Partida Rol por web

Ivalic sonrió satisfecho ante las felicitaciones de Herr Urik, para el niño era muy importante su aprobación y le gustaba que le dijera aquellas cosas. Seguro que si seguía acompañando al grupo tendría historias suficientes para escribir un gran libro, quizás varios.

-Gracias Herr Urik, hablaré de usted en mis aventuras y de como siempre lucha contra el mal y hace lo correcto. Aunque de momento solo tomo apuntes, no me da tiempo a escribir con tantas idas y venidas.

El niño atendió a las últimas palabras de Doru antes de desaparecer junto al padre Danovich para saber donde podían localizar al último descendiente de Uthurlan. Habían pasado cerca alguna vez, pero no se habían internado en el bosque como indicaba la última instrucción. No parecía muy difícil el localizarlo, aunque aquello debía ser más adelante ahora había cosas que hacer.
El niño iba a pedir a gritos que le dejaran a él tocar las campanas, pero se desilusionó cuando la Señora Helene lo mandó junto a Vjelkus en busca de Viktor. Su cara volvió a mostrar una sonrisa de ilusión cuando la recompensa tras ese pequeño recado sería tocar las campanas.

-¡Vamos Vjelkus! ¡Vamos a buscar a Viktor rápido! ¡Después tocaremos las campanas! ¡A que mola! ¡Vamos, vamos!

¡De eso nada, Ivalic! Como tenemos a Parriwimple, nos vamos a ahorrar una caminata. ¡Ánimo, Parriwimple! ¡Repara el agujero!

Herr Urik se acercó al agujero creado por Doru al saltar desde el sótano. Asomado, vió cómo la luz que se colaba por las ventanas descendía por el hueco perfilando hileras de recias vigas.

Cric...

Los no tan recios tablones del suelo crujieron y protestaron por el peso de la armadura de Urik. Protestaron hasta partirse bajo sus botas. Urik cayó desde el equivalente a dos plantas. Aterrizó sobre la tierra del sótano levantando una polvareda.

¡Señor Urik!

Helene entró en el campanario y abrió la trampilla. unas escaleras pegadas a la pared descendieron hasta el nivel del sótano. Urik estaba magullado, y con una ligera cojera, pero el golpe no fue tan terrible como podría haber llegado a ser.

Por culpa de la curiosidad de Urik, el agujero se había agrandado un poco más, pero Parriwimple podría arreglarlo. Tan solo le bastaba una de las puertas de las habitaciones y los clavos y el martillo que llevaba en su polivalente mochila.

...

El trabajo posterior dió algunos frutos. Parriwimple había clavado una de las puertas de las habitaciones al suelo, tapando el agujero por completo. Las habitaciones, que por cierto, consistían en dos dormitorios (el de Danovich y el de su hijo, cuando éste estaba vivo), una despensa con comida y agua, y el de la torre del campanario, que disponía de una escalera de mano para llegar hasta arrriba y realizar el mantenimiento y limpieza de la campana.

En cuanto al registro... lo único interesante eran 3 pociones de curar heridas moderadas, 2 campanillas de plata (dándoselas a Paolo el herrero podría fundir la plata de las dos campanillas y hacer 1 arma de plata ligera o 50 proyectiles de plata) y... el diario de Danovich. Irina Kolyana ya lo tuvo en su posesión una vez, lo leyó y después lo devolvió a su legítimo propietario sin compartir con el resto los secretos que en él están escritos.

TOLÓN... TOLÓN... TOLÓN...

¡Mira, mamá...! ¡Estoy tocando la campana!-exclamó Vjelkus, colgándose de la cuerda.

Pronto vendría la gente. Mientras tanto, daba tiempo a leer unas cuantas páginas del diario de Danovich, saltándose un poco a la torera su intimidad.

- "¡Ay! ¡Uf, uff!" - Me levanto magullado y dolorido y me sacudo el polvo de mi capa chula y guay al tiempo que recupero la antorcha.

