Partida Rol por web

Zachariah saca lentamente el escáner, pero tiene las manos torpes y no logra atinar con el funcionamiento de la máquina. Mira a su alrededor con ojos lechosos y no dice nada...

Octus sale con el petate a cuestas y camina un poco para alejarse del demonio que ha representado la lanzadera. Dejando caer su equipaje mira alrededor, esperando a alguien que haya venido a buscarles.

Tenemos que reunirnos con Aristarchus, ¿no?

Comenta encendiendo un pitillo de Iho para asentar el estómago. El arbites se muestra bastante tranquilo, teniendo en cuenta que están en una base Imperial.

Salgo dando un pequeño salto de la nave, y con una gran sonrisa, comienzo a caminar un poco agachado para alejarme un poco de ella y reunirme con mis compañeros.

-¿divertido, verdad?

Comienzo a rezar unas plegarias dando las gracias por no haber perecido en este viaje.

Zachariah mira a sus compañeros en silencio mientras busca un sitio para sentarse...

Está taaaaan cansado...

Yuri abandona la nave con mala cara, mal cuerpo y en general una mala estampa en su caminar.-Oh, mierda...-Escupe algo de flema con un asqueroso regusto al desayuno de aquella mañana.-Me he sentido como una puta maltratada ahí dentro.-Maldice y escupe de nuevo, saca un cigarro y la botella que siempre le acompaña pues el alcohol siempre le ayudaba a asentar el estómago después de vomitar.

Mierda... Me apoyo en Yuri y le doy un par de palmaditas en la espalda. Estaba tan destrozado como él. !Buf! Calla por favor, a mí se me ha sumado a una resaca incipiente tras los tragos de anoche... Todo daba vueltas, y yo pensaba que se detendría cuando pusiese los pies en el suelo, como el viejo truco de apoyar un pie fuera de la cama cuando esta da vueltas y vueltas tras una noche de juerga desmesurada. En fin, es lo que tocaba, y había que seguir adelante, así que intentando recuperar un poco la compostura me enderecé y comencé a caminar, aunque un poco escorado.

Una vez en la plataforma veis a docenas de hombres de rostros mugrientos limpiando el casco de la nave y conectándole mangueras de repostaje. También se acercan varios estibadores con un vehículo flotante para acarrear los suministros que ha traído el transporte.

Zacharia espera que cualquiera de sus compañeros con más luces en estos momentos diga algo coherente...

Él todavía está abobado por las drogas.

Octus lanza la colilla a un lado, se adelanta y se presenta ante el oficial.

Gracias por la binevenida, Sr. Smyk. No podemos indicarle nada, muy a nuestro pesar. En nombre de Santo Oficio le pido que nos lleve hasta la presencia del Vidente Aristachus con la máxima celeridad posible. No nos sobra el tiempo, precisamente.

Octus pensó que si aquel chupatintas que se dedicaba a recibir a los visitantes también iba a medir su autoridad contra los acólitos como el idiota de Sebek, empezaría en ese preciso instante una purga de capullos que se convertiría en la Cruzada más temida desde la reconquista de los mundos de Sabbat.

Mientras habláis con el oficial aparece una extraña figura al comienzo de la plataforma que viene flotando hasta vosotros: se trata de un querubín servidor muy baqueteado con una radiante sonrisa en su agrietado y sucio rostro. Parece un niño sostenido en el aire por un par de alas metálicas deslustradas, con perlas en lugar de ojos.

Sin articular palabra, entrega a Octus un pergamino adornado con el sello de vuestro inquisidor. El pergamino contiene instrucciones para seguir al querubín hasta Aristarchus terminando en la frase "que aguarda con impaciencia el placer de conocerles".

- No quisiera ser descortés pero mis obligaciones me atan a esta plataforma hasta el final de la jornada. Podrán encontrar a Aristarchus en el Refectorio....pero deja sin terminar la frase al ver que vuestra atención se centra en el querubín y su mensaje.

Octus desenrolla el pergamino mirando con desconfianza al querubín, tras leerlo y pasárselo a sus compañeros. El arbites se lleva dos dedos a la frente en forma de saludo.

Muchas gracias-dice al adeptus administratum-parece que no tendremos problemas en encontrar al Vidente. Que el la Luz del Emperador os guíe.

Dice a modo de despedida. Recoge su petate y comienza a seguir al querubín a paso ligero.

Apoyo mi mano ne el hombro de Octus y e asomo a ver si puedo leer el pergamino que le han entregado, mientras hago un gesto con la mano diciéndole adiós a Smyk.

Sin nada que decir, Zachariah sigue a Octus intentando no tropezarse...