Partida Rol por web

La chica había confesado. Como se imaginaba, se lo había inventado todo, aunque Scott podía percibir que se callaba mucho más de lo que decía. Aún estaba el tema de los abusos sexuales que Moira había notado que la adolescente había sufrido, así como la evidente conexión que existía entre Macklin y McKnight y que podía ser vital para la investigación.

Para Scott, había llegado el momento de arremeter con todo. Era una lástima que no hubieran citado a Rose Bamford en la comisaría para tener grabado su testimonio, pero allí, en un ambiente más cómodo para la adolescente, esta les había dado su confesión.

-No es todo lo que sabes, Rose -le aseguró Bennet, mirándola a los ojos. Optó por tomar un enfoque más directo e incluso agresivo-. Mi compañera y yo vimos tu declaración con el sheriff Taylor. Has sufrido abusos, no sé si en el pasado o puede que también en el presente. Crees que estás sola en esto, pero a día de hoy hay numerosos profesionales que podrían ayudarte a salir adelante. Si te lo callas, puede que haya más chicas que, como tú, tengan que sufrir lo mismo. ¿Quién lo hizo, Rose? -le espetó el ranger, directamente, sin saber si lograría convencer a la adolescente de hablar.

—¿Qué pasa, que no lo has averiguado todavía o es que no quieres averiguarlo? —se encaró la chica con el agente Bennet—. ¿Por qué crees que mi propia madre me llama zorra y puta? Porque no quiere perder su tarjeta de crédito, su expendedor de bebidas gratuitos. Mientras ella y su nenita se abran de piernas no le faltará el alcohol y los caprichos que papá Macklin paga.

La dureza de la expresión de la adolescente sorprendió al curtido policía. Aquello es una acusación directa contra su padrastro.

—Pero no te hagas ilusiones madero —se burló Rose—. El sheriff Smith lo sabe, yo misma se lo dije. Acusé a Matteis y a mi padrastro y me ignoró. Le importó una mierda. Igual que a ti. ¿Qué más os da que abusen de una puta paleta de mierda, de la hija de una borracha? Igual tú también tienes ganas de probarme, ¿verdad?

La joven comenzó a subirse el vestido, mostrando los muslos y su ropa interior. La situación había llegado a un callejón sin salida; uno bastante peligroso. Rose había confesado y con ello seguro que se había quitado un enorme peso de encima; pero aún estaba muy lejos de atreverse a denunciar a su padrastro y mucho menos de testificar contra él. Lo que verdaderamente necesitaba la pobre muchacha era salir de aquella casa y recibir toda la ayuda psicológica posible.

Scott había sospechado desde el primer momento en que Macklin era el responsable de los abusos sexuales de la joven, sobre todo desde que Matteis había hablado acerca de los antecedentes penales del padrastro de la muchacha. Rose Bamford no podía haber sido más clara al respecto, aunque Bennet sabía que difícilmente Rose reconocería los abusos de su padrastro en un interrogatorio en una comisaría.

Los ojos del agente Bennet se abrieron con gran sorpresa cuando la menor se subió el vestido y mostró su ropa interior. Sabía que aquello era cuanto menos terreno cenagoso. La muchacha no podía seguir en esa casa, ni mucho menos podían dejarla allí, pues fácilmente podía tener una reacción drástica y atacar a su madre, huir de casa o tomarse un bote de pastillas. Se encontraba demasiado exaltada y podía tomar alguna decisión drástica.

-Necesitas ayuda... -le espetó Scott a Rose, en un tono totalmente apático y clavando sus ojos fríos en la adolescente.

Bennet nunca había sido un hombre especialmente empático ni sabía qué palabras emplear para consolar a la chica, que ahora fuera de sí, por lo que el ranger se dio media vuelta, dando la espalda a Rose y dejó la habitación de la joven, con pasos casi de autómata, dirigiéndose hasta el salón.

