Partida Rol por web

Era... muy feo. Y es verdad que daba miedo. Pero a veces la gente era fea y daba miedo y no era mala. Además, Doru (¿no era así como se llamaba el hijo de Danovih) había muerto, y volver de estar muerto seguro que hacía mucho daño.

Quizás por eso gritaba.

Pero también podía ser como esa gente mala que había intentado comerse a Parriwimple y a sus amigos. El gigantón, casi renuentemente, sacó su garrote.

- No querer hacer daño hijo Danovich. Pero pegar si este atacar Parriwimple o sus amigos.
 

Ivalic vio como sus amigos adoptaban una actitud prudente ante el hijo de el padre Danovich, o lo que fuera aquello, pero que todos se preparaban para un posible ataque de la criatura. Respaldado por Herr Urik y por Parriwimple y con la Señora Helene también preparada ante cualquier inconveniente, el niño sacó su tirachinas y una de sus canicas por si debía ayudar a defender al grupo.

El monstruo llegó hasta la puerta, ignorando la presencia de su padre en el pasillo o quizás interponiéndose para protegerlo. Nada pudo evitar eso. Ni siquiera la fé de una Helene en unos dioses que apartaban la mirada, horrorizados, de aquel terrible rincón de las blasfemias. Doru tiró de la puerta con una fuerza colosal, tratando de arrancarla del sitio. Los goznes resistieron, pero la puerta hacía un ruido muy feo, quejándose, y dando a entender que no aguantaría mucho más. Si perdían la puerta, podían ir olvidándose del plan para parapetar a la gente en la iglesia.

Protegeré a mi hijo. Tú eres madre, Helene. Cuando pierdas a Vjelkus me entenderás mejor.

El párroco pronunció unas palabras mágicas. No fueron dirigidas al bastión inexpugnable que suponía Urik. Doru podría abrir su armadura como si se tratase de papel. Tampoco a Helene y sus expulsiones. Doru era la creación perfecta, y no se arrugaría ante una sacerdotisa menor. No. De entre todos, su objetivo fue Parriwimple y su devastador garrote. Las palabras entraron en la mente del samaritano grandullón, comunicándole un miedo irrefrenable que le diese ganas de huir.

Para ser sinceros, Parriwimple intentó defenderse. Pero no era la persona con la voluntad más férrea del mundo. Su torpeza mental, los constantes abusos a los que su tio le había sometido desde su más tierna infancia, su propia carencia de fe en su persona y capacidades, lo hacían un blanco fácil de magias como aquellas.

No quería abandonar a sus amigos. Se sentiría falta cuando recuperase su ser. Pero por ahora, mientras aferraba su palo como un bote salvavidas (aquel palo que le había regalado antes de marcharse aquel cuyas manos eran Dios) Parriwimple huye.

Corro hacia la puerta y la abro, dejando salir a la criatura para evitar que acabe arrancándola.

Me vuelvo hacia el Padre Danovich:

- "¡Esta criatura que habéis creado no es vuestro hijo! ¡Ni siquiera sabe abrir una puerta sin tratar de arrancarla de sus goznes!" -

No tenía muy claro que iban a hacer los adultos al respecto del supuesto hijo del padre Danovich, parecía que ninguno tenía la intención de atacarle, aunque estaba claro que no les gustaba. Aquel engendro daba miedo con sus gritos y su aspecto feroz, cuando se puso a intentar arrancar la puerta Ivalic se estremeció, por fortuna los dos adultos y Parriwimple le impedían el paso.

-¿Pa...? ¿Parriwimple? ¡Donde vas!

Su amigo salió corriendo de repente. Junto a él habían visto casi de todo, pero parecía que Doru, o lo que fuera, era demasiado para él.

-Parriwimple se ha ido. -Dijo a los adultos algo sorprendido, aunque resultaba obvio para todos, pero los niños tenían la necesidad de recalcar ciertas cosas como si nadie más lo hubiera notado.- ¿Y que vamos a hacer ahora? ¿No puedes decirle que no haga eso? Me está asustando.

