Partida Rol por web

Los ataque contra la terrosa criatura se suceden, mientras ésta intenta, inútilmente, alcanzar a los tres valerosos aventureros.

La joven morlock, tras haber conseguido atraer la atención del elemental, descarga su hacha con toda la rabia de la que es capaz, consiguiendo impactar de forma extraordinaria en la criatura.

Parfemius refunfuñó. Él habría hecho caso a Arbahin y optado por la huida, dado que la criatura no podría perseguirles, pero sus compañeros parecía que no querían soltar a su presa, así que la lucha continuaba.

El mago no quiso gastar más hechizos, de momento, pues desconocía qué otras adversidades podrían aparecer más adelante en aquel lugar, de manera que hizo uso de uno de sus trucos con la esperanza de que pudiese dañar al elemental.

Tras unas breves palabras en lengua atávica, un dardo de fuego surgió de la palma del anciano en dirección al monstruo.

Puntos de golpe del elemental de tierra: 16

Parfemius consigue impactar con su hechizo en la criatura al mismo tiempo que la mediana regresa a la sala¹. Linnet jadea como si acabase de realizar un gran esfuerzo.

El brazo del escudo se sentía pesado y adormecido, aunque no le hubiera dañado, la criatura tenía mucha fuerza. De momento no había podido traspasar su defensa, tampoco la de Daphne. Sin apartar la mirada del monstruo y sintiendo que podía aprovechar que la guerrera distraía a su contrincante y este se notaba más debilitado (al menos lo que podría tomarse como debilitado en un ser de tierra) Arbahin atacó con todas sus fuerzas, enterrando su espada profundamente en el ser.

La criatura ruge de dolor ante el devastador ataque del dracónido e intenta, una vez más, golpearle. Desgraciadamente, el golpe vuelve a encontrarse con la impenetrable armadura del aventurero.

El elemental no conseguía acertarnos. Nuestros movimientos eran finos y conseguíamos evitar cada envate de la criatura. Pero no tendríamos tanta suerte eternamente.

Ante el fallo de Threkor a la hora de atacar a la criatura, decido intentar golpearle con mis dos armas.

Vuestro enemigo se desmorona tras el certero golpe de la guerrera. En tan solo unos minutos no es más que un montón de fragmentos de roca inerte esparcidos por el suelo.

Habéis salido victoriosos del combate contra el elemental y sin haber sufrido ni un solo rasguño, lo que os llena de alegría. Sabéis que quizá en el próximo enfrentamiento no tengáis tanta suerte.

El engendro al fin fue derrotado, dejando tras de sí solo un montón de rocas. Arbahin movió el brazo del escudo formando círculos, tratando de quitarse la sensación de entumecimiento que sentía. Luego se giró, dispuesto a ir tras Linnet, preocupado por su bienestar. Pero la mediana estaba allí, con la cara colorada por el esfuerzo.

-Tuvimos suerte- dijo simplemente caminando hacia la entrada de la caverna, pero se detuvo antes de cruzar el umbral para dedicarles unas palabras a sus compañeros-. Combatieron muy bien- si bien estaba algo molesto por no haber simplemente evitado a ese ser, no podía negar que sus amigos habían realizado una gran labor. Quizás temían que el draconiano no pudiera escapar de las garras del elemental y por eso decidieron quedarse a su lado. Solo esperaba que ese gasto de esfuerzo no les trajera problemas luego, allí donde el verdadero mal les aguardaba-. Linnet… ¿Todo bien?

-¡Bravo!-dijo Parfemius cuando vio caer a la criatura, y dio un ridículo salto de victoria.

Aunque el mago habría optado por huir, sus compañeros demostraron una vez más ser unos combatientes excelentes. El viejo, al igual que Arbahin, se acercó a Linnet ansioso por saber qué había encontrado en el interior de estas catacumbas.

-Es-es-espero que más adelante el pa-pa-panorama sea mejor. Cuéntanos pequeña a-a-amiga.

El monstruo había caído. Lo hizo con un gran estruendo contra el suelo dejando ir alguna esquirla hacia nosotros. Miré hacia las puertas que defendía la criatura.

Bueno. Tenemos la prueba de que vamos por el buen camino. Nadie tiene un elemental protegiendo nada.

Fui hasta las puertas que antes no había podido ver bien e intento abrirla. Ahora sí que tenía curiosidad por ver que había detrás de ellas.

Tras cruzar el hueco de vuelta, veo como mis amigos terminan con la existencia de aquella criatura.

Mientras terminan de hablar hecho miradas inquietas al hueco que he atravesado, deseando que aquellas cosas no puedan atravesar el umbral, hasta que Arbahim se dirige a mi y vuelvo a reaccionar, para explicarles de manera algo atropellada lo que he visto - crucé y pensé que vendriáis detrás, no que os ibais a poner a "jugar" con la cosa esa, digo señalando el cuerpo del elemental que yace ahora en el suelo. - Y ahí, me vuelvo señalando la puerta - estaba Malizia, supongo que era ella, muerta y estaban las piedras esas brillantes, tan bonitas, las tengo aquí,señalo mis bolsillos, - y había también cristales por el suelo, como si hubiesen roto un espejo y estaba fría, no se cuanto tiempo llevará ahí muerta, cada vez estoy mas convencido de que el cuervo ese de la orden es el culpable de todo, y mientras estaba agachada salieron esas cosas de debajo de una mesa, flotando hacia mi, intentaron atacarme, pero logré escabullirme y había mas luz al fondo, otra sala supongo, pero no se como podamos enfrentarnos a esos seres, parecían tan incorporeos, como sombras. Miro de nuevo hacia la puerta para regresar la vista a mis compañeros tras comprobar que no me han seguido las sombras. - La pobre mida llevaba encima una piedra rosa, un frasco que no se si servirá de algo y una daga, rebusco en mis bolsillos - la piedra es muy bonita, seguro que algo podemos sacar por ella, y el frasco, esperad, donde lo he metido... saco la lengua entre mis labios mientras rebusco en diferentes bolsillos, hasta que mi cara refleja algo de inquietud, ¿no se me habrá caído al salir corriendo?, hasta que mi rostro cambia de nuevo mostrando tranquilidad, aquí está, menos mal - este esdigo alzándolo y mostrándolo triunfante. Para tendérselo después a mis compañeros y que puedan examinarlo.

- Y los trozos de piedra azul y la piedra rosa los tengo guardados esos si en este otro bolsillo, eso si que no se me pierde. Digo mostrando una sonrisa. - La daga si la conservaré, un arma es un arma y podré darle uso, y por las gemas seguro que sacamos un buen saco de monedas. Cuando toman el frasco para examinarlo me apresuro a sacar las gemas satisfecha, tratando de impresionarlos y esperando que me feliciten por el, en mi opinión, buen trabajo realizado.

- Ya por culpa de las sombras no pude ir a la habitación del fondo, quizás hubiese mas gemas, murmuro finalmente para mi, - pero yo sola no podía hacer frente a las cuatro sombras, por eso volví, me pareció lo mas prudente.