Inspecciono el sótano, tratando de discernir si tiene más entradas y salidas, y de calcular cuántos se podrían refugiar aquí.

- "Tal vez este lugar podría servir de refugio, aunque me preocupa que los necrarios fueran capaces de excavar un túnel hasta aquí y atacar a los aldeanos." -

Al final no hizo falta buscar a Viktor pues Parriwimple se haría cargo de las reparaciones.

-Seguro que puedes hacerlo Parriwimple, tu eres capaz de hacer muchas más cosas de las que piensas. Y si necesitas ayuda Vjelkus y yo podemos echarte una mano en cuanto bajemos del campanario.

Y es que el niño estaba deseando subir y comenzar a tocar las campanas, siempre había querido hacerlo y por fin se le presentaba una oportunidad que no pensaba desaprovechar. Pero por otro lado tenía también una gran curiosidad por saber lo que había debajo de la iglesia así que fue detrás de Herr Urik que se disponía a curiosear. Por fortuna la conversación con Parriwimple lo entretuvo lo suficiente para no estar junto al paladín cuando el peso del suelo cedió y este fue tragado por la tierra. Se acercó con precaución y asomó la cabeza.

-¿Herr Urik? ¿Está usted bien?

Parecía que la armadura lo había protegido del golpe y no le había pasado nada, además el valiente paladín no se preocupaba por si mismo, si no que pensaba en los demás.

-Si quiere puedo ayudarle a buscar ahí abajo, en cuanto toque las campanas bajaré y le iluminaré con la antorcha para que pueda buscar algún túnel.

No perdió más tiempo y salió corriendo escaleras arriba en dirección al campanario. Se había entretenido con toda aquella historia y Vjelkus le había tomado delantera. Mientras saltaba los últimos escalones escuchó los primeros repiqueteos de campanas.

-¡Eh! ¡Yo también quiero! ¡Yo también quiero!

Sin pensarlo cogió la cuerda y comenzó a colgarse él también mientras hacían tocar la campana una y otra vez.

-¡Jajajajaja! ¡Que divertido! ¡Venga más fuerte! ¡Nos tiene que escuchar todo el pueblo!

Parriwimple se puso a trabajar, tras una ligera sonrisa mirando a Ivalic y su evidente alegría por hacer repicar las campanas. Eso era importante, y en otro momento le hubiera acompañado, pero... Trabajar de carpintero no se le daba mal, después de todo. Y era más importante que la iglesia pudiera defender a la gente del pueblo contra el posible ataque de los lupinos.

Con obtusa paciencia, y un punto de tozudez, Parriwimple repasa sin mostrar interés alguno por el libro o los objetos encontrados, la iglesia, tratando de convertir la misma en un fortín... en la medida del escaso tiempo y sus escasas capacidades, y lo escaso del material disponible.

Pero, ¡ey!, él lo intenta. E incluso se acuerda de no poner tablones en la puerta, para que la gente del pueblo pueda entrar.

- "Bueno, me he dado una buena torta, la verdad sea dicha... Eso, ayudadme a buscar túneles, debemos de averiguar si este lugar puede servir de refugio, aunque sea sólo por esta noche." -

Vjelkus soltó la cuerda, y dejó la campana toda para Ivalic... durante escasos cinco segundos de tañido.

¡Venga, ahora los dos a la vez!-y se colgó de la cuerda junto a su amigo-Jajajaja...

Urik se centró en el sótano. La tierra bajo los bloques de piedra de las paredes de la iglesia se había compactado por el peso a lo largo de cientos de años. Era complicado cavar por ahí. Sería más factible que los necrófagos entrasen por el suelo, pero para cavar tendrían que tener el discernimiento de cavar hacia abajo y luego hacia arriba, con una intencionalidad que lo hacía improbable, aunque no imposible. Eso sí... si ocurría se convertiría en una trampa mortal: la única salida eran las escaleras que llevaban a la habitación de la torre del campanario.

