rompía el silencio entre ambos.

- No era tan difícil, Addi. Te dan la carpeta o no te la dan. Total, al final os vi ir a la fotocopiadora. Ya les habíamos dado bastante como para cambiar un informe federal y confidencial por esto... teniendo al sheriff justo delante, al cual le hubiésemos podido preguntar al llegar. Si llamó a los Ranger, aunque no fuese todo el informe, al menos algo le quedaría en la cabeza del mismo y se ve que conoce a la familia. Has pagado mucho a cambio de nada. - Dijo mirando a su superior mientras hablaba molesto. Lo bueno que tenían entre ellos, era precisamente que se podían decir esas cosas sin tapujos. Diez años daban para mucho.

- Ellos debían haber cedido sin más, no solo por las concesiones que les dimos, sino por darles el expediente de mi caso, porque el tal Scott, parece más obsesionado conmigo que con el caso que tienen entre sus manos. Además, no me fío de él. Eso de que no mire a los ojos... En cambio a Moira se la ve muy capaz y más centrada en el caso... - Y ya, se acabó de hablar de ella. - No nos debieron mandar a nosotros para esto. Ahora que se lo que hay delante...

» Lo mismo me pillo unos días libres mientras esperamos el resultado del ADN. Dicen que en la isla de Tar se está muy bien en esta época del año y no está prohibido cavar en ella... tampoco compremetería nada. Si encontrase algo llamaría al FBI y si no pues descansaría unos días... porque en cuenta tengamos el resultado del ADN estaremos fuera de todo esto, lo sabes, ¿verdad? - Le indicó a Addi mirándola con preocupación y con ese gesto suyo que decía que quería salir de caza y que sabía que no podía a la par que dolido porque ya no tenían nada con lo que negociar con los Rangers y había quedado claro que no les iban a dar nada ni a colaborar.

Después los malos eran los del FBI. - Hay que joderse. - Pensó mientras se sujetaba con una mano al agarrador para luego mirar por la ventanilla. El sheriff le estaba pisando mucho, pero Adele no se amedrentaba. Lo bueno era que era él mismo quien marcaba el paso, así que no les podía multar por exceso de velocidad.

Si Adele había notado o no los ojos enrojecidos de su compañero de faena no dijo ni una palabra al respecto. Mantenía ambas manos en el volante, teniendo que avanzar a un ritmo poco acostumbrado y por carreteras mal pavimentadas para mantener a la vista al Sheriff Taylor, que parecía tener prisa por llegar. Y, cómo no, poder sacarse a los agentes del FBI de encima.

-Max, te estás involucrando demasiado rápido en un caso que ni siquiera estamos seguros aún si tiene que ver con el nuestro.- Le miró de reojo, pero no podía dedicarle su atención a su compañero de la manera más apropiada. -Si resulta ser que no se trata de Theresa O'Hara, ese expediente les va a servir para poco más que limpiarse el culo. En cambio, mostrándoles buena disposición, no sólo les recordamos que estamos dispuestos a colaborar, sino que les estamos ofreciendo acceso a mejores laboratorios forenses y múltiples recursos que como rangers o alguaciles de condado no podrían ni soñar. No les conviene apartarnos del caso, Max. Ellos lo saben; no lo van a admitir tan fácilmente, pero lo saben. Además, si ahora rechazan nuestra ayuda, van a quedar como los idiotas que antepusieron su orgullo a lograr hallar respuestas.-

Luego de un rato avanzando por fin se detuvieron ante la vivienda de la familia O'Hara. Adele hizo una mueca mientras estacionaba, soltando el volante y abanicándose con la mano antes de mirar hacia su compañero. -Lleva la voz cantante aquí, rookie. Vamos a tratar con una familia sureña, padre alcohólico y madre drogadicta. Pedir algo de respeto hacia mi persona va a ser tarea difícil. Las presentaciones que las haga el Sheriff, y tratemos de reducir las respuestas al mínimo. Ten a la mano la orden de registro por si se oponen a dejarnos entrar.- Dicho eso, tomó aire pesadamente y lo dejó escapar por la nariz, antes de bajarse del coche.