-Señora Bamford, no podemos dejar que su hija se quede así -le espetó a la madre alcohólica, con dureza-. Ha sufrido abusos sexuales. No debería importarle de quien, al menos no en estos momentos -Bennet consideraba que sí debía importarle, pero decirle que Macklin abusaba de la chica no era la mejor forma de encarar a la mujer-. Su hija necesita ayuda psicológica y no creo que aquí vaya a encontrarla.

—¿Cómo os atrevéis? ¡Fuera de mi casa! ¡Os denunciaré! FUERA DE MI CASA, HIJOS DE PUTAAAA —logró gritar la madre de Rose aun estando tumbada en el sofá y con Moira encima—. No sabéis con quién os la estáis jugando cerdos... No tenéis ni idea...

Impotente ante la presa a la que la Ranger la había sometido, la mujer terminó por dejar de chillar y de forcejear, limitándose a sollozar lastimeramente.

La chica también lloraba en su habitación, Scott podía escucharla en el silencio que se había apoderado de la casa. Su compañera le miraba con ojos de reproche porque, sin duda, no era capaz de acostumbrarse a esa frialdad analítica que guiaba el comportamiento del agente Bennet. Pero también había mucho de incertidumbre en aquella mirada.

Había que hacer algo, pero ellos no estaban autorizados, no era su caso. Por mucho que les doliese debían llamar al sheriff Smith para gestionar aquella situación o, simplemente, salir de allí y dejar a madre e hija a solas.

-Le aseguro, señora Watson, que no pretendo subestimar a nadie.- Dijo con seguridad y contundencia la mujer. Quizás dándose cuenta que su tono podía ser muy duro, la agente Lewis realizó el gesto de una pequeña sonrisa. -¿Le importaría si le hago algunas preguntas?- Preguntó, colocando el vaso sobre la mesa.

*-¿Conoce a algunos de los padres de las víctimas? ¿Quizás asista con ellos a la iglesia, o los haya tenido como huéspedes en su agradable local?-

—Personalmente no conozco a ninguno pero, como usted dice, he visto a algunos en algún oficio dominical, sobre todo antes de las desapariciones. No puedo imaginar el dolor de esas familias al perder a un hijo.

La señora Watson se emocionó un poco pero trató de mantener su sonrisa. Recogió el vaso y lo llenó de nuevo, por si la agente Lewis deseaba beber un poco más.

—No quiero meterme en lo que no me interesa pero mi marido y yo hemos estado hablando y estaríamos encantados de colaborar con ustedes cediéndoles una habitación gratuitamente y por tiempo indefinido para que la conviertan en..., no sé cómo le llaman, ¿un centro de operaciones? Solamente ustedes tendrían acceso a ella y nadie entraría en ella sin su permiso.

La madre de Rose Bamford estaba demasiado alterada como para que atendiese a razones y era lo bastante agresiva y violenta como para que Scott supiera que no conseguirían ningún tipo de colaboración por su parte. Se sorprendió con la facilidad con la que su compañera la había inmovilizado. Definitivamente Moira era toda una caja de sorpresas.

-Va a haber que llamar al sheriff Smith -le comentó a su compañera, de mala gana, pues se imaginaba que recurrir a Smith era tan poco agradable para Moira como lo era para Scott-. Le informaremos de lo que ha sucedido y llevaremos a cabo la denuncia. Poco más podemos hacer.

Scott tomó su teléfono móvil y respiró hondo. No quería tener que encontrarse de nuevo con Smith, pero no le quedaba otra, por lo que buscó el número de la comisaría de Smith en la lista de contactos y decidió llamarle para indicarle que acudiera.

Debo reconocerles a ustedes dos que saben cómo tocar los cojones a lo grande ironizó el jefe Smith saliendo de su coche y dando un gran portazo. Desde la mañana temprano hasta la caída de la tarde —señaló al sol occiduo y avanzó moviendo la cabeza de un lado a otro hasta llegar a la puerta de la residencia de Rose Bamford—. No pierden ocasión de molestar a los ciudadanos de esta pequeña ciudad. ¿Por qué? ¿Creen que con este tipo de acoso saldrá alguien y confesará?: "¡oh, señores agentes de los Rangers, no puedo resistirlo más, yo lo hice, soy culpable!

