Partida Rol por web

-Juliette, por favor, tome asiento.- Sugirió Adele pasando a hablarle directamente a la madre de Theresa por su nombre de pila, viendo la situación que se daba en la puerta. Confiaba que entre Max y los Rangers podrían hacerse cargo de Gregor. Era mejor mantener a la mujer lejos de su inestable marido, y alguien además debía atender a la pequeña Violett, cosa que a la agente Lewis empezaba a preocuparla. Si había creído que la noticia permitiría a la familia seguir adelante y volcar su atención en la niña, ahora sentía que era posible que la depresión y el alcoholismo en aquella familia aumentara, dejando en peor situación a la criatura.

—Es un poco tarde para ayudar, ¿no cree? —replicó amargamente el padre de Theresa al agente Jordan, ignorando a los dos Rangers y al sheriff—. Llegan dos años tarde, ¡joder! Y además vienen con preguntas. ¿Preguntas de qué? ¡Maldita sea! —estalló golpeando el quicio de la puerta y destrozándose los nudillos que comenzaron a sangrar.

Aun así, Gregor se apartó de la entrada, entró en la casa y dejó paso a los Rangers. Apenas dedicó una mirada a su esposa y se fue directo a por la botella de bourbon a la que le restaban un par dedos para quedarse vacía.

—Prefiero quedarme fuera —dijo de repente Jason Taylor al sargento Bennet en voz baja—. Ese desgraciado me la tiene jurada y solamente empeoraría las situación.

Juliette hizo caso a la agente Lewis y se sentó en aquel sitio del sofá que siempre ocupaba. Rompió a llorar de nuevo, quedamente. Buscaba con la mirada a su marido, pero Gregor no quería o no se atrevía a confrontarla con su esposa. Eso la hundió todavía más en su desconsuelo.

—A ver, ¿qué preguntas son esas? —ladró O'Hara tras vaciar la botella—. Escupan de una vez, lárguense de mi casa y devuélvanme los huesos de mi pequeña Theresa.

No hacía falta preguntar si estaba bebido puesto su estado y el olor a alcohol que desprendía eran más que suficientes. Tampoco le culpó por los gritos y su enfado a pesar de recordar en el informe que había tenido antecedentes por violencia, puesto que la desaparición o muerte de un hijo era un dolor tan grande que sacaba lo peor de cada uno de ellos. No quisiera pasar por eso. Nunca. Se mantuvo rezagada mientras le dejaba desahogarse y gritarles lo que quisiera, agradeciendo incluso que el sheriff prefiriera delegarse a un segundo plano al tener rencillas con Gregor.

Y esperó, con las manos unidas en su regazo y sintiendo un ligero frío interno a pesar del calor húmedo que todavía estaba sobre ellos. Ese día había escogido un atuendo más ligero, unos vaqueros oscuros sencillos y una camiseta de tirantes blanca con el cuello un poco más alto para no enseñar el mínimo de escote, no queriendo repetir el error anterior. Aparte llevaba el cabello recogido en una coleta alta, dejando que las ondas cayeran por sus hombros.

Dejó de esperar cuando escuchó sobre los huesos, dirigiéndole una significativa mirada al FBI con una pregunta muda que al parecer ya tenía respuesta. Lo saben. Se adelantaron a ellos y, aunque le molestó, prefirió dejar aquella charla para más tarde.

*Gracias.- Suspiró antes de echar una rápida ojeada al interior de la vivienda y sobre a la madre, sintiendo que su corazón se encogía. Quería acercarse a ella, consolarla, pero sabía que ni las palabras de aliento más certeras podrían borrar el dolor que ahora sentía. La única ayuda que podría concederles por ahora era atrapar a ese malnacido.

La cuestión era, ¿por dónde empezar? Recordaba en el informe que el padre estaba presente en el momento en el que la niña desapareció, echando un rápido vistazo por la ventana para cerciorarse si desde ahí podía verse bien el patio donde imaginaba que juraría. Igualmente su versión, estando ebrio y drogado, podría diferir demasiado de la realidad.

