Partida Rol por web

Miro a Frau Helene con cara de preocupación.

- "Tal vez Frau Irina esté experimentando un reflejo de cosas que realmente le estén pasando a su cuerpo en este momento... Quizá estén tratando de resucitarla..."

Creo que no se trata de eso. Puede ser que esta zona este bendecida por algun tipo de magia? Helene, tu conoces estas cosas. Algo asi podria afectarme, ahora que soy un fantasma?

Pobre Irina... A lo mejor solo necesita comer algo, ¿no, mamá? Yo, cuando estoy enfermo, tomo sopa y me curo solo. Y por si acaso estoy demasiado débil, mojo trozos de pan en la sopa. Y de postre un pastel.

Vjelkus estaba exagerando con la dieta que su madre le daba cuando se ponía enfermo. Sobretodo porque la mayoría de las veces que enfermaba era por empacho, y hasta a él se le quitaba el apetito.

Ya sé que los fantasmas no tienen barriga para guardar la comida normal, pero tal vez Irina solo necesite comida especial de fantasma. Cosas que solo ella pueda digerir, como las espinacas, o el hígado.

No tenéis ni idea. Sin duda Irina se siente mal por influencia del castillo. Estamos cerca, y ella nota sus malas vibraciones.

Casi para contrariar a Hurrn, este respiro en medio del camino, entretenidos en diagnosticar a Irina y darle consejos, da tiempo a que los síntomas se mitiguen. Sea cual sea la causa, hace tiempo que la dejaron atrás. Un par de minutos más, y el mal que la afectaba desaparece.

Aún así, aún tiene otros males que le afligen, y que vuelven a aflorar ahora que los otros dolores se han extraviado. Su ectoplasma no se ha regenerado en la zona en la que recibió el hachazo de Varikov anoche, y un ligero dolor de cabeza le indica que no ha salido muy bien parada de su enfrentamiento con los fantasmas de la Encrucijada.

Quizás necesites magia, algo de energía negativa para recuperarte-dijo el cuervo, a ojo de águila, vigilando la herida causada por Varikov.

- "Ese aura protegida por la magia contra los fantasmas también podría ser un indicativo de que en esa zona es donde se encuentra el sendero que conduce al refugio de la Bruja Jackie Moon..." -

Nadie sabía lo que pasaba con Irina exactamente, a excepción del cuervo Hurrn que por fortuna parecía conocer todo, claro que Ivalic tampoco entendió como podía recuperarse el fantasma, solo que sus males se debían a la cercanía del castillo. Aquello era un fastidio porque de ser así no los podría acompañar cuando finalmente decidieran ir a buscar a Stradd.

-¿Usted cree que Jackie Moonosequé está cerca Herr Urik? Pero tenemos que hacer algo con Irina antes de seguir, no podemos dejar que enferme. Señor cuervo Hurrn ¿De donde puede sacar Irina lo que necesita para ponerse mejor?

Lástima que la teoría de su amigo Vjelkus fuera desacertada porque comida si que tenían suficiente, pero los fantasmas no comían, así que necesitaban algo distinto. Si valía cualquier magia quizás la Señora Helene o Herr Urik podían lanzarle uno de sus hechizos, por su parte solo contaba con pequeños trucos que no creía que sirvieran de mucho.

Hurrn se rascó la barbilla, o parte baja del pico, pensativo.

Hohohohoho... ¿Es que no es obvia la causa de los males de Irina?-fanfarroneó-Yo que estaba cerrando el pico al respeco para dejar que pensarais un poquito. Eeeehm... Sí...Estoooo... ¡está atada! Irina está atada al pueblo de Barovia. Es como los fantasmas que nos atacaron en la Encrucijada, que al alejarse de sus tumbas llegó un momento en el que tuvieron que regresar. En cuanto vuelva a ese nido de humanos, todos sus males desaparecerán. Creo que deberíamos aprovechar este viaje para delimitar cuán lejos puede llegar Irina. ¡Vamos! ¡Aletead, polluelos! ¡La madre de Ivalic no se va a desmaldecir sola!

