Partida Rol por web

Entre varios, usamos cuerdas y sacamos el cadáver del pozo. Lo tendemos en el suelo para que Frau Helene pueda examinarlo.

Cuando el cadáver acabó en el suelo, Helne lo giró para ponerlo boca arriba, la mejor forma para identificarlo si en verdad lo conocían. Tras ello, examinó el cuerpo para determinar la causa de la muerte más allá del evidente ahogamiento.

Sacar el cuerpo del pozo fue todo un desafío. Cuando las sogas llegaban al agua, flotaban y era imposible enhebrar la cabeza o el cuerpo. Finalmente optaron por usar una plomada que pudiese mantener la soga vertical semihundida en el pozo.

A Natalija se le pasaron las ganas de regañar a Ivalic, y pasó a tapar los ojos de sus dos hijos para que no viesen la macabra escena.

El rescate desveló que se trataba de la desaparecida Gulpika. Helene tocó el brazo y lo notó caliente. Y el supuesto cadáver desnudo de la vieja Gulpika se estremeció y reaccionó. La mano de Gulpika agarró la muñeca de Helene con fuerza.

¡Helene!-dió varios vistazos alrededor, rodeada de vecinos con los que siempre mantuvo muy poco contacto, mientras tapaba su desnudez con el brazo libre.

Helene no encontró ni una sola quemadura sobre la piel mojada de la anciana. También le sorprendió que estuviese viva cuando la habían encontrado boca abajo, con las vías respiratorias sumergidas. No tosió, ni escupió agua, ni respiró profundamente tratando de recuperar el aire. Era como si la hubiesen despertado vaciándole un caldero de agua por la cabeza.

Miro la escena con sospecha. ¿Acaso será alguna clase de criatura muerta viviente? Hum...

Me toco la barbilla, pensativo.

Ivalic abrió mucho los ojos al descubrir que era la Señora Gulpika, aunque la imagen comenzó a desaparecer cuando su madre intentó taparle los ojos, y los abrió aún más cuando escuchó la voz de la anciana.

-¡Es la Señora Gulpika! ¡Y está viva! ¡Señora Gulpika! ¡Señora Gulpika! ¡Encontré su medallón y se lo estaba guardando!

Ivalic cogió el medalló y estiró de la cadena en dirección a donde había visto la anciana por última vez, suponía que no se había movido.

-Me alegra que esté viva. Encontramos un cadáver quemado en su casa y pensábamos que era usted, pero era un elfo. ¿Como consiguió escapar? ¿Y que hacía dentro del pozo?

Había muchas preguntas en el aire y la curiosidad de Ivalic quería respuesta para todas ellas.

Helene pospuso sus preguntas y antepuso las necesidades de la anciana a cualquier otra cosa. Dejó un instante a Gulpika, el tiempo justo para tomar la capa de Urik de sus hombros a quien susurró "será solo un momento" con tono de disculpa y ponerla sobre Gulpika, cubriendo así su desnudez. Tras ello, la ayudó a ponerse en pie.

-Ivalic, por favor, no la atosigues. Seguro que responderá a tus preguntas pero déjala que se recupere -dijo amablemente al locuaz muchacho-. Gulpika, tu casa ha ardido al igual que la mayor parte del pueblo. Sospechamos que fueron los licántropos aunque tampoco tenemos seguridad de ello. Los muchachos -dijo en referencia a los hermanos Yannof y Vjelkus- dieron con lo que creyeron era tu cadáver así como un medallón que quizá sea tuyo. Posee una inscripción que reza talismán del corazón del dragón rojo. Cuando mi hijo y yo regresamos para recoger el que creíamos tu cuerpo y darle una adecuada sepultura, pude ver que, afortunadamente, los restos correspondían a un elfo no transformado o que había revertido a su forma no licántropa. Poco más puedo decirte salvo que de forma inesperada te hallamos en el pozo, flotando y viva. Lamento tus pérdidas materiales, pero me alegra que estés viva -era sincera y así lo demostraba el cálido abrazo que le proporcionó-. No sé si te sentirás con fuerzas o ganas de contarnos lo que ocurrió, Gulpika, pero quizá pueda servirnos para esclarecer lo que verdaderamente ocurrió en el pueblo -ardía de curiosidad pero deseaba respetar el derecho de la anciana a no revelar más que lo que quisiera, aunque de quererlo, Gulpika podría narrar toda una historia que los dejara boquiabiertos y no por lo que les contara del pueblo, sino de ella misma.

