Partida Rol por web

Sonrío a las palabras de Riqueza Efímera, las que escuché atentamente. Miro como come y le respondo amablemente mientras le señalo mi escudilla y mi taza:

 - "Una escudilla y unas palabras es más de lo que he recibido de las personas en toda mi vida. Aun cuando mi madre vivía las personas no me hablaban ni se acercaban a mí. Solo mi madre y sus soldados me trataban como una persona y estoy seguro de que los soldados lo hacían por respeto a mi madre. Tu me estás dando el regalo más grande que he recibido jamás, aun sin darte cuenta de ello. Por eso te agradezco."

Miro la taza de Té vacía, como ensimismado un momento. Luego pienso en que esta es la vida que llevan los hombres que no deben ocultarse del resto. Siento envidia y dolor, pero me calmo mientras le respondo:

 - "No entiendo muchas de las cosas que me dices, pero se nota que eres un hombre sabio, una sabiduría que no poseo, pues solo tengo catorce años. Quizás algún día, si llego vivo a esas edad, podré hablarle a las personas con el sentido y la precisión que tu lo haces. Para pagarte no poseo dinero, y mi vida no vale demasiado, pues si no la doy por una buena causa o por el honor, quizás me la arrebaten por miedo u odio. Sea como sea, es lo único que tengo para dar y no temo hacerlo si la razón lo amerita."

Me quedo un momento pensando en esa estrella fugaz y en qué significará. Cayó hacía el este, más o menos lejos, pero de seguro que se puede llegar para allá. La curiosidad me consume un momento, pensando en qué cosa fue lo cayó en el mundo desde los cielos. ¿Será algo valioso? ¿Será una criatura celestial? No lo sé, pero quisiera saberlo.

-Eres joven y con una vida por delante. Por ello quizás no la valores en su justa medida. Pero recuerda mis palabras. El dinero puedes perderlo. Puede que arda tu casa hasta los cimientos. Que tus amigos se alejen. Que tu esposa se vaya con otro. Al final, lo único real y propio es la vida. Sea como sea, agradezco tus palabras -dijo Riqueza a quien no le pasó desapercibido el gesto pensativo de Tiwoka-. ¿Preocupado por algo?

Despierto un momento de mis pensamiento y respondo a la pregunta que me hace Riqueza Efímera. La verdad es que lo que había estado en mi mente era esa estrella fugaz. Nunca había visto una y mucho menos una que claramente cayó en la tierra. Los Lords Carroñeros son conocidos por su sabiduría, por lo que es buena idea preguntarle para saciar mi curiosidad:

 - "Lo que sucede es que vi una estrella fugaz rutilante pasar sobre nosotros. Nunca antes había visto una e imagino como dicen por ahí que es señal de buena fortuna, pero esta cayó en el suelo. Lejos hacía el este, quizás en la frontera del reino, pero cayó. Me preguntaba, si uno la encuentra al caer. ¿Que es lo que verá? ¿Será una joya, una roca mágica, quizás un Dios caído? La curiosidad es una de mis debilidades, quizás por eso es que quiero conocer a quienes de seguro querrán matarme."

Luego sigo mirando al este, no tengo idea de que tan grande es el mundo y quizás quisiera conocerlo completo algún día. Mi curiosidad nuevamente me atormenta, y me hace pensar acerca de esos Sangre de Dragón, por lo que pregunto a Riqueza Efímera:

 - "¿Como son los Sangre de Dragón? ¿Son todos buenos, sabios y justos como fue mi madre? ¿Hay Dragones malignos y tiránicos? Me da mucha duda porque mi madre era una mujer excelente y quisiera ser como ella, pero temo que aprendiendo de alguno de ellos me aleje del rumbo que quiero seguir."

Es complejo, yo no sé mucho del mundo y apenas hay cosas de las que tengo nociones. Si veo un Sangre de Dragón, el recuerdo de mi madre me hará idealizarlo, pero puede que no sea más que un patán con poderes que no merece. Debo tener cuidado con eso, no quiero ser un mal hombre, sin importar cual será mi afiliación.

