Partida Rol por web

Sextus escuchaba zancadas a su espalda, luego vio pasar al medico por su izquierda. Sin avisar ni nada, qué incorrección, y al monja hablando, como si escapar de un depredador gigante fuera cosa de organizar la colecta de la iglesia.

Lo que no escuchaba, porque estaba muy pendiente del profundo ruido del movimiento de la bestia, y de sus rugidos, era de que seguía gritando como una niña en el patio del colegio, a la cual le hubieran roto su muñeca favorita.

AHHHHHH, AHHHHHHHHHHHHHAHHHHHHHHHAAAAAHHHHH. 

No hace falta hablar de la peculiar manera de chillar del esmirriado interprete, pero algo tenia claro, no pensaba mirar atrás, solo pensaba correr, correr a donde fuera, pero lejos del aquel innombrable lugar.

La carrera estaba siendo frenética y estaba claro que aquel monstruo, porque solo uno de ellos os estaba siguiendo, no tardaría en alcanzaros. 

Peor lo peor fue que en ese preciso momento, llegasteis al final del camino, un enorme precipicio que terminaba cientos de metros más abajo, en un río que corría a gran velocidad. 

La Hermana Claire, que fue la primera llegar, ya fuese porque corría como el viento o porque marchaba sin ropa y quería quitarse de la vista de todos, se fijó en que era imposible traspasar la distancia que había entre ambos puntos de un salto pero más allá, había una manera de hacerlo. Un tronco que unía ambos extremos.

Envueltos en mierda de dinosaurio y aún temblado por lo que acababa de suceder, los tres visteis como aquellas bestias desaparecían, una en cada dirección, dejando el lugar en el que estabais, junto al avión, en completo silencio. 

Era como si nada hubiese sucedido, salvo por el hecho de que acababais de estrellaros, habíais estado a punto de ser devorados por dos dinosaurios y dos de vosotros estabais llenos de mierda.

Pero aparte de eso, todo estaba bien.

Carter corría todo lo que le permitían sus piernas, intentando alejarse del monstruo que finalmente, había logrado que le siguiera. Quizás no hubiera sido demasiada buena idea, después del todo.

En un momento dado miraste hacia atrás... y lo siguiente de lo cual te diste cuenta era de que estabas rodando pendiente abajo, chocando con árboles y arañándote todo el cuerpo, sin tiempo para esquivar o pensar y quién sabía durante cuánto tiempo, antes de que algo lograse detenerte.

-¡Rápido, por allí podremos cruzar! - Advirtió la religiosa al ver aquel improvisado puente.

La monja corrió con las fuerzas que le quedaban hasta aquel salvoconducto y se decidió a atravesarlo. Esperaba que el médico y porque no, el intérprete, le siguieran los pasos.

Ahora, un precipicio.

Pero que tortura es esta…

Dijo el hombre al tiempo que su flato estaba a punto de explotar, siguió bordeando el abismo hasta el árbol, y su reacción natural fue de no cruzar por ahí en la vida.

El golpeteo de los arboles chocando entre ellos a causa del engendro demoniaco que le seguía le hizo cambiar de opinión. Y empezó a andar, no era precisamente la mejor pasarela.

Ya iba por la mitad cuando vio que la monja estaba perdiendo pie, y se paro auxiliarla. Mala idea entre las malas ideas. No podía con su efímero peso, imagínate con una monja guerrera nacida en el fragor de la batalla.

Seguia corriendo y corriendo, mirando atras de vez en cuando para ver si aquel monstruo me seguia pero estaba en la selva y algo que tiene la selva es que no puedes despistarte con lo que en una que mire hacia atras... el suelo ya no estaba alli y simplemente cai..

Empece a rodar e instintivamente puse mis brazos protegiendo mi cara pero las ramas, los arboles, las pequeñas rocas que se encontraban en el suelo arañaban mi piel hasta que finalmente algo me paro.

Parecía que por algún tipo de milagro había conseguido despistar a aquella bestia, pero aún así no gasté ni un segundo en mirar atrás para cerciorarme, seguí corriendo hacia delante esquivando toda rama y arbusto que podía hasta que di de frente con un precipicio que era imposible sortear de un salto.

Miré con urgencia a ambos lados viendo un enorme tronco caído, era la oportunidad de poder cruzar ese vacío así que fuí corriendo hacia él viendo a dos figuras allí, la monja medio desnuda y el escuchimizado traductor, comencé a cruzar aquel tronco lo más rápido que pude sin apenas cuidar me equilibrio, aquel animal prehistórico me había acojonado demasiado como para tomar muchas precauciones...

