Partida Rol por web

Tras despedirse del grupo principal, se acercan al acceso principal del campamento con un pañuelo blanco en la mano, rápidamente los guardias se ponen en posición y os bloquean el paso apuntándoles con sus armas.

-¿Quiénes soís y qué asuntos las traen aquí? - pregunta uno de los guardias, mientras se acerca a ustedes.

Cuando finalmente nos acercamos por uno de los accesos del campamento, nos cortan el paso y respondo:

- Aura Trepe Velenor, del Jardín de Lys. -informo- Creo que tienen algo que nos pertenece, venimos a hablar con las personas al mando. -explico- Queremos negociar con ellos... con ambos, por favor. -añado, mirándolo directamente a los ojos con seriedad.

Kain siguió a Aura y le dejó hablar, prefería no decir o hacer nada todavía.

SeeDs, no esperabamos verlas por aquí, al menos no libres, pues ello implica que o bien mataron a los nuestros o los tienen prisioneros y vienen a negociar. 

Por tus palabras asumo que es lo segundo, por lo que las llevaremos con los capitanes, pero antes deberán entregar sus armas, se las devolveremos al salir de nuestro campamento.

Confíen en nuestra palabra, los acuerdos de la gran guerra las protegen. - dice el soldado que parece estar al mando del grupo que sale a su encuentro.

Entregar sus armas? Eso le molestaba bastante, sus revólveres eran sagrados, le repugnaba la idea de que alguien siquiera pretendiera usarlos, si nadie ponía objeción seguiría el procedimiento, tras retirar de sus pistolas la munición, a pesar de lo que le repudiara dicha petición.

Su mirada dejaba claro su desconformidad, pero por el momento solo apretó su dientes.

Hay algo que me chirría en todo eso. No es que vayamos a encontrarnos precisamente con un diplomático indefenso ni nada semejante. ¿De verdad se aplicaban esos acuerdos aquí? Kain tampoco parece agradada con entregarlas.

Tras medirlo unos instantes con la mirada, finalmente suspiro y me llevo una mano al rostro, pasándome el pulgar y el índice por los párpados para obligarme a centrarme, pues me siento como si estuviese perdiendo pie en este momento. Demasiadas cosas han ido mal hasta ahora, y no quiero que otra más lo haga.

- Vale, está bien. Pero tratadla con cuidado, por favor, tiene cierto valor sentimental. -digo, sacándome la tira que me cruza el pecho y mantiene el espadón en la espalda por la cabeza, tomándola después por la funda y tendiéndosela para que la pueda coger por el mango o por la zona no cortante de la hoja.

De hecho, viendo el mango, es evidente que el valor que tiene es esencialmente el sentimental, porque no está nada ornamentado. Es una espada muy práctica, acorde a la forma de actuar de mi padre.

Tras entregar sus armas, los soldados las conducen hasta la tienda del capitán Zavala, en donde los esperan los oficiales mientras revisan un mapa.

El soldado que los guía anuncia su presencia y les permite el paso.

- Así que tienen el descaro de venir aquí luego de atacarme a mi y a mis soldados. Bien, la ley me obliga a escucharlas, pero no a ser amable. ¡Hablen rápido mercenarias y no intenten ninguna otra estupidez como la de antes! - dice el hombre con tono despectivo y malencarado.

Decir que aquello no me inspiraba la más mínima confianza era quedarse corto. Vamos, que para alguien como yo, que había vivido toda su vida de la picaresca y las trampas aquello, como solia decirse, apestaba a algo horrible.

Sin embargo, por mucho que pudiera desconfiar, estaba claro que tampoco teníamos muchas opciones asi que, si ellos decían que nos amparaba la ley, y Aura parecía estar de acuerdo, poco más hay que pudiera hacer, aparte de entregar mis armas, como el resto. Eso sí, mostrando mi disconformidad, por supuesto.

Fue entonces cuando nos condujeron ante los dos estirados de turnos, que parecían muy chulitos ahora que estábamos desarmadas. Habría que ver si eran igual de geniales en igualdad de condiciones.

Pero, por segunda vez, tuve que morderme la lengua, y aguantarme las ganas de llamarlos imbéciles y de enseñarles un poco de modales. Era Aura quien tenía que encargarse de la diplomacia y no iba a ser yo quien la jodiera, obviamente.

Asi que me obligue a mantenerme con la boca cerrada mientras miraba a Aura, esperando a que hablara con un ojo puesto en ella y el resto de mis sentidos atentos a cualquier cosa que pudiera hacer saltar mis alarmas.

Kain cedió sus armas con lamayor desgana del mundo, no sabía de leyes, y si sus compañeras no decían nada en contra, no tenía nada que objetar incluso si no le hacía ninguna gracia. Sus revólveres, erean demasiado preciados para que los cogiera cualquiera.

Después de dar sus armas de fuego, les guiaron hasta los oficiales.