-La curiosidad es humana -se limitó a decir Riqueza tras una breve pausa-. Y no la consideres una debilidad. Aunque deberás amaestrarla. Si la dejas dirigir tus pasos, puede llevarte a situaciones arriesgadas. Bien administrada, te dará conocimiento. Un poco como esa estrella fugaz que has visto caer. Sin rumbo, puede caer sobre un poblado y hacer un gran daño. Si pudieras dirigirla, destruirías un ejército o harías una gran agujero junto a un río para que se transformara en un lago cuyas aguas beneficiarían a muchos.

Aquella era la parte fácil de la conversación. Pero, ¿cómo eran los Sangre de Dragón?

-No es fácil decirte. Conozco a dos y son como el aceite de soja y la roca. Distintos. Muy distintos. ¿Acaso no somos todos los hombres distintos entre sí? Mírate tú y mírame a mí. Podemos compartir rasgos, pareceres, conocimientos, pero solo son pinceladas en un gran lienzo. Y al igual que no hay dos hombre iguales, deduzco que no hay dos Dragones iguales. Poseen su propio código de honor y deben respetarlo. Y poseen poder, lo cual conlleva una terrible responsabilidad. Los habrá más o menos sabios, más o menos justos, más o menos impulsivos. No sé cómo era tu madre y tu palabra es la de un hijo que amaba y ama a su progenitora. Pero quizá quien sufrió el peso de su poder no la viera de igual modo. Por ello, no importa lo que yo piense o diga. Deberás formarte tu propia opinión, sin dejarte llevar por el recuerdo de tu madre o te sentirás defraudado. Nadie será nunca como lo que fue quien te dio vida y te cuidó y quiso. Ni te verán como ella te vio. Un pedazo suyo, carne de su carne, sangre de su sangre. A ella no le importó tu apariencia. Al resto de los humanos, sí. Y ser Dragones no les porporcionará una especial iluminación para ver el hombre que se esconde bajo esos cuernos y ojos rojos. Sabes lo que es el peligro. Lo has mamado, como mamé yo los cuentos de carretera y río. Si logras tu objetivo y llegas a hablar con un Sangre de Dragón, el peligro será inmenso.

Escucho atentamente las palabras de Riqueza Efímera mientras miro al cielo estrellado y pienso en todo lo que compone el mundo y que los sabios conocen mientras yo ignoro. Pienso en los Sangre de Dragón, en lo poco que sé de ellos. Luego miro el río, veo sus aguas fluir, su movimiento y el constante sonido ordenado que produce con el coro de piedras que lo habitan. Luego pienso en el espíritu del río y ya no sonrío. Finalmente respondo al Lord Carroñero:

 - "Tus palabras son muy sabias y es tonto de mi parte intentar clasificar a las personas, a pesar de que estas sean distintas al humano. Como los humanos son diferentes, los espíritus también lo son, los demonios también son distintos entre ellos y de seguro que los Dragones también. Todos compartimos rasgos en común con el resto de nuestra especie, pero son nuestras diferencias las que nos definen. No debo buscar a mi madre en otros de su tipo, pues solo decepción encontraré en la mayoría. Debo conocer y apreciar a las personas por como son, individualmente y sin prejuicios, solo de esa forma podré relacionarme con las personas sin velos que nublen mi pensar."

Miro a la orilla, veo la tierra y las plantas, veo lo que en ella hay y que es hora de que vaya a dormir fuera del sampan. Los humanos que sirven a Riqueza desean que no esté presente mientras duermen y pronto llegaremos a nuestro destino. Le miro a los ojos y le hablo:

 - "Me has advertido de ambos Sangre de Dragon, diciéndome que uno es impulsivo mientras que el otro es aun más de temer. Sé que me odiarán por ser quién soy y sé que intentarán acabar conmigo antes o después, pero no quiero seguir huyendo de mi destino. Si mi destino es morir pues mi sola existencia es una blasfemia terrible, que así sea. Si mi destino es demostrar que soy mejor que lo que se ve de mí, lo haré con gusto. Pero no significa que me entregaré a grandes poderes irreflexivos y determinantes, pues confío en tus palabras y si ellos te mienten, no me dejaré vencer sin luchar. No soy oponente para esos seres, pero puedo intentar huir y si mi destino es morir, solo me dejará conforme pues habré hecho todo lo posible para evitarlo sin éxito. Aun conociendo el riesgo, lo intentaré, pues sé que puedo ayudar a acabar con los Yomas y no descansaré hasta intentarlo y acabar con esos malditos entes. Los odio, como odio a todos los demonios y los acabaré, aun eso signifique un peligro terrible para mí. Ahora creo que debo irme, pues es de noche y no he de dormir sobre tu transporte. Seguiré el plan al pie de la letra y ya veremos como resulta."