Estuviste rodando bastante tiempo, pero por fortuna, tu cuerpo lo aguantó bien, aunque tu herida volvió a sangrar. La carrera y posterior caída no eran precisamente lo que el médico hubiera recomendado para que mejorase. Dolía y sangraba, una combinación bastante mala de continuar así. Por supuesto, tenías las piernas llenas de arañazos, como si hubieras intentado depilarte con la cuchilla reutilizada de un soldado.

Pero ahora tenías otros problemas.

Estabas en una parte de una jungla desconocida para ti, aislada del resto y con dificultades para regresar. Podías continuar en la misma dirección o regresar, aunque fuese dando un rodeo. 

A tu alrededor, los malditos pájaros no se callaban, aunque al menos ya no oías a aquel monstruo, dinosaurio o lo que fuera.

O'Brian logró al final lanzarse con todo y adelantar incluso a la sorprendente monja, que dudó cuando vio aquel árbol como único medio para cruzar el precipicio. O'Brian ya estaba a mitad de camino cuando oyó algo deslizándose detrás de él y al girarse, vio a la hermana resbalar y luchar para no caerse. Otro tanto hizo Sextus, que marchaba detrás.

A pesar de no resbalar, se comportaba como si estuviera pisando huevos y no se movía apenas.

Mientras todo eso ocurría, el dinosaurio llegó al extremo que habían dejado atrás, amenazando con cogeros. Aunque si no lo hizo fue porque en el otro extremo apareció algo peor.

Un enorme simio se había posicionado en el otro lado del tronco, rugiendo amenazadoramente, contrarrestando el rugido del dinosaurio, que no paraba de moverse ni de gritar.

Ambos parecían retarse a ver quién cruzaba por aquel lugar, mientras vosotros estabais en medio y la hermana Claire estaba resbalando a cada segundo que pasaba.

Cuando llegué al tronco tanto la monja como el flacucho estaban en un estado más que peligroso, el traductor iba pisando huevos y la monja a punto de caerse, tensé la mandíbula y fui hacia la monja agachándome y alargando mi mano-Vamos hermana écheme una mano que no puedo con usted yo sólo- gruñí ya que intenté elevarla pero era demasiado para mí.

El flacucho estaba a mi lado sin apenas moverse-¡Vamos tío ayúdame y no te quedes ahí parado joder!- apreté los dientes colérico. En eso estábamos cuando apareció el dinosaurio por el lado que acabábamos de abandonar-maravilloso, ya nos tiene de nuevo, pero igual no se atreve a cruzar al menos aún tenemos el otro lado li...breve ¡JODER!- grité mirando acojonado al pedazo de mono que se había apostado en el otro extremo del tronco-¿Y ahora qué un japo tirando una bomba o qué? ¡Moved el culo ya hostia!- grité mientras se hinchaba la vena de mi cuello tirando de la monja, estábamos jodidos, definitivamente jodidos.

Mientras luchabais por salir de la mierda, oísteis un rugido enorme, proveniente del lugar por donde habían huido la monja, el médico y el lingüista*. A continuación, la tierra tembló y algo pareció aproximarse de nuevo a vosotros desde la dirección que había escapado Carter.

Sextus iba a replicar al buen doctor, que bastante tenia con no caerse del guindo, como se solía decir.

Pero lo cierto es que empezó a orinarse encima, sabia que tenia al monstruo detrás, pero lo que tenia delante. Un gorila de, 7 u 8 toneladas, gritando, rugiendo. Le hizo volverse una estatua.

Es mas, lo único que se movió fue su piel y su pelo, cuando uno de los rugidos emitidos paso por dónde estaba.

Otra vez clavado al piso. Y esta vez no había manera de seguir adelante, o de volver atrás.

La hermana no se había percatado de la otra "presencia". Todos sus sentidos estaban puestos en aferrarse a ese tronco, de ellos dependía en gran parte su vida. ¿Cuántas veces había estado al borde de la muerte en poco tiempo? El avión que paso en vuelo rasante descargando fuego de ametralladora, el escuadrón japonés que le alcanzó en el costado, el accidente de avión, las fauces del monstruo y ahora una caída hacia las entrañas de la tierra.

Definitivamente si salía de aquella sería gracias a Dios, pues necesitaba un milagro. Y ese milagro llegó en forma de Jack O'Brian. Su ayuda fue bastante nefasta, pues aquel hombre tenía menos fuerza que un pedo, pero gracias a su tope intento, la religiosa logró recuperar el equilibrio y mantenerse sobre el tronco. Fue entonces cuando lo vio.

- ¡Menudo mono! - Exclamó la hermana.

¿Y ahora qué? ¿Gorila o dinosaurio? Cualquiera de las dos opciones podía ser mortal. Mantenerse sobre aquel improvisado puente, también podía serlo...