Irina ya se encontraba bien, y alejarse más por el camino a Vallaki no le supuso ningún tipo de problema. Es más, tenía la ventaja de flotar por el aire. El siguiente tramo de trayecto, por contra, se le hizo un infierno a Vjelkus. Todo era cuesta arriba. Un no parar. Pronto aparecieron los primeros rastros de nieve, semiderretida sobre los hierbajos acamados por el peso. Al hijo de Helene no le impresionó, estaba habituado de vivir en la montaña. Para otros, era la primera vez que veían esa masa blanquecina.

Empezaron a aparecer a unas yardas más arriba de altitud pequeños montoncitos de nieve, del tamaño de charcos. De hecho, en primavera se convertirían en charcos de agua en el camino. No les quedaba otra. Más y más arriba, la nieve ya lo ocupaba todo. El frío de tramontana era también más intenso que la brisa que soplaba en el valle. Los pies se hundían en la nieve, y a veces no podías volver a levantarlos a la primera para dar la siguiente zancada. Ya era oficial: Jackie "Mon" no estaba allí.

Cuando estaban a punto de dar la vuelta, vieron un hilo de humo asomar tras un otero. Era humo de fogata, grisáceo, como el que saldría de quemar madera humedecida por la nieve.

Voy a echar un vistazo. Esperad aquí.

Hurrn echó a volar y sobrevoló la explanada que había tras la colina, como quien no quiere la cosa. Volvió para informar posándose en una rama.

Dos hombres. Dos caballos. Un perro. Un carromato gitano. No hay ningún rastro de ninguna mujer, lo siento Ivalic. Pero me pareció significativo que a pesar de que el carromato es el típico vistana, los dos hombres parecían humanos corrientes. No me hagáis caso, porque tampoco puedo asegurarlo al cien por cien: a mí todos los humanos me parecéis iguales. Prácticamente os estoy distinguiendo unos de otros por vuestra ropa.

Sería posible coronar el montículo y espiar in situ a los dos desconocidos, pero los que lo hagan se arriesgan a ser escuchados, sobretodo los que van con armadura. También tendrían tiempo de quitarse la armadura para ser menos ruidosos, o podrían ir con la verdad por delante, y acercarse amigablemente a ver qué pasa.

- "Ivalic, Frau Irina, maese Hurnn, vosotros flanqueadlos sigilosamente. Parriwimple y yo nos acercaremos de frente para indagar quiénes son esos hombres.

Frau Helene, vos y vuestro hijo permaneced detrás nuestro." -

Una vez que todos estamos de acuerdo, aguardo para que los que van a flanquear hayan empezado a moverse para llegar a posición y entonces comienzo a avanzar junto a Parriwimple hacia el campamento.

Parriwimple se encoje de hombros y acompaña a Urik al encuentro con los hombres. 

Iirina, ya plenamente recuperada, se deslizó como una sombra por entre los montones de nieve de la vera del camino y se asomó para observar al extraño grupo desde el flanco.

-Ohhhh.... Así que es eso... Irina no se puede alejar del pueblo. Menos mal que está con nosotros señor cuervo Hurrn.

Era un poco fastidioso que Irina no pudiera ir a donde hiciera falta, pero por otro lado estaba bien saber cual era la causa de sus dolores, así podrían evitarlos.
Y tras la arenga del pájaro el grupo volvió a ponerse en marcha siguiendo la dirección que les había marcado Ludovico y con la esperanza de encontrar a la gitana. Lo primero que encontraron fue una grande y continuada pendiente que comenzaba a dejar las piernas pesadas, sobre todo las de su amigo Vjelkus que no parecía muy acostumbrado a hacer ejercicio, pero que seguía el ritmo como podía. Y pronto se encontraron con una segunda cosa mucho más interesante.

-¡Mirar! ¡NIeve! ¡Es nieve! Gritó Ivalic mientras salía corriendo hacia un montón no demasiado blanco pues tan abajo la poca nieve que quedaba estaba mezclada con barro y hierbas, pero al niño eso no le importaba pues era la primera vez en su vida que tenía la oportunidad de verla de cerca pues en el pueblo nunca nevaba. Sin pensarlo dos veces hundió la mano en el montón. ¡Que fría está! ¡Eh Vjelkus! ¡Parriwimple! ¡Vamos a hacer un muñeco!