Le sonrío como el chiquillos que soy mientras me pongo de pie, preparándome para saltar hasta la orilla. Será una noche de reflexión y los días que vienen serán largos y tediosos, a la espera de lo que podría ser el principio de mi nueva vida o el final de todas ellas.

Escucho atentamente las palabras de Riqueza Efímera mientras miro al cielo estrellado y pienso en todo lo que compone el mundo y que los sabios conocen mientras yo ignoro. Pienso en los Sangre de Dragón, en lo poco que sé de ellos:

"En realidad, yo no sé nada de mi madre. La vi y la oí. Viví con ella sin compartir afecto alguno. Sé que me amaba, pero desconfiaba de mí. ¿Como no han de odiarme los Sangre de Dragón si aun mi propia madre temía de mí? El aspecto puede más que muchas cosas y ella solo reconoció su amor y confianza cuando le demostré ser mejor que sus peores miedos, pero si no tengo la oportunidad de demostrar mis intenciones, jamás seré aceptado por nadie, pues aun Riqueza Efímera me acepta, pero no confía en mí. No lo culpo, sería imposible que lo hiciera, pero me gustaría que así fuese. Debo esforzarme por ello, es la única manera, eso y tiempo."

Luego miro el río, veo sus aguas fluir, su movimiento y el constante sonido ordenado que produce con el coro de piedras que lo habitan. Luego pienso en el espíritu del río y ya no sonrío:

"¿Pero como voy a poder acercarme a las personas si mi propia naturaleza es impía? Si tocase esas aguas, el espíritu del río despertaría para castigarme, pues mi aura y mi ser emanan energía demoníaca. Si un sacerdote me viese, si un monje o cualquier clase de exorcista me mirase, notaría de inmediato mi naturaleza maligna y lo peor, sus conjuros y guardas me afectarían, demostrando a todos que no soy más que un demonio que no se acepta a sí mismo. No importa, a pesar de eso, lo intentaré. Me cuidaré y estoy seguro de que con el tiempo, lograré obtener a alguien que confíe en mí."

Finalmente respondo al Lord Carroñero:

- "Tus palabras son muy sabias y es tonto de mi parte intentar clasificar a las personas, a pesar de que estas sean distintas al humano. Como los humanos son diferentes, los espíritus también lo son, los demonios también son distintos entre ellos y de seguro que los Dragones también. Todos compartimos rasgos en común con el resto de nuestra especie, pero son nuestras diferencias las que nos definen. No debo buscar a mi madre en otros de su tipo, pues solo decepción encontraré en la mayoría. Debo conocer y apreciar a las personas por como son, individualmente y sin prejuicios, solo de esa forma podré relacionarme con las personas sin velos que nublen mi pensar."

Miro a la orilla, veo la tierra y las plantas, veo lo que en ella hay y que es hora de que vaya a dormir fuera del sampan. Los humanos que sirven a Riqueza desean que no esté presente mientras duermen y pronto llegaremos a nuestro destino. Le miro a los ojos y le hablo:

- "Me has advertido de ambos Sangre de Dragon, diciéndome que uno es impulsivo mientras que el otro es aun más de temer. Sé que me odiarán por ser quién soy y sé que intentarán acabar conmigo antes o después, pero no quiero seguir huyendo de mi destino. Si mi destino es morir pues mi sola existencia es una blasfemia terrible, que así sea. Si mi destino es demostrar que soy mejor que lo que se ve de mí, lo haré con gusto. Pero no significa que me entregaré a grandes poderes irreflexivos y determinantes, pues confío en tus palabras y si ellos te mienten, no me dejaré vencer sin luchar. No soy oponente para esos seres, pero puedo intentar huir y si mi destino es morir, solo me dejará conforme pues habré hecho todo lo posible para evitarlo sin éxito. Aun conociendo el riesgo, lo intentaré, pues sé que puedo ayudar a acabar con los Yomas y no descansaré hasta intentarlo y acabar con esos malditos entes. Los odio, como odio a todos los demonios y los acabaré, aun eso signifique un peligro terrible para mí. Ahora creo que debo irme, pues es de noche y no he de dormir sobre tu transporte. Seguiré el plan al pie de la letra y ya veremos como resulta."