Ivalic tras la marcha de Parriwimple había retrocedido un paso y estaba preparado para echar a correr si aquella cosa salía de la iglesia. Que Herr Urik le abriera la puerta no le pareció la mejor de las ideas, pero era un paladín experimentado y seguro que tenía sus razones para hacerlo.

Helene vio lo que Urik hacía y por primera vez en mucho tiempo asintió hacia él dado que hacía lo correcto. Mejor dejar paso franco a aquella criatura que arriesgarse a destrozar lo que podía ser la única salvación del pueblo. Y entonces llegó la críptica y terrible frase de Danovich, haciendo uso de su maternidad como arma. Y vio cómo sus siguientes palabras eran dirigidas al alma más buena de aquel grupo.

No podía permitirlo y tomando del antebrazo a Parriwimple, trató de protegerlo contra la magia de Danovich.

Parriwimple había estado a punto de huir pero, al sentir la mano de Helene, un vigor y un profundo valor lo llenaron, evitando el miedo que por unos instantes le había atenazado.

Oye, mira, Urik... Acepto las críticas sobre mis actos horribles. Era consciente de la linea que cruzaba, y lo hice de todos modos. Lo que no te voy a permitir de ninguna manera es que limites a mi hijo con tu negatividad. Si quiere arrancar la puerta, puede hacerlo. Si quiere arrancarte la cabeza, puede hacerlo. Es mi hijo, y puede hacer todo lo que se proponga. Y yo estaré allí para apoyarle. Porque eso es lo que hacemos los padres.

Viendo que el monstruo no era capaz de arrancar la puerta, y más con la interposición de Urik, el monstruo se olvidó de hacerse con un objeto grande con el que golpear a sus enemigos y dejó la puerta en su sitio, encarándose con el Caballero del Cuervo y rugiendo otra vez.

¡¡¡GROOOOAAAAAARRRR!!!

Danovich lanzó un nuevo conjuro, esta vez a Urik, que empezó a notar cómo sus músculos se paralizaban con otra forma de miedo. El parróco Danovich parecía un conjurador experto en esa temática.

- "Mi propósito es más puro que el vuestro, Padre Danovich. También es más firme." - Repongo ante las palabras del párroco caído y su vil intento de amedrentarme con medios mágicos.

Me encaro al hijo reconstruido:

- "¿Qué pasa bestia rugiente? ¿Eso es todo lo que sabes hacer, rugir? Ahí fuera en el bosque hay unos malditos hombres lobo élficos que amenazan a todo el pueblo, tu padre incluido, y a los que podrías ir a arrancar la cabeza en lugar de molestar a unos aventureros bienintencionados como nosotros, oye tú." -

La mano de la Señora Helene pudo detener y tranquilizar a su amigo Parriwimple antes de que se alejara demasiado y eso tranquilizó a Ivalic.
Por otro lado el padre Danovich defendía a aquel monstruo con uñas y dientes.

Pues va a ser verdad que es su hijo. Que suerte tiene Doru... su padre le deja hacer lo que le de la gana y no le riñe siquiera. Si yo me comportara así mi madre ya me habría castigado.

Inconscientemente miró a su amigo Vjelkus y a su madre, la Señora Helene. También era buena madre, como la suya, pero nunca les dejaba hacer nada y si algo de lo que hacían no le gustaba les reñía y les daba un capón. Quizás es que los padres eran distintos, no lo podía saber porque el suyo llevaba años desaparecido y apenas lo recordaba, seguramente seguía perdido en el bosque y no había tenido la suerte que ellos de haber encontrado siempre el camino de regreso, pero por eso Ivalic le seguiría buscando, para poder tener un padre que le dejara hacer lo que quisiera como Doru.

No me extraña que Vjelkus se haya venido tan lejos a buscar a su padre, yo también lo habría hecho. Además no nos hubiéramos conocido si se hubiera quedado en casa.

