Partida Rol por web

-Estáis locos si pensáis que voy a dejar que os llevéis la fama de haber matado a ese bicho - digo mientras saco las armas y corro hacia el elemental.

Me muevo tan rápido como puedo hacia la puerta para examinar el hueco antes de decidirme a pasar, no quiero terminar atravesada o estrangulada o a saber que tipo de trampa pueda idear quienquiera que se esconda aquí. Cada vez tengo mas ganas de llegar al fondo de todo este asunto, sin duda alguna debe haber algo muy valioso para jugar con fuerzas tan oscuras y conjurar estos seres para proteger lo que quiera que custodien.

Trato de abstraerme del combate mientras centro mi atención en la puerta de metal.

-¡Es-es-estad atentos, quizá tengamos que huir!-gritó Parfemius mientras se acercó unos pasos hacia la mole de tierra. Acto seguido, pronunció antiguas y arcanas palabras y de sus huesudos dedos surgieron tres dardos mágicos.

Tanto Daphne como Threkor deciden atacar al elemental, aunque sólo uno de los golpes de la guerrera consigue impactar en la criatura. Aún así no parece que éste le haga demasiado daño.

Mientras tanto, Linnet decide examinar la puerta y el hueco que hay en ella mientras el mago, acercándose a su enemigo, lanza un sencillo conjuro que hace que tres dardos formados de energía mágica broten de las puntas de sus dedos. Dichos proyectiles impactan en el elemental, haciendo que nuevos trozos de tierra se desprendan de él.

Tu escrutinio de las puertas no detecta nada sospechoso.

Como te comenté en el off - topic, si lo deseas, puedes atravesar el hueco que hay entre las puertas como parte final de tu movimiento.

¡Un saludo!

- VIA LIBRE, grito tras examinar el hueco, - el último huele a excremento de hipótido...

Lanzo la mochila a través del hueco para comenzar a deslizarme tan rápido como puedo detrás.

-No va a pasar por la entrada- gruñó el paladin viendo que sus compañeros se acercaban a ayudarle-, podemos dejarle atrás con facilidad.

​Huir de una pelea no era su estilo, pero simplemente ese era una marioneta inútil del verdadero mal que se había arrastrado por esas cavernas. Guardaría su filo para esas cosas. De todos modos, no movería un musculo hasta que sus compañeros cruzaran el túnel. Lanzó un ataque, pero no dio para nada en el blanco.

Mientras Linnet se escabulle por el hueco que hay entre las puertas, el paladín intenta, sin éxito, golpear a la criatura. Ésta a su vez le devuelve el golpe pero, una vez más, el impacto es parado por el fiel escudo del dracónido.

Al atravesar el hueco existente entre las puertas accedes a una sala rectangular amueblada con varias estanterías vacías, una mesa y una silla, aunque lo que más llama tu atención es el cadáver que, tirado sobre un charco de sangre, se encuentra en su centro. Junto al cuerpo hay cuatro cristales que brillan con la cada vez más familiar luz azulada.

Te percatas de que hay numerosos fragmentos de cristal diseminados por el suelo de la sala, como si un juego de espejos completo hubiese sido destruido de manera violenta.

Linnet nos había dejado tirados frente al engendro. Podría ser una buena idea salir de allí por patas, pero ahora que estaba frente al monstruo, veía difícil alejarme sin arriesgarme a sufrir algún golpe. Además, viendo el tamaño de aquello, seguramente resultaría mortal.

Levante mi arma y conseguí impactar sobre ella, aunque no sabría decir si le hacía daño o no.

Tuerzo la boca al ver el cadáver, parece que alguien está intentando cubrir su rastro. Y esos pobres cristales ahí tan solos, cuatro... me entretengo unos segundos calculando mentalmente cuanto podríamos sacar por ellos. Creo que con todo ese dinero, podremos estar una buena temporada sin dar un palo al agua.

¿No hay salida?

Doy un par de pasos hacia los cristales brillantes, cuando me doy cuenta de que el suelo está cubierto de vidrio, ¿que narices ha pasado aquí? Miro alrededor, espejos, buscando marcas en la pared o el techo del mecanismo que pudiera haberlos sujetado.

Me encojo de hombros, bueno, yo a lo mio. Me acerco a los brillantes cristales azules, tiendo una mano para agarrar uno de ellos pero antes de rozarlo me detengo, igual quema. Busco alrededor algo con que sujetarlo sin quemarme, en caso de que esté caliente, finalmente saco la daga y corto un trozo de tela de la ropa del cadáver, para poder utilizarlo para agarrar los cristales y corto otro buen pedazo para envolverlos una vez tenga los cuatro. Momento que aprovecho para ladear la cabeza del muerto con la punta de la daga y ver su rostro.

- Ba dee bedebe bedebe badebe debe de-de de-de-de, voy tarareando mentalmente la cancioncilla mientras me muevo.