Le sonrío como el chiquillos que soy mientras me pongo de pie, preparándome para saltar hasta la orilla. Será una noche de reflexión y los días que vienen serán largos y tediosos, a la espera de lo que podría ser el principio de mi nueva vida o el final de todas ellas.

Tras volver con más té, Patán se quedó escuchando atentamente a Riqueza, sin interrumpirlo. «Sabias palabras, como siempre. Casi tanto como la Emperatriz Celeste...». Y una especie de sonrisa risueña se le cruzó en la cara.

Aprovechó una pausa en la conversación, para intervenir:

-Si queréis, os puedo relatar algunas historias de Dragones que conozco, aunque algunas ya no sé si son ciertas o no. Hace mucho de aquellos tiempos, y la verdad es que mi cuerpo ha sufrido algunas desgracias desde entonces... Creo que mi cabeza funciona más o menos igual de bien, gracias a Riqueza, pero algunas cosas las he olvidado con esos golpes y caídas. ¡Ay, cuando pienso en todos los gentilhombres cuyos nombres he olvidado, los escudos de armas, las canciones... todos perdidos para siempre!

-Ah, los marineros podrían acompañarnos también, si lo desean, y si no les incomoda demasiado la presencia de nuestro invitado, Tiwoka. Aunque después aún tendríais que abandonar el barco, ya sabéis, así que quizá no podrán ser muchas historias. Hum, a ver cuáles os podrían gustar más...

Tras unos instantes de reflexión, empezó a relatar la Gesta de Orión en un confuso resumen, ya que la historia completa podía durar mucho y si no se daba prisa no solo amanecería sino que volvería a ponerse el sol...

Me preparo para irme cuando llega Patán Sabio con un poco más de Té y con ánimo para contar una historia de los Sangre de Dragón. Rápidamente me siento a escuchar su relato, pues no hay nada más que pueda querer ahora que saber historias acerca de esos seres, proveniente de la propia sabiduría del Automatón.

Me mantengo escuchando el relato mientras sonrío e intento imaginar las escenas de lo que cuenta. Es bien poco lo que sé de los Dragones y esta clase de historias del pasado y de personajes famosos o heroicos me hacen sentir que los conozco un poco más y que quizás no carezca demasiado de lo que todo el mundo sabe de ellos.

Me alegro de las palabras de Patán Sabio al decir que quizás los humanos podrían compartir un momento conmigo, pues me gustaría tener alguno cerca sin intenciones de eliminarme, aunque dudo mucho que en realidad accedan a acercarse a mí y que estén cómodos en mi presencia. De hecho, dudo que no deseen matarme y echarme, aunque no puedan hacerlo por orden de su jefe. Ellos desconfían de mí y a la vez, eso me hace desconfiar de ellos en el terrible e inevitable circulo vicioso del prejuicio.

Escucho atentamente la historia y todo lo que tiene que contarnos, feliz y divertido, hasta el momento en el que deba retirarme a dormir fuera del barco.

Me preparo para irme cuando llega Patán Sabio con un poco más de Té y con ánimo para contar una historia de los Sangre de Dragón. Rápidamente me siento a escuchar su relato, pues no hay nada más que pueda querer ahora que saber historias acerca de esos seres, proveniente de la propia sabiduría del Automatón.

Me mantengo escuchando el relato mientras sonrío e intento imaginar las escenas de lo que cuenta. Es bien poco lo que sé de los Dragones y esta clase de historias del pasado y de personajes famosos o heroicos me hacen sentir que los conozco un poco más y que quizás no carezca demasiado de lo que todo el mundo sabe de ellos.