- no fuimos primeros en disparar, pero por si acaso no hemos traído a quien un mensaje en flecha nos quiso dar, ella es nuestra portavoz, pero de inicio aclaro que en ningún momento os quisimos atacar.

Señaló a Aura, no le apetecía escuchar reproches de "no debías decir eso", esa misión ya estaba siendo molesta para la aquarian, demasiados errores...

Camino con más tensión de la que me gustaría admitir hasta la tienda donde por suerte están ambos líderes del campamento. Tras sus palabras y la réplica de aclaración de Kain, aunque también entendía el hecho de no creerlo del todo, hablo con tranquilidad.

- Coincido, mis compañeros los rodeaban, pero no hubiesen iniciado el conflicto de no haberlo hecho ustedes. Pero confío en que podamos dejar ese accidente atrás. -me cruzo de brazo, mirando fijamente a esos dos, muy atenta a cada movimiento y expresión para cuando suelto mis siguientes palabras- El caso es, tienen a uno de los nuestros, nosotros tenemos a cuatro de los suyos. Incluido el más importante de los cuatro, que si las negociaciones no llegan a buen puerto, llegará mucho más rápido de lo que imaginan a la capital. -la amenaza, para cualquier soldado leal, sería como mínimo confusa.

Para alguien que supiese acerca del Doppelganger, no obstante, sería digna de dejarlo lívido.

Ambos oficiales se miran confusos y ahora es la mujer quien toma la iniciativa.

En verdad no sabes cómo hacer esto niña. - dice ella con condescendencia más que evidente. - ¿En serio esa es tu mejor carta de negociación?

Pues venga, date prisa y lleva a los chicos a Insomnia, que de seguro el general los recibirá de buen agrado.

Yo en tu lugar habría propuesto un intercambio y empezado el tira y afloja, quizá hasta te habría amenazado con matar a la gatita, después de todo fue su bomba de humo lo que impidió que nuestros chicos las acaben. - dice la mujer mientras cruza de brazos.

En serio Zavala, no necesitas de mi para lidiar con una negociadora tan mala, es más yo que tu pongo las esposas sobre la mesa y de seguro que hasta se esposa ella sola.

Esa propuesta no sólo nos permite recuperar a nuestros chicos, sino que también podríamos conservar a la gatita.

Y bien niña. ¿Esa es tu oferta final? ¿Enviar a nuestros chicos a Insomnia sanos y salvos si no les devolvemos a la gatita? Pues si es así puedo facilitarte una lazadera ya mismo.

Mientras Bodoc hablaba Zavala no podía creer lo que veían sus ojos, él no era especialmente hábil en las situaciones de negociación como si lo era su compañera, pero incluso él no podría hacerlo tan mal como la elfa.

En verdad habían enviado a una novata a resolver un asunto muy delicado.

Sin embargo, cuando Zavala terminó de subestimar a Aura su rostro se puso totalmente serio.

¿Cómo carajos unos novatos como ustedes vencieron a nuestros cadetes de élite? - dijo el hombre confuso y molesto a la par.

Muy bien si eso es todo lo que tienen que decir, entonces lárguense ahora y en treinta minutos os daremos una lanzadera para que envíen a los chicos de vuelta a casa. 

Una vez dicho esto Zavala pasó de ustedes y centró su atención en el mapa que tenía frente a él.

Miro a ambos en mi pose de brazos cruzados, y cuando se ponen a hablar de esa manera, sonrío divertida tras un par de frases después del inicio de su perorata. Les dejo acabar sin perder esa sonrisa, que seguramente les haría pensar que había algo oculto.

- Creo que desde el principio me venían subestimando por mi juventud. Eso está bien. -comento divertida- No, no es ni mi última oferta, ni era una oferta, ni... Bueno, qué más da. -concluyo, descartando lo que fuese a decir con un gesto de la mano- Usted puede amenazarme con matarla, yo con que convertiremos a sus hombres en filetes, y todos quedaremos como idiotas. Un gran avance para todos. -replico, encogiéndome de hombros- Ahora vamos a ser un poco más listos. Que mis compañeros maten a sus hombres y ustedes maten a la gata, o incluso amenacen con matarnos a nosotras, tiene una conclusión clara: bastantes familias de luto y cabreadas, mala prensa, explicaciones, papeleo... Mucho tiene que gustarnos a todos matar sin necesidad para que salga algo en claro de eso. Les propongo un trato mejor. -añado con tranquilidad, y voy levantando un dedo con cada una de las siguientes frases- Tengo una información muy sensible. Resulta que la mujer que tienen aquí retenida es mi superior directa en este momento. Si estamos en este lugar, es por una misión que se ha salido de madres. Yo, personalmente, no me voy a jugar mi carrera de SeeD para darles dicha información. Pero si la "gatita" como la llaman me da autorización para hacerlo, podemos ganar mucho todos. -con una mano abierta del todo, muevo ligeramente los dedos, como haciendo una ola con ellos, y finalmente apoyo la mano abierta en la mesa- Déjenme hablar con ella durante 5 minutos. Vigiladas, pero sin nadie que pueda escuchar, como si me tienen que esposar y nos apuntan desde todas direcciones. Si ella accede a mi plan, les entregaremos a sus hombres, sin necesidad de que den su palabra de que la liberarán a ella. Si no accede, pues les ofreceremos un simple trueque, el que ella apruebe. -ofrezco, mirándolos alternativamente.