- ¿Cómo no involucrarme si la última desaparecida conocida tenía la edad de Rachel cuando me la quitaron mientras moría? Si desde su secuestro no hay más, puede que o bien ella siga con vida o que ese loco se haya marchado de aquí. Pero si es lo primero... Tú sabes lo que hubiese dado y lo que daría por saber que pasó con mi pequeña y como me cambió la vida esa noche. Como caí en el infierno y como me ayudaron a salir y entré en la policía precisamente para evitar más casos como el mío. Si me hubiese pillado siendo millonario, seguramente iría por las calles de la ciudad vestido de negro, con una gran capa y una máscara de murciélago... - Soltó Max tratando de bromear y que sus incipientes lágrimas no pudiesen terminar de salir.

- Pero como no puedo serlo, simplemente trato de buscar ese consuelo y paz que no tendré y dárselo a las familias de los niños desaparecidos. Una vez pasan los años, te da igual que esté viva o muerta, simplemente quieres que apezca y saber donde está... ya no te importa quien se la llevó, ni que le hicieron. Solo quieres o bien poder abrazarla o saber donde ir a llorarla... y son muchos niños los desaparecidos y sin duda muertos y los rangers no hacen más que dar palos de ciego. Además, desde el principio quedó claro que íbamos a colaborar con ellos. Fuíste tú la primera en dejar el informe sobre la mesa y fui yo quien les dio las mejores teorías que tienen ahora mismo, sobre el tiempo de secuestro entre niño y niño y como descartar a quien no es culpable de esto, ese profesor. - Max miraba a Addi mientras esta conducía siguiendo el ritmo loco del sheriff.

- Se les va a dar el resultado del ADN cuando es algo confidencial del FBI, les vamos a permitir estar presentes cuando hablemos con la familia de Theresa de verdad, incluso en el registro donde solo nosotros tenemos orden y donde ellos tendrán que pedir permiso y viendo como es esa familia se lo negarán, les hemos dicho que les llevaremos... y ellos no dan nada. La copia del informe de Theresa fue a cambio del informe del FBI. No van a colaborar, no lo están haciendo, no tienen intención alguna de hacerlo. De hecho el tal Scott estaba más entretenido buscándome las cosquillas que pendiente del caso. - Suspiró cabreado.

- ¿Sabes? Estoy por hacer lo mismo que hacen los demás agentes del FBI y que nos dan tan mala fama de no colaborar y de llevarnos todo y precisamente hacer eso. Tenemos autorización para la orden de registro y para hablar con ellos. - Max no era así y Addi lo sabía, pero se notaba que Scott y sus ataques, la poca disposición o más bien nula disposición de los Rangers a colaborar un poco donde solo sabían exigir y ellos como tontos ceder, le habían quemado. - Y eso deberíamos hacer, lograr conseguir esa muestra de ADN, hablar con ellos si es que se puede y registrar la casa y la zona, donde después de dos años no encontraremos nada y marcharnos. Volver con el resultado del ADN, notificárselo a la familia y luego ir a ver al sheriff para decirle si es el cuerpo de Theresa o no el hayado, que lo ponga en su informe y que se lo notifique él a los rangers si quiere. Volvemos a casa y...

Max guardó silencio, miró por la ventanilla unos instantes para luego mirar a su superior. - Da igual, Addi, no me hagas caso. Solo estoy cabreado y me siento impotente ahora mismo con este caso. Ambos hemos dado nuestra palabra a los rangers y por mi parte la mantendré. Que vean, aunque no lo valoren, que somos mejores que ellos realmente, porque no van a ver más allá ni a darse cuenta de que nuestos medios son mejores que los suyos. No son capaces de ver que buscamos colaborar, menos aún ver más allá. - Dijo cansado.

Al llegar a al lugar lo miré con desgana. Plantas altas sin cuidar, la verja daba pena verla. En el exterior no encontrarían nada y con la madre yonki y el padre alcohólico, aquello sería un estercolero. Le sorprendía que asustos sociales no hubiese entrado ya a llevarse a la niña que vivía con ellos. - No esperes un milagro. Trataré de sacar las muestras de ADN y trataré de convencer al marido de que espabile a su mujer para cuando volvamos con los resultados, porque querremos hablar con los dos. Y la orden de registro mejor que no la vean, no sea que la única prueba que quede en la casa esté junto el lugar donde guarden las drogas y por deshacerse de ellas la corrompan, aunque dudo que encontremos nada útil ahí dentro, como aquí fuera. Pero tú mandas. Si quieres que les pregunte, pregúntales y seguiré haciéndolo. - Y a la mierda con los rangers.