En total... quizás ochenta personas podrían caber en el sótano, de pie. Pero una cosa era esa, y otra muy distinta ocupar la iglesia toda una noche. La gente necesitaría dormir, tumbarse a lo largo de las horas, y eso ocupaba más espacio y hacía que menos personas cupiesen. En cualquier caso sería claustrofóbico y angustioso, una experiencia similar a compartir féretro.

¡Señor Urik! ¡Ya ha llegado toda la gente! Están frente a la iglesia, esperando a que alguien les diga algo-con capa chupiguay incluída.

Arik también estaba entre la muchedumbre, pero se mantenía en un segundo plano, aún abochornado por la manera en la que había huído.

- "Las paredes de piedra de los cimientos son muy sólidos." - Les digo a mis compañeros. - "Creo que esto podría servir de refugio, al menos temporalmente, aunque no será nada cómodo. Por otro lado, quizá el suelo no sea del todo seguro, pues alguien o algo podría cavar ahí. Más pronto que tarde tendremos que acabar con esos malditos necrarios para que la gente del pueblo pueda estar más segura y para que además podamos reconsagrar el cementerio y que recupere su función de ser el lugar de descanso eterno para los honrados fallecidos del pueblo." -

Recojo las dos pociones y le pido a Parriwimple si las puedo guardar en su zurrón junto con el resto del equipamiento que transporta. Le digo que serán para el grupo, para dárselas a cualquiera de nosotros que resulte herido de gravedad y evitar así que tenga que dormir para siempre.

Le doy el diario del párroco a Ivalic y le pido que por favor lo lea y averigüe sus secretos. Le entrego también las campanillas con encargo de pedirle al herrero que las convierta en una espada corta tan pronto sea posible.

Después, cuando la gente del pueblo llega, convocada por las campanadas que han hecho tañer Ivalic y Parriwimple, los recibo a la entrada de la iglesia con mis amigos y compañeros a mi lado. Mi capa y la de Ivalic revolotean elegantemente al unísono.

- "¡Estimados habitantes de Barovia! Tengo noticias que daros, por favor escuchadme y mantened la calma, la serenidad y el sosiego.

Hijos míos, estos son tiempos oscuros y aciagos. El buen Padre Danovich ha abandonado la congregación y se ha marchado del pueblo. Como sabéis, su hijo Doru falleció asesinado por bandidos, y el buen Padre nunca fue capaz de superar esta pérdida. La tristeza y la amargura le acompañan ahora en su camino. Roguemos a los Poderes Benignos porque algún día encuentre cierta medida de paz de espíritu.

Entretanto, esta sabia mujer santa que está a mi lado, Frau Helene, se encargará de reconsagrar la iglesia y, cuando el cementerio sea liberado de sus impíos ocupantes subterráneos, de reconsagrar también el camposanto. Este es el único consuelo que puedo daros en este aciago día. Frau Helene me ha dado pruebas sobradas de su sabiduría, inteligencia y buen hacer, a la par de su honestidad sin par y de su bondad sin límites. Será una sustituta más que digna del perdido Padre Danovich.

La siguiente noticia que debo daros, es más grave, amigos míos. En los bosques, como bien sabéis, moran bestias extrañas, hombres lobo élficos de orejas puntiagudas. Anoche uno atacó el pueblo, y con la ayuda inestimable del bravo posadero Arik aquí presente, logramos derrotarle, no sin mucho esfuerzo y gracias al tesón y a la inmensa fuerza de vuestro querido y admirado Parriwimple, mi mejor amigo, que está aquí también con nosotros ahora, listo y dispuesto a luchar cuanto haga falta por el bien, la justicia, y la seguridad de este pueblo y de sus buenas gentes.

El caso, estimados vecinos de Barovia, es que prevemos que esta noche el pueblo sea atacado una vez más. En esta ocasión no por vampiras furiosas ni por hordas de zombies, como en anteriores ocasiones, sino por furiosos y vengativos hombres lobo.