Desgraciadamente los adultos no les dejaron hacer ningún muñeco pues llevaban demasiada prisa, tampoco podía tirarse con trineo porque no tenían ninguno, así que solo les quedaba una opción: una rápida guerra de bolas de nieve. Ivalic formó la primera y lanzó contra Vjelkus al que ni siquiera le dio tiempo a reaccionar y se llevó un bolazo en la barriga, su siguiente víctima fue Parriwimple que recibió el impacto en el hombro y acto seguido apuntó a Herr Urik que ni se inmutó cuando la bola impactó en su armadura y resbaló por su capa chula y guay, a Irina le atravesó una bola sin mayores consecuencias y cuando tenía una última preparada para Helene la mujer ya se había alejado demasiado y la bola se estrelló contra el suelo a unos metros de distancia. Tras ese pequeño momento siguieron el camino, aunque Ivalic se acercaba a los montones cercanos de vez en cuando y competía con Vjelkus y Parriwimple a darse bolazos, al menos hasta que Parriwimple decidido a defenderse abrazó una buena cantidad de nieve entre sus brazos y la dejó caer encima de Ivalic que quedó casi enterrado.
A pesar del buen rato no había ni rastro de Jackie Moonosequé y la caminata había sido en vano, aunque siempre les quedaría el recuerdo de la nieve. Tendrían que regresar y continuar con alguna de las otras tareas pendientes, al menos hasta que vieron un hilo de humo cercano y el cuervo Hurrn vino con la noticia de que lo originaba.

-Si Herr Urik, eso haremos. Dijo dispuesto a seguir con cautela las órdenes del jefe del grupo.

El paseo había servido para terminar de despejarse y por qué no decirlo, para divertirse dando pequeños golpes en el trasero de su ternerito con la lanza cuando aflojaba el paso en las cuestas. Cuando el cuervo, tras casi dar por perdida la oportunidad de encontrar a la gitana, regresó de su inspección al presumible campamento en torno a una fogata desvelada por el humo que desprendía y reveló lo hallado, no terminó de entender lo que este decía con precisión. 

-Perdona. Cuando dices humanos normales, ¿qué quieres decir exactamente? ¿Que no son vistani aunque el carro sí lo es? ¿Has llegado a percibir a alguien dentro del carromato? -pero la pregunta iba a quedar presumiblemente sin respuesta ante un Urik especialmente mandón y que ya los estaba poniendo en marcha. ¿Qué pretendía hacer? Porque no quedaba nada claro. ¿Y qué era aquello de decir que se quedará atrás? Fuera como fuera, si como intuía había un carromato gitano sin gitanos, aquellos hombres bien podían ser simples oportunistas o bien unos ladrones aprovechándose de la debilidad de unos vistani huyendo de la desgracia de su campamento. Aunque siempre quedaba la posibilidad de que todo fuera simple coincidencia y que los hombres estuvieran tan de paso como ellos o comprometidos en una búsqueda-. Querido esposo -dijo una sonriente Helene que cogió del brazo a Urik-, qué afortunados somos de encontrar a esos caballeros a los que podremos pedir ayuda ahora que el eje de nuestro carro se ha roto a escasa distancia de aquí -Helene dejaba claro lo que podía ser una forma de aventurarse en aquel lugar sin levantar excesivas sospechas-. Y si tenemos en cuenta que el tobillo de nuestro hijo está dañado al caerse del carro, la suerte es doble -añadió con una sonrisa espectacular-. Vjelkus, esto es puro teatro y necesito que actúes como si esto fuera una obra en las fiestas del pueblo. Urik pasará por tu padre. Nuestro carro se ha roto a poca distancia. Te has hecho daño en un tobillo. Parriwimple, sé que esto es raro, pero te pido confíes en mí. Toma en brazos a mi hijo y acompáñanos -dijo rápidamente y en voz baja dejando claro su plan. 

No soy demasiado amigo de engaños y sufterfugios, pero ciertamente, esto es Barovia. Esos hombres pueden ser ladrones, forajidos de la peor especie, o puede que ni siquiera sean ya realmente seres humanos. Habrá que andar con cuidado.