Dicho esto, Max salió del coche y sintió la bofetada de calor húmedo en su rostro. En su interior blasfemó contra quien obligaba a los agentes del FBI ir con aquellos trajes negros en verano y en lugares como aquel. Luego sacó la orden de registro, la dobló convenientemente y la introdujo en el bolsillo de su chaqueta, dejando los informes en el asiento del coche. Avanzó unos pasos y esperó a que Adele saliese y se pusiera a su altura antes de continuar hacia la casa... si es que aquello se podía llamar casa.

El sheriff Taylor también bajó de su vehículo, echó un rápido vistazo a la casa apenas reprimiendo su gesto de dolor y avanzó al encuentro de los federales.

—Están en casa. Con este calor no creo que hayan ido a ningún otro sitio —informó mientras se colocaba bien el cinturón, los pantalones y la corbata. Como toque final se colocó por primera vez un sombrero tejano no muy llamativo y que parecía tener tantos años como su carrera policial, aunque parecía bien cuidado—. Si no les importa, déjenme que hable yo primero. No les diré el motivo de su visita. Sólo quiero que vean un rostro familiar antes de pasar el mal trago.

Se encaminó a la casa sin esperar respuesta de manera que la aparente sugerencia no había sido más que una orden cortésmente formulada. Llamó con los nudillos, como si supiera de antemano que el timbre no iba a funcionar. Hubo que esperar unos incómodos segundos bajo el sol de justicia, durante los cuales el jefe Taylor les dedicó un par de veces una mirada que solicitaba comprensión.

—Espero que no hayamos tenido que hacer el viaje en balde —dudó justo antes de que la puerta se abriera unos pocos centímetros.

—¿Quién es? —preguntó una voz temblorosa y somnolienta.

—Buenas tardes, Juliette, soy el jefe Taylor. Siento esta visita tan repentina pero hay un par de agentes federales que querrían hablar con vosotros. ¿Está Gregor en casa?

Como respuesta se escuchó de fondo exclamar: ¿QUIÉN COÑO MOLESTA A ESTAS HORAS? CIERRA JODER. Las voces asustaron a la pequeña Violetta que estalló en un sonoro llanto.

—¡Maldito hijo de puta! Has despertado a la niña, joder —estalló Juliette—. ¿Agentes federales? ¿Qué? ¿Por qué? Estoy limpia, sheriff y Gregor ha encontrado trabajo...

—No tienes de qué preocuparte. Déjanos pasar, no venimos a detener a nadie ni a registrar la casa —explicó girando la cabeza hacia Lewis y Jordan.

Juliette decidió franquear el paso al trío de policías, sin soltar la puerta mientras la abría. Aquella vivienda era un horno maloliente y oscuro, desordenado y sucio. Incluso el agente más incompetente de los servicios sociales no tendría problema alguno en redactar un informe que privara a aquellos dos padres de la custodia de su pequeña que lloraba sentada en un sofá desvencijado donde había estado durmiendo hasta que los gritos de su padre la despertaran.

La joven, de ojos hundidos y cara estropeada por los efectos de su adicción, les recibió vestida con un ajustado minishort y una camiseta ajada que se ceñía a sus pechos todavía firmes. Se abalanzó sobre su hija para tomarla en brazos, antes de que Gregor, un tipo casi tan alto como Max y de complexión atlética y sana en llamativo contraste con su esposa, hiciera lo propio.

—Perdonen el desorden —se disculpó ella con visible cortedad—. No esperábamos a nadie. Anoche nos acostamos tarde por el trabajo de Gregor y... bueno, no nos dio tiempo a recoger.

La chica miró por vez primera a la cara de los agentes del FBI, insegura y asustada, reservando una tímida sonrisa para el sheriff Taylor al que parecía conocer por desgracia.

—¿Quiénes son estos dos y qué quieren, jefe? —interrumpió el marido aplastando una lata de cerveza vacía que tiró sobre el sofá.