Me alegro de las palabras de Patán Sabio al decir que quizás los humanos podrían compartir un momento conmigo, pues me gustaría tener alguno cerca sin intenciones de eliminarme, aunque dudo mucho que en realidad accedan a acercarse a mí y que estén cómodos en mi presencia. De hecho, dudo que no deseen matarme y echarme, aunque no puedan hacerlo por orden de su jefe. Ellos desconfían de mí y a la vez, eso me hace desconfiar de ellos en el terrible e inevitable circulo vicioso del prejuicio:

"Los humanos me odian sin más razón que mi aspecto y mi aura. Bueno, tampoco es que sea poco, pero deberían ver más. De hecho, yo debo ser capaz de ver más. Si deseo rastrear a los demonios y darles caza, debo practicar esa capacidad que Svok me dijo que poseía hace mucho tiempo y que he puesto en práctica solo unas pocas veces, que es el don de sintonizar mis sentidos con las energías infernales y poder ver, escuchar, oír y sentir a los demonios y a toda la energía proveniente de su sucio plano. Debo practicarlo un poco para ser capaz de usarlo con más fluidez."

Escucho atentamente la historia y todo lo que tiene que contarnos, feliz y divertido, hasta el momento en el que deba retirarme a dormir fuera del barco. En medio del relato, siento el río de energía infernal que corre a través de mi cuerpo, inundando cada célula de mi ser. Lo alineo y controlo usando el poder mágico en mí, haciendo que se dirija a mis ojos, nariz y oídos. Que pase por mi piel y que recorra todo mi cuerpo, nutriendo la sensibilidad y concentrándose finalmente en mis sentidos, para así detectar cualquier energía similar fuera de mí. Una vez lo completo, agudizo mis oídos para escuchar con estos nuevos oídos, inhalo profundo para oler con esta nueva nariz y miro a todos lados a mi alrededor para ver con estos nuevos ojos.

AVANZADA LA NOCHE.

SE HA HECHO TARDE.

- El cuervo de Ojos Rojos se queda vigilando mientras su amo se retira a la orilla a descansar.

- Los marineros se retiran bajo cubierta.

- Riqueza Efimera va a su camarote.

- Patán Sabio se queda en cubierta, él no necesita dormir del todo, tan sólo descansar la mente ligeramente, en una especie de duermevela o meditación.

TRANSCURRE TODA LA NOCHE.

Sentado frente al nuevo vaso de Té que me trajo Patán Sabio, por primera vez utilizo mi poder de herencia de manera voluntaria. Svok me había enseñado como y una vez lo usé sin querer, pero esta es la primera vez que decido ponerlo en práctica. Cierro mis ojos y utilizo el poder mágico que tengo para guiar la energía infernal en mi interior, concentrarla en las zonas de mi cuerpo que reciben los estímulos del exterior, como es mi piel, mis ojos, mi nariz y mis oídos. El poder inundó mi cuerpo y activó mis sentidos infernales, dándome la percepción que los humanos y cualquier ser no ligado a la energía infernal siquiera puede imaginar.

La primera sensación extraña que siento proviene del oído, mi sentido más sensible. Siento suaves susurros que provienen de los movimientos de energía, donde a pesar de lo distinto de las percepciones, sé a ciencia cierta que todo es igual a como era antes de sumirme en esta capacidad no nueva pero sí inexplorada.

Luego el olfato hace que me llegue cierto olor extraño, es casi como que pudiese oler los sonidos y no distingo bien entre lo que pertenece a un sentido u otro pues todo comparte la misma étereidad e inmaterialidad. Siento olores extraños, que hablan entre ellos y, nuevamente, a pesar de todo sé que nada es extraño.

Mi piel siente calor y frío a la vez, mientras mis pelos se erizan y mi piel se pone con textura de piel de gallina. Siento presiones y movimientos, pero nada es extraño. Finalmente abro los ojos y veo extrañamente cálido todo a mi alrededor. Un color rojo inunda toda la visión, casi como si el color de mis ojos fuese un vidrio que se pusiera delante de mí, tapandome los tonos puros del mundo que me rodea. Ahora todo es un mundo carmesí que se mueve de manera extraña, como ondeante, donde las lineas rectas son curvas y los circulos se ven especialmente cuadrados. Geometrias imposibles que Svok me había dicho provienen de Malfeas.

