Partida Rol por web

Sube aquí arriba, maldita pécora...

La mujer pálida sube a su tercera prisionera al carro, tirando del pelo con gran fuerza hasta quedarse con un mechón en la mano. Las tres están demasiado asustadas para echar a correr al lado de unos zombis hambrientos.

Entonces, desde lo alto de la carreta, la mujer mira en dirección a la calle de Varikov.

No deseo público, gracias.

Sasha chasquea los dedos. De inmediato dos de los zombis dejan de alimentarse y echan a andar en dirección a Varikov. ¿Cómo hace la gente para esconderse en las aldeas? Aquí no hay vegetación, espesura desde la que acechar. Si algún día Varikov se convierte en Burgomaestre del pueblo, su primera decisión será plantar árboles y helechos por la calle. Su segunda orden será matar a todos los sucios humanos. Votad a Varikov. Municipales 2015. ¿A quién quiere engañar? Para esas elecciones aún faltan 1265 años, y ningún enano vive tanto.

Por otro lado, los zombis son un chasco. Como experto taxidermista, el Trampero nunca logró que sus obras se moviesen: punto para la paliducha. Pero Varikov puede enorgullecerse del mejor acabado. Los dos muertos que avanzan hacia él parecen podridos.

Apenas les llega del exterior el relincho de un caballo en la plaza.

Ismark se queda un instante mirando a Irina fijamente después del sacrilegio que acaba de cometer... Pero luego todo queda en nada. Están en una posada, ¡será por alcohol!

¡Akin! ¡Otra botella para la mesha del nuevo Brugonameshte! ¡Hip! Tengo que hasher un brindish...

Bajo la mesa, con el pie, el borracho empuja una silla separándola lo suficiente para que su hermana se pueda sentar frente a él.

Sheamosh shieriosh. Un asheshino she metió en la manshión anoshe. Encontramosh el cadáver de papá envenenado en shu cama. ¡Hip! Lo cualo me recuerrrrrda...-mira de nuevo a Irina sin decir nada un buen rato antes de continuar; el cerebro de un borracho va más lento de lo normal-que tal velz el shoshpechosho shea uno de losh reshién llegadosh a Barovia.

Sin botellas que custodiar, alza ambos brazos en un ángulo de treinta grados. Uno en dirección a Ashlyn, que está de espaldas; otro en dirección a Ser Urik. Se encoje de hombros y vuelve a bajar los brazos como si no hubiese insinuado nada.

Pero no hablemosh de coshash trishtesh, Sher Urik. Háblenosh de ushted.

¡Enseguida le llevo esa botella, Señor!

La mirada a la nuca de Irina no tiene precio. Cómo se nota que es una señorita de buena cuna que le dan todo hecho. ¿Quién va a fregar el suelo encharcado de licor? El bueno de Arik. ¿Es que todos le toman por tonto?

¡PARRIWIMPLE!-se saca enojado una moneda de plata del bolsillo y la golpea contra la barra dejándola allí desatendida-No hay más dinero. ¿Entiendes? Si yo no tengo todo mi cajón de buena fruta, el usurero de tu tío no tiene su dinero. Llévate el cajón y la moneda y dile de mi parte a Bildrath que se meta este melón por....

En ese momento, Ismark brama de nuevo por su botella.

Sí, señor... ahora mismo va.

Las habitaciones se pagan por adelantado, señorita-susurra a Ashlyn mientras se le pasa el cabreo-Son demasiadas cuentas sin cobrar de gente que encontraba la muerte en esta región y de la que no volvías a ver jamás, y más cuando llevan armadura y espada. Cuatro piezas de plata la sala común, una pieza y media por las dobles o de matrimonio y ocho cobres por las individuales. Los precios pueden parecer caros, pero son de media pensión: incluyen un buen desayuno. Usted pida las habitaciones que quiera, y meta en ellas a cuantos amigos quiera, tanto en la cama como en el suelo, señorita. Si quiere podemos ir un momento arriba y le enseño cómo de grande son los dormitorios por dentro.