Señor O’Hara, se encontraba en la vivienda cuando Theresa desapareció. ¿Recuerda escuchar algún tipo de ruido sobre esas horas? Como el motor de un vehículo, alguna radio, cualquier detalle aunque sea irrelevante.- Si la persona que raptó a los pequeños era tan metódica, estaba segura de que conocería los pasos de los padres y estaría vigilándolos en ese momento, sabiendo que Gregor se encontraba en la casa. En esos momentos dudaba que se marchara tranquilamente de la mano, sino que la llevaría al coche y saldría de allí rápido para que ningún vecino los viera… Eso o era alguien conocido.- ¿O si alguien le visitó en esas horas previas? – En caso, si fuera alguien conocido, previamente se hubiera asegurado de que el padre no estaba en condiciones de nada. Tal vez le saludara, hablara con él o simplemente mirara a través de la ventana.

Max aguantó el encaramiento de Gregor sin achantarse. Sabía perfectamente que era eso. El mismo lo había hecho con anterioridad y no solo a policías, sino a familiares y amigos. Por eso sabía que lo mejor era dejarle que se desquitase y no decir nada que le alterase más, pues en ese estado, se dijese lo que se dijese, Gregor lo usaría como arma arrojadiza. Jordan no dejó de mirarle a los ojos durante esos segundos y se vio claramente reflejado en sus pupilas.

Al final Gregor cedió por si mismo y entró en la casa, permitiendo el paso de los demás. Cuando ese hombre se retiró, pudo volver a ver a Moira. Ya sabía lo peligrosas que eran las pelirrojas y se había prometido a sí mismo no acercarse a ninguna más. Encima estaba Becca, aunque no había nada con ella... de todas maneras tampoco es que se imaginase cogido de la mano de la Ranger, pero era inevitable que el agente del FBI no sintiese atracción física hacia ella.

La camiseta de tirantes ocultaba todo, aunque para la mente de un hombre aquello no fuese más que un leve impedimento. Con una sonrisa, cedió el paso a Moira a la casa y no pudo evitar echar una mirada al trasero de la mujer, determinando así lo bien que le quedaban los vaqueros. Sin esperar más, Jordan entró detrás de la mujer. No quería que Addie y ella se quedasen solos con aquel violento y bebido hombre.

Sabía que Adele quería dividir en dos a los agentes, pero para eso y tal y como habían quedado las cosas entre ambos, implicaría que ellas se quedarían solas con Gregor. Y tras la reacción de Gregor dentro de la casa, Max observó el leve gesto de descontento de Moira al ver que sabían lo de su hija. Por ahora dejó pasar el tema y se acercó a Addi. - ¿Estás segura de que quieres que os deje solas con él? - Susurró a su jefa con disimulo.

La niña jugando sola fuera y el padre bebido y drogado dentro. Para el agente del FBI estaba claro donde debían buscar, pero no podía dejar a Gregor así. Jordan suspiró y optó por hacer lo que consideró oportuno, que Gregor se centrase en él o más bien su ira en él... aunque trató de calmarle antes, cosa que no sabía si funcionaría.

- Hemos venido cuando nos han avisado. - Le dijo Jordan al hombre. - Lamento que hayan pasado dos años. Pero hemos cumplido con la palabra que les di ayer. Les dije que en cuanto supiese el resultado del ADN se lo haría saber y eso hice. Que trataríamos que fuese lo antes posible y la agente Lewis logró que se le diese prioridad al tema. - Era mejor que se enterasen así los rangers, que supiesen que había sido yo, no Adele.

- Quedamos que tras saberlo ustedes colaborarían y eso es lo que necesitamos ahora, su colaboración. Y como les dije, yo les ayudaré con el papeleo para recuperar a su hija y agilizarlo todo para que sea lo antes posible. De hecho, estoy dispuesto a ir yo mismo a recogerlos y traerlos si eso es lo que necesitan. - Dijo seriamente. Necesitaba que ese hombre se calmase y colaborase. Y si tenía que perder 10 horas en coche para ir y volver a Nueva Orlenas y dejar a Adele con los rangers, así lo haría. Sabía lo que era aquello y sin duda lo que a él le hubiese gustado que hubiera ocurrido en su caso. Un caso que jamás se resolvería. - Y creo que le he demostrado que si le doy mi palabra a alguien, la cumplo.

