Partida Rol por web

TURNO 609
Asalto 3

Desde su posición, pese a que la altura de Gwalin era superior a la media de la de su raza, el guerrero veía al oriental, montado en su caballo, como si estuviera en otro piso. Pero el guerrero, veterano en lides, aprovechaba aquello para hacer que el oriental se tuviera que agachar para poder atacarle, asestándole golpes con su hacha cuando éste lo hacía.

Lo que sí que tenía que tener cuidado era con las patas del caballo, pero el naugrim se las ingeniaba para moverse rápido y así no ser atropellado por el animal. 

Pero lo peor de todo era el polvo que se levantaba con todo el movimiento de los combatientes por aquel árido terreno. No podría alargar mucho más rato aquel combate si no quería ahogarse con aquel polvo. Máxime cuando se había acercado al otro oriental para ayudar a Grimbeorn. Ahora rodeado de patas de caballo y con una nube de polvo en todo su perímetro de ataque, Gwalin tenía que dar el máximo para poder salir de aquella situación.

Entonces, entre todo el polvo levantado, vio como el oriental levantaba su arma para atacarle, desplazando el escudo unos centímetros para tomar impulso. El guerrero enano lo aprovechó, levantando su hacha para que entrara en el hueco dejado por el escudo e intentar acabar con aquel oriental.

-¡Te cacé! -rugió el enano al ver el hueco del escudo y lanzar su ataque por aquel hueco.

Turno 609, Asalto 3

El animista alternaba su vista entre seguir las evoluciones de los orientales a su alrededor y mirar nerviosamente al cielo, temeroso de ser abatido por la cólera de los Valar. Sin embargo, el sentido común comenzaba a retornar poco a poco a su mente y valoraba más la situación en que se encontraba, tanto él como sus compañeros. El oriental que pugnaba con su caballo por controlarlo, al igual que el que se disponía a lanzarse contra Gwalin; Edan, Larrid y Leofred estaban más alejados y Hallfrid, aunque solo, parecía estar menos amenazado. Grimbeorn tenía que hacer algo y tenía que ser pronto. Así que el hombre del bosque dió unos pasos temblorosos hasta ponerse a la espalda del enano.

- Soy yo, maese Gwalin. - Advirtió al naugrim con voz trémula, mientras lanzaba un último vistazo al cielo. Luego, encaró su escudo hacia el oriental a lomos del caballo desbocado y apuntó la lanza hacia aquel oponente.

Turno 609 - Asalto 3 Bajo la visera de acero de su casco Edan solo podía oir su propia respiración. Jadeaba extenuado por el dolor y el esfuerzo. El vaho se arremolinaba sobre sus mejillas calentando el aire y sus parpados se entrecerraban amenazando con desplomarse para siempre. Se sentía completamente abrumado por el poderío físico de sus enemigos. No le habian dado tregua desde que la batalla se desatara. Cada golpe, brutal y contundente, era a duras penas contrarestado, solamente para ganar una exigua tregua antes de prepararse para el siguiente, que sin duda sería más duro que el anterior. Ni tan siquiera habia sido capaz de acercar el filo de su hacha a ninguno de sus rivales. Su fracaso era absoluto. Sentía que las fuerzas lo abandonaban y que no tardaría en desfallecer. Por delante de sus ojos pasaron los rostros de su padre y su mujer, y pudo oir las risas de la pequeña Erawyn persiguiendo la figura de su hermano. Ahora que el final venía a reclamar su alma, se arrepentía de no haberles dedicado más tiempo y se lamentaba por la vida que dejaría atrás. Una vida que nunca lo había llenado por completo. Giró rabioso hacia su oponente, a sabiendas de que posiblemente aquella sería su última oportunidad de alcanzar a uno de aquellos salvajes. Un último arranque de orgullo que lo empujó a intentarlo una vez más. No permitiría que aquel cerdo oriental volviese a disparar su arco, o al menos se dejaría sus últimas fuerzas para intentarlo. POR ROHAAAAaaan!! el grito seahogó en un océano de fatigas y sufrimiento.

Turno 609, Asalto 3

La nueva flecha del oriental pasó demasiado cerca, pero por fortuna no llegó a alcanzarlo. Ojalá pudiese decir que se defendió valerosamente, pero la realidad era que más bien blandía la espada desesperadamente de lado a lado en un vano intento por golpear al otro jinete. En un momento que sus caballos se separaron pudo observar por el rabillo del ojos a sus compañeros sin sacar en claro cual sería el desenlace del enfrentamiento, pero temía por Gwalin y Grimbeorn ya que eran los únicos que se batían a pie contra guerreros montados.