En ese momento de recuerdo entiendo todo a mi alrededor. No es el mundo el que es de ese color ni son las formas, sonidos y olores que me rodean los que percibo, sino el propio mal en mi interior, a través del cual estoy sintiendo. Este poder se basa en ver a través de la maldad infernal propia de mí, dejando que el demonio que en parte soy reconozca a los suyos. Por más que veo el rostro de Patán Sabio moviéndose de un color rojo, en ondas extrañas, no significa que él sea así, sino que es así como la energía infernal lo percibe.

Miro todo a mi alrededor con esta nueva percepción. El sampan, las personas, las plantas. Todo se ve extraño e irreal, pero sé que son normales. No hay rastro alguno de una energía similar, no hay demonios en mi exterior que mi interior sea capaz de detectar. Miro las agua del río y veo un color que no puede significar otra cosa que la carencia absoluta de energía infernal en él. Ese es un signo innegable de la pureza espiritual de sus aguas.

"Esto es impresionante. Jamás pensé que mi herencia infernal me otorgaría cosas tan fascinantes como es percibir el mundo de otra manera. Es hermoso, aunque perturbante. Nunca habría imaginado algo así. Me gusta, pero sé que no es bueno para mi alma. Sé que esta habilidad es muy importante en la cruzada que quiero comenzar y que no terminaré hasta el día de mi muerte, pero he de ser medido y moderado con esto o terminaré hundiéndome en las sombras y no debo correr ese riesgo mientras no esté seguro de tener el temple necesario para decirle no a la oscuridad."

Calmo mis sentidos, volviéndolos a la normalidad, pues a pesar de lo atractivo y hechizante de esas percepciones, temo caer en la cercanía del mal y de todo lo que aquello significa. Temo no ser capaz de ordenarle a mi espíritu que se mantenga alejado del demonio que hay en mí y decirle que se acerque al humano que cohabita con él.

Al terminar la historia de Patán Sabio, me despido cordialmente de todos los presentes, agradeciendo por la velada y por los alimentos, me pongo de pie y de un largo salto llego a la orilla del río después de que el sampan se acerca a esta. Me escondo entre la vegetación nuevamente y hago que Garra Ósea cuide el perímetro por mí. Me acomodo a descansar, asustado y emocionado a partes iguales, sin saber qué será de mi destino próximo.

- "Dos jornadas más y arribaremos a Pueblo de Mu, tal vez al ocaso del día quince..." -

Los dos marineros lo disponen todo para zarpar un día más.

- "Hermano, dudo que el dios Hu nos siga bendiciendo con buen tiempo y vientos favorables mientras llevemos a un demonio a bordo. Sin duda el Cielo nos castigará y esta embarcación volcará y moriremos todos ahogados." -

Susurra el hermano menor a su hermano mayor.

- "¡Buenos días a todos! ¡Zarpamos ya! ¿Has pasado buena noche Patán? ¿Dónde está Ojos Rojos?

¡Ojos Rojos, nos vamos!" -

-¡Buenos días, Riqueza! Ha sido una noche muy tranquila. Puede que hasta los malos espíritus teman a Tiwaka y no se nos acerquen.

La noche aun está presente en esta parte del mundo, cuando escucho un ruido bajo el árbol en el que duermo. Pregunto mentalmente a Garra Ósea si ha visto a alguien, pero no escucho respuesta alguna. Miro hacia abajo, temiendo lo peor para mi compañero y veo a un hombre solitario caminando justo abajo mío. De una manera muy calmada, el hombre vestido con una hermosa armadura negra con verde levanta su rostro para mirarme a los ojos, momento en que lleno de horror le reconozco. Es mi padre quién me ha encontrado.

Intento huir de un salto, pero mi cuerpo está completamente paralizado. Él me dice que baje y sin desearlo, mi cuerpo ya está a su lado. Es alto y delgado, pero sumamente imponente. Es muy atractivo y tiene una seguridad imposible de igualar. Me recorre de pies a cabeza con la mirada y luego habla con ese clásico susurro con el que sus palabras se dejan oír por el aire, una voz hermosa y seductora pero a la vez terrible y poderosa, capaz de hacer salir los peores sentimientos y poniéndolos a su servicio, como miles de agujas clavándose en mi corazón:

 - "Mi pequeño muchacho. Aquí estamos otra vez, frente a frente. ¿Has disfrutado tu vida como aberración natural o ya estás listo para seguirme hacía tu destino? Muchos placeres y poderes te esperan de mi mano, nada que puedas imaginar entre esta... inmundicia."