¡PARRIWIMPLE! ¡QUE TE LARGUES!

Alzo un momento la mirada, distraído al escuchar un relincho de un caballo en el exterior de la posada.

- "Así que es usted el nuevo Burgomaestre. Es un honor conocerle.

Yo soy Ser Urik von Teudeldorf, para servirle.  Y a usted también, mi señora." - Digo con una respetuosa media reverencia ante la dama.

- "Seguramente este no sea el mejor momento para hablar, dado el dolor por su reciente pérdida.

Tal vez pueda visitarle en su mansión mañana por la mañana, en otras circunstancias más apropiadas." -

Miro al posadero, algo molesto por su griterío. También la botella rota en el suelo, el olor de la fruta podrida en la caja de Parriwimple, el hecho de que mi interlocutor el nuevo Burgomaestre esté borracho y afectado por la muerte de su padre...

Definitivamente, no es el momento ni el lugar adecuado como para mantener la conversación que necesito tener con el nuevo Burgomaestre de Barovia.

El hombretón torció el gesto, encogiéndose ante los gritos de Arik. No había entendido casi nada de lo que había dicho, pero le daba la caja, y solo una moneda. Tio se iba a enfadar. Por unos instantes Parriwimple quedó paralizado, pero finalmente asintió. Arik pegaba menos que tio Bildrath, pero ahora estaba muy furioso.

- Sí, Arik. Parriwimple lo siente- alzó la caja sin esfuerzo alguno y empezó a irse hacia la puerta. Asustado y confuso por todo lo ocurrido, olvida sobre la barra la moneda de plata que Arik ha dejado allí. Antes escuchó el relinchar de un caballo, pero con los gritos, lo ha olvidado. 

Irina no pudo evitar inquietarse ante la pregunta del desconocido. Por supuesto, era una pregunta de lo mas normal pero era imposible no sospechar de todo el mundo. Se lo penso unos momentos y contesto, como siempre, con la verdad pero con precaucion. El vampiro tenia oidos por todas partes.

-Murio en su cama, de noche, mientras dormia. Sin embargo, aun no podemos confirmar al cien por cien las causas de su muerte. En cualquier caso, os agradezco vuestra preocupacion.

Irina habia obviado mencionar que la muerte seguramente se produjo por efecto del veneno y que, el robo de su medallon esa misma noche, implicaba a Strahd en el asesinato de su padre. Por lo menos esperaba que aquello fuera suficiente para Ser Urik y pudiera concentrarse en patearle el culo a su hermano.

- "Discúlpenme un instante, por favor." -

Me levanto con rapidez, cojo la moneda de plata que el posadero ha puesto sobre la barra y alcanzo al gigantón antes de que pueda alejarse.

- "Parriwimple, olvidas esto." - Le tiendo la brillante moneda de plata con la mano abierta en la palma de mi mano.

Escuchaba su propia respiración en esa calle vacía. Tampoco era muy difícil, cada vez que inspiraba parecía que hacía viento y cuando espiraba los hombres torcían la cabeza para ver el caballo que hacía ese ruido. Sus ronquidos deben de ser terribles. Si no fuera por esos puñeteros muertos andantes y las lloricas, hasta no le daría asco el paseo.

Nada era como en el bosque, con sus pajarillos cantando y el arroyo, disfrutaba hasta con la hierba que sentía al pisar, por no hablar de los árboles y los matorrales que podía usar para hacer sus necesidades o para desaparecer ante un peligro. En esa calle no había manera de ocultarse. Se arrimó a una pared, empezó a andar en cuclillas, hasta se dio la vuelta y nada fue suficiente. Le habría ido mejor hacer de arbusto. Lo tendría en cuenta para la próxima vez. Ahora era tarde.

La mujer dominante miró hacia él y él miró detrás de sí para ver si por alguna razón esos ojos se fijaban en otra cosa. Suspiró y puso los ojos en blanco. No había nadie ni nada detrás. Ahora le habría venido bien un par de chiquillos para entretener a los zombies que venían hacia él.