El jinete al que se enfrentaba aún estaba ocupado con su arco, que a aquella distancia lo estorbaba más que ayudarlo, y Leofred se apresuró a asestar una estocada, deseando incapacitarlo lo antes posible para poder acudir en ayuda de los demás mientras aún había tiempo de inclinar la balanza a su favor.

Turno 609
Asalto 3

El campesino acababa de lanzar su arma infructuosamente, y el desarrollo de la contienda lo había dejado en una posición un poco delicada. Edan había alcanzado al arquero, pero el se había quedado solo ante el aisdrag. Si lo atacaba estaría en problemas, y si no lo hacia, sería Edan el que los tendría. Decidido, desenvaino la espada que colgaba de su cinto y se lazo a por el jinete.

Era una acción desesperada, pero buscaba mas llamar la atención del enemigo y ayudar a Edan, que realmente en herirlo dadas las circunstancias. Estaba en desventaja, y lo sabia. 

Turno 609
Asalto 3

El etheod se movía con destreza, mientras que su enemigo se esforzaba por mantener su caballo calmado. El ultimo golpe recibido también le hizo desorientarse, cosa que Larrid aprovechó a su favor. Alzando de nuevo su arma, trató de buscar los puntos débiles de su enemigo, huecos en su armadura y acabar cuanto antes con él para declinar la balanza a su favor. 

RESOLUCION TURNO 609
Asalto 3
 

Era difícil saber quien ganaba en aquel encuentro. Las fuerzas no eran del todo equilibradas, los orientales estaban entrenados y eran fieros guerreros, mientras que entre los hombres de Larrid, había curanderos, músicos, y campesinos. Sin embargo, no eran tan dóciles como podría parecer a juzgar por sus ocupaciones. Presentaban una férrea oposición, al menos por el momento.

Leofred atosigaba espadazo tras espadazo, al arquero (#4). El oriental había cambiado su arco por una espada ligeramente curvada, e intercambiaban golpe tras golpe mientras sus caballos se empujaban entre bramidos. El escudo del bardo recibió algunos golpes débiles, mientras que el explorador no acertaba a alcanzar su objetivo. Un baile infructuoso de violencia afilada.

El enano mantenía su propia lucha con uno de los jinetes (#3). Desde la posición elevada que tenia el oriental, bien podía parecer que la ventaja estaba clara. Sin embargo, Gwalin tenia mucho que decir, su hacha se movía al ritmo de unos movimientos bastante agiles. Intercambiaron algunos golpes, el naugrim se veía superado por la atura, y aun así pudo enlazar un par de acertados hachazos. Uno de ellos hizo sangrar la pierna del aisdrag al encontrar un hueco entre las protecciones. Un gruñido se le escapó al salvaje.

Otro de los orientales (#1) tenia casi dominada a su montura. Después de una desafortunada maniobra, que provocó que el animal se encabritase, parecía estar controlando por fin los erráticos movimientos de equino. Cuando al fin lo consiguió, se giró hacia Grimbeorn con su lanza preparada. Por alguna razón, el animista buscó la espalda del enano en lugar de aprovechar la pequeña ventaja que tenia mientras el oriental se centraba. Se mantuvo a la defensiva, con el arma apuntando a su enemigo, y preparado para asestar un golpe certero.

Larrid asestó una buena sucesión de espadazos a su oponente (#2) que, a duras penas, trataba de parapetarse tras su escudo de todos ellos. Sus caballos iban adelante y atrás, mientras los aceros cortaban el aire buscando la sangre. Solo Larrid consiguió encontrar el liquido vital, lacerando la pierna con una estocada malintencionada, haciendo que un pequeño reguero de sangre manase bajo las grebas de su enemigo.

Edan, por su parte, cruzaba armas con el arquero (#6). Este había sido alcanzado por el rohir, y se había visto obligado a soltar su arma para echar mano a su curvada espada. Con un rápido movimiento desenvainó a tiempo para desviar el filo enemigo. Ambos contrincantes se mantuvieron cautos, a la defensiva, provocando un insulso intercambio de débiles ataques, que escudos y armaduras no tuvieron problemas en detener.