Pero a pesar de todo, el grupo seguía teniendo un problema con el hijo del Padre Danovich, parecía muy peligroso y violento, aunque quizás solo estaba enfadado pensando que le iban a hacer daño a su padre. Ivalic intentó tranquilizarlo mientras los adultos llegaban a un acuerdo.

-¡Eh, Doru! No te preocupes, la Señora Helene y Herr Urik son buenas personas y no le harán daño a tu padre, ni tampoco a ti. Pero para eso tienes que portarte bien. ¿Vale? Y si quieres puedes ayudar a tu padre a reforzar la iglesia para que la gente pueda esconderse de los elfos lobos, esos si que son malos, Herr Urik tiene razón.

-No Danovich, te confundes. Estamos para apoyarles pero también para educarles, para hacerles saber que la libertad es responsabilidad, que existen límites, que su libertad termina donde empieza la de los demás. Consentirles que hagan lo que quieran no es amor, es dejadez y falta de compromiso. Necesitan saber qué está bien y qué está mal -sabía que posiblemente perdiera el tiempo, que aquella discusión era un absurdo. Entendía a Danovich, su corazón herido. De algún modo era como el carpintero, incapaz de comprender que Maligno, su hijo de madera era un monstruo malvado. Pero aquí, a diferencia, Doru tan solo parecía un niño encerrado en un cuerpo adulto y de gran fuerza, una mente incapaz de procesar por ser demasiado joven y no tener referentes. Doru tenía un padre, pero no una madre y quizá fuera hora de poner solución a ello.

Tragó saliva y miró un instante a su hijo. Revolvió su cabello y le besó en la cabeza.

-No te asustes, ¿eh? -le dijo al tiempo que daba un paso la frente, para situarse ante Doru-. Hola Doru, soy Helene -dijo sonriendo, dejando que su maternidad, su instinto protector se impusiera incluso frente al de su propia supervivencia-. No deberías romper esa puerta. Ni hacer daño al señor Urik. Deberías tranquilizarte y quizás jugar un poco. ¿Quieres cantar conmigo? Sé una canción que igual te guste. Sirve para que los niños se duerman. Escucha, te la cantaré -dijo para, tras carraspear un poco, modular una vieja nana.

Arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo, de mi corazón.
Este niño lindo ya quiere dormir; háganle la cuna de rosa y jazmín.
Háganle la cama en el toronjil, y en la cabecera, pónganle un jazmín, que con su fragancia, me lo haga dormir.
Arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo, de mi corazón.
Esta leche linda, que le traigo aquí, es para este niño, que se va a dormir.
Arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo, de mi corazón.
Este lindo niño, se quiere dormir… cierra los ojitos, y los vuelve a abrir.
Arrorró mi niño, arrorró mi sol, duérmase pedazo, de mi corazón.

La personalidad de Doru, y su gesto salvaje cambió por completo. Se serenó, quizás mecido por la nana de Helene... quizás dejó de interpretar un papel.

Hola, Helene. Ya conozco esa canción. Conozco todas las canciones. Porque yo soy el Guardián de los Secretos y los Rumores, y cualquier pensamiento verbalizado por el Hombre, llegó a mis oídos primero.

Con gran fuerza, el muerto viviente abre sus fauces y arremete contra Urik, que logra mantenerle alejado con el escudo. Entonces irrumpió Parriwimple, tratando de proteger a su amigo...

¡Danovich!-exclamó el monstruo, al verse atacado-¡Necesito niebla! ¡Ahora!

Por detrás de él, en el pasillo de la iglesia, Danovich asintió. Sus manos empezaron a conjurar y sus labios a pronunciar el embrujo. La niebla se alzaría en cuestión de segundos.

Si era cierto lo que decía, que lo sabía todo si había sido verbalizado, Doru o quien fuera, podía ser un increíble aliado, alguien que podía ayudarles, que podía darle datos de su marido.