Bueno, ¿puede explicarme por qué debo llevarme a la señora Bamford al calabozo precisamente hoy sábado? —preguntó con desgana cuando se colocó a la altura de Scott Bennet; Moira había decidido quedarse en el salón custodiando a la madre de Rose, que permanecía sentada en un sofá con los grilletes puestos y las manos a la espalda—. Me han jodido el día de pesca y ahora me quieren joder mi única noche libre en esta semana ¿y para qué? Nadie de asuntos sociales se va a personar en Jefferson por lo menos hasta el lunes y si nos llevamos a la madre, Rose se quedará sola con Frank Macklin. ¿Qué coño les pasa a ustedes dos, joder?

-Tampoco yo puedo imaginar como pudiera ser... ¿Tiene usted hijos, señora Watson?- Preguntó Adele, con ánimo de hacer un poco de conversación y que no se sintiera tanto como una interrogación. Bebió del nuevo vaso, escuchando aquella amable propuesta que la mujer les daba. -Eso sería de gran ayuda, señora.- Dijo, mostrando una sonrisa más grande. De aquel modo podrían evitar tener que estar haciendo uso de las salas de las comisarías para poder llevar a cabo interrogaciones. -Lo consultaré con el resto del equipo, pero me parece que tomaremos su oferta con mucho gusto.- Agregó.

Sentía la pesadez de su espalda desaparecer un poco. -Me gustaría conversar más con usted, señora Watson, pero siendo honesta me encuentro agotada. Con su permiso iré a descansar temprano, ¿puede avisarme cuando los agentes Greenwrim y Bennet hayan regresado?-

Scott no disimuló la cara de desagrado con la que miró al sheriff Smith una vez que escuchó cómo se dirigía a él y a su compañera. No obstante, sabía que incluso en esas circunstancias, le tocaba tratar con el corrupto sheriff.

-Rose Bamford hija ha confesado que se inventó toda la acusación sobre que Matteis había abusado de ella -le dijo a Smith, manteniéndole una gélida mirada-. Y la señora Bamford intentó lanzarse contra ella para golpearla. Esa chica es una víctima de malos tratos. Y por lo que sabemos, también es una víctima de abuso sexual -No dijo nombres, aunque suponía que Frank Macklin era a todas luces su agresor más probable-. Cursaremos una denuncia de malos tratos.

No obstante, algo de lo que dijo Smith era cierto. Estaban a sábado y los asuntos sociales no se personarían en Jefferson hasta, como mínimo, el lunes. Dejar a Rose Bamford sola con su posible agresor sexual no era la mejor idea, sobre todo si tenían en cuenta que alguien estaba haciendo desaparecer a menores de edad de familias desestructurada.

-Usted sabe de lo que es capaz Macklin, pero no hace nada para evitarlo -le dijo a Smith, fríamente-. Vamos, tiene ganas de verlo entre rejas, ¿no es así? No es de los que se quedan de brazos cruzados. Sea hombre y reconózcalo -le espetó a Smith, en tono provocador-. No. No vamos a dejar a Rose sola con Macklin. Nos la llevamos a su comisaría a declarar y luego de eso ya veremos dónde se queda hasta el lunes, pero desde luego no va a ser en esta casa.

El sheriff Smith se quedó pensando en lo que había dicho el agente Bennet. La provocación había sido descarada, pero en parte llevaba razón en sus argumentos. Sin embargo, aquel yanqui estirado le había tocado tanto las pelotas que no estaba dispuesto a tenderle ningún tipo de puente para facilitarle las cosas.

—Suelte a la señora Bamford ahora mismo y no presente ningún cargo contra ella —propuso con determinación colocando los brazos en jarras—. Ella lidiara con Macklin y nosotros nos llevamos a la estúpida cría para que ustedes puedan arrancarle esa declaración que tanto desean. Pero, se lo advierto —el sheriff apuntó a Scott con el dedo—, en cuanto terminen se llevan a esa niñata de mi comisaría y se encargan ustedes de ella. Y esto no es negociable.