El ultimo de los aisdrags (#5) había visto como Edan pasaba de largo, dejándolo atrás, y una lanza silbaba demasiado cerca de su cabeza. Se olvidó del rohir, para centrarse en el campesino que había osado atacarlo. Su compañero ya se ocuparía del jinete, mientras el daba buena cuenta del infeliz que se había quedao sin su arma. Espoleó su caballo, al tiempo que el intrépido endoriano se lanzaba en un arrebato de valentía contra él mientras desenvainada su espada. El caballo del oriental hizo un extraño, y a su jinete le costo dar un golpe efectivo. Eso sumado a que Hallfrid supo desviar la lanza con su arma, logró esquivar un ataque que sin duda hubiera sido mortal.

El sol había despuntado en el horizonte, confiriendo una extraña visión a aquel encuentro. Por un lado, la sangre, por el otro, la esperanza del nuevo día. Y la realidad era que lo que estaba presente, era la violencia en forma de afiladas espadas, escudos roncos y lanzas punzantes.

Turno 610
Asalto 4

El guerrero (#1) pudo al fin controlar su montura, y no dudo en cargar contra el enemigo que tenia mas cerca. Lanza por delante, espoleó al animal para lanzarse a por el animista. Creía tener una clara ventaja, cosa que lo envalentono aun mas.

Por otro lado, otro de los jinetes (#2) mantenía su lucha con el etheod. Una vez pudo situarse bien, volvió a usar su lanza. Estocadas, giros repentinos, cambios de dirección. No solo su punta podía herir y el manejo que tenia le hacia peigroso.

El salvaje (#3) se batía con el enano. Éste estaba resultando un objetivo mas duro de lo que había pensado y, además, se mantenía cautelosamente a la defensiva. No lograba hacer que su lanza superase su escudo, o penetrase su armadura. No por ello desistía, era cuestión de tiempo que cometiese un fallo y su arma atravesase la garganta del naugrim. 

El último de los hombres del este (#5) tenia al campesino a su merced. Era un buen jinete, y sabia como hacer que su caballo se situase justo donde el lo deseaba, incluso empujaba con el animal a su oponente para obtener algo de ventaja. Después su lanza bajaba peligrosamente en una sucesión de punzadas malintencionadas.

Turno 610
Asalto 4

Los tiradores se habían visto obligados a dejar sus arcos, para sacar las espadas y verse envueltos en un combate mas cercano. Uno de ellos (#4) se enfrentaba al bardo, se esmeraba en herirlo pese a que su oponente contaba con escudo. Su arma cortaba el aire, buscando la carne enemiga, mientras que su caballo era dirigido hábilmente para acompañar sus ataques mas eficientemente.

El otro arquero (#6) blandía su curvada espada contra el rohir. Éste estaba visiblemente debilitado, el oriental se creía en superioridad y con total confianza, lanzaba su arma con furia contra su contrincante. Golpe tras golpe, lo haría hasta terminar con su vida.

TURNO 610
Asalto 4

Aquella pelea comenzaba a molestar al enano. No es que se sintiera fatigado por tener que luchar contra un enemigo que lo hacía desde las alturas de su montura. No, Gwalin estaba molesto por no acabar con su oponente. Aun así, el veterano guerrero sabía que no podía acelerar sus ataques intentando acabar cuanto antes con él, pues si cometía un error lo podría aprovechar su oponente para acabar con él.

Concentrado en el combate, el guerrero naugrim no hacía caso a los demás estímulos: gritos, polvo, brillos, nada. Solo existía lo que hubiera en varios metros alrededor de él y su enemigo. Y en ese círculo se encontraba Grimeorn y otro oriental contra el que estaba luchando. Este era otro de los motivos por los que Gwalin estaba molesto. Si no liquidaba a su oponente en breve, no podría ayudar a sus compañeros.

Apretando las mandíbulas, Gwalin probó una treta que le diera ventaja, algo que no hubiera utulizado cntra aquel enemigo, algo nuevo. En un determinado momento, tras intercambiar varios golpes predecibles, el naugrim en vez de atacar como parecía que iba a hacer, se echó a un lado y luego se agachó justo cuando iba a atacar el oriental. Esto hizo que el oriental tuviera que bajar un poco más su posición en el caballo, dejando más parte de su cuerpo desprotegida y al alcance del hacha enana. Al ver que su treta había dado resultado, Gwalin lo aprovechó para saltar hacia arriba y, apartando el lance de su enemigo con el escudo, descerrajó un hachazo con fuerza en su oponente. 

-¡¡Muere!! -grito mientras lanzaba aquel tremendo golpe sobre el oriental.