Era evidente que no esperaba que se calmase por completo y comenzase a hablar por los codos. Pero al menos que sí supiese que había alguien ahí a quien si le importaba lo ocurrido y que no estaban solos. Jordan optó por no preguntar nada. Le correspondía a Adele ahora decidir como hacer las cosas con este nuevo giro. Pero lo que sí estaba claro era que si quería ejecutar el registro domiciliario en ese momento, los O'Hara debían salir de la casa y eso cabrearía más a Gregor.

Bennet dejó que fuera la agente Greenwrim tomara la delantera. Había demostrado con Matteis que sabía cómo manejarse con individuos violentos, y Gregor era tres cuartos de lo mismo. Un tipo colérico y que consumía alcohol y drogas, y puede que incluso la relación con su esposa fuese bastante tensa. ¿Habría malos tratos? Scott ni siquiera descartaba que Gregor se hubiera librado de la niña vendiéndosela a un contacto peligroso a cambio de dinero. Aunque aún era pronto para juzgar al padre de Theresa O'Hara.

Sabía que que cuantos más agentes de la ley hubiera en la vivienda, más incómodo iba sentirse el tipo. Gregor era como una olla a presión a punto de estallar, como un perro rabioso que atacaría en cuanto se viera acorralado. Y si le machacaban o le hacían creer que aquello era un interrogatorio encubierto, estallaría con todo lo que tenía. Por ello, Scott Bennet vio más que correcto que el sheriff Taylor quisiera poner tierra de por medio y saliera rápidamente, más aún si no tenía buena relación con Gregor. Confiaba en que eso relajaría las cosas.

-Agente Lewis ¿verdad? -se aproximó a Adele, mirándola con sus ojos fríos-, creo que tal vez deberíamos aguardar fuera mientras nuestros respectivos compañeros se ocupan de hablar con el señor O'Hara -le dijo Bennet a la mujer afroamericana, sabiendo que dos agentes eran suficientes para hablar con Gregor.

No pretendía socializar con Lewis, sino más bien darle algo más de aire a Gregor O'Hara. No era prudente atosigar al hombre, ni mucho menos acercarse a su esposa aún, pero podía examinar el exterior, para determinar el lugar donde se vio a Theresa por última vez, así como conversar con el sheriff Taylor.

Gregor echó una mirada errática al agente Jordan. Los vapores del alcohol comenzaban a nublarle el sentido y el agente del FBI se dio cuenta de que era incapaz de concentrarse en lo que le estaba diciendo. Sin embargo, levantó una mano conciliadora antes de responder a la Ranger*:

—No, no escuché nada... Estaba muy cansado... Había trabajado de noche y estuve durmiendo hasta que Juliette me despertó para irse al médico. Eso sería a las cinco o a las seis... Yo... Yo me quedé aquí viendo la tele y comiendo algo... No oí nada, no vi nada... —repitió mientras se daba palmadas en la frente, cada vez más fuertes. Juliette se acercó a él para evitar que se hiciera daño y Gregor se detuvo.

—Nadie vino a casa. No, no recibimos visitas normalmente —ahora comenzó a estrujarse las sienes, como si le costara recordar. El informe del sheriff era tajante: cuando fueron a tomar declaración estaba borracho y posiblemente también drogado. El trauma de perder a su hija podría haber dejado huella en su subsconciente, pero era necesario ayudarle a recordar.

La agente del FBI escuchó el inicio del interrogatorio por parte de la Ranger, escuchando luego el susurro de Max. -Estaremos bien. Seremos mujeres, pero también nos entrenaron en defensa propia.- Le recordó alzando una ceja. Que su compañero quisiera ser caballeroso no quitaba que Adele tuviera también su entrenamiento físico, aún si a primera vista no lo pareciera. Luego Max intervino en el interrogatorio para intentar mantener calmado al hombre.