El sheriff Smith tiró la colilla de su apurado cigarrillo en mitad de la carretera, se secó el sudor de la cara con un pañuelo y dedicó una última mirada a los Rangers mientras salían de su oficina. Había sido una tarde-noche bastante larga: Scott Bennet había logrado herir su amor propio y por eso había tomado la decisión de meter a la madre de Rose en el calabozo. Pero la bomba estalló después, cuando la chica se derrumbó ante la presión férrea ejercida por los dos policías estatales, que no mostraron ningún tipo de empatía ni misericordia con ella hasta que admitió los abusos sexuales por parte de su padrastro Frank Macklin con el conocimiento y el desamparo de su madre.

—Esto no cambia para nada ni mi opinión sobre ustedes ni la futilidad de su investigación en el caso de las desapariciones. Cuanto antes se larguen de mi condado antes podremos descansar todos —les espetó mientras se dirigía a su coche—. Ahora, si me disculpan, tengo que ir a detener a Frank Macklin.

Le hizo una seña a Skinner y a Mommsen que arrancaron sus respectivos coches patrulla y se colocaron en fila tras el cuatro por cuatro del jefe Smith. La pequeña comitiva se perdió al girar la esquina al final de la calle y los Rangers emprendieron el breve camino hasta el hotel.

Scott se encontraba claramente cansado y agotado. Había sido un día muy largo y, aunque productivo, en esos instantes en lo único en que pensaba era en llegar a su habitación en el Excelsior, darse una buena ducha y descansar hasta el siguiente día, si bien sabía que probablemente tuvieran que hablar con Lewis y Jordan sobre lo que habían conseguido. Y esa noche no tenía muchas ganas de aguantar al bueno de Max.

-Nos llevamos a la chica al Excelsior -le comunicó a Moira, tratando de disimular lo cansado que estaba-. Le pediremos a los Watson que preparen una habitación para ella. Buen trabajo, Moira -añadió, aunque la ranger difícilmente podía saber si era por la rapidez que había mostrado en inmovilizar a Rose Bamford madre o por lo implacable que había sido en el interrogatorio a Rose Bamford hija.

Desde un primer momento Moira decidió permanecer callada, dejando que Scott tuviera todo el papel protagonista del interrogatorio mientras ella analizaba en silencio, perdida en sus propios pensamientos. Podía decirse que era un ejercicio de confianza hacia su compañero al creer que podía hacerlo solo, pero en realidad era la actitud de la chica que, para su sorpresa, le había levantado una punzada de celos enfermizo que había roto por completo esa imagen de inocencia que en un principio podía tener de ella. Vacaciones, después de esto unas vacaciones y mucho helado.

Sólo actuó cuando lo vio necesario, reconociendo que descargó parte de esa rabia acumulada que llevaba hacia la madre cuando intentó agredir a la chica. Tal vez podría haber intentado no recurrir a la fuerza, o directamente no golpear con tanta fuerza, pero cuando quiso darse cuenta estaba tirada en el sofá y ella casi encima, impidiendo así su movimiento. Lo admitía, le había gustado tener un poco de acción.

Pero por desgracia “el juego” terminó rápido puesto que ya habían terminado las preguntas y el Sheriff, quien ya empezaba a tenerle cariño de tantas veces que le veía, acudía a ellos. Volvió a preferir el silencio sabiendo que abrir la boca en esta situación haría subir el pan, aunque se mantuvo atenta a la reacción de cada uno de los presentes y sus ayudantes, quienes parecían mansos sin previo aviso.

Mejor.

No se dio cuenta de que la noche caía sobre ellos hasta que Scott lo mencionó, alzando la mirada hacia el cielo despejado y oscurecido. En realidad, ahora que lo mencionaba, también estaba cansada y deseando darse una ducha para estar tranquila y poder llamar a Kurt antes de que fuera demasiado tarde.

Algo me dice que tendrá que tener vigilancia. No parece querer estar tranquila en su cuarto esperando, o que vayan a dejar que lo esté.- No podían estar pendientes de la chica en todo momento y por desgracia estaba segura de que volvería a casa o en brazos de algún hombre.- Pero ya hablaremos de eso más tarde. Buen trabajo también.