Turno 610, Asalto 4

Tras haber desterrado el miedo irracional a una represalia de Araw, Grimbeorn se centró plenamente en la escaramuza. Uno de los orientales por fin había recuperado el control de su montura y, a juzgar por la forma de mirar en su dirección y empuñar su arma, se disponía a cargar contra ellos. El norteño sujetó con firmeza el escudo encarado hacia delante, clavó fuertemente los pies en el suelo, listo para recibir el embate, y afianzó el asta de la lanza lo mejor que pudo contra el suelo, a modo de pica. No estaba muy seguro de que fuera a funcionar contra el caballo como contra un lobo que se abalanza sobre una presa pero debía intentarlo. Si fallaba, esperaba tener la oportunidad de cambiar de táctica.

Turno 610, Asalto 4

Cuanto más tiempo pasaba, menos probable parecía que lograse unirse en poco tiempo a sus compañeros contra el resto de los jinetes. Leofred igualaba en habilidad al aisdrag en el mejor de los casos, o sería más acertado decir que ambos  estaban más acostumbrados a los arcos y las flechas y eran igual de inexpertos en el uso de la espada; por suerte para él, el escudo estaba recibiendo casi todos los golpes.

Maldiciendo por lo bajo, el bardo solo podía seguir acosando al oriental con su espada, rezando para que cometiera un error que le permitiera tomar la ventaja que necesitaba sobre él.

Turno 610 - Asalto 4

El arquero se deshizo del arco con habilidad, y antes de que Edan pudiese alcanzarle interpuso su espada curva en el último momento. El rohir se lamentó entre maldiciones. Sabía que sería difícil que se le presentase otra oportunidad como aquella.

Tomó algo de distancia y miró atrás, esperando de nuevo la embestida del Sagath, pero está no llegó. Para su fotuna y alivió Hallfrid lo enfrentaba ahora a una distancia prudencial, parecía que por el momento no debería preocuparse por el guerrero. No se le antojaba una lucha muy equilibrada, Hallfrid iba a pie y Edan habia ptobado en sus propia piel la maestría de aquel oriental sobre su montura, si no recibía ayuda pronto, el bravo campesino no aguantaría mucho.

Pero Edan estaba exhausto, demasiado cansado y dolorido como para preocuparse por eso ahora. A duras penas habia conseguido mantenerse en pie sobre su montura. Tanto era así, que le sorprendía seguir de una pieza.
Para el ya era un triunfo haber logrado mantener ocupados a su adversarios durante aquellos primeros instantes. Había conseguido algo de tiempo para sus compañeros y había impedido que uno de los arqueros continuase liberando sus mortales flechas sobre el grupo...era cierto que todavia no habia sido capaz de alcanzar a ninguno de sus enemigos, pero parecía que los Dioses no lo.hanian abandonado por completo, quizás todavía pudiese hacerlo antes de desfallecer.

Maniobró sobre su caballo para dejar su escudo del lado del oriental. Ahora que no temía un ataque sorpresa por parte del Sagath podía centrar toda su atención sobre el explorador, algo de imperiosa necesidad. No podía permitir que volviesen a golpearlo, se sentía tan débil...sabia que cualquier golpe o empujón, por leve que fuese podria dar con sus huesos en el suelo.

Guardó cierta distancia, esperando encontrar su oportunidad. No se arriesgaría si el oriental no daba un paso en falso. Ganar tiempo ya significaba un triunfo para él.

Turno 610
Asalto 4

El etheod tenia a su contrincante acosado con sus golpes, que lejos mantenerse a la defensiva, mostraba su fiereza. Larrid enlazaba sus golpes con cuidado montado sobre su caballo, en una danza fluida y bien ejecutada. Su espada cortaba el aire, golpeando al oriental una tras otra vez.

Turno 610
Asalto 4

El endoriano estaba en dificultades. Ya habia sido alcanzado por el jinete, y su posicion no era demasiado favorable. Tenia que resistir como fuese, y a la vez tratar de herir a su adversario lo suficiente como para ganar tiempo. Ajeno a la situacion de sus compañeros, pensaba que antes o despues sus compañeros llegarian en su ayuda. 

RESOLUCION TURNO 610
Asalto 4
 

La maldad había desaparecido de aquel lugar hacía mucho tiempo ya, sin embargo, las cicatrices perduraban aun bien visibles. La tierra árida, ligeramente húmeda por el frio nocturno; las laderas yermas, apenas unos arbustos secos crecían en ellas; y el olor sulfuroso, que impregnaba todo lo que los rodeaba; creaban una atmosfera asfixiante y oscura. En aquel escenario la lucha continuaba. Todo había ocurrido muy rápido, en apenas un minuto todos se encontraban luchando por sus vidas.