Sus palabras terminan mientras mira con patente desprecio La Creación a su alrededor. Yo no puedo hablar, me paraliza el miedo y un extraño poder sobrenatural que sin duda emana de él. Con un gran esfuerzo niego con la cabeza, indicándole que no iré con él, sentimiento que se demuestra en el claro odio que mis ojos llorosos de impotencia expresan.

Ligier sonríe y luego continua su monologo ante mi negación, mientras se pasea a mi alrededor:

 - "Tu uso de las energías infernales te delató. Si bien no tengo tu posición para poder venir a encontrarte, nada me costó entrar en tus sueños, pues esto es un sueño. Pero no me imaginas, soy realmente yo quien te habla. Veo que no quieres ir conmigo por más que te ofrezco cosas que tus hermanos jamás han tenido, porque he tenido más hijos con mortales, unos pocos, pero nunca con la Sangre de los Dragones Elementales corriendo por tus venas. En Malfeas hay mucho esperando tu potencial para explotarlo y despertar esa gran energía en ti. Pocos han tenido un potencial como el tuyo y aun quienes lo han tenido, no han tenido el espíritu y los medios para extraerlo, pues es un camino difícil, largo y arduo. Se dice que tu herencia luchará contra el poder del Dragón, pero se puede crecer y yo tengo los medios para darte las formas de ser el mortal más poderoso en La Creación. Ni la Emperatriz podrá contra ti cuando terminé con tu entrenamiento. Te mostraré un poco de tu destino, tomalo como un adelanto de lo que puedes tener."

Rápidamente y de manera tormentosa, el mundo da vueltas a mi alrededor hasta el momento en que se detiene en el Malfeas, donde me veo a mí mismo en medio de tres demonios del Primer Círculo. Ellos se lanzan a atacar a la figura que veo idéntica a mí. Con un velocidad que apenas logro ver, ataca y esquiva a los enemigos, rajando a uno con sus garras de hueso, lanzando fuego al segundo y esquivando al último con un salto por encima de su hombro. No parece haber sudado ni una gota mientras dos de los demonios parecen heridos de gravedad. Un segundo asalto lo comienza mi doble, quien se pone a la espalda de uno y lo atraviesa con su garra, dispara fuego al que esta indemne y con ambas garras destroza al último, dejando solo un quemado demonio en el suelo, mientras se acerca a él y lo remata con su propia lanza.

Mi padre aparece detrás, aplaudiendo y enseñándome como lanzar más fuego y con más fuerza. En poco me interesa ese poder cuando veo que Ligier trata a mi doble con cariño. Casi parece amor por la forma en que le habla y lo acaricia en el cabello como lo hacía mi madre conmigo. Aparto la mirada pues sé que eso es mentira, una sucia mentira demoniaca en la que explota lo único que en verdad desearía de mi padre, pero que sé que jamás me lo dará pues para él no soy más que una herramienta para cumplir sus planes de odio y ambición.

El paisaje a mi alrededor cambia. Ahora estoy en la parte más alta del Malfeas, fuera del trono del Sol Verde, donde mi padre se sienta. Mi doble ahora viene llegando de vuelta de un viaje a no sé donde. Saca de una bolsa las cabezas de varios hombres y las deja para mi padre, quien sonríe. Luego camina hacía él y todos los demonios que están alrededor se arrodillan al paso del que sería yo. Veo como me respetan y me temen. Es agradable pensar en que quizás el mundo podría respetarme sin importar mi aspecto, pero luego veo que nuevamente es un truco.

