Partida Rol por web

El experto en lenguas, perdió la capacidad de habla. Había estudiado infinidad de horas, y visto muchas cosas exóticas, pero aquel, lagarto, saurio. No, aquello no era correcto. Nada había tan grande, no podía ser más grande que un elefante. Era casi como debía de ser una ballena fuera del agua.

Solo pensó, en que estaba muerto, muy muerto. Y se quedo callado, por primera vez en muchos años, no supo que decir. Y tampoco qué hacer, porque no fue capaz de moverse.

Sin embargo, la criatura paso de largo, y fue a por la correosa monja. Era el momento de ponerse a salvo. Pero otra criatura, quizás él macho, o puede que una cria, apareció para cortar su ruta de huida.

Qué hacer. Poco podía hacer que no fuera huir, pero seguía clavado en el sitio. Sintió como su vejiga se apretaba contra su pelvis, y tuvo que hacer un esfuerzo titánico para mantener dentro todos sus fluidos.

El sabor de la saliva seca se acumulaba en su lengua. Era un indicativo de que no estaba respirando siquiera. Había estado más de un minuto aguantando la respiración.

A la mierda, pensó con determinación.

Socorrooooooo.

Y grito al tiempo que corría por donde había llegado el avión, la parte que estaba dañada de la selva, y por donde por lo que fuera, se veía mas de 15 metros sin un árbol.

Corrió todo lo que pudo, que era lo mismo que decir que no corría. Pero al menos ahora estaba haciendo algo. Ser una presa. La presa más patética de todos los tiempos, pero una presa.

La hermana lo tenía crudo, muy crudo. Por un instante le embargó el miedo, pero con la voluntad de Dios se rehizo al momento. No podía perder la calma, si lo hacía estaba muerta. Decidió que no era su hora de morir, aunque puede que si fuera su día.

Tuvo una idea. Era difícil pero, se trataba de su única opción de salvación. Alzó los brazos y trató de deslizarse rápidamente hacia abajo tratando de librarse de su hábito. Quedaría semidesnuda y caería de bastante alto, pero siempre era mejor que morir entre las fauces de aquella bestia.

Se movía todo lo que podía para zafarse de su ropa. Sentía el aliento de aquel monstruo y como su saliva goteaba por su espalda a mares. Quizás fuese eso. Quizás fuese la saliva la que ayudó a que la hermana Claire resbalara definitivamente y se precipitara al vacío.

Cayó al suelo. El golpe fue fuerte, pero se repuso y trató de rodar hacia un lateral para esconderse entre los matojos. Se había librado de una muerte horrible, al menos de momento. Pero el corazón todavía bombeaba con fuerza y la adrenalina corría por sus venas.

- Gracias Dios... - Dijo muy bajito siguiendo su costumbre.

Impulsado por el miedo, el delgado traductor termina por emular a Carter, solo que esta vez, de forma involuntaria. Su terror le hace gritar y lanzarse siguiendo la estela del doctor, tan rápidamente que incluso llega a alcanzarlo y sobrepasarlo.

No tienen tiempo de ver como mientras tanto, la Hermana Claire logra quitarse el hábito de encima y caer al suelo, quedando libre por fin de las mandíbulas del monstruo.

La caída de la monja contra el suelo fue moderada en contra de lo que podría haber sido. Una vez rodó entre los matorrales comprobó durante un instante que estaba entera. Entonces comprobó que todavía portaba el sujetador negro de encaje, aunque tuvo que recolocarlo, pues se había movido dejando a la vista uno de sus senos. Sus bragas a juego con el sujetador si estaban en su sitio. Por desgracia, sus medias estaban llenas de carreras, pero por suerte, la pequeña pistola que portaba en el liguero seguía en su sito. - Menos mal que sigues conmigo... - Le dijo al arma acariciando su empuñadura. Justo entonces salió corriendo a toda prisa. Está vez si implementando una gran velocidad punta. Pese al dolor de las heridas, está vez no volvería a tentar a la suerte con la ayuda de Dios.

Para que quede más claro la posición de cada uno.

Diana logró quitarse de en medio, o al menos, situarse en un lugar que los monstruos ignoraron. Una de las gigantescas patas se plantó justo a su lado, haciendo que todo el suelo temblara, pero al menos, no le hizo nada.

Zenji y Vance no tuvieron tanta suerte.

La primera de las criaturas pasó de largo y se fue detrás de Sextus, la Hermana Claire y O'Brian, mientras la segunda se giraba para perseguir a Samantha.

Al hacerlo, la pata que había movido describió un arco y se depositó muy cerca del japonés y el piloto, sin pisarlo. No obstante, cuando la criatura se giró, un extraño ruido se produjo en las alturas y un gigantesco montón de mierda cayó sobre ellos, principalmente, sobre Zenji, que quedó virtualmente cubierto de ella, hasta la coronilla.