En cuanto los vio más de cerca ladeo la cabeza mostrando su disgusto. Era verdad que se movían, pero se les estaba cayendo la carne podrida a cachos. Debería hablar con esa mujer y darle algunos trucos sobre la conservación. Y hablando de mujeres, no sería mal tener una en su colección. Es algo a tener en cuenta, pero primero tenía que sobrevivir. Agarró con las dos manos el hacha y empezó a andar hacia sus dos nuevos amigos. Tenía una sonrisa de oreja a oreja y el ceño tan fruncido que parecía tener los ojos cerrados.

- Venid con papá Varikov… La voz ronca hacía juego con su hacha afilada.

Uno de los zombis se avalanzó sobre Varikov, pero el Trampero no tenía problemas en defenderse de unas criaturas tan lentas y torpes... Para que luego hablen de lo lentos y torpes que son los enanos.

Por un lateral de la cadera de su contrincante, Varikov vió al otro zombi darse media vuelta y alejarse. Algún estúpido había abierto la puerta en el peor momento, y estaba a punto de convertirse en pienso para muertos.

Callaos, perniciosas vulpejas-ordenó la mujer, haciendo que las otras tres se estremeciesen y se acurrucasen en el carro.

Sasha Ivliskova bajó del carro para llamar a otra casa, y así seguir con su recolecta. Golpeó con tanta fuerza que la puerta salió volando por el pequeño salón, pero después de semejante muestra de poder no llegó a entrar.

Tú...-dijo, sibilina, señalando al interior de aquel inocente hogar-Ven a mí.

No hashe falta eshperar a maniana, Ser Urik, acompánienosh eshta tarde en el funeral de mi...

Ismark observa contrariado cómo el caballero abandona su compañía para hablar con el tonto del pueblo.

¿Von Teudeldorf? Arrogante y pomposo bastardo... Es típico de los niños de las calles tomar el apellido de su ciudad natal.

La paladina contempla con cierto asombro (y una sonrisa) cómo el individuo que parece un guerrero (Ser Urik. Vaya) conversa con la mujer y su compañero (hermano. Tenía que ser su hermano), se levanta a toda prisa, corre hasta la barra para tomar la moneda (notable su excelente visión periférica, se dice Ashlyn), la recupera y, después, se apresta a devolvérsela al hombre sencillo dejando a los hermanos (Irina ella. Él es... ¿Imark, dijo?) con la palabra en la boca. 

-No se puede decir que tengan ustedes un mal espectáculo por aquí, maese Arik -murmura apreciativa hacia el posadero con un trozo de queso en la boca-. Regresando a lo nuestro, nos quedaremos una de las habitaciones dobles. La más grande, si es que hay alguna mayor que otra. Y estas son las monedas -la mujer deja sobre la barra un montón de monedas-. Aquí hay para tres días.

No soy maese, señorita-reconoció modesto mientras las pupilas se le dilataban con la cuatro monedas de plata y las cinco de cobre que salpican la madera-, no tengo nada que enseñar más allá del sentido común.

Con una mano en la orilla y la otra de escoba, Arik barre las nueve piezas hasta su palma poco antes de guardárselas en el bolsillo.

Y el espectáculo se repite cada vez que muere alguien. En Barovia somos gente supersticiosa, y sabemos que la muerte llama a la muerte. Anoche el Burgomaestre... hace dos meses, falleció Doru, el hijo del capellán... hace tres desapareció mi último cliente, con excepción de Ser Urik, un aventurero llamado Jeref Maurgan... En fin, todos estamos pendientes de la siguiente desgracia.

Arik abandona la compañía de Ashlyn llevando una botella de Andaas sobre una bandeja. El caro vino de importación lo deja en la mesa de Ismark el Menor, y la bandeja sirve para poner sobre ella los primeros cristales de la difunta anterior Señora Botella. La muerte llama a la muerte. Ese Andaas afrutado y con aroma de roble no tiene un destino nada prometedor.

Irina asió la botella casi antes de que tocara la mesa.