La agente Lewis se sobresaltó levemente al escuchar al agente Bennet junto a ella. Le miró para darle a entender que le había escuchado, antes de hacer una pequeña negación en la cabeza. Tomó los papeles de mano de Max hasta sacar la orden de registro, y se adelantó unos pasos. -Gregor, Juliette, por favor tomen asiento.- Les pidió. -Necesitamos revisar la propiedad para buscar cualquier pista que pudiera haber sobre la desaparición de su hija. Somos conscientes que luego de tanto tiempo puede que no hallemos nada, sin embargo es mejor descartar todas las posibles opciones. Mientras la agente Greenwich y yo continuamos con las preguntas, el agente Jordan y el agente Bennet se encargarán de revisar el exterior de la caravana.- Mostró entonces la orden de registro, aunque de ser posible preferiría que fuera Juliette quien lo tomara.

Cuando Max escuchó la respuesta de Gregor, supo justamente que hacer para ayudarle a recordar. Solo esperaba que colaborase. No iba a necesitar demasiado para ponerle en situación. Pero en ese momento escuchó a Adele a su espalda, diciendo justamente lo que no debía, empleando aquel tono por el cual nadie quería ver a un agente de FBI ni en pintura. - Gracias Addi por joderlo todo y convertirnos en otro par de agentes del FBI más. Esa era la última carta a jugar... no cuando había posibilidades aún.

Y para Jordan se acabó estar en el interior de la casa. Su superior le había dado una orden directa y debía cumplirla. Otra cosa era que Bennet lo hiciese. Porque una cosa era colaborar y otra recibir órdenes de quien no era su superior. Así que la única buena baza que le quedaba a Max la tenía a su lado. Moira.

- Después de lo que acaba de hacer la agente Lewis es fácil que se cierren en banda. Si no lo hacen, debe hacer una regresión con el señor O'Hara. Que se siente y cierre los ojos, ya está bebido, como aquel día. Llévele a él. Theresa jugaba fuera, así que hacía buen día, pero pregúntele si estaba nublado, que vuelva a ese día... que recuerde a su hija dentro con él, salir fuera, lo que veía en la televisión... cuando esté allí recordará más, pero ha de estar relajado para eso y solo usted podrá hacer que llegue a ese estado. Agente Greenwrim, debe hacerlo con calma, yo no me puedo extender más y ayudarla con el ejercio. Es usted mi única esperanza.

Sin decir más, se dio la vuelta, le dedicó una mirada fulminante a Adele. ¿De verdad era necesario eso? ¿Acaso lo había hecho para castigarle? En toda su vida jamás había visto a Adele pasarse tanto tan deprisa. Siempre había confiado en él. Estaba claro que aquella conversación que mantuvieron no llegó a nada. Sabía que acabaría fuera, pero no de esa manera.

Max salió al exterior y sintió el golpe de calor de nuevo. Estaba cansado del viaje y el traje con la maldita corbata no ayudaba nada. Lo peor era que tendría que estar así durante todo el tiempo que estuviesen en Uncertain. Miró hacia donde estaba el sheriff y luego a su alrededor. Tenía dos años de malas hierbas ante sus ojos y gracias a Adele ni una triste referencia del lugar donde solía jugar Theresa. Lo único bueno era que había dejado el mal olor de aquella casa atrás.

Adele se dio cuenta de que Gregor era muy mal mentiroso cuando bebía: buscaba las palabras con los ojos, rascaba nerviosamente su rodilla, hacía gestos con la boca... Con toda seguridad, el día de la desparición de su hija estaba durmiendo y siguió durmiendo después de que su mujer le advirtiera de que se iba al médico. Theresa pudo deambular por toda la casa y por el exterior hasta que su padre la echó de menos dos horas después, sobre las siete, cuando ya estaba anocheciendo. ¿Cómo demonios iba a escuchar nada fuera de lo normal aquel irresponsable beodo?

