Parriwimple y Helene cruzaron los matorrales hasta llegar a la zona de la arboleda en la que Ludovico tenía su carromato. Ludovico luchaba con una espada corta contra un hombre extraño con una espada bastarda. También había una soga colgando en los árboles, como aquella trampa de lazo en la que cayó Ivalic, solo que esta vez no había capturado ningún tobillo, o lo que había atrapado ya logró zafarse.
La lucha parece muy igualada entre los dos contendientes, pero mientras el extraño de la enorme arma hacía heridas terribles en Ludovico, la pequeña espadita del semivistana hacía pequeños cortes que cicatrizaban en cuestión de segundos.
Finalmente Ludovico se retiró del combate, con una pirueta que le llevó hasta el pescante de su carro, agitando las riendas para que sus caballos le permitiesen huir. El hombre de la espada bastarda se giró hacia los dos recién llegados.
Kavan el Siniestro no tiene tiempo para vosotros. Ahora que por fin he encontrado un rival a mi altura, no lo voy a dejar escapar. Tú, calvo-dijo señalando a Parriwimple-, mátala. Te lo ordeno.
Las palabras de Kavan el Siniestro resonaron en la cabeza de Parriwimple, como si tratasen de dominarlo y coaccionarlo para hacer algo que no quería. Mientras, Kavan se transformó en murciélago y salió volando en persecución del carromato de Ludovico.
Mientras, Ivalic y Vjelkus seguían poniéndole la armadura a Herr Urik junto al monolito...
Parriwimple: tirada de voluntad 1d20+1 CD 14. Si fallas, tienes que atacar a Helene hasta matarla.
Irina Kolyana cruzó la pared de su izquierda para llegar de nuevo al comedor de los soldados de la guardia, y probó suerte con la puerta pequeña. Tras ella, otra habitación con signos de lucha: muebles destruidos y apelotonados contra las paredes, huesos rotos, armaduras oxidadas y aboyadas... Espadas y escudos están literalmente incrustrados en las paredes de piedra, clavados ahí por una fuerza colosal.
En la pared de enfrente, una resistente puerta de hierro.
En la pared de la derecha, una arcada oscura lleva a otra habitación con líquenes en el techo. Al fondo de esa nueva habitación, unas escaleras suben a la planta superior.
Aunque Irina siempre puede volver por donde ha venido, y revisar las habitaciones que le quedaron por inspeccionar en el pasillo del anciano loco...
Perdón por la espera, no había visto que habías editado el último mensaje.
Motivo: TS Voluntad
Tirada: 1d20
Resultado: 6(+1)=7
El fantasma tomo buena nota de la pierta de hierro y metio la cabeza, presa de la curiosidad.
No problem!
Una mujer está sentada tras un gran escritorio. Sin embargo, ambas mujeres no cruzan las miradas. La desconocida tiene sus ojos puestos sobre el escritorio, según va escribiendo con cálamo en un pergamino, con lo que no ha reparado aún en la presencia de Irina. Dos largas alas blancas asoman tras sus espaldas, con lo que podríamos estar hablando de un ángel o un semicelestial, y viste una gran coraza, con lo que podría ser algún tipo de guerrero, clérigo o paladín.
Sobre el escritorio, unos cuantos pergaminos más, un tintero, un arco largo y un candelabro encendido para iluminar el estudio. La empuñadura de una espada bastarda asoma apoyada en el borde de la mesa, junto a la mujer de alas blancas.
La decoración de la estancia incluye juegos de armas en las paredes: espadas o lanzas cruzadas colgadas en la pared. Hay un pequeño catre junto a la pared de la puerta de hierro por la que se asoma Irina. Sin embargo, no hay más puertas ni ventanas.
Los lentos movimientos de Parriwimple alzando su garrote alertan a Helene de que en el duelo mental entre Kavan el Siniestro y Parriwimple el Diestro, ha ganado el Siniestro. Ese nuevo vampiro se ha hecho con el control de la voluntad del buen repartidor, y Helene es consciente de que su amigo tiene intenciones, involuntarias, de matarla. Por suerte, la mujer es más pequeña y tiene mejores reflejos, con lo que tiene unos segundos de ventaja antes de que todo se desmadre.
Mientras, no muy lejos de allí, los niños siguen vistiendo a Herr Urik con su armadura...
Ya no se escuchan los ruidos de espadas. Tengo el presentimiento de que lo malo ha pasado ya. ¿Seguimos colocando la armadura, señor Urik?
Motivo: Iniciativas: Helene vs Parriwimple
Tirada: 2d20
Resultado: 17, 10 (Suma: 27)
¿Existe alguna manera para poder oponerme al control mental? Después de todo, el alineamiento de Parriwimple y su forma de ser, son lo más lejano a intentar matar a un amigo que no le ha atacado.
Ok, haz una nueva tirada de salvación. Esta vez 1d20+3 CD 14.
- "Presto, por favor, terminemos de colocar las placas de la armadura antes de acudir a ver qué sucede." -
Sigo colocándome la armadura todo lo deprisa que puedo con la ayuda de los dos niños.
¿Es posible desplazarme por la pared para asomar la cabeza desde su espalda para leer lo que escribe?
Helene había alcanzado a contemplar el final de aquel duelo frustrado y sin opciones a intervenir se había visto en la tesitura de observar como Parriwimple caía bajo el influjo del vampiro cediendo su voluntad a la del no muerto.
