Partida Rol por web

Turno 111

A pesar de la previsión del capitán y de su buen hacer, la embarcación pronto se vió envuelta en corrientes rápidas y cambiantes al adentrarse la comitiva en una zona sinuosa, por la que el Gran Río discurría entre meandros donde la acción del agua había ido dejando ramas y rocas acumuladas allí donde perdía fuerza. No importó la bien que maniobrase la tripulación ni el conocimiento que Captarion pudiera tener del curso, El Madero se sacudió y zarandeó y Grimbeorn hubiera ido dando tumbos de un lado a otro, conforme el barco viraba y maniobraba para no acabar encallado, de no haberse afianzado en su lanza fuertemente descansada contra la cubierta... y apoyado en un aparejo próximo, de aspecto robusto pero utilidad desconocida para el animista.

- A este tipo de cosas me refería antes cuando dije que no debemos menospreciar a la naturaleza. - Aunque el norteño se mostró ufano al hablar así, en el fondo aun recelaba y deseaba fervientemente que el cauce del Anduin volviera a ser recto mientras se aferraba con fuerza al asta de su lanza para mantener el equilibrio. - Lo estáis haciendo bien, maese Gwalin. Ya falta poco. - Asintió en dirección al enano cuando le vió hacer algo parecido a lo que él hacía, salvo que el naugrim se asía con más fuerza si cabe al mastil de la embarcación e hincaba la rodilla. No parecía que el resto tuviera mucho más problema; Edan incluso daba la impresión de estar en su elemento, erguido y sin inmutarse antes las embestidas de la corriente contra el casco cuando El Madero era dirigido en un rumbo otro que no fuera el dictado por la corriente. Pareciera que el río era un ser vivo empeñado en arrojarles contra la orilla.

Sólo Hallfrid e Ional parecieron acusar sobremanera aquel abrupto pasaje del río, sentados como estaban en la cubierta, cuando finalmente el agua se calmó y dejaron atrás aquella serie de curvas. Grimbeorn suspiró, satisfecho, aunque sin descartar que el Gran Río les reservase más tramos como ése a lo largo del trayecto.

Turno 111

Gwalin se aferró al mástil como si fuera parte de él. La gabarra se movía más de lo que al guerrero le gustaría y a pesar de que los marineros parecían estar bastante acostumbrados y se movían sobre la cubierta como si navegaran por una balsa de aceite, para Gwalin era como si hubiera un terremoto.

El enano no pudo contestar a Grimbeorn, ni siquiera escuchó lo que dijo, pues se concentraba en aferrarse al mástil y no caer por la borda. Cerró los ojos y se apretó aun más cuando vio que venían más rápidos que podrían hacerle caer. 

-¡¡Mahal, no permitas que muera fuera de tu reino!! -gritó el enano aferrado como si de una lapa se tratara.

Turno 111
​Percepción

Algo se movió sobre una de la elevaciones. Freagulf no pudo alcanzar a ver lo que era, pero estaba seguro de que algo acechaba en lo alto.

Turno 111

Freagulf estaba atento, y sin estar muy seguro, señaló hacia donde sus ojos habían detectado algo.

- Creo que allí, en aquella altura, he visto algo.

Podría ser desde una ilusión, un enemigo, un ciervo, o incluso ... el viento moviendo la vegetación. Podrían ser tantas cosas que no podría hacer la lista completa, sobre todo podía no ser nada, pero prefería que varios estuvieran atentos a un nada, que dejar pasar algo que podría ser un peligro. - Y si es un ciervo, podemos maravillarnos con su porte.

Turno 111

El barco no paraba de moverse y Ional tuvo que poner rodilla en tierra y aferrarse a la barandilla para no caer. Sus compañeros parecían estar acostumbrados a los barcos y sus avatares en aguas turbulentas, pero el dunadan no y se notaba.

A pesar de eso se repuso y se preparó para una nueva sacudida de aguas bravas. Se aferró una mano a una soga para no caer por la borda y morir antes siquiera de haber luchado por alguna causa justa.

¡No me vencerás río del  averno! ¡Conseguiré superar tu reto para vivir más aventuras!

Aunque el joven campesino se había subido alguna que otra vez a botes pequeños, e incluso también a balsas, sobre todo para cruzar charcas o riachos, jamás había navegado en un barco de semejante porte. Y, por supuesto, tampoco había surcado nunca un curso de agua con la majestuosa imponencia del Anduin.