Helene intuía que Gulpika era más que lo que aparentaba. Una anciana predispuesta a ayudar a los necesitados, conocedora de hierbas, sin demasiado trato con sus convecinos y capaz de escapar de licántropos, incendios y de sobrevivir a un ahogamiento. La palabra bruja pasó por su mente, pero impidió que aquel pensamiento se convirtiera en algo formulado en voz alta. Gulpika se encargaría o no de desvelar su naturaleza y un comentario como aquel en medio de una población asustada y con necesidad de cargar su frustración contra alguien, podrían ver en ella el enemigo ideal. Y Helene quizá no sabría mucho de brujas, pero sí de personas y Gulpika, hasta aquel momento, se había presentado ante ellos como una ayuda muy positiva y la clérigo le estaba verdaderamente agradecida por haberle enseñado el ritual de cura de un primer mordisco de un hombre lobo.

-Tranquila. Te ayudaré en cuanto pueda pero Urik sin duda sospechará de ti por tu supervivencia en el pozo -le susurró al oído mientras la abrazaba con afecto.

El despertar de Gulpika Gorsayev supuso para Parriwimple un nuevo varapalo en lo que creía saber. Hasta hacía apenas unos días había vivido en el necio convencimiento que la muerte no existía, y que en realidad, lo que morían, sólo estaban dormidos, soñando, esperando para despertar. 

Los terribles acontecimientos de las últimas jornadas le habían mostrado hasta qué punto tales cosas eran falsas, y ese conocimiento, doloroso hasta lo inconcebible, había lastrado su natural benevolencia con dolor. ¿Pero entonces qué era esto? ¿era posible que después de todo algunos no murieran, sino durmieran?

Ojalá fuera así, y esperando acontecimientos, consciente como siempre de su propia estupidez, Parriwimple escucha con interés la conversación entre Helene y la herborista.

Miro con aspereza a Frau Hele, pues aunque soy un paladín, ha estado muy cerca de llevarse un golpetazo de guantelete por su acción.

Me siento tremendamente empequeñecido y disminuido sin mi capa por lo que me procuro una manta del petate de Herr Parriwimple, y se la cambio a la anciana por mi capa que tan gratuitamente ha regalado la ingrata sacerdotisa.

Sacudo mi capa un par de veces y me la vuelvo a poner.

¡¿Qué?! ¡No te escucho, Helene! Estoy un poco sorda... ¿puedes hablar más alto?

Natalija, que había dejado de tapar los ojos a sus hijos cuando Helene la tapó con la capa de Urik, volvió a taparles los ojos cuando Urik recuperó su manta (Gulpika había hecho un amago de resistirse, pero estaba confusa y le atenazaba la debilidad de la vejez). Ese instante de visión momentanea fue aprovechado por Ivalic para tender el medallón un poco más a la izquierda, afinando la dirección en la que se encontraba Gulpika.

Ooooh... ¡El Talismán!-exclamó con una sonrisa de alegría.

La anciana se levantó apoyándose en Helene y avanzó hacia Ivalic solo vestida por una manta que acondicionó a modo de toga con los dedos. Natalija sonrió y fue bajando la guardia... también las manos, que de tapar los ojos a sus hijos pasaron a posarse en sus hombros con cariño.

El Talismán de Corazón del Dragón Rojo perteneció a un antiguo pretendiente mío... Me trae muchos buenos recuerdos... Muchas gracias por traérmelo, niño.

Mientras, Parriwimple le seguía dando vueltas al asunto de la muerte... ¿Era posible que Arik, si no le hubiesen quemado salvajemente, despertase como Gulpika? Qué horror... menuda equivocación habrían cometido. Inka ya les advirtió de que Arik volvería a despertar, y no le hicieron caso.

Parriwimple no era el único que le daba ideas a algo. Helene también. Si la anciana había conseguido sobrevivir sin ahogarse con la cara metida en el pozo... ¿Qué era? Solo hay tres grandes grupos que no necesitan respirar: los muertos vivientes, los elementales y los constructos. A parte de eso, solo hay raras excepciones... Gulpika podría ser realmente una bruja, aunque Helene no se atreviese a pronunciarlo en público, y haber lanzado un conjuro de respiración acuática antes de tirarse al pozo. Esa era quizás la explicación más plausible, aunque no significaba que fuese la verdadera.

