Partida Rol por web

El cruzado aún escrutaba las penumbras de la estrecha callejuela cuando la erudita mujer pronunció sus palabras. La mirada de Aymar abandonó su búsqueda por algunos instantes, subyugada por la repentina urgencia de observar detenidamente a su compañera. La miró de reojo durante largos instantes, con una extraña mueca dibujada en su rostro, mezcla de confusión y sorpresa. Finalmente, retomó sus investigaciones como si nada hubiera ocurrido, y comentó serenamente por lo bajo.

- Agradeced mejor al fino oído de nuestro compañero Obertus. De no haber sido por su oportuna intervención, vuestro fiel seguidor aquí presente seguramente habría tenido que sufrir las consecuencias de mi descuidada precipitación.

- Aunque tal parece que todo ha sido en vano. Imagino que sería inútil continuar tras su rastro. Ese diablo no carecía de recursos.

- Por cierto ¿tenéis alguna pista sobre su identidad? He pasado mis días en algunos de los lugares más temidos por la Cristiandad, y jamás había visto algo semejante. No quisiera precipitarme, pero creo que estamos ante un enemigo prodigioso…

Una vez superado el mal trago, vemos aparecer al cruzado y al ghoul. Nuevamente Aspasia toma la palabra. Espero pacientemente a que termine. Creo atisbar una sonrisa en su rostro dirigida al cruzado, pero este mantiene su gesto adusto, o eso imagino, pues ya no los estoy mirando. Observo la calle que se encuentra detras del cruzado y una pregunta viene a mi mente, la cual sin pensar digo en voz alta. - ¿Alquien sabe donde se encuentra el monje?

El pelirrojo asiente a las palabras de Aspasia con solemnidad sin decir nada, hincando la rodilla besa la blanca mano de su domina, sus ojos la miran con ansiedad mal disimulada, haciendose a un lado a sabiendas de cual es su lugar en entre los reunidos.

El cruzado y la filosofa, fuego y hielo, hablan bajo la atenta mirada del nosferatu, su conversación siembra dudas, nada se sabe salvo lo más evidente.

Agudo como ninguno, el nosferatu lanza una pregunta al aire : ¿donde está el monje?.

La respuesta no tarda en llegar en la quietud de la noche, a todas claras escuchais la inconfundible voz del obertus con un tono más que autoritario

-Maestro Ripoll, abra a la iglesia o seremos nosotros quienes regresaremos con la guardia-

El maestro responde desde el otro lado de la puerta con cierto retintin.

-No será necesario, mañana mismo iré a la catedral y preguntaré por vos- escuchas del otro lado de la puerta.

Al poco escuchas lo que parece los pasos del hombre alejandose de la puerta.

Dana, recondúcela. No la necesitamos ahora.

Notaba la Bestia rugir de rabia y
frustración en su interior, pero no tenía ningún sentido dejarla salir ahora. No
debían dejarla salir. Debía haber otro camino, otro modo.

Se alejó de
la casa por donde había venido, buscando rodearla y comprobar si tenía una
puerta trasera. Era improbable que la tuviera, o en caso de tenerla, que no la hubiera
atrancado como aquella que dejaba atrás.

Podría
echarla abajo, destrozarla a garrazos, pero aquello atraería la atención de los
otros mortales. Eso tampoco era bueno.

Tendría que
probar con la puerta de atrás… y en cualquier caso, ver si el tejado era
accesible. 

Aymar aún aguardaba la respuesta de la única mujer del grupo cuando el joven Cabrera hizo su intervención. Inmediatamente después, las palabras de Andrei irrumpieron en el silencio de la noche, casi como respuesta a las preguntas del Nosferatu.

Todo ello distrajo la atención del Brujah, que perdió de vista por unos instantes a la erudita para centrarse en algún punto indeterminado a sus espaldas.

- Andrei decidió mantener la posición... - comentó escuetamente y por lo bajo el cruzado - ...custodiando al carpintero por si aparecían nuevas sorpresas. Me pareció una decisión prudente. Quizás todo esto no fuera más que una distracción para eliminar a nuestra única pista.

- Volvamos al taller. – dijo mientras hacía una seña con su cabeza en esa dirección – No tiene sentido que permanezcamos divididos. En el camino podréis comentarme lo que habéis visto.

Sus últimas palabras se dirigían obviamente a la bella Aspasia, dando a entender que aún sentía curiosidad por sus descubrimientos recientes. En su mirada también podía advertirse un extraño destello de curiosidad, pero que parecía más profunda que las simples cuestiones que se traían entre manos en aquella silenciosa noche.

 Aliviado, pues la situación se había normalizado, Fernando retornó al plan original, se volvió hacia sus compañeros, - Señores, aún podemos salvar la noche. - Dirigiendose hacia Aymar, -  creo que es mejor ceñirnos al plan original, aunque con varios retoques- comento dirigiendo su mirada al monje, - volveré a mi posición de vigilancia, no estaré muy lejos - Inclinando levemente la cabeza hacía Aspasia vuelve a su puesto alrededor de la casa, todos los presentes pueden verlo marchar, pero en algún momento, un leve pestañeo quizas, y le pierden la pista.