Se había librado de la peor parte. Al menos de momento. Tocaba correr y despistar a aquella bestia horrible. Junto a ella corrían otros dos de los pasajeros del avión. El intérprete, lo cual era buena noticia, pues como caranza sin duda podía hacer una buena función y también el médico, lo cual también era bueno por motivos evidentes.

- ¡Corran, debemos tratar de despistarle! - Gritó. - ¡Si nos dividimos sólo podrá seguir a uno! - Exclamó.

Y entonces viró su rumbo hacia su derecha, sin esperar respuesta. Correría con todas sus fuerzas alejándose de avión y tratando de pasar desapercibida a ojos del predador. Era la mejor opción que tenían, pues como había dicho, aquel monstruo solo podía seguir a uno de los tres.

Parecia que lo habia hecho bien pues uno de los animalillos, esperaba que fuera el de la monja, comenzo a seguirme mientras los alejaba del grupo; no sabia a donde iba pero cuanto mas los alejara de ellos mejor aunque el nipon seguia alli y yo no habia conseguido sacarle nada asi que en cuanto viera la oportunidad intentaria esconderme y volver a donde se dirigia el grupo.

Por el momento solo me quedaba seguir corriendo por aquella jungla.

Aunque el japonés había estado fino para esconderse, arrastrando junto a sí a la rubia cañón, lo cierto es que con el caos generalizado, unos pocos huyendo, corriendo como almas que llevare el diablo por la espesura atrayendo al grandote, y Samantha atrayendo tras de sí a la otra criatura colosal, habían quedado justo en la trayectoria a seguir. ¿Moverse? Era revelar la posición y ser devorados de inmediato. ¿Quedarse quietos? Probablemente morirían aplastados por sus enormes patas. El nipón se quedó rezando a todos sus dioses del sintoísmo, nunca mejor momento para hacerlo...

Oh, Gran Dios Amida. Tú te encargas  de proteger a las almas humanas y por lo tanto se te reconoce como el salvador de la humanidad y como el padre de quienes aspiran a ingresar al paraíso. Acepta a tu humilde siervo sí ha llegado mi hora... Oh, Gran Dios Shinigami. Tú eres la personificación de la muerte, por lo tanto eres un dios que se alimenta de las almas humanas y asimismo cuentas con la capacidad de elegir quien y como muere alguien. Elige una muerte digna para tu siervo...

Y con los ojos cerrados, sintió la llegada de la ira divina, un olor a inmundicia y muerte que le inundaba todos los poros, cubriéndolo desde los pies a la coronilla, haciéndose el silencio a su alrededor y no siendo consciente de a dónde había sido llevada su alma. Pero tras unos segundos, Zenji se abrió paso a duras penas con sus manos, para salir al exterior, como hombre nuevo. Pero su sorpresa fue mayúscula al ver que allí seguía la rubia cañón, sus dioses se la habían entregado para deleite personal después de entregar y sacrificar su vida.

**¡Gracias Ama no Uzume. Gran diosa que obligó a Amaterasu a salir de su cueva, y que representas la fertilidad, la felicidad y la danza. Bailaré para tí, me regocijaré y estaré alegre con lo que me ofreces, y llenaré esta Tierra de hijos amarillos de cabello dorado como la diosa Amaterasu! ¡Hoy mismo la haré concebir! ¡Gracias, gracias! - fue proclamando dando saltos de alegría y bailando una extraña danza ancestral, no perdiendo al detalle el cuerpo de Diana, a la cual miraba con deseo y ganas de quitarle la ropa allí mismo...

A pesar de que mi escondite había surtido efecto, las cosas no tardaron en volver a torcerse. Parecía que estábamos rodeados por varias bestias prehistóricas que cualquiera diría que son reales. ¿Pero qué cojones? ¿Dónde hemos ido a aterrizar? Esto es culpa del puto japo. Estoy seguro de que cuando estábamos en el avión, tocó algunos cables o lo que fuera y escacharró el sistema de pilotaje. ¡Me cago en todo! De cualquier otra forma, un piloto de mi jodida categoría no hubiera acabado aquí, en el culo del diablo. Esto parece una jodida pesadilla, maldita sea.

Mientras estoy absorto en mis pensamientos a la vez que me escondo de esos monstruos, empiezo a oír gritos por parte de algunos de los que iban conmigo en el avión.

¿Qué hostias están haciendo? ¡No me jodas! ¡Esos putos dinosaurios se están moviendo! ¡Me van a...!

Noto como una masa muy espesa cae sobre mí, asfixiándome por su peso y, sobre todo, por su olor. Creo que voy a desmayarme...

-¡ESTOY VIVO CABRONES!