Jason Taylor abrió la boca pero no salió sonido alguno de ella. En última instancia había decidido ceder la palabra a los agentes del FBI.

Adele le había concedido la palabra a Max y eso fue lo que hizo, tomarla tras aquel recibimiento tan malo y el sopapo de mal olor que salía de aquella casa. No, sin duda Max no se explicaba como podían estar aún al cargo de la niña. Quizás porque el aspecto del padre amedrantaría a cualqueir trabajador social lo suficiente como para dar el visto bueno y permitir que se quedasen con su hija.

El agente no tardó en sacar su placa y mostrársela a la familia. - Somos los agentes especiales Lewis, - dijo mirando a Adele,- y Jordan. Pertenecemos al departamento de menores desaparecidos y estamos aquí por el caso de su hija. Así que no se preocupen por nada más, ni desorden, ni nada más, eso no nos compete. - Dijo evitando mencionar la drogadicción de una y el alcoholismo del otro, pero metiéndolo todo en un mismo saco.

- Verán... hace unos días se encontraros unos restos de una niña, que podrían coincidir con los de su hija. El problema que tenemos es que ahora mismo solo podríamos saber si era ella o no mediante una muestra de ADN, o bien de ella o de sus familiares. De ambos. Por supuesto que nadie les va a obligar a nada, pero entiendo que después de tanto tiempo querrán saber que ha sido de su hija.

Max miró a la mujer para luego mirar al hombre. - Comparto el dolor por su pérdida y se por lo que están pasando. Mi hija desapareció cuando tenía dos años de edad y no he vuelto a saber de ella. Por eso me dedico a esto. No la busco a ella. Busco a los cabrones como el que se la llevó y que las familias puedan tener un final para ese capítulo, bueno o malo, pero un final... el que yo no he tenido nunca. Se que es duro lo que les he dicho, pero al final querrán saber si era ella o no. Por el momento, sólo nos haría falta la muestra de ADN. No es doloroso ni molesto. Cuando tengamos el resultado, si les parece, podríamos hablar más tranquilos. - Les dijo con calma a ambos padres. Iba a ser difícil tratar con ellos. Solo había que ver la violencia en él y el miedo en ella.

- No me gusta importunar demasiado a las familias, no cuando me pasé tanto tiempo viendo fotos de niñas que se parecían a la mía, vivas o muertas. Cada llamada de la policía era una gota de esperanza al principio y poco a poco se fue convirtiendo todo en una pesadilla. Pero no les quiero aburrir con mi vida, pues ya saben lo que es y a donde lleva. El caso es que si es Theresa, al menos tendrán dolor y luego paz. No como ahora, que solo existe el dolor y las preguntas.

Esperaba que su discurso les hiciese entrar en razón a la primera. Normalmente pedía el ADN y decía poco más, salvo que se mostrasen reticentes, pero este caso era especial y tenía que abrirse del todo. Le costó mantener la compostura y sus ojos quedaron de nuevo brillantes por el efecto de las lágrimas que tuvo que contener.

Adele había intentado mantenerse en un segundo plano, mirando alrededor del lugar intentando no mostrar el desagrado que el aspecto externo e interno de la casa le provocaban. No le pasó desapercibido el gesto protector de Juliette a cubrir a la niña antes que el esposo, como si temiera que el hombre fuera a dañar a la niña para hacerla callar.

Max comenzó a hablar, estaba siendo directo y al mismo tiempo parecía buscar la empatía de la pareja, aunque la agente Lewis no estaba muy segura de que lo estuviera logrando. Era posible que para aquel disfuncional matrimonio, las palabras de su compañero habían dejado de tener importancia al escuchar "restos" e "hija". Por tanto, Adele intentó intervenir antes que el señor O'Har tuviera alguna reacción violenta contra Max.

-Hasta no tener los resultados de la prueba de ADN, no podemos asegurar nada. Mientras más rápido colaboren con nosotros, más pronto podremos confirmar o descartar que se trate de Theresa.- Dijo, asegurando el maletín para la toma de pruebas de sus manos. -Tomará sólo unos momentos y nos iremos.-

Gregor O'Hara miró a su mujer y durante unos segundos parecieron un matrimonio normal que había recibido una esperada noticia. Sin embargo, algo en la cabeza del marido se negaba a ceder ante la esperanza y las buenas intenciones. Dejó a Juliette al borde de las lágrimas, abrazando a Violetta y se encaró con los policías.