Por un instante, parece que voy a añadir algo más, pero finalmente lo dejo correr y los miro con seriedad.

Decir que aquello estaba siendo un total y absoluto desastre era quedarse corto, desde luego. Y, conforme más avanzaba la negociación, más claro tenía que había sido una idea terrible ir hasta allí, sólo superada por la de entregarles nuestras armas confiando en el "honor" de quien obviamente no lo tenía.

Si hubiera podido, en aquel momento me hubiera llevado una mano a la frente, y habría negado, incrédula, ante lo que estaba pasando. Vaya, que no sólo no teníamos nada con lo que truequear, según los dos pijos estirados aquellos, sino que, además, Aura se había ofrecido a ir a hablar sola con la ahora conocida como "gatita", bajo a promesa de que nadie las escuchara, durante cinco minutos. Claro que, teniendo en cuenta las experiencias que habíamos vivido entre aquella gente en los últimos cinco minutos, seguro que cumplían su promesa. Y por supuestísimo que después nos liberarían.

Suspiré, negando lentamente. Aquello se estaba yendo de madre.

-Aura, déjalo. Estos mediomierdas no van a cumplir nada. Ni tienen palabra, ni la más mínima intención de hacer concesiones- dije, tenniendo clarísimo que, aunque aceptaran, nos traicionarían- Si sigue viva, si seguimos vivos, es porque hay algo que os interesa, ¿me equivoco? - me dirigí yo ahora a los dos estirados, con aquel descaro que solía caracterizarme. Llevaba años en las calles, entre rateros y maleantes. Y seguía viva, obviamente no por haber sido una cobarde. -Pues vamos al grano, nos decís que es y valoramos la oferta.  - dije, sin amedrentarme y con una confianza demoledora. - Así ninguno perdemos el tiempo.  Más que nada porque si no volvemos pronto, los mismos que le han partido la cara a vuestros "amiguitos de élite" se pondrán nerviosos. Y os aseguro que ninguno de los que estamos aqui queremos que eso ocurra... Bueno, yo un poco sí. - concluí, manteniendo mi mirada fija en ambos.

-Asi que, qué, ¿Hablamos o seguimos haciendo el panoli? - concluí, colocando mis manos en las caderas, con los brazos en jarra, a la espera de que alguno de aquellos dos se pronunciara.

Si eso era negociar... Sin duda había acertado en eso de no dedicarse a negociadora. Se vio suspirando ante la petición de Aura y la respuesta de Ruby. En vez de decir algo que empeorara la situación, les dejó ser, prefería no aportar una tercera versión y ver que opinaban los jefazos.

Ella por su parte se aseguró de memorizar el mapa sobre la mesa, por si hubiera algo útil que tener en cuenta.

Hay un área marcada en el mapa. Puedes leer que marca Arma Artema, peligro extremo.

También vez una línea azul demarcada como línea de retirada.

Al escuchar a Ruby, Zavala llevo la mano a la empuñadura de su espada y Bodoc le lanzó una mirada venenosa a su compañero.

- Zavala, si desenfundas esa espada haré que te la tragues, eres un capitán del ejército de Lucis, no puedes romper la ley, por más que una niñata impertinente te provoque, somos mejores que eso. - dice la mujer a modo de advertencia, lo que lleva a su compañero a apartar su mano del arma.

- Estaba pensando concederles su solicitud, pero la lengua larga de tu amiga me ha hecho cambiar de opinión. Ahora bien lo que quiero es a mis chicos de vuelta, ustedes quieren a su teniente.

Por más que me joda decirlo, no hay trato, ella es su oficial a cargo, por lo tanto un objetivo militar valioso, ellos son sólo soldados, meros peones en el campo de batalla.

Díganme, quien en su sano juicio cambiaría una reina por cuatro peones, por más que yo haya entrenado a la mayoría de estos chicos y sin dudarlo me jugaría la vida por ellos, tengo que hacer lo que es mejor para mi nación.

Tomen a sus prisioneros y lárguense de aquí, pues si al amanecer siguen en el bosque, Zavala y yo los mataremos, el manto de la tregua dura hasta el alba de mañana, les aconsejo que lo aprovechen. - añade Bodoc antes de hacerle una señal a los soldados para que se acerquen.

Era evidente que la conversación había terminado, a menos que tuvieran algo más que ofrecer, algo más valioso que un oficial de comando enemigo, la pregunta era. ¿Lo tenían o no?