Su empeño en culpar a todo el mundo de la desaparición de su hija no era más que su particular manera de lidiar con el sentimiento de culpa propio: su hija había sido secuestrada porque él dormía la mona; punto. El daño que un sentimiento así infligía en una persona podía llegar a ser muy profundo; pero no menos que el que causaba en los demás, como su esposa Juliette que se había llegado a considerarse responsable única de la desaparición y ahora de la muerte de su hija.

El estado emocional de aquella pareja no podía ser más peligroso. Adele lo vio claro y meridiano y, rememorando las palabras que Taylor le había dedicado el día antes, estaba segura de que Juliette terminaría quitándose la vida y Gregor en el trullo o tumbado en el suelo con un par de disparos en el pecho.

Estaba en su mano poner las cartas sobre la mesa y el peso de la maquinaria del Estado para que aquellos dos marginados dejaran de hacerse daño a sí mismos y dejaran de hacer daño a los demás, comenzando por Violetta.

—Está bien, registren lo que haga falta —el consentimiento de Juliette sacó a Adele de sus elucubraciones. Ni siquiera había leído el papel y Gregor tampoco había hecho intento de acercarse, ablandado por las palabras de Max y refugiado en su patética actuación de teatro.

Con la relativa tranquilidad que otorgaba el "sí" de Juliette O'Hara a pesar de su cabreo, Max se enfrentó al bochorno del exterior, a la mirada bovina del sheriff Taylor y a la creciente oscuridad de la noche que le pilló bastante por sorpresa: ¿tanto tiempo llevaban allí?. Registrar la propiedad y los alrededores, poblado de árboles y vegetación se convertía a estas alturas en una tarea imposible.

Estaba tan pendiente de Gregor y su familia destrozada que no era consciente de la pequeña “guerra” que estaban teniendo los agentes del FBI hasta que Max se acercó a ella para susurrarle. Necesitó unos segundos siquiera para entender a qué se refería, sintiendo que la incluían en esa disputa antes de apartarse y salir al exterior.

Moira se quedó un escaso momento mirando su espalda antes de cruzar el umbral de la puerta antes de dirigir su atención en Adele, queriendo unir las piezas que acababan de caer en la mesa. No los conocía, no podía opinar y tampoco estaba en una situación idónea para preguntar, tomando aire para volver a recargar energía con la que enfrentarse a la familia.

Señor O’Hara, por favor siéntese.- Sonrió a la mujer, pidiéndole también aunque en esta ocasión sin voz que también se acomodara. No quería que aquello pareciera un interrogatorio, tampoco los consideraba culpables de la muerte o desaparición de la pequeña Theresa, sino unas víctimas más de una larga lista que no parecía tener fin. Por ello ella también buscó cualquier superficie donde sentarse ya fuera una silla o un resquicio de la mesa, queriendo tener una postura más relajada y cercana a la pareja.

Por desgracia Theresa es una entre varias desapariciones a lo largo de los años. La persona que está detrás de todas ellas debe haber estudiado cada detalle de vuestro día a día, tal vez hayáis hablado en alguna ocasión de manera casual.- Sacó su teléfono con cuidado y activó la grabadora, no sin antes pedirles permiso para grabar aquella conversación. Si se negaban la apagaría y dejaría el teléfono en su lugar correspondiente, sino lo dejaría sobre su regazo.- Señora O’Hara, ¿recuerda a alguien que en su momento le pareciera sospechoso? Puede que un coche circulara varias veces por la zona… o el cartero pegara varias veces a vuestra puerta sin ningún paquete alegando que se equivocada de dirección. No hablo de la misma mañana de la desaparición, sino puede que días o semanas antes.