—¿No están seguros? ¿Y van a tardar otros dos años en estarlo? —su mirada de odio se repartió entre los tres y quizás el sheriff Taylor se estaba llevando la mejor tajada—. ¿Qué coño es todo esto, jefe? ¿El FBI quiere hacernos una prueba de ADN? ¿Por qué? ¿Qué pintan aquí los federales?

—Gregor, cálmate y colabora —ordenó el sheriff apoyando su mano derecha instintivamente en la culata de su pistola—. Os prometí toda la ayuda posible y aquí la tenéis. Ahora, siéntate junto a tu mujer y tu hija y deja que estos agentes hagan su trabajo. Pronto podréis conocer el resultado, ¿verdad agente Lewis?*

Adele asintió, notando el gesto del Sheriff Taylor de llevar su mano al arma, esperaba que quedara sólo en una medida preventiva y no tener que llegar a las manos.

-Así es. Sea cual sea el resultado, en un par de días o menos tendremos una respuesta para ustedes.- Sus palabras iban tanto para el marido como la mujer en el sofá, pero quien parecía necesitar convencimiento en ese momento era el hombre, por lo que su mirada se mantuvo en él. -¿Nos permiten proceder?- Insistió una vez más.

Max suspiró pesadamente. Sabía que aquella familia iba a ser dura. Sus años de experiencia así se lo habían dicho nada más leer los informes. Podía oler la violencia en el aire y no se le escapó el gesto del sheriff, el cual ignoró tratando de darles las respuestas que buscaban aquellos destrozados padres.

- Los restos se encontraron en el estado de Lousiana, a pocos kilómetros de Texas. Al realizar las pruebas forenses iniciales, el resultado más probable fue el de su hija. Para evitar problemas de jurisprudencia, optaron por llamar al FBI para que hiciese de intermediario en todo este tema. Por eso estamos aquí. No hay nada más. Se que asustamos, de hecho para la policía en general, somos una amenaza constante porque les robamos los casos. Pero no es así. Solamente venimos a ayudar a resolver todo esto. Trataremos de que sean veinticuatro horas las que tengan que esperar, pero no puedo prometerles nada.

» En cuanto tengamos las muestras nos marcharemos y volveremos para hablar con ustedes cuando esté el resultado. Créanme que ojalá hubiese tenido yo la suerte de tener simplemente a una agente, como Lewis, metida en el caso de mi hija. Estoy seguro de que todo hubiese salido de otra manera. - A Max le dolía todo aquello. Se sentía tan identificado con el marido en aquel instante, que podía paladear el sabor del whisky que bebía a cualquier hora del día. - Y si no es su ADN, trataré de que mis superiores me permitan seguir buscándola y obtenga la respuesta que obtenga de ellos, así se la haré saber.

Max miró a Adele. - Lo sabes... por Rachel. - No tuvo más que decir, Adele supo que ese caso se estaba convirtiendo en algo personal a cada paso que Max daba.*

Juliette escuchó atentamente las palabras de Max ofreciéndole una esperanza, por dolorosa que fuera. Las abrazó como abrazaba a su pequeña, para que no escaparan.

—¿Louisiana? —trató de comprender lo que significaba aquello, pero su mente abotargada no le daba la suficiente tregua para poder concentrarse—. Está bien, quiero colaborar.

Gregor resopló contrariado sin abandonar su postura de guardia con los brazos en jarra. Vestido tan solo con unas bermudas rojas y una camiseta de tirantes de color indefinido entre blanca y amarilla podría parecer ridículo si su envergadura no resultara tan amenazante.

—¿Te vas a creer lo que dicen, Jul? ¿Cuántas veces hemos escuchado esta mierda? El sheriff Taylor nos la vendía cada semana y mira...

—Cuida tu boca, Gregor —interrumpió el sheriff.

—¿O qué? ¿Me vas a arrestar? Tengo derecho a la libertad de expresión. Estamos en un país libre, joder.