-¡Basta! ¡Deteneos! No peleéis, por favor -la voz de Helene se rompió, derrotada, y su cuerpo, sin fuerzas, quedó laxo hasta que la clérigo quedó de rodillas en el suelo-. Basta. Basta de muertes, de heridas, de dolor. ¿No sufrimos bastante para añadir más por nuestra cuenta? ¿Es tan difícil dialogar, ser amigos, compañeros de viaje, simples hombres que conviven?

- "¡Atrás, impía criatura! ¡Por los Poderes Benignos, yo te exhorto, atrás te digo!" -

Golpeo a la criatura con la espada de Frau Ashlyn al tiempo que invoco a los Poderes Benignos para Castigar al Mal.

A Ivalic comenzaban a pesarle los párpados y no pudo evitar que se le escapara un gran bostezo mientras la Señora Helene cantaba, de repente estaba cansado y tenía ganas de dormir.
Entonces el cambio radical de Doru hizo que el niño abriera mucho los ojos sin saber que estaba pasando. Ahora hablaba sereno y se le entendía todo. En cualquier caso todo volvió a suceder muy rápido y Doru y Herr Urik se enzarzaron en una lucha. Ivalic tenía el tirachinas preparado pero no sabía muy bien que hacer.

Está claro que si Herr Urik lo ataca es porque tiene un buen motivo. ¿Tendrá Doru algún demonio o espíritu maligno dentro?

Eran muchas las posibilidades y como solía suceder no había tiempo a formular las preguntas, al menos no todas las que surgían de la entrenada imaginación de Ivalic. Tan solo fue capaz de hacer una.

-¿Que pasa? ¿Que hacemos Señora Helene?

La mujer parecía dispuesta a ayudar a Doru, incluso intentaba parar, sin resultado, la pelea. Pero no tenía los poderes de paladín de Herr Urik y quizás ella tampoco veía el peligro del que el Caballero del Cuervo quería librarlos. En cualquier caso el niño no sabía que hacer.

Las palabras de Doru, por un instante, alegraron a Parriwimple. No iba a ser necesario combatir. Todo podría resolverse. El gigantón empezó a sonreír.... en una sonrisa que se esfumó cuando a pesar de las palabras Doru atacó con saña a Ser Urik.

Y Parriwiple dejó de escuchar. Había atacado a uno de sus amigos para matarlo. Ninguno le había atacado antes. De hecho, había sido evidente que no querían combatir. Pero si atacaba a sus amigos, porque sí, era malo. Y el gigantón estaba cansado de gente mala. Parriwimple le dio dos golpes terribles y luego le habló con severidad.

- Si seguir, matar otra vez. No querer. Pero no dejar dañar amigos Parriwimple.

La espada de Ashlyn rebotó en la dura piel del monstruo, los golpes de garrote de Parriwimple no eran demasiado efectivos teniendo en cuenta la devastadora fuerza que imprimía. Y finalmente, las nieblas del conjuro de Danovich se alzaron.

A pesar de su resistencia, Doru no las tenía todas consigo para vencer. Agarró al párroco y trató de arroyar a Urik, pasarle por encima y abrirse paso entre la niebla que rodeaba la iglesia. No lo consiguió. Urik se mostró firme, y no cedió. A pesar de ser menos fuerte que el monstruo, su fé le ayudaba a no flaquear. Tozudez, que lo llamaría Helene.

Doru trató de salir de nuevo de la iglesia. Urik de nuevo resistió el envite.

¡Aparta! Está bien... hagamos un trato. Un secreto a cambio de que me dejéis huir con Danovich. Os ofrezco la solución a un enigma: el paradero del último Uthurlan, el descendiente del arquitecto que construyó el castillo de la familia Von Zarovich, lo que Jeref Maurgen, esposo de Helene, vino a buscar aquí.

- Si no atacar amigos Parriwimple, ni hacer daño gente de pueblo, Parriwimple de acuerdo- dijo el gigantón, crédulo, sin aprovechar la posibilidad de golpear nuevamente a Doru- Contar y dejar pasar Doru y Danovich. Parriwimple no importar Doru feo, o Doru muerto. Pero importar atacar amigos y resto gente.