Asiento a Helene, permitiendo que tome la iniciativa de la situación, pero indicando con mi silencio que tan sólo estoy dispuesto a seguirle la corriente, pero no a mentir activamente. Hacerlo sería impropio de un aspirante a Caballero de la Orden del Cuervo.

Parriwimple se paró en seco y se quedó observando a Helene sin entender nada en absoluto. Sin embargo...

- Claro.- se gira hacia Vjelkus y sin el menor esfuerzo lo toma en brazos. 

El niño se sacudió la nieve de la guerra anterior con Ivalic. No tenía mucha pinta de haber prestado demasiada atención al plan de Helene.

Aaaaaah... ya veo, mamá. Me hago una idea.

En cuanto Parriwimple cogió a Vjelkus en brazos, el tocinillo de cielo empezó a sobreactuar. No es que no tuviese madera de actor, es que muchos bardos defienden que no se puede cantar con sentimiento una canción amor si no has amado antes. A Vjelkus le pasaba lo mismo con las heridas y el dolor. Al no ser un niño activo, no estaba familiarizado con las caídas, las rodillas peladas y las vicisitudes.

Ay, ay, ay, ay... ay, que me muero... ay, que daño...

Con humanos normales, Helene, me refiero a que no tienen tres cabezas ni seis brazos. Tienen el número de miembros adecuados para un hombre normal. Y en cuanto a ti, Vjelkus... límitate a callar, niño, y a poner cara de no haber desayunado.

La cara de compungido de Vjelkus daba totalmente el pego. Esta vez sí reflejaba las penurias... la desgracia... el sufrimiento... Está visto que Vjelkus es un actor de método.

La extraña familia empezó a ascender por la nieve. Se escuchaba el sonido de una conversación según se acercaban al alto de la blanca colina. No se entendía demasiado bien, pero cuanto más cerca estaban, más palabras sueltas lograban captar.

...frío... de... cojo...

...caer... nla... vulgaridad...

¿Acaso no es virtud del hombre, señor Sikes, el libre albedrío? ¿No se viste con las pieles de los animales que caza? Siendo esto cierto, y los antiguos filósofos lo atestiguan, el hombre es libre también de no decir palabras fuera de tono.

La respuesta del señor Sikes fue un gruñido de objeción. Y mientras, la cabeza de Parriwimple ya asomaba por encima del obstáculo, y tenía visión de los dos hombres. Tenían aspecto de vagabundos, con ropas viejas y andrajosas, y aspecto de suciedad andante.

¡Pamplinas, señor Pip! Si el hombre es libre de no decir palabrotas, también es libre de decirlas. Y mientras este clima siga siendo tozudo, y terquee en estas temperaturas, yo también terquearé con mis cojones, mis hasta los huevos, y mis a tomar por cu...

El perro del campamento se puso en pie y empezó a ladrar a los recién llegados. El señor Pip y el Señor Sikes se pusieron en pie inmediatamente de los troncos de árboles que, tirados en la nieve en horizontal, les servían de bancos. El señor Pip, menos corpulento que el señor Sikes, cogió además una de las ramas de la hoguera, blandiéndola como una antorcha bajo el sol de la una de la tarde.

¡¿Quién va?!

Vjelkus, Parriwimple, Urik y Helene coronaron la colina y empezaba a descender haciar el campamento. La estampa dejó anonadados a los dos hombres, y les daba a los intrépidos aventureros unos segundos de ventaja para golpearlos y destriparlos antes de que estos dos malnacidos contraatacasen con su palo con fuego o con un calcetín sucio. Especial atención les llamaba la mujer y el hombre que iban cogidos del brazo, pues ambos vestían armaduras que les daba un toque militar.

Hablaban de una forma muy rara y Parriwimple no pudo evitar reirse, mientras alzaba la mano (sosteniendo sin dificultad con la otra a Vjelkus).

- Hola. Parriwimple saludar gente que hablar forma tan rara- dijo con una franca sonrisa, para luego volver a sostener con ambas manos a Vjelkus y esperar que Helene y Urik se encargaran de todo.