—Era verano, junio, igual que ahora —se esforzaba por recordar Juliette—. Esto cambia mucho en verano. Hay muchos turistas, gente nueva y algunos que vienen todos los años, no sé... Nadie se acercó por aquí. No hablamos con ningún desconocido más allá de intercambiar saludos. ¿No es así, Gregor? —Su marido la miró y asintió—. Él habla con gente en el bar, pero yo..., yo no... Sin embargo —bajó la mirada, avergonzada—, no vi a nadie ni escuché nada pero a veces sentía que alguien me estaba observando.

Se tapó la cara con ambas manos y se mesó los cabellos. Gregor pareció pensar durante un instante eterno y luego señaló hacia las dos agentes con la mano que aún sujetaba la botella vacía de bourbon.

—Sé lo que están pensando: la maldita yonqui se está inventando un fantasma que secuestra niños. Sí, seguro que lo piensan, pero les digo una cosa: yo también me reí de Juliette hasta que escuché a los Tillman, los padres de Samuel, el primer niño que desapareció aquí mismo en Uncertain, decir lo mismo... Vayan, vayan y pregúntenles a ellos también... Tienen que avisarles, ¿no? Avisar a toooodos los padres, de que sus hijos están muertos...

Dejó la botella en precario equilibrio sobre el brazo del sofá y comenzó a sollozar.

—No es un fantasma... Y no estoy loca... Antes de que Theresa... —se interrumpió—. Sentía que me observaban cuando estaba en casa o cerca de aquí, lo sentí durante un tiempo. Era algo extraño, como un cosquilleo en la nuca, un picor incómodo hacia el interior de mi cabeza... Pensé que podía ser algún pervertido, algún forastero que se escondía para mirar. Por eso hablé con Tim Mortimer, el dueño del hostal a orillas del bayou, para que observara a sus clientes por si había alguien así. Me dijo que me tranquilizara, pero no me ayudó mucho. Así que un día hablé con los Tillman porque ellos... —dudó si debía continuar, pero tomó aire y continuó desahogándose—, bueno, ellos se dedican a conocer a la gente que se aloja en el hostal de Mortimer, ya saben... Y bueno, me dijeron que a veces habían sentido algo parecido antes de que se llevaran a su pequeño Samuel.

—Joder que si lo sintieron... Estaban cagados —desató también su lengua Gregor, mostrándose más confiado—. Su mujer incluso fue a ver a la Bruja del Árbol, la chiflada esa que vive en la casa colgante del bayou. Juliette quería hacer lo mismo, pero a mí no me saca los cuartos una negra charlatana...

Juliette se sobresaltó y golpeó varias veces el brazo de su marido para que se callara, quizás por haber mencionado a aquella bruja o por haberla calificado como negra charlatana.

A Scott no le pasó desapercibido que los agentes del FBI tenían sus propios rifirrafes entre ellos. Notaba que la agente Lewis se encontraba incómoda por el enfoque que adoptaba su compañero. Según recordaba, ella era la jefa, por lo que era normal que el enfoque que Jordan adoptaba con los O'Hara la irritara. A su vez, Jordan parecía hallarse muy molesto de que Lewis no le siguiese el juego, por lo que ahora intentaba acercarse a Greenwrim. Desde luego , a Bennet no le cabía la menor duda de que entre los dos federales se estaba alzando una barrera que difícilmente iba a desaparecer.

Podía haberse negado a salir al exterior y quedarse junto a su compañera, pero veía que Greenwrim y Lewis podían llegar más fácilmente a la madre de Theresa O'Hara de lo que conseguirían Jordan o él mismo. Por ello, Bennet decidió salir fuera de la vivienda, acercándose al sheriff Taylor con una mirada inquisitiva. Le habló en tono bajo, para que los O'Hara no le escuchasen desde dentro.

-He visto el gesto que hizo para agarrar su arma antes cuando Gregor se alteró. ¿Tuvo algún episodio violento con él cuando desapareció su hija o viene de antes?

Jason Taylor devolvió la mirada al Ranger con la misma intensidad. A pesar de que él los había llamado, lo cierto es que habían sido los agentes del FBI los que resultaron más resolutivos. Era cierto que habían logrado interrogar y descartar a Matteis como sospechoso, pero seguía sin fiarse mucho de ellos dos, especialmente de aquel tipo de ojos fríos y gesto adusto.