Debemos prepararnos para sobrevivir a esta noche. Necesitamos que cavéis una zanja alrededor de la iglesia y la llenéis de afiladas estacas, necesitamos reforzar grandemente las puertas y ventanas de esta iglesia, para que constituya nuestra fortaleza y bastión esta noche de amenaza.

Necesitamos que reunáis cuantos objetos de plata podáis reunir, toda la hierba matalobos que haya en el pueblo. Que nuestro buen herrero nos forje puntas de lanza hechas de plata, para que podamos preparar lanzas con las que defendernos. El buen Ivalic le entregará dos campanillas de plata para que las funda y las convierta en una espada corta de plata que podamos usar para defenderos a todos contra los hombres lobo.

Volved a vuestras casas y traed víveres y agua, alcohol y vendas, tablones y herramientas, todo lo que podamos reunir para fortificar este edificio de piedra. Su interior no es demasiado espacioso, pero hay un sótano en el que no podrán entrar los hombres lobo. No sin antes vencernos a mí, al fuerte Parriwimple, a la sabia Frau Helene, al astuto Ivalic, y al valiente Herr Arik.

Os defenderemos, amigos míos, sacrificaremos si es preciso hasta nuestro último aliento. Defenderemos las vidas de todos.

Y ahora por favor, manos a la obra. Tenemos que preparar la iglesia lo mejor posible para resistir a esta noche.

Herr Arik, Maese Bildrath, por favor, ustedes dos se encargarán de organizar a las gentes del pueblo. Que todo el mundo colabore y arrime el hombro. Que todos mantengan la calma y ayuden en la medida de lo que puedan.

Maese Limutnova, necesitaríamos poner tablones en el suelo de tierra del sótano del templo, para que la gente pueda al menos acostarse y dormir como buenamente pueda. También ver cómo reforzar las entradas a la iglesia. Os ruego que ayudéis y deis vuestro mejor esfuerzo.

Por los Poderes Benignos, por el espíritu de la desaparecida Orden del Cuervo, y por el alma de esta nuestra amada Barovia... ¡Resistiremos!" -

Helene miró a Urik mientras hablaba. No lo hacía mal, si de declamación se hablaba, pero el contenido... Eso era harina de otro costal. ¿Por qué decía que ella seria la sustituta de Danovich?¿Qué le hacía pensar que estaba capacitada para consagrar un templo o un cementerio como sagrados? Y lo peor de todo, ¿por qué no decía la verdad completa, que no todos tendrían refugio allí?

-Vecinos, soy Helene. Algunos ya me conocéis. Por desgracia, lo que ha dicho Urik es cierto. Es muy posible que esta noche suframos el ataque de varios licántropos, al igual que ayer un hombre lobo solitario acabó con la vida de uno de vosotros. Es por ello que es preciso dar refugio al mayor número posible de paisanos. El templo cuenta con un sótano amplio, aunque no lo suficiente para albergar a todos. Y no va a ser fácil. Una noche larga de cansancio, sudor, calor... Pero es el precio a pagar por la supervivencia. Aun así, una treintena de personas deberán refugiarse en otra zona. Y nos guste o no, el castillo de Stradh es la mejor opción. No son las mejores noticias que me gustaría daros y os pediría paciencia y generosidad. Todos queremos vivir y haremos cuanto esté en nuestras manos para que eso sea una realidad. Pero debéis ayudar. Propondría que el templo estuviera destinado a todos aquellos con mayores problemas de movilidad. Ancianos, madres con sus hijos, embarazadas... Barovia necesita alzar orgullosa su cabeza, recuperar su buena estrella, su orgullo. No debemos permitir que cualquiera campe a sus anchas por sus calles, robando las vidas de sus buenos vecinos. ¿Preguntas?