Leofred seguía intercambiando espadazos con su enemigo (#4). Sus armas entrechocaban en un agobiante baile del que seguramente alguno saldría mal parado. El oriental no encontraba hueco que el bardo no pudiese desviar con su escudo mientras que, al contrario, el sagath supo esquivar el filo que le acosaba. Los caballos se movían al unísono, entre bufidos y pataleos. Aunque el dúnadan trató por todos los medios de dejar a su enemigo, de espaldas a sus compañeros, la habilidad de éste impidió su objetivo. El baile continuaba, sin heridos, sin daños, pero feroz de igual modo.

Mientras Gwalin luchaba, Grimbeorn se mantenía a su espalda en busca de algo de protección. El animista, en lugar de aprovechar la pequeña ventaja que había tenido, se había puesto a la defensiva con su arma lista para frenar el avance de su contrincante (#1). El salvaje espoleó su caballo para intentar arrollar al bosquimano, pero preparado como estaba, alzó su lanza contra el equino, hiriéndolo en el cuello. Un superficial corte que provoco un extraño movimiento en el animal. Su jinete tuvo que hacer un esfuerzo para no volver a probar el control de su montura, pero en una habilidosa respuesta por parte del guerrero, supo incluso aprovechar el espaviento del caballo para golpear con su lanza a Grimbeorn. Recibió un fuerte golpe lateral en la cabeza, de no haber llevado su yelmo puesto, seguramente sus sesos estarían esparcidos por los alrededores. Además, la punta de la lanza se le calvó en la pierna izquierda provocándole una profunda laceración de la que comenzó a brotar la sangre tan copiosamente, que la sangre comenzó a manar en una alfaguara rojiza de sangre. Sin remedio, Grimbeorn cayó noqueado a un lado, chocando inerte contra el suelo.

El enano intercambiaba en paralelo, una serie de golpes con su oponente (#3). Parecía, al contrario que el oriental, haber cogido el pulso del combate. Tanto fue así que, tras canjear varios golpes, el enano logó impactar su hacha en el hombro del enemigo. Aunque la armadura aguantó, el desdichado jinete cayo al suelo a plomo desde su montura, inerte y sangrando por el la pierna y el hombro. Si no había muerto, tardaría en levantarse.

Larrid estaba muy seguro de su mismo, el desarrollo de su combate personal estaba declinándose hacia su lado, mientras que su enemigo (#2) no era capaz de dar ningún golpe serio. El arma del oriental tan solo rozaba su armadura de cuando en cuando, a cambio, el etheod enlazó una serie de potentes espadazos. Uno de ellos acabó cercenando limpiamente el brazo del aisdrag, que cayó muerto instantáneamente a un lado, mientras que su brazo salía despedido algunos metros más allá. La sangre brotó violentamente, salpicando a Larrid, que estaba en crecido en un estado pletórico y gritaba con fiereza después de cobrarse su víctima. Era como si fuese otro hombre, no ese que vacilaba a la hora de tomar decisiones y que incluso dudaba de sí mismo. Ahora se le veía como el guerrero que era.

Edan y su rival (#6), se lanzaban sus hierros malintencionadamente. El rohir estaba visiblemente agotado, las múltiples heridas recibidas le causaban dolor en cada movimiento, y aun así lograba mantenerse en la lucha. El sagath se manejaba bien sobre el caballo, y aunque prefería su arco, no se le daba mal la espada. Unas cuantas maniobras retorcidas sobre los caballos, no lograron hacer que ninguno de los golpes fuera especialmente grave, sin embargo, Edan recibió una estocada directa en la pierna, que, aunque no tenía mucha fuerza, le provoco tal dolor que le hizo perder la consciencia. El guerrero cayó al suelo sin poder siquiera sujetarse.

Hallfrid luchaba, más que por acabar con el enemigo (#5), por sobrevivir. Creía no estar a ala atura del oriental, y aun así estaba logrando aguantar envite tras envite. El jinete lo acosaba con su lanza mientras el campesino, con su espada, intentaba herirlo a él. No es que el endoriano se mantuviese a la defensiva, pero su destreza no era suficiente para dañar al jinete. Por el contrario, el aisdrag sí que podría ser capaz de herir de muerte a su oponente, pero la suerte no lo acompañaba. La pugna se saldó con una herida superficial recibida por Hallfrid.