Un tercer panorama aparece frente a mí. Entreno con demonios poderosos del Segundo Círculo, a los que elimino con pavorosa rapidez. Así los combates se suceden uno tras otro en lo que parecen ser horas de entrenamiento. Me canso de mirar pero mi doble no se cansa de luchar, pues su resistencia y su poder están fuera de mi entendimiento. Finalmente aparece Ligier y detiene el combate con un gesto. Se acerca a mi doble y le da un beso en la frente antes de hablarle. Le dice que es la hora, que mi doble debe ir a La Creación, a la Isla Bendita y reclamar el trono que es mío por derecho, pues estoy más cerca del poder inmortal que un simple Sangre de Dragón. Que debo imponer el poder demoníaco y que toda la furia de Malfeas se volcará contra quienes se me opongan.

Luego el mundo gira rápidamente, pero luego se ralentiza, para mostrarme las imágenes giratorias en las que ingreso a la Isla y comienzo a acabar con los guardianes mientras un ejercito incontable de demonios me secunda. Mis tropas atacan a todos los Sangre de Dragón, mientras yo camino directamente al Palacio. Las imágenes continúan relatando mi camino, hasta el momento en el que mato a los guardianes del Salón del Trono, donde la Emperatriz, su hija y sus guerreros más fieles me esperan. La mujer le habla a mi imagen, pero no escucho sonido alguno que pueda distinguir de entre el ensordecedor ruido que hace el vórtice de imágenes en el que estoy.

El sol ya aparece en el horizonte cuando me veo a mí mismo sentado. La habitación a mi alrededor es de color Escarlata, con enormes cortinas que recorren todo el salón en sentido horizontal. Enormes estatuas de Dragones decoran por ambos lados la especie de altar donde reposa el trono en el que estoy sentado, que es un Trono en forma de Dragón. A mis pies están los cadáveres de la Emperatriz Escarlata y todos quienes prefirieron seguirla a la muerte que doblegarse ante mí. Me pongo de pie y salgo al balcón, donde veo toda la ciudad devastada por las hordas infernales mientras todos los demonios y los humanos sobrevivientes se arrodillan ante mi presencia.

El remolino se detiene y veo a Ligier frente a mí, de nuevo en medio de la vegetación aledaña al Río Hu. Comienza a irse lentamente mientras ríe. De pronto, siento que mis fuerzas y el control de mi cuerpo vuelve a mí, momento en el que le grito, respondiendole acerca de mis deseos:

 - "¡Lo único que deseo es no volver a verte jamás!"

Me responde sin detenerse ni girar su rostro hacía mí y su voz resuena por todo el valle:

 - "Lo siento mucho, mi muchacho, pero ese deseo no puedo cumplirlo."

Su risa me llena los oídos, suavemente en una primera instancia, pero aumentando hasta el punto de causarme dolor, momento en que despierto de mi sueño. Aun estoy sobre el árbol, pero escucho el grito de Riqueza Efímera, avisándome que partiremos, por lo que me bajo de las alturas de un salto y corro hacía el sampan sin pensar en lo vivido.

Las hierbas de la orilla rugen con su suave siseo mientras mis pies las rozan en la carrera que emprendo desde mi lugar de descanso hasta el sampan de Riqueza Efímera. Cuando salgo a la playa y veo la embarcación en ella, salto hacía ella la gran distancia, hasta caer en cubierta como ya cada mañana lo hago. Mis movimientos no son tan ágiles como parecen, pues se nota que a pesar de tener esa capacidad, en realidad no soy tan hábil. Solo soy un muchacho después de todo.

Al caer, me pongo de pie rápidamente y saludo a los presentes:

 - "Muy buenos días a todos. Espero no haberlos retrasado."

Sonrío amablemente a todos los presentes, aun sabiendo que no soy aceptado por todos quienes viajan en el vehículo. A pesar de eso, me muestro respetuoso y afable con ellos, pues entiendo que una hostilidad de mi parte no haría más que ratificar sus desconfianzas hacía mí, demostrándoles que además de todo, soy violento e insidioso, cuando esa no es la verdad.

De un salto me pongo sobre el pequeño tejado y ahí cierro los ojos para escuchar el río a nuestro alrededor. Mi preternatural sentido puede ser aun más útil que una aguda vista, lo que estoy seguro es de ayuda para un viaje sin inconvenientes.

- "Descansa un poco, Patán Sabio. Te he dejado un frasquito de aceite refinado en mi camarote.

¡Ah, Ojos Rojos, ya estás aquí! El té está listo, acompañado por un bol de arroz humeante." -