Solo un par de veces en su vida había llegado hasta el Mering, la pequeña corriente que servía como frontera natural entre sus tierras y la Marca de los Jinetes. Hasta había nadado y pescado en sus aguas. Y pensaba que sabía todo lo que había que saber sobre los ríos del mundo.

Por eso, en cuanto terminó de acomodar sus cosas y se dispuso a apreciar el paisaje, la maravilla de todo aquello lo abrumó. Y los repentinos viandazos lo sorprendieron mientras se hallaba yendo de un lado a otro de la borda para contemplar azorado cada tramo de agreste inmensidad que recorrían.

HALLFRID necesitó dos tropezones para comprender que la situación no era todo lo tranquila que había imaginado. Y pronto se apresuró a buscar un lugar más seguro donde refugiarse, donde podía contar con varios puntos de apoyo, por si llegaba el caso de necesitarlos.

Turno 111

El Madero continuó su apresurada travesía por el río grande, ajeno a las vicisitudes de sus tripulantes. Después de atravesar una zona de aguas bravas, más agitada de lo que hubiese resultado comodo para algunos, la calma regresó durante unos minutos al pasaje, aunque el viaje amenazaba con repetir aquel tipo de sobresaltos en más de una ocasión.
Edan observaba divertido los esfuerzos de algunos de sus compañeros por mantenerse a pie dentro de la embarcación. Veía ciertamente exagerada la reacción de algunos, como Gwalin el enano. Despues de todo, la cosa no parecía para tanto, y él apenas había notado los virajes al sortear los rápidos. El Madero era un embarcación sobria y confiable. Su fisionomía amortiguaba eficientemente las sacudidas del río y los hombres de Captarion se encargaban del resto.

En un momento de calma, el Ailgratha llamó la atención del resto sobre una altura en una de las orillas. Edan no esperaba que la acción llegase tan pronto a su pequeño encargo y no quiso evidenciar sus nervios antes de tiempo. Pero se apresuró a acercarse a ese lado de la embarcación para observar con mayor atención el lugar que Freagulf señalaba.

RESOLUCION TURNO 111
 

La travesía por el rio prometía ser tranquila, pero pronto pudieron averiguar que un rio como aquel, enseñaba de cuando en cuando los dientes. Era más fiero de lo que aparentaba. Tras un sector movido, en el que alguno de los pasajeros lo paso mal, las cosas se calmaron. Las aguas se volvieron de nuevo tranquilas, sin contar la increíble velocidad que el agua llevaba. Pasaba a toda prisa alrededor del barco, empujándolo con fuerza. El Madero era una embarcación estable, y estando cargada, apenas se mecía más allá de lo normal.

El terreno seguía siendo el mismo, colinas, praderas y de cuando en cuando elevaciones de roca que escoltaban ambas orillas. El rio había horadado con el paso del tiempo, o quizás Ulmo había tallado, su curso entre aquellas pequeñas cimas. El grupo iba mirando a todos lados, maravillado por unas vistas desde una perspectiva nueva, desde el propio rio. Era algo extraño, y mágico a la vez, una visión nueva. Seguían el cauce del rio en silencio, tan solo el ulular del aire frio, que crecía cuando las paredes de roca los rodeaban, rompía levemente la tranquilidad. Era de agradecer un viaje así, no había sonido de cascos, relinchos, polvo en el camino, barro, ni el traqueteo sobre la grupa de un animal. Solo se dejaban llevar. Quizás para un rohir pensar aquello era una aberración, pero internamente no podían negar la comodidad. Pero los barcos no llegaban donde uno quería, y siempre había que volver a cabalgar, o a caminar largas jornadas.

Entre ensoñaciones Freagulf vio algo moverse en lo alto de una de las paredes, en la orilla este. No sabía lo que había visto, quizás un arbusto meciéndose al viento, algún animal, o incluso alguien vigilándolos. Nadie más vio nada, por mucho ímpetu que pusieron en ello. Podría ser producto de una excelente visión, o todo lo contrario y veía fantasmas. Sin nadie más que viera nada, las dudas llegaron. Estuvieron largo rato después escudriñando el horizonte, mirando entre la vegetación que se agolpaba en las riberas, y en las rocas que se amontonaban en las elevaciones. Seguían sin ver nada.