Ivalic disfrutó al máximo en el campanario junto a su amigo Vjelkus, entre ambos pudieron alertar a todo el pueblo con el escándalo que estaban armando. Las campanas repiqueteaban sin ton ni son pero eso no importaba a ninguno de los niños que reían mientras se colgaban de la cuerda una y otra vez. Unos minutos más tarde Ivalic apenas podía escuchar y le zumbaban los oídos.

-¡VOY A BAJAR ABAJO! ¡TENEMOS QUE AYUDAR A HERR URIK EN EL SÓTANO! ¿TE VIENES?

Y como no escuchaba bien tenía que hablar a voces. El paladín ya se había encargado de la inspección y le alcazón el viejo diario del padre Danovich.

-¡GRACIAS HERR URIK! LO LEERÉ.

Por fortuna para todos el niño se puso de inmediato a leer el diario mientras Herr Urik y la Señora Helene hablaban con la muchedumbre y les explicaban la difícil situación a la que debían enfrentarse, por fortuna ellos estaban allí para ayudarlos.

La gente vitoreó a Urik con entusiasmo. Con Helene no tuvieron ese fervor: su sinceridad despertó el nerviosismo.

¡Yo! ¡Yo he de ir a la iglesia! ¡No puedo quedarme fuera! ¡Soy viejo y débil!

Solo ayudaré a acondicionar el sótano con una condición: un sitio en la iglesia para mi esposa, para mí y para el hijo que esperamos juntos.

¡Mi padre! ¡El sagrado cadáver de mi padre! ¡Por favor! ¡Si mi familia no lo guarda en la iglesia, los elfos se lo comerán!

¡Ivalic! ¡Hijo mío, salva a tu familia! ¡Salva a...!

Pero Ivalic no la escuchaba, medio sordo y absorto como estaba en la lectura del diario.

¡UN MOMENTO!

Entre la muchedumbre, una mujer encapuchada descubre su rostro. ¡Es la Burgomaestre! Ella también había oído el tañido de las campanas, y extrañada de la hora a la que repicaban, se había acercado a observar como cualquier otro vecino de Barovia. Era el momento de sacar rédito político de la situación.

¡Estimados conciudadanos! Para aquellos que aún no me conozcan, mi nombre es Sasha Ivliskova, y he asumido sobre mis hombros la responsabilidad y el honor del cargo de Burgomaestre. ¡Helene tiene razón! Para aquellos que puedan caminar hasta el castillo, sus puertas están abiertas y sus muros son tan altos que un licántropo no podrá saltarlos. Ya he hablado con el Señor del Castillo, y está todo dispuesto, tal y como acordé con mis aliados, el valeroso Urik, el buen Parriwimple y la piadosa Helene.

¡Quedan dos noches de luna llena! Los que quieran seguirme y estar a salvo, que vuelvan a sus casas. ¡Coged mantas y alimentos! Solo lo imprescindible. ¡Reuníos a la salida del pueblo y viajaremos todos juntos!

Un espontáneo alzó el puño y gritó el nombre de la vampiresa, seguramente dominado bajo el influjo de Sasha Ivliskova. Solo rompió el hielo, muchos más la aclamaron por convencimiento. A Sasha le perjudicaban los rumores de que era una bruja, le beneficiaba que no se supiese que era una vampira y se hacía triunfadora por tener el apoyo de los héroes del momento. O por lo menos, es lo que la situación aparentaba: que la Burgomaestre y el Caballero del Cuervo estaban trabajando codo con codo, compinchados para salvar al pueblo de los licántropos. Y aunque algunos dudaban y recelaban de la idoneidad de ir al siniestro castillo, tanto Helene como la Burgomaestre habían dicho que refugiarse en los brazos de Strahd era algo aceptable...