-Creo que ya ha tenido bastante vino, Arik.

Después se dirigió hacia Ser Urik y a la otra desconocida.

-Mi hermano está borracho pero dice la verdad. El funeral de nuestro padre se celebrará esta tarde. Ser Urik, si conoció a mi padre puede pasarse a despedirse de él. De hecho todo el pueblo puede hacerlo - dijo en voz alta para todos los presentes. Quizás sirva esta pérdida para unirnos a todos un poco más y podamos sacar algo bueno de todo esto.

Irina agarró del brazo a su hermano y lo obligó a  levantarse a regañadientes.

-Arik, dame una habitación a mí también. A ver si consigo que este la duerma un poco antes de la ceremonia...
 

-La muerte no llama a la muerte -dice Ahlyn-. La muerte sólo es el estado final de este caparazón que es el cuerpo; y los muertos no son un problema, sino motivo de tristeza por el vacío que nos dejan al partir. El verdadero problema -y la paladina fija su mirada en la del posadero- son aquellos que se niegan a morir y que, para prolongar su obsceno estado, alimentan su miseria con la carne de los vivos. Ése es el problema.

La mujer respira profundamente.

-Y cuando hay un problema de esta índole, mirar hacia otro lado no es la solución.

Dejo la moneda en la enorme manaza del gigantón y me vuelvo hacia la hija del difunto Burgomaestre.

- "Naturalmente, acudiré al funeral, mi señora." - Saludo con una respetuosa inclinación de cabeza en señal de deferencia.

Me vuelvo hacia el posadero, atendiendo a sus palabras.

- "Hace dos meses falleció Doru, el hijo del capellán. Un mes antes, el aventurero Jeref Maurgan... ¿Qué puede decirme acerca de ellos y las circunstancias de sus muertes?" -

Miro intensamente a los ojos a la guerrera recién llegada atendiendo con extrema concentración a sus palabras, que coinciden plenamente con mis pensamientos.

Por un instante permito que vea mi Aura de Bien y que comprenda el motivo por el que estoy aquí.

- "Mi señora, espero verla en el funeral de esta tarde. El Burgomaestre merecía nuestro respeto." -

Los dedos estaban tan apretados alrededor del mango del hacha que pensaba que iba a romperlo. Tenía suerte haberlo hecho él mismo, de buena madera, para que algo así no pase nunca, o que no pase en los siguientes cientos de años que tenía pensado vivir. Los zombies no sabían con quien se metían. En la cabeza de Varikov no había una sola persona, sino varias. Algunas lo incordiaban como unos cobardes, otras lo animaban. Le gustaba pensar que solo él tenía el control sobre sus gestos, pero algunas veces se dejaba influenciar por esos pesados.

Empezó el baile con su nuevo amigo. Un paso atrás, otro para un lado y su compañero lo seguía mejor que una novia con su novio el día de su boda. Le gustaba el control que tenía sobre la situación y más desde que el otro muerto andante prefirió un bocado rápido a modo de ciudadano. Seguro que el otro era más lento que el Trampero y probablemente hasta olía mejor, aunque más inteligente no lo era.

Con sus ojos bien abiertos y los dientes apretados, el enano dio un hachazo al zombie. Su mirada fue atraída por la voz de la mujer dominante, pero sintió como su arma cortaba con facilidad la carne podrida del saco de huesos andante que tenía delante.

Era evidente que esa mujer estaba en muy buena forma y que era mejor no meterse con ella. De momento estaba entretenido con sus mascotas, pero se preguntaba qué hacía con esas muchachas.

Parriwimple se ha quedado mirando al llamado Urik con evidente sorpresa en su rostro. Por un instante parece no terminar de comprender el motivo por el que le da la moneda pero luego, repentinamente, lo recuerda.

- Moneda para tio Bildrath. Tonto yo olvidar la moneda- sonríe al hombre- Gracias, gracias, gracias. A lo mejor no me castigan-  dice con una sonrisa mientras camina ya fuera, decidido a llevar el cajón de fruta a su tio, y la moneda.