Los esgarothianos hablaban tranquilamente, sin elevar demasiado la voz, pero sin ocultar su conversación. No eran más que recuerdos y anécdotas. Los demás maldecían el rio, advertían del poder de la naturaleza, o simplemente callaban abortos por las vistas o por intentar sorprender a algún explorador acechándolos. Captarion enseguida los devolvió a la realidad, advirtiendo a todos que entrarían en una zona de rápidos, y que probablemente chocasen con alguna pequeña piedra, pero tratando de tranquilizarlos, pues sabía que no sería para tanto. Se prepararon de nuevo, situándose donde cada uno creyó estar más seguros. Se agarraron y abrazaron a los lugares más firmes que encontraron, dispuestos a acometer una nueva sacudida.

Los marinos sacaron los remos una vez más, y bregando con fuerza fueron dirigiendo la barca por el lado menos peligroso del rio. Durante ese nuevo trayecto, la barca se movió más que antes; giro más de la cuenta, así hasta ponerse de lado; y fue golpeado con brutalidad por varias pequeñas rocas, y alguna más grande que lo hizo incluso levantar la popa sobre las aguas.

Gwalin en su sitio, bien amarrado contra el mástil, soportó esta vez sin muchos problemas los envites del rio. Leofred, como antes, supo mantenerse en pie, meciéndose al son de las sacudidas mientras se agarraba con fuerza. Freagulf y Hallfrid, sin embargo, a punto estuvieron de caer cuando sus manos húmedas resbalaron de las barandas y cuerdas con las que se sujetaban. Pudieron mantenerse a duras penas, viéndose ambos obligados a plantar una de sus manos contra la cubierta. Ional también lo paso mal, aunque no tanto como para tener que usar sus manos fuera de la cuerda en la que se aferraba, su rodilla flojeo un poco, pero supo recuperarse.

El único que esta vez pareció ser parte de la embarcación, fue Grimbeorn. Quizás la observación del rio y su conocimiento sobre la naturaleza le había dado la sabiduría para mantenerse en pie sin demasiado esfuerzo. Edan, al contrario, se había confiado en la anterior situación. Esta vez, cuando el barco golpeo una de las rocas, se soltó y a punto estuvo de caer de bruces sobre las tablas de cubierta. Arrodillado, se deslizo con violencia hasta lograr aferrarse de nuevo a unos toneles que estaban bien fijados con cuerdas. Dolorido se lamentaba de su mala suerte.

La calma volvió una vez más, el viento meció de nuevo el barco, y el agua del rio acompañó la embarcación con suavidad. Volvían a estar a salvo por el momento.

Turno 112

Viendo Freagulf por el suelo, y ya con las manos mojadas, prefería rodar por el suelo. Se veía estampado contra la regala o contra algo de la carga; incluso, arrollando por el camino a algún compañero. - ¿Y si intento caer entre la cubierta y los caballos tumbados? Y eso intentó. Sabía que caería... y mejor no romper nada... ni romperse a si mismo.

Turno 112

Con tanta sacudida, el animista se había concentrado tanto en mantener la verticalidad que no había reparado en nada más. Asi que, cuando Freagulf aseguró haber visto algo moverse en una de las orillas, Grimbeorn lo descartó, quizás demasiado apresuradamente. ¿Cómo hubiera sido posible que el rohir hubiera visto algo, con el ajetreo del barco luchando con la corriente del Gran Río?

No le dió más vueltas al asunto. Un rápido vistazo a la orilla sólo le permitió ver guijarros y ramas en la ribera y vegetación circundante. Freagulf posiblemente habría visto fantasmas: ramas mecidas por el viento, un animal corriendo a esconderse en la espesura,... Aquellos pensamientos se fueron con la tranquilidad del río. Captarion les avisó de una zona de rápidos y el norteño, con un bufido inaudible, se preparó para otro tramo de viaje movido. Confiaba en que, pese a la advertencia del capitán, éste sería más suave que el previo. Aun podía ver a Edan frotarse aquellas partes donde se golpeó al caer de bruces, aparentemente dolorido todavía. Y no había sido el único.

Gwalin permanecía inalterable, aferrado al mastil, como si fuera roca por la que su pueblo siente tanto aprecio. Pero el naugrim debía de estar pasando el peor momento de su vida aunque no dijera nada. Grimbeorn desechó la idea de animarle, viendo que no había hecho caso de su intento anterior, tan concentrado estaba el enano en asirse al palo. Quizás más adelante, el río fuera más manso y le diera el tiempo suficiente para comprobar si nadie había resultado herido, más allá de algún golpe o rozadura.

Con la vista al frente, creyó ver pequeñas crestas de espuma sobre la superficie del agua. Se preparó lo mejor que puedo, en previsión de que fuera la señal de que entraban en los rápidos.