La sargento Moira Greenwrim del Servicio de Seguridad Pública de Texas cerró la puerta de la habitación y se enfrentó a las miradas inquisidoras del matrimonio Watson. Desde el pasillo no podían escucharse los sollozos de Rose Bamford, lo cual era todo un consuelo para la agente. No le importaba que hubiera puesto patas arribas la sencilla habitación con su ataque de rabia histérica, ni que se negara a comer o a ducharse; pero aquel lamento desolado le rompía el alma. Apenas podía ponerse en el pellejo de la adolescente sin sentir un vértigo incapacitante, pero mucho menos quería pensar en su futuro. Como madre, sentir empatía por aquella criatrura destruida le arañaba el alma. Sin embargo, por más que le doliera, el caso de Rose se alejaba del asunto que le había llevado hasta aquel apestoso rincón del estado.

Scott Bennet la rescató de las incómodas preguntas que parecían tener cargadas en la recámara Sue Ellen y Julius. Pidió disculpas y la condujo hasta la habitación donde esperaba Adele Lewis. La agente federal parecía al borde del colapso. Tal y como había solicitado la habían sacado de un sueño intranquilo y nada reparador para anunciarle la llegada de los Rangers. Y levantarse de la cama no le habría sido más dificultoso si le hubieran pegado un tiro en el estómago. Había tenido tiempo de ducharse al menos y poder deshacerse de toda la mugre y el olor del pantano.

Aquella habitación había sido cuidadosamente despejada para poder convertirla en una suerte de oficina o sala de reuniones. El estilo del mobiliario y la decoración no ayudaban mucho, pero al menos tenían un lugar privado lejos de ojos indiscretos y gente hostil. Los Watson les habían dado todas las copias de las llaves de aquel cuarto y se habían comprometido a no entrar allí sin permiso.

Para el solaz de todos, Max Jordan no se encontraba allí dentro...

Scott respiró con alivio de comprobar que Jordan no estaba en la reunión, estando presente Adele Lewis, que representaba la cara más amable de los federales.

-Bamford, la adolescente que acusó al profesor Matteis de abuso sexual, se encuentra ahora en el hotel -le explicó a Adele, informándola primero de todo de lo que consideraba más urgente-. La mantendremos aquí hasta que lleguen los asuntos sociales, lo cual no sucederá hasta, como mínimo, el lunes. -Respiró hondo. Mantener a la adolescente en el Excelsior no era lo que más le agradaba, pero tampoco podían haberla dejado con la alcohólica y golpeadora de su madre ni el violador de su padrastro-. Rose Bamford sufría malos tratos por parte de su madre. Y por otra parte, ha acusado a su padrastro, Frank Macklin, de ser quien la sometía a los abusos sexuales. Por lo que nos dijo la madre, el sheriff Smith no se llevaba especialmente bien con Macklin, por lo que he podido convencerlo de que le arreste por lo de su hijastra. Macklin estará pronto "fuera de servicio" -Bennet hizo un gesto de entrecomillado, mientras daba a entender que no tendrían que preocuparse por Macklin-, aunque eso no nos acerca a la desaparición de los críos.

El ranger dirigió una mirada a Moira, por si quería agregar algo más, tras lo cual añadió:

-La detención de Macklin nos da una oportunidad de que visitemos a McKnight y le preguntemos por su relación con él, sin levantar sospechas de ningún tipo sobre que estamos sospechando de él. Al fin y al cabo, era su empleado. Por otra parte, hay un detalle con Rose que aún tenemos que resolver: en la grabación del sheriff Taylor, ella sujetaba un colgante mientras testificaba. Podría no ser un colgante común y estar relacionado con ese supuesto culto. -Miró a Moira, antes de añadir-: Necesitaré que intentes sonsacarle qué era ese colgante y donde lo tiene. Si fue un regalo de Macklin, esa podría ser la única forma de vincularlo con las desapariciones. Sé sutil, Greenwrim.