-¡Mierda! -alcanzó a exclamar antes de echar a correr para ocultarse en el frondoso bosque. No estaba dispuesta a atacar a Parriwimple, no al menos si era posible evitarlo.
Motivo: Saber
Tirada: 1d20
Resultado: 13(+6)=19
Dado que sobre vampiros tuvo una tirada excelente en su momento, nueva tirada para saber si Helene sabría cómo eliminar el control sobre Parriwimple.
Motivo: TS Voluntad
Tirada: 1d20
Dificultad: 14+
Resultado: 6(+3)=9 (Fracaso)
Parriwimple lo intentó. En alguna parte de su enorme cabeza, perdido entre su minúsculo cerebro, se encontraba un profundo deseo de ayudar a sus amigos, de no causarles daño alguno. No era alguien cruel por naturaleza, y mucho menos agresivo. Era, en definitiva, un niño grande, alguien dramáticamente maldito por una mente diminuta, incapaz de comprender lo que para el resto era obvio.
Pero sabía, profundamente, lo que estaba mal.
Quizás, por eso, hubo un momento de duda. Un momento en el que, realmente, puso en juego todo lo que Parriwimple era: su bondad, su nobleza, su ingenua estupidez, para evitar hacer eso que era evidente, era malo.
Fue en vano. Su mente, su voluntad, no podía oponerse al profundo deseo perverso que emanaba de aquel vampiro. Como un pasajero forzado en su propio cuerpo, Parriwimple sacó su arma, y corrió tras Helene, con el ser que le había suplantado dispuesto a matarla si era posible.
Corro tras Helene, para atacarla tan pronto pueda.
Ivalic dejó de apretar las correas de la armadura de Herr Urik ante la noticia de Vjelkus de que la pelea había parado.
-¡Es verdad! Ya no hará falta ponerle la armadura entonces.
Se alegraba de que todo hubiera terminado. Seguramente la llegada de Parriwimple y la Señora Helene lo habían solucionado todo. Pero Herr Urik insistía en que le siguieran ayudando, así que el niño volvió a coger las correas.
-¡Es tu madre Vjelkus! ¡Ha dicho un taco jajaja!
Había escuchado gritar a la Señora Helene y eso le hizo gracia, aunque el tono no lo dejó del todo tranquilo a pesar del cese de la lucha.
-Será mejor que nos demos prisa.
El azar quiso que por el muro por el que se desplazaba Irina, la fantasma encontrase una puerta secreta. Aquella puerta secreta daba a un habitáculo oscuro de diez pies de ancho y quince de largo. Un muerto viviente extraño estaba agazapado en la esquina... su mitad derecha parecía la de un hombre normal y corriente, pero su mitaz izquierda parecía la de un zombi o un tumuluario.
Aquel "Doscaras" se retorció un segundo al ver en la oscuridad a Irina, pero quizás porque no tenía carne que devorar, no hizo ademán de atacarla. Irina atravesó lo ancho de la puerta secreta y prosiguió por la pared. Por detrás de la mujer con alas pudo leer... ver... símbolos. Símbolos raros. No es que desconociese el idioma, es que ni siquiera entendía los símbolos de su alfabeto. ¿Quizás el escrito estaba en celestial?
Motivo: ¿Se desplaza por la pared de su izquierda-1 o de su derecha-2?
Tirada: 1d2
Resultado: 2
Tendrías que ver una cena en mi casa, Ivalic... ahí si que se dicen tacos.
Astuta como una zorra, Helene sabía, como había contado antes a los demás, que el control mental de un vampiro no surte efecto con un conjuro de protección contra el mal. Y puede que la sacerdotisa no hubiese rezado esta mañana por poder aplicar esa magia en los necesitados, pero sí sabía dónde encontrar el mismo poder.
Parriwimple persiguió a Helene por la espesura de la vegetación, que dificultaba lo suficiente el paso como para que pudiese cargar contra ella. Llegaron al Santuario del Bosque, donde justo Ivalic y Vjelkus acababan de colocar y ajustar la última de las piezas. Herr Urik estaba listo, pero confuso, y no entendía muy bien lo que estaba pasando.
Helene corrió hasta el monolito, y Parriwimple la siguió. En cuanto el grandullón puso un pie dentro del círculo, las runas de la tierra se iluminaron y Parriwimple bajó su garrote. Ya no sentía la necesidad de matar a nadie.
En cuanto a Kavan y Ludovico, iban demasiado deprisa como para seguirles, y más con Herr Urik entorpecido por su recién colocada armadura. Entre lo dormido esta tarde y lo descansado esta noche, se sentían con fuerzas para andar. ¿Qué harían ahora? ¿Seguirían en el Santuario del Bosque? ¿Volverían al pueblo de Barovia?
- Yo...- la cara de Parriwimple era el vivo reflejo de la más profunda vergüenza y turbación- Parriwimple malo- dijo dejándose caer a plomo, como un títere desmadejado, mirando a Helene con sus ojos abiertos de par en par- Parriwimple sentir. No saber. No...
Les agradezco a los chicos la ayuda prestada.
- "Gracias." -
Después me vuelvo a Frau Helene y le pregunto:
- "¿Qué ha sucedido? ¿Quién estaba luchando?" -
Irina se sobresaltó un segundo cuando el "zombi" la vió pero se tranquilizó al ver que no la atacaba. Un impulso la recorrió y le entraron ganas de ayudarlo pero no sabía cómo, así que completó su viaje y pudo ver lo que escribía la celestial. Por supuesto no entendió nada, así que se decidió a comunicarse con ella.
-Hola!