Partida Rol por web

Al parecer ya era de noche, no podrían haberlo imaginado de no ser por la ventana que dejaba entrar una hermosa luz blanca desde el exterior.
Las estrellas se extendían de a millones abrazando una a una a la luna y brindándole su propia luz para que ésta se destaque como la más bonita esfera en el cielo.
Lo poco que se oía desde donde se encuentran es un silbido agudo que indicaba el propio aturdimiento.
Dos mujeres se encontraban descansando en la misma habitación de cinco por cinco metros.
Sólo dos camas había en su interior, sin contar las mesitas de luz ubicadas a cada lado y una pequeña cajonera de madera barnizada.
La puerta estaba cerrada a simple vista, una cruz adornaba el marco superior.

Nataliya abrió los ojos. Al principio sólo vio un techo a través de una nube borrosa. Se restregó los ojos con los nudillos. Estaba perdida en esos breves segundos posteriores al despertar en los cuales no se recuerda donde se está ni lo que ha ocurrido. El momento duró poco. Los recuerdos retornaron a ella, golpeándola con la contundencia de un martillo. Trató de incorporarse de golpe, pero repentino mareo la obligó a recostarse de nuevo. Miró alrededor. No estaba en la misma habitación en que la habían encerrado.
Se sentó en la cama, moviéndose lentamente. Se llevó las manos a la cabeza. Todo le daba vueltas. En una cama, del otro lado del cuarto, había una mujer dormida. Se levantó tambaleante y se acercó a ella. La miró con desconfianza, por unos instantes. Después se acercó a la ventana y la abrió. Miró al exterior. Cada vez estaba más confundida. ¿Por qué no la habían matado? ¿Podía ser que la consideraran tan valiosa que simplemente la regresasen al "trabajo" sin hacerle daño? No tenía sentido. En las habitaciones de las chicas nunca había ventanas. Si fuese así, muchas se hubiesen arrojado desde ellas, para acabar con aquel infierno. ¿Dónde diablos estaba?

La ventana era de 2mts de largo por 1.4mts de ancho y comenzaba a la altura del ombligo de Nataliya.

Al abrir la ventana notas que estás en un tercer piso, pero, contrario a lo que pudiera pensar Nataliya, había balcones intermedios y varias barandas.
El lugar visiblemente no estaba preparado para mantenerlas secuestradas, no parecía que quisieran mantenerlas secuestradas.

El ruido de una ventana abriendose me despierta, no se muy bien que apasado me meti en un coche y ... Me incorporo lo mas rapido posiblo y busco el ruido que me ha despertado y observo a la otra mujer que hay alli, y me dirijo hacia la ventana.

Donde estamos, quien eres, pero...?, por que...?

Al ir hacia la ventana notas que estás en un tercer piso, pero, contrario a lo que pudiera pensar Lyanna, había balcones intermedios y varias barandas.
El lugar visiblemente no estaba preparado para mantenerlas secuestradas, no parecía que quisieran mantenerlas secuestradas.

Nataliya se dio la vuelta y encaró a la mujer.

—¡Tú callarte! —le espetó agresivamente. Sus facciones estaban deformadas por la ira—. Yo ya saber qué hacer tú aquí. Tú sacarme cosas para después ir a contar a los rusos. Ya me haber pasado con otras chicas. Yo no decirte nada.

Pasó como una exhalación junto a la mujer y se dirigió a la puerta. Era una posibilidad en un millón, pero no se perdía nada con intentarlo. Después de todo, no había mucho más que hacer en ese sitio. Nataliya probó el pomo de la puerta.

Cuando Nataliya encara agresivamente a Lyanna, ésta última nota cómo su lengua tenía una especie de deformidad dentro. Había una especie de puntas dentro de su boca, como si fueran pinches.

Al mirar a Lyanna y acercársele para obtener el incordial contacto, Nataliya nota que sus pupilas brillaban muchísimo. Su pelo era despampanántemente brilloso y su piel suave como el talco de un bebé al tacto.

Esa mujer irradiaba vida y alegría.

Nataliya pasa rápidamente por un costado de Lyanna al dirigirse hacia la puerta de madera.

Tiene que sortear una sola de las camas en el camino hasta llegar al picaporte.

Gira suavemente el pomo y... segundos después, descubre que estaba abierto.

Oye guapa pero quien coño te crees que eres...

Mientras le digo esto la sigo con la mirada y al observqr como la puerta se haber no lo entiendo.

Para tu informacion soy medico no una interrogadora y lo ultimo que recuerdo es volver del trabajo y subir a un coche, y aqui estoy, asi que relajate un poquito.

Nataliya no reaccionó por unos segundos. No podía creer que la puerta estuviese abierta. ¿Era un truco para matarla mientras se escapaba? Pero, ¿para qué iban a hacer eso los rusos? Ellos no necesitaban excusas para matar a nadie. Las palabras de la mujer la devolvieron a la realidad. Se volvió hacia ella y se puso un dedo sobre los labios.

—¡¡¡SHHHHH!!! ¡Callarte, Zhopa*! —le ordenó en voz baja.

Se agachó junto a la puerta y cautelosamente, asomó la cabeza al exterior, mirando a un lado y a otro.

Nataliya se gira sobre sí misma para dejar de prestar atención a la mujer desconocida que se encontraba en la misma habitación que ella.

Cruza el portal oyendo hasta el último detalle para evitar que alguien la descubra. Muy silenciosamente atravieza la puerta observando...

... había un pasillo... estaba desierto, nadie se encontraba patrullando ninguna de las tres puertas que se distribuían de él.

El piso era de madera fina, muy brilloso y cuidado. Las puertas caoba tenían picaportes redondos, la vuestra era la más alejada, la que estaba más hacia el este.

En medio del pasillo había un dispensador de agua conectado a la electricidad, y siguiendo el camino, al final del pasillo, las dos puertas restantes: Ninguna tenía mirilla.

Nataliya cruza el umbral y se pierde de tu vista.

Durante un momento me siento estupida, no se donde estoy, ni por que y me veo a mi misma siguiendo a una desconocida que ni suquiera se quien es...

En voz baja, sabes almenos donde estamos?

Lyanna sigue a Nataliya por detrás, aún sin conocerla, aún sin saber si era parte de los raptores.

¿De dónde habrá salido aquella rubia malhumorada?, era evidente, por otrlo lado, que ella también estaba perdida.

Al cruzar el umbral:

había un pasillo... estaba desierto, nadie se encontraba patrullando ninguna de las tres puertas que se distribuían de él.

El piso era de madera fina, muy brilloso y cuidado. Las puertas caoba tenían picaportes redondos, la vuestra era la más alejada, la que estaba más hacia el este.

En medio del pasillo había un dispensador de agua conectado a la electricidad, y siguiendo el camino, al final del pasillo, las dos puertas restantes: Ninguna tenía mirilla.