Turno 112

Parecía que Gwalin había conseguido su ansiada estabilidad aferrado como un clavo al mástil de la gabarra. Cada poco miraba a todos lados para ver si venía algún tramo malo de rápidos o si algo sucedía en las inmediaciones. Pero el resto del tiempo se dicaba a apretar los ojos y apretar el la cilíndrica madera hasta que su mejilla era uno con el mástil.

A su lado el veterano guerrero veía a sus compañeros y a los tripulantes de la gabarra. Mientras que los segundos paseaban con soltura por la cubierta, los priemeros hacían lo que podían para mantenerse dentro de la misma. De hecho Gwalin no entendía como no estaban junto a él aferrados al mismo mástil. -Si estamos todos juntos haremos piña y no nos caeremos -pensó el enano sin dejar de soltar el mástil ni un segundo.

Turno 112

Tras las primeras sacudidas del agua contra la embarcación el bardo ya se había confiado a su sentido del equilibrio. Al fin y al cabo siempre había sido más ágil que la mayoría, y saber eso le provocaba en cierto modo una sensación de remordimiento por sus compañeros que no paraban de tropezar y resbalar, incluso habiendo tomando la precaución de liberarse de sus armaduras durante el viaje. Los ánimos habían empezado a decaer, y Leofred comenzó a pensar en formas de subirles la moral.

- Vamos muchachos. ¿Es que queréis recordar este viaje tumbados y abrazados a un barril como si hubierais trasnochado en una taberna? Agarráos fuerte a algo y apoyad bien esos pies, pensad que solo son temblores y un poco de agua. -

Turno 112

Con problemas en la estabilidad, Ional se tumbó en el suelo del barco para no caer por la borda. Pero se seguía moviendo igual en los rápidos que venían. No pudo sujetarse tan bien como hubiera querido, con lo que el paso por esos rápidos seguía siendo algo peligroso.

De todas formas el joven estaba encantado por estar en el barco y vivir aquella experiencia. Era más difícil de lo que imaginó en algún momento, pero el hecho de estar ahí le encantaba.

¡Es peligroso, pero es fascinante! ¡¿No os parece?!

TURNO 112

Tras los primeros tumbos y tropezones, el inexperto campesino comprendió por fin que aquello no iba a ser una simple travesía de placer. Y que más le valía mantenerse sentado y concentrado, y aferrarse a cualquier cosa que tuviera cerca, si no quería ir a dar de bruces sobre los tablones del suelo.

Por supuesto, era verdaderamente fascinante ver correr furiosas las aguas bajo la cubierta del "El Madero". Y también observar las orillas que se extendían interminables a la distancia, donde se adivinaban territorio extraños y misteriosos, bien distintos de la monotonía de su vieja granja. HALLFRID bien sabía que aquella quizás iba a ser la única posibilidad que tuviera en su vida de ver algo así.

Pero de nada le servía comenzar su misión con un tobillo torcido o una muñeca quebrada. O retrasar aún más la expedición por tener que rescatar a alguno de las furiosas aguas del Anduin. Y a pesar de toda su juventud e inexperiencia, el campesino tenía muy en claro cuales eran las prioridades del grupo.

De modo que, resignando bastante de aquella fascinante experiencia, HALLFRID decidió acomodarse entre unas cajas y toneles, desde donde casi no se veían las oscuras aguas del Gran Río, pero que tenían decenas de puntos seguros donde aferrarse.

Turno 112

Al escuchar las palabras del joven dunadan el enano solo pudo que enojarse aun más. Máxime cuando veía que con tanto zarandeo el muchahco podía acabar cayendo por la borda a las frías aguas del río.

-¡¡Deja de alucinar muchácho!! ¡¡y aferrate al mástil como yo!!

Las palabras del veterano guerrero no eran una sugerencia, parecían más bien una orden y de las que se te nía que cumplir sí o sí.

Turno 112

El movimiento llegó de nuevo al madero, y esta vez sorprendió al Rohir escudriñando las orillas del río grande. Edan se habia confiado tras resolver con solvencia los primeros sobresaltos en los rápidos y no le dió mayor importancia a las nuevas advertencias de Captarion.
Aquella decisión demostró ser un completo error.

El muchacho dió con sus rodillas en el suelo de la embarcación y a duras penas se las arregló para evitar salir rodando por un lateral.
Sven no precisaría de una segunda advertencia. Tan pronto como pudo incorporarse, se sujeto a una de las cuerdas que amarraban los toneles.