No iba a ser fácil mantener una discreta conversación con Gulpika mediante susurros, la sordera de la anciana era bastante severa. Helene no iba a poder hacer una pregunta tan directa de momento.

Helene pestañeó absolutamente sorprendida ante la reacción de Urik. No le había pasado desapercibida su dura mirada ni el gesto hecho con la mano, un gesto de violencia dirigido a ella y refrenado en un último momento. Y todo por haber cubierto la desnudez de la anciana, expuesta a los ojos de todos los vecinos, con la capa de aquel mediocre hombre que se llamaba paladín, insultando así a quienes sí lo eran verdaderamente.

Algo terminó de romperse en Helene y supo, con serena tristeza, que no podría recomponerse. Miró un instante a Parriwimple. Solo la palabra dada al mismo la mantenía allí.

Solo habían sido unos segundos aunque parecieron muy largos antes de volverse hacia Gulpika.

-Es necesario que descanses, Gulpika. ¡Siéntate! -dijo elevando la voz-. No sé si está en condiciones de contar nada ahora mismo. Pero podéis preguntarle si queréis.

¿Sorda? Helene frunció el ceño. En su anterior encuentro, Gulpika no había tenido problemas de oído que ella recordara. ¿Era un modo de escapar de preguntas indeseadas o de tener que dar explicaciones, refugiándose en los achaques propios de alguien de su edad? Fuera como fuera, quedaba claro que cualquier conversación entre ambas debería quedar postergada a un momento y lugar en el que ambas pudieran estar solas, algo francamente difícil en un pueblo destruido y en el que no quedaban casas en pie.

Ivalic dio un respiro a la anciana ante la insistencia de la Señora Helene y vio como Herr Urik buscaba algo en la mochila de su amigo Parriwimple. Cuando el paladín se acercó a la Señora Gulpika con la manta la mano de su madre volvió a tapar su visión, lo siguiente que vio fue a Herr Urik de nuevo con su capa chula y guay y a la señora Gulpika tapada con la manta dirigirse a él.
Ivalic se quitó la cadena por encima de la cabeza y le entregó el talismán a su verdadera dueña. Ya no era una minicopia exacta de Herr Urik pero había estado bien tener un talismán mágico durante ese tiempo.

-¿Un pretendiente suyo? ¿Y quien era? ¿Donde consiguió el talismán? ¿Sabe usted si tiene algún poder mágico? Nosotros pensamos que protege del fuego ¿Por eso usted no se quemó? ¿Pero como acabó el talismán en su casa y usted dentro del pozo? No lo entiendo...

Como la Señora Helene había vuelto a abrir la veda de las preguntas estas salieron de la boca de Ivalic como un torrente desvocado, la curiosidad del niño no tenía fin.

Había muchas cosas que hacer... pero la duda si habrían hecho daño al durmiente Arik aterrorizaba a Parriwimple. Ese temor le impidió, del mismo modo, darse cuenta de la mirada que Urik dedicaba a Helene por un "quítame allá esas capas". O como se dijera.

- Parriwimple contento Gulpika bien. ¿Gulpika dormida? ¿por qué no muerta? Gente que estar como Gulpika estar muerta, ¿o solo dormida? Parriwimple preocupar por gente muerta a la que quemar o enterrar. ¿Haberles dañado? ¿poder ellos despertar como Gulpika? ¿por qué Gulpika despertar?

Soy consciente de que la brecha que se ha abierto entre la bondadosa sacerdotisa y mi persona se acaba de ensanchar, hecho por el que me siento muy culpable, aunque sigo pensando que ella ha actuado equivocadamente todas las veces, como un obstáculo, sin decidir, pero sin aceptar tampoco las decisiones de los demás, incluso cuando fueran por el bien común.

Suspiro con cierta tristeza, y un tanto de remordimiento, mientras escucho a la sacerdotisa y en especial al joven y sabio Ivalic.

Entonces escucho con preocupación las palabras de Herr Parriwimple.