—Por desgracia conozco a Gregor O'Hara y a su familia desde hace años —arrancó por fin—. Sus padres eran malas personas y su hijo —señaló con la barbilla hacia la casa— mamó toda la mala leche de sus progenitores. Tiene antecedentes por daños y lesiones. A mí logró sorprenderme una vez que vine a hablar con ellos y se cabreó; el muy cabrón casi me parte una costilla y me lo tuve que quitar de encima a culatazos. No le disparé porque Juliette se interpuso. Sobrio o borracho ese malnacido es siempre un peligro y, que Dios me perdone, ojalá le tuviéramos que enterrar a él y no a su hijita.

El sheriff desvió su mirada hacia Max.

—Le advertí a su compañera que Juliette podría intentar suicidarse. Esa chica necesita ayuda profesional y no vivir con ese borracho sanguinario.

Bennet escuchó impasible cómo el viejo sheriff narraba los episodios violentos de Gregor O'Hara. Al modo de ver del ranger, ese hombre tal vez estaría mejor con cuatro tiros en el pecho o encerrado en una celda. Aunque Scott no opinó mucho al respecto, manteniendo en todo momento la frialdad que le caracterizaba.

-Vaya joyita -comentó, una vez que Taylor concluyó su relato acerca de lo que se podía esperar de alguien como Gregor-. No, definitivamente esa chica no debería seguir viviendo con ese monstruo. Confío en que Greenwrim estará haciendo un buen trabajo interrogando a Juliette, puede que su testimonio nos sea de utilidad, aunque nosotros no podamos hacer más por su situación -le indicó a Taylor y, durante un breve instante, el ranger permaneció pensativo con respecto a las palabras del sheriff-. Sheriff, supongo que estará al tanto de que no solo ha habido desapariciones de menores recientemente en su condado, ¿verdad? También en el condado de Marion, aunque Smith no está siendo especialmente colaborativo...

Bennet sabía de la enemistad de Taylor y Smith, por lo que esperaba a advertir cuál era la reacción del sheriff al mencionarle al que era su homónimo en Marion.

El jefe Taylor sonrió y bajó la cabeza un instante, moviéndola de un lado al otro.

—Lewis, la agente federal, me informó de ello. Ya se lo advertí a usted y a su compañera: Smith es un miserable. Yo había escuchado rumores acerca de niños que también habían desaparecido en el condado de Marion y traté de tantear a Zack Smith indirectamente, a través de nuestro juez del condado, George Hamilton Jr.; pero no logró nada de esa serpiente con placa. Por eso les llamé a ustedes dos y parece que Dios se ha compadecido de mí y me ha enviado a cuatro.

Comenzó a reír despacio y casi para sí mismo.

—Pero, dígame, agente Bennet, ¿cómo piensan abordar este caso? Sabe que a partir de mañana esto se va a convertir en un infierno, ¿no? Si Theresa está muerta, el resto de niños es más que probable que también lo estén y sus padres... —el gesto de dolor borró la sonrisa de su rostro—. Alguien tendrá que hablar con ellos...

Max se acercó al coche, desde donde tenía una panorámica de la casa y el jardín, junto con los enormes hierbajos que habían crecido en él. Si Lewis esperaba que se pusiera a buscar algo ahí a esas horas, sin iluminiaria decente, lo llevaba claro. Lo único que podía usar era la luz ultravioleta pero lo que encontrase sería todo reciente. El clima se habría llevado los restos de hace dos años. Al menos trató de hacerse una idea de por donde pudo asomar el secuestrador y asesino.

Miró a su alrededor, buscando más viviendas. Si habían casas delante, no normal era que hubiese accedido por detrás, por donde no se le viese... pero aún debía saber donde solía jugar Theresa para poder hacer algo más. Miró la hora y supuso que Becca ya estaría levantada. Así que no dudó en mandarla un SMS.