-Bien, esto es un avance.- Dijo con aprobación una aún cansada agente Lewis. Era importante atar todos los cabos y poder ver qué cosas estaban relacionadas con el caso de los niños desaparecidos y que cosas no. -He enviado al agente Jordan de vuelta a las oficinas junto con la información que hemos recopilado, y he pedido a mis superiores que lo retiren del caso.- Les informó, esperaba que de ese modo la relación entre ellos, que había empezado con mal piel, pudiera reajustarse a partir de ese momento para poder trabajar mejor entre ellos.

-Considero que, teniendo estos nuevos elementos a mano y nuevas responsabilidades, deberíamos reorganizarnos para mañana. La agente Greenwich y yo seguiremos viéndonos al mediodia con la madre de Carlos, y puedo encargarme en la mañana de verme con el padre de Jefferson. Sin embargo, no sé que tan prudente sea dejar sola a Rose hasta el lunes. En tal caso, podríamos turnarnos para vigilarla. Agente Greenwrim, ¿aún tiene planeado entrevistars con el sheriff Smith y sus alguaciles en la mañana?-

Cuando Bennet escuchó que la agente Lewis había pedido a sus superiores que retirasen del caso a Jordan y que le había enviado de vuelta a las oficinas del FBI con toda la información obtenida, una leve sonrisa se dibujó en la expresión del ranger, que pese a lo frío que solía ser, no pudo evitar expresar su entusiasmo.

-¡Eso es fantástico! -declaró, en un tono más animado del que hubiera querido. Serenándose, con su expresión tornándose más seria, agregó-: Bueno, a decir verdad no es tan fantástico... Mañana seremos solo tres y habrá que reorganizarse, pero creo que todos trabajaremos con una mayor tranquilidad. Con respecto a Bamford, coincido en que deberíamos turnarnos para vigilarla. Mañana acudiré a visitar a los Tillman y, por la tarde visitar a esa Bruja del Árbol, si los Tillman nos revelan donde vive.

A diferencia de su compañero ranger, el hecho de que hubieran retirado del caso a Jordan sólo les complicaba las cosas. Sí, aquél hombre había demostrado tener un serio problema emocional y de superioridad, pero eran unas manos extra para un trabajo con muchas vías y, aunque no cooperara en equipo con ellos, servía para recabar información o servir para otras tareas de las cuales no podían ocuparse. Podía haberse quedado cuidando de Rose.

¿Y llevarla con el Sheriff Taylor? – Preguntó en voz alta un pensamiento que recorría su mente.- Dudo que la chica se mantenga dócil en la habitación, y aunque me apena su situación no tenemos tiempo para estar haciendo de niñeros todo el día. Necesitamos que esté en un lugar seguro sin preocuparnos de que vaya a fugarse cuando vayamos al baño.- Propuesta su idea, y tras soltar un cansado suspiro, recapituló todo lo que tenían para reorganizar su propia cabeza. De alguna forma sentía que llevara meses desconectada del caso y tuviera que volver a unir las piezas.

A decir verdad no me acordaba de mañana, gracias por mencionarlo.- Le dedicó una débil sonrisa a Adele, siendo ella la que le devolvió un poco de recuerdos.- Sí, creo que sus ayudantes pueden tener información, ya no solo sobre el sheriff y su implicación, sino sobre Macklin y el juez. Hoy nos dejaron claro que están más involucrados unos con otros de lo que queremos admitir. De todas formas, si lo preguntas por la chica, la comisaría está aquí enfrente.- Miró hacia una dirección cualquiera, la que recordaba que conducía a la comisaría.- Iré temprano, cuando ella todavía esté durmiendo. Con suerte no estará Smitch para molestar, así que puedo estar después con la chica si queréis un poco de tranquilidad vosotros. También aprovecharé para sonsacarle lo del collar si tengo oportunidad.- Giró el rostro, buscando la mirada de Adele.- Y nos reuniremos en el restaurante para hablar con la madre de Carlos. Puedo llevarla conmigo.