Mientras, Ivalic leía el diario de Danovich. Había muchas palabras difíciles en los fragmentos que recogían las confesiones secretas de los habitantes del pueblo, palabras como "adulterio" y "lenocinio". Pero llegó a algo importante. En el diario de Danovich se hablaba de un libro: el Tomo de Strahd. Danovich creía que el Tomo de Strahd contenía el secreto para acabar con el vampiro, y suponía en el momento de escribirlo que aquel tomo estaría en la biblioteca del castillo.

También encontró otra cosa curiosa... Decía que el segundo hijo de Kolyan Indirovich, el antiguo Burgomaestre, había nacido grande y deforme. La esposa del Burgomaestre había muerto en el parto, y se deshicieron del bebé en secreto entregándolo a la familia de los tenderos, cuando por coincidencias de la vida el propio Kolyan había encontrado a otro recién nacido en el bosque durante una cacería. A ese otro recién nacido, más hermoso y normal, se le dió el nombre de Irina, y se pidió al párroco que guardase el secreto.

Parriwimple miró perplejo a Sasha, abriendo la boca como... como el simplón que era. Tras unos segundos de duda, miró a Urik y a Helene.

- ¿Pero Sasha amiga? ¿no Sasha vampira también?- les preguntó de forma totalmente audible.

- "No, Parriwimple. Sasha no es amiga de nadie. Es una vampiresa, una creación del Conde Stradh von Zarovich, y quiere llevarse a los aldeanos a un lugar donde probablemente servirán sólo como presa, juguete y alimento." -

Tampoco bajo la voz en lo más mínimo, es más, mi poderosa voz resuena con claridad ante la iglesia de Barovia.

Ivalic, ajeno a lo que estaba sucediendo a su alrededor siguió concentrado en la lectura, pasó algunas cosas que no entendía bien o que no le parecían interesantes a sus ojos infantiles, pero en otras se detuvo con mayor interés. Algunas hicieron que abriera los ojos como platos mientras miraba de reojo a su amigo Parriwimple. El niño no llegaba a captar toda la importancia de aquello, pero intuía que tenia entre manos algo importante. Con la tranquilidad que le daba estar ajeno a lo que pasaba a su alrededor se acercó a Herr Urik y dio dos pequeños tirones a su capa chula y guay. Poco a poco el niño comenzaba a escuchar algo, anque lo único que escuchó con claridad fueron las últimas palabras del paladín.

¿Juguetes y comida? ¿Van a dar juguetes y comida a los que se queden en la iglesia?

Desde luego Herr Urik sabía bien como convencer a la gente para que se pusiera a salvo, el niño no tenía ninguna duda de que el plan del paladín sería efectivo, pero ahora tenía algunas dudas que necesitaba resolver. Volvió a tirar de nuevo de la capa chula y guay de Herr Urik y le enseñó el libro señalando un par de palabras que no conocía.

-¡HERR URIK! ¿QUE SIGNIFICA ADULTERIO Y... Y LENOCINIO? LO PONE AQUÍ Y NO SE QUE SIGNIFICA.

Y así no podía saber a que se refería el padre Danovich en aquella páginas. Lo que si pudo comprobar es que al escucharse mejor ya no le hacía falta gritar tanto. Y mientras esperaba la respuesta miró a la muchedumbre para comprobar como habían acogido la idea de los juguetes y la comida gratis. En general parecía que bien. Ivalic vio a su madre entre todos y la saludó con una sonrisa y agitando la mano muy deprisa.

-¡Hola mamá!

Claro que aún había más cosas importantes que hablar, pero algunas no podia decirlas allí, debía hablar con Herr Urik y la Señora Helene a solas.

-Herr Urik, Señora Helene, creo que descubrí algo importante, pero tenemos que hablar a solas. Solo nosotros tres.

Y al decir aquello recalcó algo la palabra solo y miró de reojo a su amigo Parriwiple. Por fortuna el grandulló no solía enterarse de mucho, pero lo que había leído Ivalic no sabía como podía afectarle. Quizás era mejor no decirle nada, para eso necesitaba la ayuda y el consejo de los adultos.