- "Herr Parriwimple, lamentablemente muchos de los que caen no duermen, y no pueden despertar. Forma parte del ciclo de la vida el que en algún momento a todos nos alcanza la muerte, excepto a los no muertos, como la falsa Burgomaestre Sasha Ivliskova. En general, muy a menudo los que engañan a la muerte, suelen hacerlo por medios que hacen daño a otros. Por ejemplo los vampiros le chupan la sangre a los vivos para mantenerse igual para siempre, sin envejecer ni morir." -

¿El qué?

Ivalic tuvo que repetir sus preguntas en un tono de voz más alto. Gulpika asintió.

Mi pretendiente era un guapo y aguerrido aventurero. Jijijiji... Según me dijo, compró el talismán a un mercader de objetos mágicos. Nunca he tenido que usar el talismán, ni nunca ha vestido mi cuello. Tan solo era algo que le guardaba. Algo valioso que simbolizaba la promesa de que siempre volvería a visitarme. Solo que... un día no volvió. Sospecho que la vida de aventurero es demasiado arriesgada para vivir lo suficiente.

Anoche se me aceleró el corazón al ver un licántropo. Natalija ya me había advertido esa tarde de que vendrían, pero confié en que la matalobos sería suficiente para auyentarlo. No fue así. Caminé sin rumbo fijo, con el pueblo inmerso en las llamas y las calles haciendo de cortafuegos, y al llegar a la plaza me tiré al pozo.

No respondió al Burgomaestre, pero quizás porque Parriwimple no había elevado la voz. De todas formas, la explicación de Urik podría esclarecer alguna de las dudas del heredero Indirovich.

En niño volvió a repetir las preguntas gritando, parecía que a la Señora Gulpika se le había metido agua en el oído o quizás ya estaba un poco sorda, o puede que ya lo fuera, la última vez que la había visto, Ivalic estaba muy enfermo y no se había fijado bien en ese detalle.
Escuchó las respuestas con interés, aunque algunas de ellas suscitaban más preguntas a la inquieta mente del niño.

-¿Un aventurero? ¡Guauuuu! Yo también quiero ser aventurero, por eso acompaño a Herr Urik, soy su porta antorchas. A que sí Herr Urik. Entonces... ¿Si no llevaba puesto el talismán como consiguió no quemarse? Debe usted correr muy rápido para que los elfos lobos no la atraparan, nosotros solo nos salvamos porque nuestro amigo Varikov se quedó atrás para desviarlos y entretenerlos. ¿Y que pasó con toda su ropa? ¿Es que no llevaba nada puesto? A mí mi madre no me deja ir desnudo por la casa. Además, creo que la hierba matalobos no funciona muy bien, Layla pudo encontrarnos y eso que habíamos puesto hierba en la entrada de donde estábamos, pero no tenemos que temer ya porque el Conde y los elfos lobos se van a reunir para firmar la paz y nosotros también iremos. Parriwimple representará al pueblo porque es el nuevo burgomaestre. ¿Lo sabía Señora Gulpika?

Por supuesto todo eso se lo gritó para no tener que repetírselo de nuevo, pero tenía la garganta un poco seca y le picaba de tanto gritar. Tenía sed pero no pensaba beber del agua del pozo, así que simplemente carraspeó intentando quitarse el picor.

- "Así es Ivalic, eres el más valeroso portantorchas que jamás haya conocido. Y seguramente el más valiente y bueno que jamás vaya a conocer el pueblo de Barovia." -

- No ir. Vampiros y hombres lobo querer jugar, y querer nosotros delante como... ganado- dijo repentinamente Parriwimple levantando la voz ante las palabras de Ivalic- Mandarnos traer como tio Bildrath mandarme llamar. Parriwimple ir tio Bildrath porque quererlo. Pero no querer ni vampiros ni hombres lobo. Haber mucho que hacer. No ir. Ser malos, y mentirosos, y matar gente- el término de matar le devuelve a la cabeza sus preocupaciones, y viendo que Gulpika no le ha respondido, y no teniendo claro que lo que ha dicho Urik tenga mucho que ver con lo que él ha preguntado (¿significaban acaso sus palabras que pensaba que Gulpika era una vampiresa que chupaba la sangre de la gente?) alzó la voz para que la mujer lo escuchara- ¿por qué Gulpika poder despertar si estar metida cabeza agua mucho tiempo?