El combate había cambiado radicalmente, Edan y Grimbeorn se debatían entre la vida y la muerte, inconscientes, tendidos en el frio suelo. Uno de los aisdrags había muerto, mutilado, mientras que otro de sus compañeros también estaba desmayado junto a Gwalin. No se podía hablar de bajas equilibradas pues la vida de los orientales, a ojos del grupo, no valía lo mismo que la suya. Tenían que ayudar a los caídos, antes de que se desangrasen y muriesen irremediablemente. aun tenían una oportunidad.

Los caballos de los caídos se movieron, no es que huyesen a galope tendido, pero si que se alejaban al trote buscando un lugar tranquilo, lejos de aquel revuelo. Ajenos a la sangre y la violencia, los animales solo buscaban la paz de la soledad.

Turno 611
Asalto 5

El guerrero (#1) aun se sentía pletórico tras derribar a uno de los enemigos. Enseguida, puso sus ojos sobre el siguiente. el enano que había logrado tirar de su caballo a su compañero. Decidido y confiado, sujetó su lanza con fuerza, espoleo su caballo, y se lanzo a por el. El jinete enarbolaba su arma con destreza, dando giros y lanzando estocadas, con el único fin de que su lanza volviese a probar la sangre.

Otro de los orientales (#5) intercambiaba golpes con un simple campesino. Sabia que era muy superior a el, en todo, mas aun sobre su montura. Sin embargo, aquel hombre parecía esquivar todos sus golpes, estaba a la defensiva y eso le cabreaba. Hizo que su caballo se encabritara, para aprovechar la fuerza de su descenso. La lanza nerviosa buscaba el desgarro.

Turno 611
Asalto 5

El sagath (#4) acosaba in cuartel al bardo. Los movimientos de su caballo eran controlaos con precisión por el guerrero, que no tenia problemas en dirigirlo hacia donde quería. Su espada cortaba el aire con fiereza, una y otra vez contra sus objetivo. Tenia que deshacerse rápidamente de su adversario, antes de que la mala suerte le jugara una mala pasada.

Un rápido vistazo a la situación le valió al otro explorador (#6), para tomar una decisión. Aunque primeramente se hubiera lanzado al ataque, decidió recuperar su arco, seria mas efectivo en la distancia. Descabalgo, pues había dejado caer el arma ante el ataque del rohir, para recuperarla.

Turno 611, Asalto 5

Leofred agitaba su espada como un descosido, pero no tenía la habilidad suficiente para algo como aquello, guiar las riendas del caballo, atacar, y defenderse al mismo tiempo; suerte tenía de que el oriental aún no lo hubiera atravesado de lado a lado, y que su caballo avanzase hacia donde quería parecía depender más de los caprichos del podenco que de las intenciones de su jinete.

El bardo continuaba intentando rodear al oriental; quería que no pudiera ver el avance de la batalla y de paso ahorrarse alguna posible puñalada por la espalda, pero por cada paso que lograba que su caballo avanzase, el oriental bloqueaba su camino. Frustrado, intentó asestarle un tajo, pero con tanto ímpetu que la espada resbaló de su sudorosa mano y se le deslizó entre los dedos hasta casi escapársele por completo. Apenas en el último momento logró afianzar su agarre en el pomo y recuperarla.

El oriental no pasó por alto su descuido, y ante sus rápidos ataques lo único que pudo hacer Leofred, desequilibrado y superado en fuerza, fue cubrirse lo más posible con el escudo rezando por que no encontrase un pedazo de su cuerpo desprotegido.

TURNO 611
Asalto 5

El enano sabía que había logrado un gran golpe sobre su oponente. El oriental, debido a su herida cayó de su caballo incosciente. -Uno menos -musitó el guerrero al verle caer. Pero no se quedó quieto. Gwalin miró  en su derredor y vio que Grimbeorn caía a su lado víctima de un golpe del oriental.

Mirada fría, acerada, reflejo de su hacha de batalla, se lanzo sin pensárselo sobre el que había lacerado a su compañero que ahora sangraba en el suelo. No importaba nuevamente la altura del jinete oriental montado a caballo. Ya había acabado con su compañero y probaría con éste nuevo oponente. Pasando al lado de su amigo caído zigzagueó para atacarle. 

-¡¡Pagarás tu afrenta, perro oriental!! -gritó mientras lanzaba su hacha sobre éste.