No perdía de vista el horizonte del madero, y más allá los margenes del río se difuminaban entre el verde de las praderas y el ocre de las laderas.

RESOLUCION TURNO 112
 

El cauce del Anduin serpenteaba por el terreno, esquivando colinas y grandes rocas que sobresalían de la pradera. Era un rio bastante ancho y caudaloso, su corriente bajaba rápida, alimentada por las lluvias de los últimos dias. La fuerza de las aguas arrastraba ramas, y hacia rodar piedras y rocas pequeñas. El lecho se desgastaba, y provocaba que las orillas más desprotegidas cedieran, añadiendo aún más sedimentos a las ya revueltas aguas. El cielo estaba claro, no había apenas nubes, aunque muy a lo lejos, al norte, se veían unos enormes nubarrones negros descargando con intensidad. El frio viento provenía de allí, y traía el olor a tierra mojada que precedía a la tormenta. No sabían si aquel temporal los alcanzaría, pero de hacerlo, no sería pronto.

El mediodía llegó, Captarion ofreció algo de comida a los viajeros. Queso, embutidos, con algo de pan y vino. Los marineros se turnaron para comer, había que mantener el barco en movimiento y alejado de las riberas. Habían recorrido ya un buen trecho, viajando durante toda la mañana y salvo dos trechos algo más complicados el viaje estaba resultando tranquilo. Aún quedaba mucho viaje por delante, y aunque avanzaban a un buen ritmo, el propio capitán dudaba de ser capaz de llegar hasta el Nen Hithoel. Sabía que, si hubieran salido a la hora indicada, y forzando la navegación con las ultimas luces del dia, hubieran podido llegar. Con el retraso en la partida por la mañana, no llegaría a tiempo.

Después de comer y tras la tranquilidad, Captarion informo de que se acercaban a un nuevo tramo complicado. Pasarían una zona de rápidos, donde se sucedían una serie de pequeños saltos de agua y una cambiante corriente. Nada que El Madero no pudiese sortear. Cuando llegaron a los rápidos todos trataron de agarrarse a donde consideraron un buen sitio. Esta vez los movimientos sí que fueron más bruscos, demasiado, incluso algún golpetazo contra el casco sonó como si fuese a partir el barco a la mitad. Pero aquella nave era más dura de lo que parecía, y ni a Captarion ni a los marinos parecieron darle importancia.

Grimbeorn estaba en pie, agarrado a la baranda, sus piernas estaban bien asentadas y se movían acompasadas con los vaivenes de la cubierta. No tuvo problemas en mantener su posición. Hallfid, no muy lejos de él parecía también haberse acostumbrado a los rigores de aquel viaje. El enano, volvió a sujetarse fuertemente al mástil, pero en uno de los giros, la mano se le resbaló y a punto estuvo de caer al suelo de culo. Supo rehacerse y volver a sujetarse al mástil. Ional, Freagulf y Leofred cayeron casi al unísono cuando una piedra golpeó lateralmente. Se repusieron rápidamente, y aunque no se hicieron mucho daño, su orgullo sí que había quedado tocado. Edan fue el que lo paso peor, cayo junto a sus compañeros, pero tardo en levantarse, volviendo a caer cuando trataba de levantarse. Así estuvo un buen rato hasta que logro sujetarse a un tonel y quedarse allí bien agarrado. Agranil y Dorhand no cayeron, pero Egorant y Larrid dieron con sus posaderas contra la madera. Se repusieron rápidamente para volver a sentarse sobre la carga y a tratar de no volver a caerse.

No tardaron en salir de aquella escabrosa situación, y volvieron a las relativamente calmadas aguas del último tramo del rio. Siguieron navegando algunas horas, hasta que el sol fue ocultándose en el horizonte. No podían seguir sin luz, era peligroso. Agranil y Larrid, decidieron parar. Bajarían a la orilla antes de que la última luz desapareciera. Captarion dio las órdenes oportunas, buscaron un pequeño lugar cerca de la orilla, tras uno de los meandros, donde la corriente era muy débil. Lanzaron dos anclas, una a proa y otra a popa. Estaban aún lejos de la orilla como para extender la pasarela, por lo que bajaron un pequeño bote y fueron bajando de cinco en cinco, junto a algo de comida, mantas y algunas tiendas que los marinos comenzaron a levantar. Prepararían un campamento en el que pasar la noche.