Hola princesa. ¿Qué tal has descansado? No se si te tocará ir a trabajar hoy, pero espero que tengas mejor día que yo. Al menos me llevaré una alegría si me dices que todo ha ido bien. Espero encontrar una mínima prueba para el laboratorio para poder ir a NO y verte. No te llamo porque no es en buen momento. Cuando esté en el hotel te preguntaré si estás disponible.

El móvil me indicó que eran dos SMS y no me importó. Por mí le hubiese mandado veinte.

Después de mirar mi entorno y enviar el mensaje, miré al sheriff y a Scott. Una parte de mí se preguntaba de que hablarían, otra ni me interesaba en ese momento. Adele había conseguido hacerme sentir peor que en muchos años y por primera vez, me apetecía tomarme una copa de bourbon en un bar... algo que sabía que no podía hacer.

Max salió al camino de tierra, armado con una linterna y lo anduvo arriba y abajo, buscando otras viviendas por la zona. Se había fijado que por la ruta donde habían venido en coche, más cercana al bayou, la concentración de casas individuales y de parques de caravanas (trailer park) se iba haciendo más densa conforme se acercaban a los establecimientos turísticos y a la masa de agua. En sentido inverso, alejándose del bayou unos cien metros, solamente pudo llegar hasta el camino de entrada de una casa más grande, de dos plantas, verja alta de madera y un poco, sólo un poco, en mejor estado que el cuchitril de los O'Hara.

La hora y el ladrido grave de dos perros, le indicaron que era mejor no acercarse mucho. El americano medio era muy celoso con el concepto de propiedad privada; un redneck tejano se podía convertir fácilmente en un peligro con escopeta. Pero, de todas formas, sí pudo percatarse que a ambos lados del camino de tierra partían senderos que se internaban en la arboleda.

Llevarse a una niña pequeña sin levantar sospechas solamente parecía tener dos probabilidades: subirla a un coche que estuviera preparado cerca o internarse con ella por los caminos forestales. Si la pequeña no gritó ni lloró, su secuestrador o secuestradores tuvieron que asegurarse de silenciarla de alguna forma; de lo contrario, aunque su padre durmiera profundamente por culpa del alcohol y el cansancio, los vecions de aquella casa o, al menos los perros, se habrían alertado.

Me has dado muchas respuestas. Cuando despiertes estaré con el post seguramente.

Max resopló tras mandar el mensaje a Becca y se puso nervioso, esperando que esta le respondiese pronto. Mientras tanto, recordó lo que había visto en su pequeño paseo nocturno y se volvió a dar la vuelta mirando la distancia de las viviendas cercanas a los vehículos. Aún con Gregor durmiendo la mona, los vecinos debieron ver algo ese día y no estaba seguro de si el sheriff les preguntó o no.

Pero la vía más clara para Jordan era la que daba a la parte de atrás de la vivienda. Cualquiera se podía haber acercado por aquellos caminos que llevaban a lo que parecían arboledas y tras tapar la boca a la niña, acercándose engañándola de alguna manera e incluso dejándola inconsciente sin permitir que respirase, podría haber usado uno de los dos caminos para alejarse y subirse en algún coche oculto y marcharse de allí sin ser visto ni oído.

Así pues le quedaban dos opciones, revisar los caminos con luz y la zona a la que daban en la vivienda e interrumpir a bonita charla que se traían Bennet y el sheriff y preguntarle por las preguntas a los vecinos sobre aquel día. Como la primera opción no la tendría hasta el día siguiente, optó por la segunda. Mientras caminaba hacia el sheriff y el ranger miró su móvil, con la esperanza de que Becca hubiese respondido.

- Disculpe sheriff Taylor. Una duda sobre la desaparición de Theresa O'Hara o más bien dos. ¿Le dijeron sus padres donde solía jugar la niña? Y la otra, supongo que preguntó a los vecinos si vieron u oyeron algo raro ese día, pero no quedó reflejado en el informe. ¿Recuerda algo de aquello? - Le preguntó con seriedad.